Obama retrasa el reloj de Guantánamo
Baher Azmy The Washington Post 20 de agosto de 2012
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo
Fernández
Las nuevas normas emanadas del Departamento de Justicia de Obama amenazan con
devolver la Bahía de Guantánamo al agujero negro legal en el que estaba desde
los primeros días del gobierno de George W. Washington. Las normas, que
empezaron a manifestarse en mayo, se revisarán el viernes en una vista que se
celebrará ante un juez federal de Washington. Como consecuencia de su contenido,
se restringe el acceso de los abogados a los detenidos que han perdido sus
peticiones iniciales de habeas corpus. El efecto que tendrá será arrebatar a los
tribunales el control del acceso de los abogados a sus clientes, dotando al
ejército de unos poderes discrecionales casi completos para dictar si los
abogados pueden, y cuándo, visitar a los detenidos, cuántos abogados pueden
trabajar en un caso, qué tipo de información pueden obtener y utilizar para
representar a sus clientes y dónde y de qué manera esa información podrá
utilizarse.
Es decir, que en vez de cerrar
el campo de prisioneros como prometió, el Presidente Obama ha devuelto
Guantánamo al hermético y desesperado campo de internamiento que tanto
vilipendió cuando era candidato.
Desde que la prisión de Guantánamo abrió sus puertas en 2002, sus rasgos
distintivos han sido el rechazo a la supervisión judicial y la exclusión de los
abogados. La administración George W. Bush eligió ese lugar para albergar a los
“combatientes enemigos” porque las autoridades pensaron que la base militar de
la isla –y el trato dado a los detenidos- quedaría lejos del escrutinio de los
tribunales. Después de que el Tribunal Supremo rechazara esa estrategia en su
sentencia de 2004 en el caso Rasul versus Bush, los abogados afluyeron en gran
número a la base. Pronto quedó muy claro no solo que la mayoría de los detenidos
había sufrido abusos y torturas, también que a la mayoría de ellos no debería
habérselos detenido jamás. Desde la sentencia Rasul, han quedado libres más de
600 de los casi 800 hombres musulmanes que han pasado por Guantánamo.
En 2008, la sentencia del tribunal en el caso Boumediene versus Bush reafirmó
que los detenidos tenían derecho a una revisión judicial significativa de la
base legal y factual de su detención. Boumediene reabrió los tribunales a los
detenidos, recuperándose el derecho de habeas corpus tras años de
suspensión.
En los primeros tres años tras el fallo de Boumediene, la mayoría de los
detenidos ganaron sus casos en tribunales inferiores, lo que puso de relieve la
debilidad de los argumentos utilizados por la administración Bush para llevar a
cabo las detenciones. Pero el pasado año, la Corte de Apelaciones estadounidense
para el Circuito DC ha revertido todas esas decisiones e impuesto unos
estándares legales que hacen que sea prácticamente imposible ganar un caso de
habeas. Mientras tanto, la negativa del Tribunal Supremo a revisar el desafío de
los tribunales de Circuito D.C. respecto a la promesa contenida en Boumediene –a
pesar de una petición de súplica presentada este año en siete apelaciones
diferentes- pone punto final a la supervisión judicial significativa de
Guantánamo.
Así pues, las nuevas normas del Departamento de Justicia están devolviendo a
Guantánamo al punto de partida. Este mes, en
una presentación ante un tribunal, la administración Obama mostró su
incorrecto razonamiento argumentando que, en ausencia de peticiones activas de
habeas corpus, los abogados no necesitan tener garantizado el acceso a sus
clientes ni a la información clasificada necesaria para poder presentar sus
demandas. Los funcionarios de Obama, al igual que la administración Bush antes
que ellos, dicen que el gobierno debería tener un irrestricto control sobre
Guantánamo.
Pero no hay justificación militar o legal plausible alguna para castigar de
esa forma a los detenidos. Guantánamo sigue estando a miles de kilómetros de
cualquier hostilidad activa. Más aún, entre los miles de visitas de abogados a
clientes que se han producido a lo largo de los últimos ocho años, no ha habido
ningún informe creíble de que se haya divulgado una información reservada ni
dañado a la seguridad nacional.
El retroceso de la administración Obama, a causa de la evisceración de
Boumediene por los tribunales del Circuito D.C. y la fallida promesa del
presidente de cerrar la prisión, está devolviendo el statu quo de Guantánamo a
la era anterior a Rasul, cuando Guantánamo era un lugar icónico de la negación
de los derechos jurídicos de seres humanos o del acceso al mundo exterior.
Esta evolución es tan poco sorprendente como peligrosa. En 2004, el Tribunal
Supremo se sintió motivado para asegurar una supervisión judicial sobre las
operaciones de detención en Guantánamo a causa de las revelaciones sobre las
torturas de Abu Ghraib, así como por la preocupación ante una serie de
detenciones en las que no mediaba acusación ni juicio algunos. Actualmente, la
mayoría de la gente cree que Obama
ha puesto fin a las torturas en Guantánamo. Sin embargo, esto no significa
que no sea ya necesario el control judicial. Los abusos y las torturas podrían
fácilmente reaparecer si no existe la vigilancia adecuada. No obstante, el
problema fundamental en Guantánamo ha sido siempre la detención
indefinida sin acusación ni juicio, que en sí misma es una forma de
tortura.
La tortura en Guantánamo fue el legado del Presidente Bush. Confío en que el
legado del Presidente Obama no sea la legitimación de la detención indefinida
sin acusación y juicio y hacer de Guantánamo el lugar donde los Estados Unidos
envían a los detenidos musulmanes a envejecer y morir.
Baher Azmy es el director jurídico del Centro por los Derechos
Constitucionalesde EEUU.
Fuente: http://www.washingtonpost.com/opinions/obama-turns-back-the-clock-on-guantanamo/2012/08/16/e97f10c2-e62c-11e1-936a-b801f1abab19_story.html
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