Pinocho en la Casa Blanca
“Las mentiras, hijo mío, se conocen en seguida, porque las hay de dos clases:
los mentirosos que tienen las piernas cortas, y los que tienen la nariz larga”.
—Carlo Collodi
Desde tiempos remotos la palabra de un hombre se considera como algo sagrado
que siempre debe cumplirse porque va en ello el honor. Sin embargo, para algunos
su palabra es como ceniza que el viento se lleva, y entre estos está el
presidente de los Estados Unidos Barack Obama, quien seguramente no entrará a la
historia como el primer afroamericano que llegó al poder, sino como un mentiroso
consuetudinario. Lo último en su larga lista ya llegó al colmo. Todo emocionado,
prometió al sufrido pueblo de Haití ayuda incondicional, pero apenas pasaron dos
semanas y ya el Comando Sur paralizó las evacuaciones de heridos graves a los
hospitales de Miami porque no hay quien pague por su cuidado. Los 100 millones
de dólares que anunció, se gastaron en los 20,000 soldados y otros tantos
contratistas, 23 buques de guerra, 60 helicópteros y 30 aviones, como si Haití
estuviera en guerra.
Siguiendo los discursos que le hacen sus escribidores utilizando lo más
sofisticado de mercadotecnia para confundir y seducir a la opinión pública,
Obama habla de la paz como algo supremo y a la vez promueve la guerra. Entabla
conversaciones con los rusos para reducir las armas nucleares y simultáneamente
expide un decreto de aumento en 10% de gastos en armas nucleares. Lo mismo hace
con los chinos, les promete cooperación estratégica y mientras arma a Taiwán
para una futura guerra contra China. Así hizo en Honduras, donde le prometió
apoyo al legítimo presidente de Honduras Manuel Zelaya, depuesto por un golpe de
Estado, y a la vez le tendía la mano al golpista y usurpador Roberto Micheletti.
Obama está jugando con el contenido y significado de la paz y manipulando los
postulados de la democracia a su antojo.
Durante la campaña electoral, cual encantador de serpientes, sedujo a los
hispanos con la promesa de una reforma migratoria pero este tema ha sido
ignorado en sus discursos, sabiendo de la desesperación de millones de
indocumentados. Es más, nadie sabe si es por falta de humanidad, cinismo o por
ignorancia. Mientras unos 40 millones de norteamericanos –uno de cada ocho–
sobreviven con estampillas de comida, y uno de cada cinco de la población sufrió
hambre el año pasado, de acuerdo a Gallup, Barack Obama entrega trillones de
dólares a Wall Street, permitiendo a sus banqueros distribuir 146 mil millones
de dólares en bonos a unos 20,000 de sus allegados.
Parece que no siente ningún remordimiento cuando miente sobre los “signos de
recuperación económica”, pues ni toma en cuenta el desempleo real que ya se
acerca a un 18 por ciento. Tampoco se da cuenta de que 650 mil norteamericanos
ya entraron oficialmente en la categoría de los que “dejaron de buscar el
trabajo” y la creciente categoría de trabajo temporal está convirtiéndose en
permanente. Obama exhorta austeridad, pero Washington bajo su liderazgo, y en
medio del hambre y la desocupación realizó en el 2009 unas 170 recepciones,
fiestas, grandes cenas etc. con la asistencia de unas 50,000 personas.
Pinocho, te está creciendo la nariz.
Vicky.pelaez@eldiariony.com
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