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El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


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03-15-11

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Obituario en memoria de mi amigo, Adnan Abdul Latif

Emad Hassan
De la columna 'Tras los barrotes: Guantánamo'
10 de noviembre de 2014

Adnan Latif (arriba) era un ciudadano yemení al que habían acusado de pertenecer a Al Qaeda, participar en la batalla de Tora Bora y formar parte de la 55 Brigada árabe de Osama bin Laden. El Departamento de Defensa estaba convencido de que había recibido adiestramiento en el uso de armas en el campamento al-Faruq, perteneciente al grupo extremista islámico. Fue propuesto para su liberación de la prisión d Guantánamo en 2006, 2008 y 2009. En 2010, un juez del tribunal de distrito ordenó su liberación. En 2012, Latif murió entre los muros de Guantánamo.

Incluso después de dos años, todavía me sorprendo imaginándome que en cualquier momento voy a encontrarme a Adnan a la vuelta de la esquina, saludando a voz en grito. Cuando hacía eso, el bloque entero se iluminaba. Todos los hombres se ponían de pie y le devolvían el saludo, también gritando a pleno pulmón. Por un instante, la felicidad de esas voces resonando en nuestras pequeñas celdas y más allá de las paredes de acero lograba que me olvidaba de dónde me encontraba.

Su presencia siempre cambiaba el ambiente. Hablaba con quienes estaban furiosos y al minuto lograba que se rieran. Se sentaba junto a mí cuando estaba apesadumbrado y conseguía arrancarme una sonrisa. A pesar de todas las adversidades que lo atormentaban, nunca perdía su carácter sociable. Todos lo queríamos porque se preocupaba por nosotros. Allá donde iba resonaban las risas.

Su filosofía era sencilla: su rostro reflejaba lo que sentía en lo más profundo de su fuero interno. No era de los que analizaban las cosas hasta la saciedad. Tampoco era fácil hacerle cambiar de opinión. Cuando se le preguntaba por su parecer en algún tema, respondía sin rodeos. A veces, esta forma de ser provocaba airadas respuestas, pero Adnan era un gran orador que no desperdiciaba la menor oportunidad de defender su postura manteniéndose impertérrito.

Tras ese rostro público, no obstante, se encontraba un hombre sereno que anhelaba volver a su hogar. Pensaba continuamente en su hijo, cuyo nombre repetía para sí una y otra vez, pronunciando cada sílaba lentamente, como si pensara que de ese modo lograría estar más cerca de él.

A menudo pienso en todas las veces que fingía estar dormido para dejarle desahogarse con su llanto sin tener que preocuparse por que alguien lo viera.

Recuerdo que una noche colgó en la pared una fotografía de su hijo, para mirarla mientras estaba tumbado. Pasaba horas contemplándola, hasta que un día la retiró. Emitió un susurro imperceptible y besó la cara de su hijo. A continuación, volvió a poner la fotografía con sumo cuidado en su pequeño sobre. Una y otra vez, comprobaba que la imagen siguiera a buen recaudo en su sitio.

Dos presidentes estadounidenses distintos le habían prometido a Adnan que su liberación había sido autorizada, pero esta nunca se produjo. Cuando pienso en su muerte, cosa que hago todo el tiempo, me doy cuenta de que la vida es corta, cada vez más. Llevo 12 años quí encerrado, un tercio de mi vida. He visto cómo envejece mi cara y empiezo a sentir la necesidad apremiante de hacer algo, aunque sé que no hay nada que pueda hacer. Solo soy las ascuas de una llama agonizante.

Añoro a Adnan como a un hermano. Recuerdo una ocasión en la que un hombre había discutido con él, acusándole de no ser consciente de la situación en la que nos encontramos. Sonrió apesadumbrado y me dijo que no hay mal que por bien no venga y que incluso las amistad podría causar dolor. Sin embargo, su amistad solo me hizo bien. Por eso, continuaré luchando por un trato digno en su memoria.

Sobre Emad Hassan:

Nacido en 1979 y natural de Yemen, Emad Hassan fue capturado mientras estudiaba en Pakistán. Asegura que, durante el interrogatorio, le preguntaron si conocía Al Qaeda, a lo que respondió que sí, pensando que se referían a la pequeña localidad de Yemen con ese nombre. Esa respuesta marcó su destino durante los siguientes 12 años de su vida y hasta la fecha, tiempo durante el cual ha permanecido encerrado en Guantánamo. Desde 2007, Emad ha mantenido una huelga de hambre más o menos permanente. Hasta ahora, el Gobierno de los EUA no ha cumplido con el compromiso de liberar a los presos yemeníes bajo el pretexto de que el país sigue considerándose peligroso. Actualmente, el Gobierno estadounidense afirma estar revisando los casos de los presos yemeníes.


 

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