Polonia otorga la condición de víctima a un detenido de Guantánamo por denuncias de tortura
Amnistía Internacional
Comunicados de prensa
30 octubre 2013
Al otorgar la condición de “persona afectada” a un superviviente de tortura
actualmente bajo custodia del ejército estadounidense en la bahía de
Guantánamo, las autoridades polacas están un paso más cerca de revelar la
verdad sobre el programa de entregas y detenciones secretas encabezado por la
ONU en Polonia. Así lo ha manifestado hoy Amnistía Internacional.
Walid Mohammed bin Attash, ciudadano yemení, es la tercera persona
reconocida como víctima por la Fiscalía General polaca en su investigación, de
cinco años de duración, sobre presuntas violaciones de derechos humanos
cometidas por la CIA en territorio polaco.
“Las denuncias de tortura formuladas por Walid bin Attash son sumamente
graves y merecen una investigación. Es bueno que la fiscalía polaca opine de la
misma manera”, ha manifestado Julia Hall, experta de Amnistía Internacional en
derechos humanos y lucha antiterrorista.
“Esta decisión debería proporcionar el tan necesario impulso para la
renqueante investigación, que dura ya más de cinco años.”
Mariusz Paplaczyk, que representa a Walid bin Attash, se unió a la
satisfacción de Amnistía Internacional por esta noticia: “Es un gran paso
adelante. La noticia de la concesión de la condición de ‘persona afectada’ en
la investigación polaca es sumamente importante para mi cliente”.
Según la ley polaca, una “persona afectada” puede examinar los expedientes
del caso y presentar quejas sobre la negativa a revelar documentos. También
tiene derecho a presentar mociones contra los retrasos en los procedimientos.
Se trata de un avance crucial, ya que la investigación polaca sobre los
“lugares negros” de la CIA se ha llevado a cabo, en gran medida, en secreto
desde que se inició en 2008. Hasta ahora, los fiscales polacos han declinado
desvelar casi ninguna información relativa a la investigación o hacer públicos
sus resultados.
El informe de Amnistía Internacional, Unlock the truth: Poland’s involvement in CIA secret
detention, explora la búsqueda de rendición de cuentas en Polonia.
Esa rendición de cuentas incluye el deber del Estado de investigar y –cuando
existan pruebas admisibles suficientes– acusar y llevar ante la justicia a los
presuntos autores de delitos de derecho internacional tales como tortura y
desaparición forzada, y también a los cómplices de esos delitos.
“Si Polonia está comprometida con los derechos humanos y el Estado de
derecho, sus autoridades deben tener la valentía política de decir la verdad
sobre el lugar secreto de la CIA y lo que sucedió en él. La investigación
criminal debe ser realmente independiente y efectiva, y todos los responsables
de torturas o desapariciones forzadas deben comparecer ante la justicia”, ha
manifestado Julia Hall.
Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos están en
la sede de las Naciones Unidas en Ginebra esta semana, mientras Polonia
presenta al Comité de la ONU contra la Tortura su historial de derechos
humanos. Tanto la investigación sobre el lugar secreto de la CIA como sus
progresos son cuestiones clave en estas sesiones. La alta comisionada de la ONU
para los derechos humanos, Navi Pillay, también las planteó en una reciente
visita a Polonia.
Información complementaria
Tanto la información publicada en los medios de comunicación como otros
documentos han identificado a varios detenidos relacionados con un centro de
detención secreta en Polonia. Uno de esos detenidos es Walid Mohammad bin
Attash, ciudadano yemení actualmente detenido en la bahía de Guantánamo y que
se enfrenta a juicio ante una comisión militar. Walid bin Attash está acusado
de delitos relacionados con los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra
Estados Unidos.
Los cargos de los que se le acusa se castigan en Estados Unidos con la pena
de muerte, y se ha autorizado a la fiscalía a pedirla. Sin embargo, los
abogados de Walid bin Attash creen que lo que le sucedió mientras estuvo bajo
detención secreta de la CIA –entre otros lugares, en Polonia– podría atenuar
cualquier posible condena.
Las autoridades estadounidenses permitieron que la Comisión del 11-S, en su
informe de julio de 2004, identificara por su nombre a Walid bin Attash y a
otros nueve detenidos como sometidos a la custodia estadounidense. Sin embargo,
este reconocimiento no basta para aclarar la suerte y el paradero de los
detenidos, que continúan como víctimas de desaparición forzada.
Amnistía Internacional incluyó posteriormente el caso de la desaparición forzada
de Walid bin Attash, presumiblemente bajo custodia secreta de la CIA, en un
informe sobre entregas y detenciones secretas publicado en abril de 2006.
Aunque el entonces presidente George W. Bush había anunciado el 30 de abril de
2003 que Walid bin Attash había sido capturado por las autoridades
paquistaníes, Estados Unidos no reveló su paradero hasta que el presidente Bush
confirmó públicamente por primera vez, el 6 de septiembre de 2006, que
Estados Unidos había mantenido un programa de detención secreta y que se había
transferido a 14 hombres de la detención secreta en poder de la CIA a la
custodia militar en Guantánamo. Walid bin Attash resultó ser el número 14.
Tras su llegada a Guantánamo, Walid bin Attash fue entrevistado por el
Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), y algunas de sus declaraciones se
incluyeron en un informe confidencial que el CICR envió a la CIA y que
posteriormente fue filtrado a la opinión pública. Este informe, y otros
documentos públicos, señalan que, entre el 29 de abril de 2003 y el 4 de
septiembre de 2006, Walid bin Attash estuvo detenido en secreto por la CIA en
una diversidad de lugares de distintas partes del mundo, y que durante ese
tiempo fue sometido a tortura y otros malos tratos, además de a desaparición forzada.
La denuncia formulada por Walid bin Attash ante la Fiscalía General polaca
afirma que uno de esos lugares de detención secreta estaba en Polonia.
Cuando habló con el CICR, Walid bin Attash describió el trato que había
sufrido durante su traslado –según afirma, a borde de un avión militar–,
presuntamente a Polonia:
“Después de unas tres semanas en Afganistán fui trasladado a otro lugar. Me
vendaron los ojos y me cubrieron los oídos con auriculares. Me transportaron
sentado, con grilletes en los tobillos y las muñecas, con las manos delante del
cuerpo. Creo que el vuelo duró probablemente más de ocho horas. En esta
ocasión, el traslado se hizo en un avión militar. Si cambiaba demasiado de
postura durante el viaje, alguien me golpeaba con la mano en la cabeza.”
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