Nubes de tormenta sobre Irán
Noam chomsky Público 6 de julio de 2010
La grave amenaza de Irán es la más seria crisis de política exterior que
afronta la Administración Obama. El Congreso acaba de endurecer las sanciones
contra ese país, con más castigos severos a las compañías extranjeras que hagan
negocios allí. La Administración ha expandido la capacidad ofensiva de EEUU en
la isla africana Diego García, reclamada por Reino Unido, que había expulsado a
la población de modo que EEUU pudiera construir una gran base para atacar
Oriente Medio y Asia central.
La Marina estadounidense ha informado sobre el envío de un equipamiento a la
isla para apoyar a los submarinos dotados de misiles Tomahawk, que
pueden portar cabezas nucleares. Según el informe de carga de la Marina obtenido
por Sunday Herald, de Glasgow, el equipamiento militar incluye 387 destructores
de búnkeres para hacer explotar estructuras subterráneas reforzadas. “Están
activando el engranaje para la destrucción de Irán”, dijo a ese periódico el
director del Centro de Estudios Internacionales y Diplomacia de la Universidad
de Londres, Dan Plesch. “Los bombarderos y los misiles de largo rango de EEUU
están preparados para destruir 10.000 objetivos en Irán en pocas horas”.
La prensa árabe informa de que una flota estadounidense (con una nave
israelí) ha pasado recientemente por el Canal de Suez camino al Golfo Pérsico,
donde su misión consiste en “aplicar las sanciones contra Irán y supervisar los
barcos que entran en y salen de ese país”. Medios de comunicación británicos e
israelíes informan de que Arabia Saudí está proveyendo un corredor para un
eventual bombardeo israelí a Irán (lo que niegan los saudíes).
A su regreso de una visita a Afganistán para tranquilizar a sus aliados de la
OTAN tras la dimisión del general Stanley McChrystal, el almirante Michael
Mullen, máximo responsable de la Junta de Jefes del Estado Mayor, visitó Israel
para encontrarse con el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa
israelíes, Gabi Ashkenazi, y continuar un diálogo estratégico anual. La reunión
se centró en “la preparación de Israel y EEUU frente a la posibilidad de un Irán
con capacidad nuclear”, según el diario Haaretz, que informó además de
que Mullen había enfatizado: “Yo siempre trato de ver desafíos desde la
perspectiva israelí”.
Algunos analistas describen la amenaza iraní en términos apocalípticos. “EEUU
deberá enfrentarse a Irán o entregar Oriente Medio”, advierte Amitai Etzioni. Si
el programa nuclear de Irán se concreta, dice, Turquía, Arabia Saudí y otros
Estados “se moverán” hacia la nueva “superpotencia” iraní. En una retórica menos
ferviente, eso significa que podría tomar forma una alianza regional
independiente de EEUU.
En el periódico del Ejército estadounidense Military Review, Etzioni
urge a EEUU un ataque no sólo contra las instalaciones nucleares de Irán, sino
también contra sus activos militares no nucleares, incluyendo infraestructuras
–es decir, sociedad civil–. “Este tipo de acción militar es semejante a las
sanciones: causa daño con el fin de cambiar conductas, aunque por medios más
poderosos”, escribe.
Un análisis autorizado sobre la amenaza iraní lo ofrece un informe del
Departamento de Defensa de EEUU presentado al Congreso en abril pasado. El gasto
militar de Irán es “relativamente bajo en comparación con el resto de la
región”, sostiene el documento. La doctrina militar de Irán es estrictamente
“defensiva (… ) diseñada para retrasar una invasión y forzar una solución
diplomática a las hostilidades”. Señala además que “el programa nuclear de Irán
y su voluntad de mantener abierta la posibilidad de desarrollar armas nucleares
(son) una parte central de su estrategia de disuasión”.
Para Washington, la capacidad disuasoria de Irán es un ejercicio ilegítimo de
soberanía que interfiere en los designios globales de EEUU. Concretamente, si
amenaza el control estadounidense de los recursos energéticos de Oriente Medio.
Pero la amenaza de Irán va más allá de la disuasión. Teherán está buscando
también expandir su influencia en la región, lo que es visto como un factor de
“desestabilización”, presumiblemente en contraste con la “estabilizadora”
invasión y ocupación militar estadounidense de los vecinos de Irán. Más allá de
esos crímenes –sigue el informe del Pentágono–, Irán está apoyando el terrorismo
con su respaldo a Hizbulá y Hamás, las mayores fuerzas políticas en Líbano y
Palestina (si cuentan las elecciones).
El modelo de democracia en el mundo musulmán, a pesar de sus serios defectos,
es Turquía, que tiene elecciones relativamente libres. La Administración Obama
se indignó cuando Turquía se unió con Brasil en busca de un arreglo con Irán
para que restringiera su enriquecimiento de uranio. EEUU socavó rápidamente el
acuerdo promoviendo una resolución el Consejo de Seguridad de la ONU con nuevas
sanciones contra Irán, tan carentes de sentido que China las apoyó alegremente
de inmediato, asumiendo que, como mucho, impedirían a los intereses occidentales
competir con China por los recursos de Irán. De manera nada sorpresiva, Turquía
(al igual que Brasil) votó contra la iniciativa de EEUU. El otro miembro
regional, Líbano, se abstuvo.
Esas actuaciones provocaron aun más consternación en Washington. Philip
Gordon, el diplomático de mayor rango de la Administración Obama en asuntos
europeos, advirtió a Turquía de que sus acciones no se entienden en EEUU y de
que debería “demostrar su compromiso de socio de Occidente”, según informó The
Associated Press. Una rara admonición a un aliado crucial de la OTAN. La clase
política también lo entiende así. Steven A. Cook, un experto del Consejo de
Relaciones Exteriores, sostiene que la pregunta crítica es: “¿Cómo mantener a
los turcos en su carril?” –o sea, siguiendo órdenes como buenos demócratas.
No hay señal de que otros países en la región favorezcan las sanciones
promovidas por EEUU más de lo que lo hace Turquía. Pakistán e Irán, reunidos en
Ankara, firmaron recientemente un acuerdo para un nuevo gasoducto. Más
preocupante para EEUU es que el oleoducto pueda extenderse a India. El tratado
de 2008 de EEUU con India, apoyando sus programas nucleares, pretende evitar que
este país se una al gasoducto, según señala Moeed Yusuf, un asesor en temas
sudasiáticos del Instituto de Paz de EEUU.
India y Pakistán son dos de las tres potencias nucleares que han rehusado
firmar el Tratado de No Proliferación (TNP). Israel es el tercero. Todos ellos
han desarrollado armamentos nucleares con el apoyo de EEUU, y aún lo hacen.
Ninguna persona cuerda quiere que Irán, o cualquier país, desarrolle armas
nucleares. Una manera obvia de mitigar o eliminar esta amenaza consiste en
establecer una zona libre de armas nucleares en Oriente Medio. Este asunto se
suscitó (de nuevo) en la conferencia del TNP en las Naciones Unidas a comienzos
de mayo pasado. Egipto, como presidente del Movimiento de los No Alineados
–integrado por 118 países–, propuso que la conferencia respaldara un plan para
iniciar negociaciones en 2011 por un Oriente Medio libre de armas nucleares, tal
como fue acordado por Occidente, incluido EEUU, en la conferencia del TNP de
1995. Washington aún está formalmente de acuerdo, pero insiste en que Israel sea
eximido –y no ha dado ningún indicio de permitir que las provisiones del pacto
se apliquen a EEUU–.
En vez de dar pasos prácticos hacia la reducción de la escalofriante amenaza
de la proliferación de armas nucleares en Irán o en cualquier parte, EEUU se
está moviendo para reforzar el control en las vitales regiones productoras de
petróleo de Oriente Medio, de manera violenta si otros medios no tienen
éxito.
Fuente: http://blogs.publico.es/noam-chomsky/10/nubes-de-tormenta-sobre-iran/
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