Obama vuelve a la era de Bush sobre Guantánamo
Andy Worthington 7 de May de 2009
Dos piezas angustiantes de noticias emergieron la semana pasada con respecto
a los planes de la Administración Obama de cerrar Guantánamo, y ambas fueron
comunicadas por elSecretario de Defensa Robert Gates, en testimonio al Comité de
Apropiaciones del Senado.
Discutiendo acerca de lo que pasaría con los restantes 241 prisioneros, Gates
anunció que la pregunta estaba "todavía abierta" como lo que el gobierno debería
hacer con los 50 a 100 que no podemos liberar y no podemos intentar". También
anunció que el muy criticado sistema de comisión militar, suspendido por cuatro
meses por Barack Obama en su primer día de oficio, tenía "todavía mucho sobre la
mesa."
Ambas admisiones indican que cuando vino lo de Guantánamo, comienza a
aparecer que el cambio prometido por Obama en la campaña realmente no ha
involucrado nada más que poner una fecha de cierre sobre Guantánamo mientras se
mantenía una cercanía a la administración Bush con los hombres todavía presos
allí.
Volviendo al tiempo de Bush, por ejemplo, aquellos "que no podemos liberar y
no podemos intentar" estaban a veces referidos a aquellos que eran muy
peligrosos para liberar pero no lo suficientemente culpables para procesar"
-esencialmente porque la supuesta evidencia en su contra fue el fruto de la
tortura u otros abusos.
Como revelara una investigación del National Journal en el 2006, un
prisionero descripto por el FBI como un notorio mentiroso, hizo falsas
alegaciones contra 60 prisioneros en Guantánamo a cambio de un tratamiento más
favorable, y en febrero de este año el Washington Post publicó la seria anécdota
de otro informante, cuyas copiosas confesiones hubieran hecho sonar las
alarmas.
Además, las palabras del secretario de defensa de que 50 a 100 prisioneros
sospechosos (por encima de aquellos demostrablemente sospechosos) están en
posibilidades con repetidas evaluaciones de inteligencia reportadas por años,
las cuales han indicado que el número total de prisioneros con cualquier
conección significativa al terrorismo internacional es entre 35 y 50. A esto
debería agregarse la reciente revelación de Lawrence Wilkerson, personal de
Colin Powell, que “no más de una docena o dos de los detenidos" presos en
Guantánamo nunca han tenido ninguna inteligencia que valga la pena.
Además, la conversación del secretario de defensa de reavivar las comisiones
militares es un desarrollo angustiador para los muchos críticos del sistema
inventado por Dick Cheney y David Addington, quienes esperaron que la
administración resistiría todos los llamados para reinstalarlas, y a cambio,
movería los relativamente pocos prisioneros vistos como genuinamente peligrosos
a la tierra principal a enfrentar procesos en corte federal.
Sin embargo, luego de hablar a los oficiales de la administración Obama, el
New York Times reportó que a pesar de declarar eso, como presidente, él debería
"rechazar el Acta de las Comisiones Militares", y establecer que "por cualquier
medida nuestro sistema de trato a los detenidos ha sido un enorme fracaso", el
presidente Obama estaba de verdad considerando reavivar las comisiones.
El Departamento de Justicia estaba tomando una línea muy diferente en el caso
de Ali al-Mari, un residente legal estadounidense que estaba recluído en un
aislamiento extremo por casi seis años sin cargo o proceso como un "combatiente
enemigo" en un calabozo naval estadounidense, hasta que retornó al sistema de
justicia federal por la administración Obama.
As al-Marri aceptó un acuerdo de declararse culpable y admitió que había sido
enviado a los Estados Unidos como una agente de al-Qaeda. El Fiscal General Eric
Holder dijo que el resultado refleja lo que podemos lograr cuando tenemos fe en
nuestro sistema de justicia criminal y no hay titubeo en nuestro cometido hacia
los valores de la nación.
Para sacar la mancha que Guantánamo ha dejado en la reputación de los Estados
Unidos como una nación fundada en la regla de la ley, las palabras del sr.
Holder deberían ser repetidas a él cada vez que la administración intenta
retroceder el reloj a los días de Bush, con su peligorsa charla de encontrar
nuevas formas de justificar el encarcelamiento de prisioneros sin cargo o
proceso y su disposición para reavivar el sistema de proceso despreciado como
nada más que una "corte kanguro."
Andy Worthington es el autor de The Guantánamo Files y sirve como
consejero político en the Future of Freedom Foundation (www.fff.org).
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