¿Por qué los prisioneros que han sido puestos en libertad aún continúan en
Guantánamo?
17 de diciembre de 2014
Ramzi Kassem
'Tras los barrotes: Guantánamo'
Ramzi Kassem es profesor de derecho de la Universidad de Nueva York. Dirige
la Clínica de Derechos de Inmigrantes y No Ciudadanos, que representa a los prisioneros de la Bahía de Guantánamo, el
Centro de Internamiento de Bagram y otros lugares. Uno de sus clientes es
Shaker Aamer, quien ha contribuido a escribir esta serie de VICE Tras los Barrotes.
Para los no iniciados, puede parecer incomprensible que la mayoría de los 148
prisioneros que quedan en la Bahía de Guantánamo han sido puestos en libertad
por el Gobierno estadounidense hace años, sin embargo, continúan
languideciendo en detención indefinida sin cargos o debidos procesos.
Sin embargo, para aquellos que han seguido el desarrollo de los hechos en
Guantánamo, con un interés distante pero juicioso, y para aquellos que conocen
el asunto profundamente, como mis estudiantes y colegas, o las decenas de
abogados que han representado a los prisioneros voluntariamente por años, la
paradoja aparente simplemente se ha convertido en costumbre.
Rara vez lo que acontece en Guantánamo se trata de este hecho, en cambio, es mucho
sobre percepción y política. La existencia de la prisión es
posiblemente la más poderosa ilustración de ese principio. El presidente
Obama no quiso gastar su capital político cerrando Guantánamo, ni quiso exponer
su flanco a las críticas de los adversarios políticos. Para el Congreso,
Guantánamo es muy lucrativo como símbolo político como para renunciar al él.
Así que el Congreso lanzó bloqueos mientras la Casa Blanca vacilaba.
La difícil situación de los presos puestos en libertad de Guantánamo, no
escapa a esa regla cardinal del universo de Guantánamo que pone las
políticas sobre las regulaciones razonables, dejando que la percepción
triunfe sobre la sustancia. Y, bajo esa luz, la aparente contradicción
planteada por el destino de la mayoría de los prisioneros de Guantánamo
comienza a desvanecerse.
Para apreciar plenamente esta realidad, es necesario algo de trasfondo histórico.
Para empezar, la revisión de procesos no es nueva en Guantánamo. Desde la
creación de la prisión en 2002, ha habido una especie de sopa de letras en los
mecanismos diseñados para evaluar los "archivos" de los prisioneros.
Bush, por ejemplo, tuvo sus Juntas Administrativas de Revisión (ARB por sus siglas en
inglés). Las ARB eran juntas militares encargadas de revisar la mayoría del
material clasificado para determinar si los prisioneros podían ser liberados.
Las juntas también interrogaban a cualquier prisionero que estuviera dispuesto.
Muchos no lo estaban, porque rápidamente corrió la voz de que las ARB eran una
farsa. De hecho, antes de las ARB a los prisioneros no se les permitía conocer
plenamente las acusaciones contra ellos, y mucho menos la evidencia clasificada
que supuestamente justificaba su detención, y no tenían el apoyo de un abogado.
Sin embargo, muchos prisioneros fueron puestos en libertad por las ARB. Entre ellos
está Shaker Aamer, quien ha colaborado con esta serie y a quien mis estudiantes
y yo representamos. Fue puesto en libertad por la ARB en 2007 y es el último
residente británico que permanece en Guantánamo.>
Con Obama llegaron los Grupos de Trabajo para la Revisión de Guantánamo (GRTF). A
las GRTF les fue encargada una revisión exhaustiva de todos los presos, y la
mayor parte del trabajo se llevó a cabo en 2009. Una vez más Aamer fue puesto
en libertad, como otro de mis clientes, el sirio Abdelhadi Faraj, junto a otros
dos detenidos que han contribuido a esta serie, Amad Hassan y Younous
Chekkouri. Al final, una gran mayoría del total de prisioneros de Guantánamo
fue puesta en libertad.
Esas autorizaciones llevan el peso de todo el aparato de seguridad nacional de
Estados Unidos. Decir que fueron absueltos significa que cada estancia del
Gobierno de Estados Unidos con participación en asuntos de seguridad nacional,
ha firmado su liberación. Esto incluye al Departamento de Justicia (que
supervisa al FBI), el de Estado, el de Defensa y Seguridad Nacional, junto a la
Oficina del Director de Inteligencia Nacional (que cubre la CIA) y los jefes
del Estado Mayor Conjunto.
Pero muchos de estos hombres liberados permanecen en Guantánamo hasta hoy.
Conciliar estos dos hechos requiere una mirada sin pestañear a la política que llevó a la
creación – y a establecer límites – de estos mecanismos de revisión.
Tanto las ARB de la era Bush como las GRTF de Obama se establecieron para proyectar
la apariencia de un proceso en medio de acusaciones por parte de los guardianes
de los derechos y la comunidad internacional de que Estados Unidos estaba
reteniendo hombres en alta mar durante años sin juicios ni procesos
justos. Además de la cortina de humo que ambos entes querían crear, los Grupos
de Trabajo de Obama también tenían el objetivo de encubrir la liberación de
prisioneros. Un prisionero liberado por una GRTF acarreaba un imprimátur de
todo el establecimiento de seguridad. Por lo tanto, no debería prestarse para
una segunda revisión partidista.
Pero el defecto fatal del esquema era que ni las ARB ni las GRTF tenían el poder de
liberar prisioneros. Fueron diseñadas, en principio, para aliviar o desviar la
presión política, para aplacar a varios opositores y críticos, y no para
implementar concretamente la política.
El vacío de poder resultante –creado por órganos de revisión sin dientes– era algo
fácil de encontrar. Aunque las GRTF tenían la autoridad de liberar prisioneros,
su inhabilidad para efectuar sus propias conclusiones cedió el control de los
resultados a los imperativos políticos del momento.
Por ejemplo, Aamer es un prisionero doblemente liberado que no enfrenta cargos por
ningún crimen. El Gobierno de Reino Unido, en boca de sus sucesivos primeros
ministros y ministros de Relaciones Exteriores, ha exigido su regreso oficial y
la reunificación con su familia en Londres. Este no es cualquier país, es el
aliado más antiguo, cercano y confiable de los Estados Unidos. Seguramente,
Estados Unidos puede confiar en Reino Unido para mitigar cualquier preocupación
que tenga con la liberación de Aamer.
Pero debido a que la decisión de la GRTF de liberarlo es básicamente
una aspiración y no obligatoria, fuerzas políticas ocultas tienen rienda
suelta para sabotearla, a pesar de las políticas estatales de ambos países.
Esas fuerzas pueden incluir funcionarios del aparato de seguridad del Reino
Unido que no tienen interés en el regreso de Aamer a casa, donde estará en
mayor libertad para revelar lo que conoce de primera mano sobre la
participación británica en los interrogatorios abusivos en Afganistán.
Emad Hassan y otro yemeníes liberados son víctimas de otra especie de política
perniciosa. Las preocupaciones sobre las fallas de seguridad en Yemen,
destacadas por el caso de Umar Farouk Abdulmutallab en 2009, rápidamente se transformaron en una suspensión de las transferencias de
prisioneros a Yemen debido a la retórica alarmista de elementos en las esferas
políticas y de seguridad. Incluso, desde que la moratoria ha sido levantada, la
percepción de que ningún prisionero de Guantánamo debería regresar a Yemen bajo
ninguna circunstancia permanece viva.
No parece importar que dos prisioneros yemeníes –incluyendo a uno de mis clientes,
Amin al-Bakri– fueran repatriados a mitad de año del hermano menos conocido de
Guantánamo, la prisión militar de Estados Unidos en Bagram, Afganistán. Al
momento de escribir esto, ninguna repercusión ha recaído sobre Yemen o Estados Unidos.
Con las elecciones de mitad de periodo de 2014 que dan el control a los
republicanos de ambas cámaras, puede sellarse el destino de los esfuerzos por
reducir la población de prisioneros en 2015.
Los próximos dos años serán la última prueba para la determinación de Obama de
cerrar Guantánamo. Ante la probable oposición, tendría que hacer lo que su
predecesor hizo cuando abrió la prisión y cuando más tarde puso en libertad a
la mayoría de los 800 prisioneros. Obama tendría que actuar –audaz y
unilateralmente– vetando la legislación obstruccionista y tomar acciones
directivas legítimas de acuerdo a sus objetivos políticos de vieja data. Es
decir, si Obama se preocupa por el cierre de Guantánamo, tendrá que levantar la cabeza.
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