La ONU adopta un tratado que prohíbe las armas nucleares, pero falta mucho por
recorrer
RICK GLADSTONE
New
York Times.es
10 de julio de 2017
Una fotografía de la agencia estatal de
noticias norcoreana muestra a Kim Jong-un admirando una prueba armamentista. Kim
amenaza con atacar el hemisferio occidental con una ojiva nuclear. Credit Agencia Central
de Noticias de Corea, vía Agence France-Presse — Getty Images
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NUEVA YORK – Después de siete décadas de esfuerzo para evitar una guerra nuclear, se ha negociado un tratado mundial que
podría lograrlo. Los defensores del acuerdo argumentan que llevaría a la
destrucción de todo el armamento nuclear y prohibiría su uso para siempre… si
logra ser ratificado.
Los negociadores, dos tercios de los 192 Estados miembros de las Naciones Unidas, alcanzaron el acuerdo de diez
páginas el 7 de julio después
de meses de conversaciones. El documento, llamado Tratado sobre la Prohibición
de las Armas Nucleares, se aprobó de manera formal en las oficinas generales de
las Naciones Unidas en Nueva York, durante la sesión final de la conferencia de negociaciones.
El documento estará disponible para que cualquier Estado miembro lo firme a partir del 20 de septiembre, durante la
Asamblea General que tiene lugar cada año, y entrará en vigor legalmente 90
días después de que lo hayan ratificado 50 países.
“El mundo llevaba setenta años esperando esta norma legal”, dijo Elayne Whyte Gómez, embajadora de Costa Rica ante la
ONU en Ginebra y presidenta de la conferencia. Hubo vitoreo y aplausos entre
los delegados después del cómputo de los votos: 122 a favor y uno en contra:
Holanda, el único miembro de la OTAN que participó en la conferencia. Singapur
se abstuvo.
Sin embargo, entre los participantes no estaba ninguno de los nueve países que tienen armas nucleares,
los cuales boicotearon de manera notable las negociaciones.
Algunos críticos del acuerdo, entre ellos Estados Unidos y sus aliados más cercanos del hemisferio occidental, rechazaron
públicamente todo el esfuerzo: dijeron que era equivocado e imprudente, en
particular ahora que Corea del Norte está amenazando con atacar el territorio estadounidense con misiles que tienen ojivas nucleares.
“Debemos ser realistas”, afirmó Nikki Haley, embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas, cuando comenzaron
las conversaciones en marzo pasado. “¿Hay alguien que piense que Corea del
Norte prohibirá el uso de armas nucleares?”.
En un comunicado conjunto posterior a la aprobación del acuerdo, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia señalaron: “No
tenemos la intención de firmar, ratificar o siquiera ser parte del tratado”. En
el comunicado se mencionó que “una prohibición de las armas nucleares que no
sea capaz de solucionar los problemas de seguridad que vuelven necesaria la
disuasión nuclear no logrará culminar en la eliminación de ningún arma nuclear
y no mejorará la seguridad de ningún país ni brindará paz y seguridad internacional”.
Los grupos que apoyan el desarme y otros defensores del acuerdo dijeron que nunca pensaron que lo firmaría ninguno de los países que tienen armas
nucleares; al menos, no al comienzo. Más bien, los adeptos esperan que la
aceptación generalizada del tratado termine por aumentar la presión de la
opinión pública y la estigmatización para aquellos que alberguen este tipo de
armamento tremendamente destructivo y amenacen con usarlo, lo cual los obligará
a reconsiderar su postura.
“Este tratado es una prohibición sólida y categórica de las armas nucleares y en realidad se basa en leyes humanitarias”,
dijo Beatrice Fihn, directora ejecutiva de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, una coalición
de grupos que defiende el acuerdo y tiene sede en Ginebra. “El acuerdo provee
un camino para que participen los Estados con armas nucleares”, añadió Fihn el
jueves en una entrevista. “No esperamos que lo firmen ahora, pero es un buen
punto de partida para cambiar las percepciones”.
Fihn y otros defensores del tratado sostienen que la fuerza coercitiva de este acuerdo puede ejercer una enorme
influencia en la opinión pública y gubernamental.
Matthew Rycroft, embajador británico para
la ONU, y Nikki Haley, embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas, en
una reunión del Consejo de Seguridad sobre Corea del Norte Credit Bebeto
Matthews/Associated Press
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Los tratados que prohibieron las armas biológicas y químicas, las minas terrestres y las bombas de racimo han
demostrado cómo las armas que alguna vez fueron aceptadas ahora son denostadas
en muchos países, si no es que en todo el mundo. Es el tipo de resultado que
buscan los proponentes del pacto para la prohibición nuclear.
“Aunque el tratado no elimine de inmediato ningún arma nuclear, sí puede, con el tiempo, deslegitimizarlas aún más y
fortalecer la norma política y legal en contra de su utilización”, afirmó Daryl
G. Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, un grupo
que apoya el tratado y tiene sede en Washington.
Además de Estados Unidos y Rusia, naciones que se cree que poseen los arsenales nucleares más grandes del mundo, los demás
países que cuentan con bombas nucleares son el Reino Unido, China, Francia,
India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.
Según Fihn, la confrontación entre Corea del Norte y Estados Unidos por las armas nucleares y los misiles balísticos de
los norcoreanos ilustra la falacia de que la teoría de la disuasión pueda
mantener la paz. “La teoría solo funciona si estás listo para usar armas
nucleares, de otro modo tu oponente reconocerá el engaño”, afirmó Fihn. La
disuasión también se “basa en la percepción de que los líderes son racionales y
cuerdos”, agregó.
Con el Tratado de No Proliferación Nuclear
de 1968, el cual firmaron casi todas las naciones, las partes deben “llevar a
cabo negociaciones basadas en la buena fe” con el objetivo de avanzar en el
desarme nuclear. El nuevo acuerdo en parte proviene de la decepción de las
naciones que no cuentan con armamento nuclear ante la ineficacia para lograr el
desarme del Tratado de No Proliferación Nuclear.
Kimball dijo que el nuevo tratado
es “una expresión del profundo desasosiego respecto de los enormes riesgos que
plantean las armas nucleares y de la creciente frustración provocada por los
Estados que tienen armas nucleares debido a su incapacidad de cumplir los
compromisos de desarme nuclear”.
El nuevo acuerdo volverá ilegal el uso de
armas nucleares, la amenaza de usarlas, las pruebas, el desarrollo, la
producción, la posesión, la transferencia y la colocación en otros países. Para
las naciones que tienen armas nucleares y acepten unirse al tratado, se
describe un proceso para la destrucción de sus reservas y dar cumplimiento a la
promesa de no volver a tener armas nucleares.
Según lo estipulado al inicio del tratado,
las premisas básicas son el reconocimiento de “las consecuencias catastróficas
que conllevaría cualquier uso de armas nucleares en materia humanitaria”, y el
acuerdo de que la eliminación total “es la única manera de garantizar que las
armas nucleares no se vuelvan a utilizar jamás bajo ninguna circunstancia”.
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