El presentador de la cadena Fox alienta la jauría ultraderechista
Glenn Beck pone en el punto de mira a la profesora y activista Frances F.
Piven
Consejo Editorial The Nation 7 de febrero de 2011
Traducción para Rebelión de Carlos Valladares.
En la tarde del 6 de Enero, Frances Fox Piven, una distinguida profesora,
legendaria activista, escritora y colaboradora de esta revista por largo tiempo,
recibió un correo electrónico de un remitente anónimo. No había escrito nada en
el cuerpo del correo, sólo este mensaje en el título : MUÉRETE HIJA DE PUTA. No
era la primera vez que Piven recibía este tipo de despreciables correos, ni iba
a ser la última. Otro correo le decía “Vuélvete para Canadá zorra ignorante”;
otro terminaba con este deseo: “Ojalá que contraigas pronto un cáncer”.
Piven se inquietó pero no se mostró sorprendida. No son unos correos
agradables de recibir pero son comedidos si los comparamos con los comentarios
aparecidos en la página web del programa de Glenn Beck, The Blaze, en donde ella
ha sido el blanco de una implacable campaña para demonizarla, y cosas aun
peores.
En ese sitio, al amparo del anonimato de los pseudónimos, decenas de personas
han llamado al asesinato de Piven, e incluso se han ofrecido voluntarios para
hacer el trabajo personalmente.
“Que alguien le diga a Frances que tengo 5000 cartuchas [sic] listas y
daré Mi vida para que se Nos devuelva la libertad” escribía
superwrench4.
“UN DISPARO... UN MUERTO” proclamaba Jst1425.
“La única redistribución en la que estoy interesado es en la de ese metal
precioso llamado... PLOMO” declaraba Patriot1952.
Mensajes como estos se encuentran mezclados con comentarios machistas, brotes
de un peculiar antisemitismo y con insultos sobre la apariencia de Piven (que de
hecho es una mujer bella) y sobre su edad (78 años).
Estos ataques fueron evidentemente provocados por el reciente artículo
editorial de Piven en The Nation haciendo un llamamiento a la
movilización masiva de los desempleados (Movilizando a los parados, número de
enero del 10 al 17 de enero -Mobilizing the Jobless). Pero Beck ha tenido a Piven en su
punto de mira durante algún tiempo. Durante los últimos años ha mencionado a
Piven, a la vez que a su marido, Richard Cloward, en al menos veintiocho
programas, en los cuales los ha retratado como los cerebros de un complot
izquierdista denominado “La estrategia Cloward-Piven”, la cual orquestó
supuestamente la crisis financiera de 2008, la reforma sanitaria, la elección de
Obama y un hipotético fraude electoral masivo, entre otros eventos históricos
mundiales (Ver "The Mad Tea Party" de Richard Kim).
Cloward y Piven, dijo en cierta ocasión Beck, “se encuentran entre los
principales responsables de la inestabilidad y el posible colapso de nuestro
sistema económico”. En su más reciente diatriba contra Piven (el 17 de enero) le
llamaba en repetidas ocasiones “la enemiga de la Constitución”. Según el
discurso de Beck, como Piven y sus compañeros izquierdistas apoyan la
desobediencia civil en ciertas circunstancias, son ellos -no las fuertemente
armadas milicias de la extrema derecha- los que amenazan la seguridad de los
Estados Unidos.
Resulta tentador no otorgar dignidad a estas ridículas distorsiones dando el
silencio como respuesta.
Sin embargo diremos algunas cosas: Piven, a lo largo de su carrera como
activista y académica, ha encarnado lo mejor de la democracia estadounidense. Ha
dedicado su vida a dar voz a los marginados a través de campañas de registro de
votantes, a labores de organización de base y cuando ha sido necesario, a
protestas en la calle. Su preocupación principal ha sido el modo en que la
injusticia económica ha doblegado y erosionado nuestro sistema democrático. Sin
embargo quedarse sentada llorando no ha sido nunca su estilo. Su principal
habilidad ha sido la de identificar los puntos fuertes de los grupos oprimidos
-y lograr que los utilicen.
No es extraño pues que los pseudopopulistas de la derecha la encuentren tan
amenazadora. Esta campaña, evidentemente orquestada, tan centrada en la persona
de Piven, si bien preocupante, toma un cariz de gravedad añadida en el contexto
del reciente atentado contra la congresista Gabrielle Giffords, el juez federal
John Roll y otras dieciocho personas en Arizano. Sin embargo mientras los
comentaristas discuten si el asesino en este caso -un perturbado mental llamado
Jared Loughner- se inspiró en los desvaríos de los demagogos de la extrema
derecha, la historia olvidada de Byron Williams ofrece un ejemplo sencillo de
como la retórica del odio enciende la violencia.
En Julio, Williams, un ladrón condenado por el robo de un banco, se puso un
chaleco antibalas y se subió a un vehículo con un arma de mano de 9 mm, una
escopeta de caza y un rifle del calibre 308 equipado con cartuchos antiblindaje
y arrancó rumbo a San Francisco. Se dirigía a la Fundación Tides, a la que se
había mencionado en al menos veintinueve programas de Glenn Beck, algunas veces
asociada a Piven. Su objetivo, como más tarde dijo a la policía, era asesinar a
“los dirigentes de la fundación Tides y del ACLU (la Unión Estadounidense por
las Libertades Civiles)” para “provocar una revolución”. La madre de William
comentaba que su hijo había estado viendo las noticias en la televisión y se
había enervado al comprobar “como el Congreso estaba siguiendo el programa de
esos izquierdistas”. O como el mismo decía, “Nunca habría sintonizado la Fox si
no fuera porque Beck salía ahí. Las cosas que decía y las cosas que sacaba a la
luz me llegaron al alma”. Una patrulla de tráfico de California paró y detuvo a
William por conducción temeraria, tras un tiroteo, evitando que se llevara algún
otra alma al más allá.
En el caso de un periodista responsable y de un medio responsable, tal
incidente habría dado pie a un proceso de severa autocrítica. Pero estamos
hablando de Glenn Beck y de la Fox y como es notorio en el caso de la campaña
contra Piven nada de eso ocurrió. En los cientos de comentarios sobre Piven en
The Blaze, no hay ninguna advertencia para bajar el tono de la retórica
violenta, ni ninguna intervención del editor del chat para moderar su contenido.
De hecho parece que los que comentan se animan los unos a los otros: un
comentario hace notar que Piven vive en Nueva York y enseña en la CUNY (La
Universidad de la Ciudad de Nueva York); otro entonces copia un enlace a una
página web en la que aparece la dirección de Piven y su número de teléfono.
“¿Por qué sigue viva esta mujer?” pregunta capnjack.
“Básicamente por que tú no la has matado, creo yo, mira, es hora de que
alguien con verdadero interés y con la valentía que da la convicción en las
propias ideas HAGA ALGO YA”, responde Diamondback.
Y los llamamientos al asesinato no se limitan a Piven. Un comentario de
Civilunrestnow sirve de muestra para captar perfectamente el tenor de las
fantasías homicidas de la ultra-derecha:
“Yo propongo hacerlo. Hay 90 millones personas con mas de 220 millones de
armas legales, la MAYORÍA en las manos de gente que se proclama de centro
DERECHA. Creo que es hora de reducir el superávit de sabandijas, vagos, de
trabajos para izquierdistas, de medios de comunicación, de políticos
progres, y de la MAYORÍA de los abogados”.
Ni que decir tiene que estos trastornados ultra-derechistas disfrutan también
del amparo de la primera enmienda. Pero la abrumadora y transparente apología
del asesinato en la página web de Beck, y en otros populares sitios de extrema
derecha, no puede ser tratada a la ligera como cosas que se dicen. Hubo
un tiempo en que el terrorista de Oklahoma City Timothy McVeigh decía cosas,
lo mismo que Scott Roeder, el asesino de el Doctor George Tiller. Hemos
tenido suerte de que Byron Williams fuera detenido antes de llegara a la puerta
de la Fundación Tides. En cierto sentido fue una suerte también para Glenn Beck
¿Hasta cuando nos va a acompañar la suerte?
Fuente: http://www.thenation.com/article/157900/glenn-beck-targets-frances-fox-piven
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