"Nuestras bombas son más inteligentes que las tuyas"
Los cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU que intervienen en el conflicto
deben respetar sus propias resoluciones
Ninguna de las partes en conflicto está dispuesta a asumir la responsabilidad de la
destrucción de escuelas y hospitales
En Siria las coaliciones pretenden minimizar las bajas civiles a la vez que maximizan la
muerte de terroristas
Michiel Hofman - Médicos Sin Fronteras
theguardian
22 de febrero de 2016
El hospital apoyado por MSF en Ma'arat Al Numan fue atacado y destruido el lunes 15 de febrero. |
Foto: MSF.
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Un número estremecedor de civiles están siendo asesinados y heridos en Siria. Y está sucediendo con una
responsabilidad mínima para los Estados involucrados, en particular para el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la mayoría de cuyos países miembros
apoyan a los bandos enfrentados en la guerra. En el juego diplomático de
acusaciones cruzadas ha surgido un nuevo tipo de carrera armamentística. En el
pasado, las potencias de la Guerra Fría salían de su rutina para afirmar:
"mis bombas son más poderosas que las tuyas". Hoy, esas mismas
potencias discuten sobre a quién pertenecen las bombas más inteligentes.
El ataque del pasado lunes 15 de febrero sobre el hospital apoyado por MSF en Idlib, Siria, acabó con la vida de
16 pacientes y 9 trabajadores del centro. Turquía fue rápida en señalar al
gobierno Sirio y a sus aliados como responsables, Rusia negó su participación
mientras que el Gobierno de Damasco culpaba a la colación liderada por Estados Unidos.
El cielo de Siria está congestionado con dos coaliciones militares diferentes: el Gobierno sirio respaldado por
Rusia, y la coalición liderada por Estados Unidos, que incluye a otros dos
miembros permanentes del Consejo de Seguridad: Reino Unido y Francia. Ninguna
de las partes del conflicto está dispuesta a asumir la responsabilidad de la
destrucción de escuelas, hospitales y otros lugares protegidos. Aun así, son
devastados con una frecuencia terrible. Necesitamos un órgano de investigación
independiente para esclarecer los hechos.
La semana pasada, John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, afirmó que Rusia estaba usando
"bombas no guiadas" en Siria, lo que venía a decir que los ataques
aéreos de Estados Unidos eran más inteligentes y no podrían haber causado bajas civiles.
Para MSF, resulta difícil dar crédito a esta afirmación. En octubre, un ataque aéreo de Estados Unidos
destruyó el hospital de Trauma de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz, Afganistán.
Entre octubre y enero otros tres centros de salud apoyados por MSF en Yemen fueron atacados. Posteriormente se
confirmó que dos de estos ataques habían sido realizados por la Coalición
liderada por Arabia Saudí, que opera con equipos de Reino Unido y cuenta con
asesoramiento de Estados Unidos. Todos estos ataques han sido presentados como
"errores" lo que indica una falta de precisión, o peor, una falta de
respeto por las estructuras médicas.
En Siria ambas coaliciones pretenden minimizar las bajas civiles a la vez que maximizan la muerte de
terroristas, con escaso acuerdo sobre qué constituye unterrorista o un moderado. Los hospitales que MSF apoya en Siria están privados de
cualquier protección posible. Estos centros no pueden ser claramente
identificados como hospitales ni pueden compartir sus coordenadas GPS. En 2012,
el Gobierno sirio aprobó una ley anti-terrorista que declaró ilegal la
asistencia humanitaria a la oposición, incluyendo la atención médica, forzando
a la mayoría de las estructuras médicas a trabajar bajo tierra y a operar sin
registro médico gubernativo. En consecuencia, quienes bombardean pueden
afirmar, a conveniencia, que no tenían conocimiento de que se trataba de un hospital.
Los datos médicos de los centros médicos apoyados por MSF revelan el sobrecogedor coste humano del conflicto: 155.000 heridos
de guerra fueron atendidos en 2015 en 70 hospitales que solo cubren una porción de terreno
relativamente pequeño. Entre el 30 y 40 por ciento de los heridos fueron niños
o mujeres, lo que supone una muestra obvia de que los civiles no están
protegidos de los ataques.
Cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU presentan sus fuerzas aéreas
como fuerzas humanitarias que luchan contra terroristas, comprometiéndose a
usar los mismos aviones tanto para arrojar bombas como para lanzar alimentos en
los enclaves sitiados. Pero la población en las zonas sitiadas está muriendo,
fundamentalmente, por las heridas de guerra y la falta de atención médica. En
términos prácticos, el goteo alimentario es poco más que un ejercicio de
relaciones públicas.
Los civiles son asesinados y los hospitales son destruidos, mientras que quienes tratan de huir se encuentran
atrapados en zonas sitiadas en Siria o bloqueados en las fronteras turcas y
jordanas. Los cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU
que intervienen en el conflicto deben respetar sus propias resoluciones y
asegurarse de que sus ejércitos y sus aliados militares comienzan a poner en
práctica las resoluciones que aprobaron por unanimidad.
Michiel Hofman, especialista en Asuntos Humanitarios de Médicos Sin Fronteras (MSF).
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