Análisis: Política de Obama sobre la tortura tiene dos caras
AP 18 de Abril de 2009
WASHINGTON (AP) - El presidente Barack Obama trata de cerrar un capítulo en
la historia de Estados Unidos en relación con los polémicos interrogatorios
autorizados por su antecesor, que sigue arrojando una sombra sobre su política
exterior.
Obama autorizó la difusión de los "memorándum de la tortura" que describieron
las duras tácticas de interrogatorio utilizadas por la CIA durante el gobierno
de George W. Bush, pero dejar atrás los abusos está resultando más complicado de
lo que pudo parecer inicialmente.
Las revelaciones han dividido el gobierno de Obama. Algunos funcionarios de
inteligencia se opusieron a la difusión. Asimismo, la decisión de Obama de
proteger de juicio a quienes aplicaron las prácticas ha sido puesta en duda por
activistas defensores de los derechos humanos y algunos demócratas.
La publicación de los memorándum fue una victoria para el secretario de
justicia Eric Holder.
En julio, Holder dijo a un foro legal que el próximo presidente actuaría
rápidamente "para reclamar el lugar de Estados Unidos en el mundo". Ante
aplausos calurosos, Hoder sugirió el cierre de la prisión de Guantánamo y el fin
de "todos los programas y prácticas estadounidenses involucrados con
tortura".
¿Pero dónde enviar a los restantes prisioneros de Guantánamo? Además, la
decisión de Obama de no juzgar a los agentes de la CIA que aplicaron métodos,
ahora prohibidos, como el ahogo simulado, está causando una tormenta
política.
De manera similar al perdón del presidente Gerald Ford a su antecesor Richard
Nixon, quien renunció después de ser sometido a juicio político, la decisión de
Obama es criticada por quienes dicen que los funcionarios que cometieron
irregularidades deberían ser responsabilizados por ellas.
Por ejemplo, el senador demócrata Patrick Leahy, titular del Comité de
Asuntos Jurídicos del Senado, dijo que los memorándum apoyaban su argumento en
favor de una comisión de investigación independiente.
Anthony Romero, director ejecutivo de la Unión Estadounidense de Libertades
Civiles (ACLU) dijo que la propuesta amnistía para los responsables "es
sencillamente insostenible".
Al decidir la difusión de los cuatro memorándum, Obama se alineó con Holder,
que había sido subsecretario de justicia en el gobierno de Bill Clinton.
La difusión se hizo contra el consejo de otros asesores del presidente,
incluyendo el director de la CIA Leon Panetta, quien sostuvo que dar a conocer
descripciones vívidas de tácticas brutales podía sentar un precedente peligroso
para futuras revelaciones de fuentes y métodos de inteligencia.
Por cierto, la difusión de los memorándum _secretos durante la era de Bush_
fue demorada casi un mes en parte a las objeciones enérgicas de cuatro ex jefes
de la CIA: Michael Hayden, Porter Goss, George Tenet y John Deutch.
Obama en definitiva las rechazó.
Holder dijo que el Departamento de Justicia no juzgará a agentes de la CIA
"que actuaron razonablemente y dependieron de la buena fe del asesoramiento
legal fidedigno del Departamento de Justicia de que su conducta era legal".
Dar a conocer los memorándum fue el capítulo más reciente en los esfuerzos de
Obama por enmendar las tácticas de su predecesor para librar "la guerra al
terrorismo", una frase ahora descartada del léxico de la Casa Blanca.
En su primera semana en el cargo, Obama revocó todas las opiniones legales
del gobierno de Bush usadas para justificar las duras tácticas de
interrogatorio. Además de prohibirlas, ordenó cerrar las prisiones secretas de
la CIA en el exterior, como también la prisión de Guantánamo en el término de un
año.
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