DDHH-AFGANISTÁN: Torturas a menores detenidos
Gareth Porter* IPS 30 de marzo de 2010
WASHINGTON - Casi dos de cada tres niños y adolescentes varones encarcelados
en Afganistán sufren torturas, según una investigación en el sistema de justicia
juvenil.
El estudio, realizado por la abogada defensora Kimberly Motley para la
organización internacional defensora de los derechos de la infancia Terre des
Hommes, reveló que la policía somete a los jóvenes, muchos de los cuales son
inocentes, a torturas, confesiones forzadas y a flagrantes violaciones de sus
derechos en los tribunales.
Motley dijo a IPS que la investigación mostraba la necesidad de buscar
alternativas para que los jóvenes no caigan en lo que ella llama "sistema de
injusticia".
La abogada entrevistó personalmente a 250 de los 600 menores de edad
recluidos en cárceles y centros de rehabilitación de todo el país, incluyendo a
la mitad de las 80 niñas y adolescentes y 40 por ciento de los 520 varones, así
como a 98 profesionales que trabajan en el sistema.
Aunque sólo dos de las niñas y adolescentes consultadas confesaron haber sido
golpeadas por la policía, 130 de los 208 varones menores de 18 años encuestados
aseguraron haber sufrido maltratos.
Las entrevistas fueron realizadas por Motley en 28 provincias entre
septiembre y diciembre de 2009.
Las conclusiones fueron coincidentes con un estudio publicado en 2008 por el
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Comisión Independiente de
Derechos Humanos de Afganistán, según el cual 55 por ciento de los niños y 11
por ciento de las niñas denunciaron haber sido víctimas de golpes.
Prácticamente todos los menores varones que denunciaron haber sido golpeados
señalaron que se les obligó a firmar una confesión.
En la encuesta de Motley, cuarenta y cuatro por ciento de los jueces
entrevistados dijeron que los menores se quejaban regularmente de torturas y de
otros abusos por parte de los policías. Treinta y tres por ciento de los
magistrados se negaron a responder cuando se les preguntó si habían recibido ese
tipo de quejas.
Muchos de los menores varones denunciaron incluso haber sido golpeados por
varios policías a la vez. En un caso, uno de 17 años dijo haber sido "pateado
como un animal" por seis o siete agentes tras su arresto.
Un menor de edad acusado de haber puesto carteles en la ciudad con amenazas
terroristas dijo a Motley que firmó una confesión tras ser torturado con choques
eléctricos y ser colgado del techo. El tormento continuó por más de dos meses,
según el denunciante.
La fiscal del caso admitió ante Motley que no sólo estaba al tanto de las
denuncias sino que también había visto marcas en el cuerpo del muchacho que
confirmaban los maltratos.
Veinticuatro por ciento de todos los menores entrevistados por Motley,
hombres y mujeres, habían firmado confesiones preparadas por la policía sin
darse cuenta de que lo eran hasta llegar al tribunal.
En algunos casos fueron engañados firmando una hoja en blanco que luego fue
usada para la confesión.
A casi la mitad de los menores de edad llevados ante la justicia en
Afganistán se les niega el derecho de hablar en su defensa, según la
investigación de Motley.
Ese fue el caso de un joven acusado de haber mantenido relaciones sexuales
con mayores. Había sido secuestrado y violado por tres adultos, los cuales
fueron liberados sin recibir imputación alguna.
Cuando el muchacho intentó explicarle al tribunal que había sido víctima de
una violación, la jueza le dijo que no podía dirigirle la palabra y ni siquiera
mirarla, mientras que su abogado "apenas habló por él". El joven fue sentenciado
a cinco años de prisión.
Paradójicamente, 71 por ciento de los jueces encuestados por Motley dijeron
creer que si un joven permanece en silencio en un tribunal es un elemento para
sospechar de su culpabilidad.
El activista por los derechos humanos Mohammad Ibrahim Hassan dijo a IPS que
"la mayoría de las personas en Afganistán están en contra del concepto de
presunción de inocencia".
En el sistema afgano, "cuando ellos arrestan a alguien, piensan que debe
esperar el peor castigo".
Una visita a un centro de rehabilitación juvenil --en la que este periodista
fue acompañado por Motley-- confirmó la prevalencia de la violencia policial
contra los menores de edad.
En uno de los dormitorios para varones, elegidos al azar, a 10 jóvenes se les
preguntó a través de un intérprete si habían sido golpeados por la policía
después de su arresto.
La mitad de ellos alzaron sus manos. Uno dijo haber sido sometido a choques
eléctricos para que firmara una confesión. "Pusieron cables en mis pies y
dedos", contó, "y encendieron la electricidad varias veces por unos
segundos".
Finalmente, aceptó firmar la confesión, y la policía le entregó un papel
donde estampó su huella digital.
"Nos preguntaban: ‘¿Cometiste este delito?’ Y si decías que no, te
golpeaban", contó otro joven.
*Gareth Porter es un historiador y periodista de investigación especializado
en la política de seguridad nacional de Estados Unidos. Su último libro, "Perils
of Dominance: Imbalance of Power and the Road to War in Vietnam" (Peligros del
dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam), se
editó en 2006.
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