Murieron en vano (Aceptar la
realidad)
"Si les preguntan por qué morimos, díganles que
porque nuestros padres mintieron” |
9 de agosto 2011 Ray McGovern
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 17 de agosto de
2011
Muchos de los predicadores en los servicios dominicales de las iglesias de
Estados Unidos ensalzaron como héroes a los 30 militares estadounidenses y 8
afganos que murieron el sábado al oeste de Kabul, cuando un helicóptero que
cumplía una misión nocturna chocó aparentemente después de un ataque de fuerzas
talibanes. Puede esperarse que esta semana, la Fawning Corporate Media
(Corporación de Medios Aduladores, FCM por sus siglas en inglés) hará retumbar
el tambor para repetir hasta el aturdimiento que “ellos no habrán muerto en
vano”.
SÍ murieron en vano. Sé que es una dura verdad, pero SÍ MURIERON EN VANO.
Como en el pasado, las iglesias de todo el país alabarán permanentemente a
los soldados caídos por proteger “nuestro modo de vida” y pocos podrán poner
objeciones en vista de las trágicas circunstancias.
Pero esos elogios son por decir lo menos, engañosos y lo peor, deshonestos.
La mayor parte de los predicadores no tiene ni la más mínima idea de lo que las
fuerzas de los Estados Unidos están haciendo en Afganistán y por qué. Muchos
prefieren no pensar en eso. Hay algunos que lo saben mejor, pero virtualmente en
esa categoría todos optan eventualmente por apostar contra la banca.
¿Deberíamos criticar a los predicadores por buscar palabras para dar consuelo
a aquellos que en sus congregaciones lloran la muerte de tantos militare
jóvenes? Por difícil que parezca, creo que no podemos hacer otra cosa que
criticarlos y confrontarlos. Aunque muy buenas sus intenciones, su negligencia y
timidez en confrontar los asuntos básicos de la guerra solamente contribuyen a
perpetuar matanzas innecesarias. Ya es hora de hacer que los predicadores asuman
su responsabilidad.
Muchos predicadores están alerta y suficientemente abiertos para ver a través
de la propaganda para perpetuar la guerra. Pero muchos de ellos no se
arriesgarán a ofrecer a su grey la desagradable verdad. Es mejor no arriesgarse
a las protestas de los super patriotas que llenan los bancos de las iglesias,
muchos de ellos con bolsillos repletos de dinero. Y mejor, evitar a cualquier
precio, ofender a los deudos de aquellos que murieron, deudos que difícilmente
pueden criticarse por tratar desesperadamente de buscar algún significado a la
pérdida de vidas jóvenes.
Mejor que alabar y orar
Mucho mejor alabar a aquellos que ya murieron y a quienes en el futuro “darán
la última medida completa de devoción a nuestra patria”. En síntesis, los
predicadores estadounidenses, en conjunto tienen miedo de decir la verdad. No
tienen la virtud que de acuerdo con la enseñanza de Tomás de Aquino es el
cimiento de todas las virtudes: el coraje. Tomás de Aquino escribió (para
traducirlo al vernáculo) que toda otra virtud es engañosa si no se tienen
agallas.
El escritor James Hollingsworth dio en el clavo: “El coraje no es la ausencia
de miedo, sino más bien el juicio de que algo más tiene más importancia que el
miedo”. Como la verdad. Aquellos que a menudo ven el dolor en el rostro de
muerte innecesaria son las madres. Muchas madres se arman de valor para decir –y
lo dicen en voz alta: ¡BASTA! Sí, mi hijo (o hija) murió por un propósito que no
es bueno, son suficientemente fuertes para reconocerlo, penosa pero
honestamente. Él (ella) murió en vano. Ahora todos debemos aceptarlo. No al
falso patriotismo y, lo que es más importante, detener la matanza.
Cindy Sheehan, cuyo hijo de 25 años, Casey, fue muerto en Irak en 2004, es
una de ellas. Ella y otras han tratado de hacer mella en la extraña lógica que
pretende traducir muerte innecesaria como justificación para todavía más muerte
innecesaria. Pero ellas obtienen poco espacio o centimetraje en la Corporación
de Medios Aduladores. En vez de eso, lo que se oirá de la (FCM) en los próximos
días es una retórica bien perfeccionada no sólo sobre cómo nuestros militares
“no pueden haber muerto en vano”, sino que también los estadounidenses debemos
ahora redoblar nuestra firmeza para “rendir homenaje a su sacrificio”.
El presidente Barack Obama marcó la pauta el sábado: “Obtendremos inspiración
en sus vidas y continuaremos la labor de asegurar nuestro país y defender los
valores que ellos encarnaban”.
El general John R. Allen, el oficial estadounidense de más alta jerarquía en
Afganistán también cebó la bomba de la FCM al expresar el sábado: “Todos los que
murieron en esta operación fueron verdaderos héroes que ya habían dado mucho en
defensa de la libertad”.
Y los jefes del Estado Mayor Conjunto fueron todavía más lejos cuando
manifestaron saber “lo que nuestros caídos habrían querido” que hiciéramos –a
saber, “seguir luchando”. Mullen agregó que “ciertamente es lo que vamos a
hacer”. Todo esto fue debidamente reportado sin mucho comentario en el
Washington Post del domingo y en otros importantes diarios de los Estados
Unidos.
En los próximos días, los televidentes tendrán una tenaz dieta de esta clase
de lógica mojigata de los invitados a los “talk shows” alimentando la molienda
de Obama Mullen, Allen y otros. Después de todo, muchos expertos trabajan para
organizaciones de noticias cuyos dueños o aliados son de las mismas
corporaciones que se benefician de la guerra.
Lástima que el legendario Edward R. Murrow de la CBS haya muerto y también el
altamente respetado Walter Cronkite. Al tomar de manos el testigo de la CBS de
manos de Murrow, quien había desafiado el “pánico rojo” de la cacería de brujas
del senador Joe McCarthy, Cronkite vio en la deshonestidad responsables de la
matanza de tantos en Vietnam. Él finalmente habló y dijo, en efecto, que si
alguien más moría, habrá muerto en vano.
El muy largo paréntesis entre Cronkie y Scott Pelley, designado como nueva
ancla del programa "CBS Evening News" ha sido particularmente doloroso. El
jurado está deliberando todavía, pero albergo un poco de esperanza de que Pelley
pueda tratar de seguir la anterior muy orgullosa tradición, si por algún milagro
se lo permiten sus jefes corporativos. Dada la prevaleciente atmósfera de
obediencia al establecimiento en Washington, Pelley tiene ciertamente su trabajo
hecho para él. Tendremos que esperar y ver si lo tiene para tomar el riesgo de
levantarse según la ocasión.
El cabo Shank y el especialista Kirkland
Hace cinco años estaba yo dando charlas en Misuri, cuando el cuerpo del cabo
Jeremy Shank de Jackson (población de 12.000 habitantes en ese estado) fue
llevado allí para su entierro. Él fue muerto en Hawijah, Irak, el 6 de
septiembre de 2006 mientras “integraba una patrulla de seguridad a pie que se
encontró con fuerzas enemigas que usaban armas cortas”, de acuerdo con el
Pentágono.
¿Cuáles fuerzas enemigas? Dos semanas antes de morir Shank, Stephen Hadley,
el asesor de seguridad nacional de George W. Bush reconoció que el reto en Irak
“no es sobre la insurgencia, no es sobre el terrorismo, es sobre la violencia
sectaria”. El primer ministro iraquí Nouri al-Makiki añadió: “El elemento mas
importante en el plan de seguridad es frenar la violencia religiosa.
Es decir, ¿era la misión de Shank evitar que los fanáticos religiosos
iraquíes se destrozaran unos a los otros? ¿Qué opina usted? ¿Valió eso su
vida?
El 7 de septiembre de 2006, un día después de la muerte de Shank, el
presidente Bush remedó su muerte innecesaria al trazar la familiar pero falsa
conexión entre el 11S y la “guerra contra el terrorismo” y expresó que Irak es
parte de ella. Bush afirmó: “Cinco años después del 11 de septiembre de 2001,
América es más segura y América está ganando la guerra contra el terrorismo”
Floridas palabras fúnebres
De regreso a la Primera Iglesia Bautista en Jackson, Misuri, el reverendo
Carter Frey elogió a Shank como uno de aquellos que “se pusieron en el camino
del peligro y pagaron el último sacrificio de modo que usted y yo podamos tener
libertad para vivir en este país”.
Corrección: No fue el cabo Shank quien se puso en un camino peligroso, sino
aquellos que utilizaron un montón de mentiras para emprender una guerra
sangrienta e innecesaria –el primero de todos, Bush y el vicepresidente Dick
Cheney, para no mencionar al pusilánime Congreso que la autorizó ni a la mayoría
de la FCM que dirigió a los porristas para ello.
¿Separar a chiitas y sunitas era una misión merecedora de ser tan
superficialmente denominada “el último sacrificio” o por otros militares ñla
penúltima pagada por decenas de miles de veteranos tratando de de adaptarse a la
vida con daños cerebrales, trastorno postraumático por tensión (PTSD, siglas en
inglés) y/o pérdida de miembros?
A pesar de la retórica a la medida sobre los “héroes”, los jóvenes Shanks de
los pequeños pueblos de los Estados Unidos están situados entre las últimas
prioridades del Establecimiento en Washington. Ellos son peones en los juegos de
guerra que practican los generales y los políticos, lejos, muy lejos de los
campos de batalla.
Incluso en la Armada, en la cual serví, las tropas eran a menudo mencionadas
simplemente como “cuerpos tibios”, o sea, por lo menos antes de que se pusieran
fríos y tiesos, pero ese vocablo no era acompañado normalmente con el desdén
mecanicista que se reflejó en un memorándum de un mayor de la Armada en Fort
Lewis-McCord y el cual salió a la luz el año pasado.
El 20 de marzo de 2010, el especialista Derrick Kirkland, quien regresaba de
su segunda gira a Irak, se colgó en las barracas de Fort Lewis-McCord, dejando
tras de sí una esposa y una hija pequeña. Kirkland había estado sufriendo de
depresión severa y ataques de ansiedad, por lo que constantemente era puesto en
ridículo por sus compañeros.
Prescindible
En cuanto a sus superiores, era política de la Armada hacer todo los posible
para evitar diagnosticar PTSD y por ende, Kirkland terminó convirtiéndose en una
nueva entrada de un poco conocido cuadro estadístico, a saber, el que muestra
que más soldados en servicio se suicidan que los mueren en combate.
No es un problema para el mayor Keith Markham, director ejecutivo de la
unidad de Kirkland, quien puso la actitud prevaleciente con toda claridad en un
memorándum privado enviado a los líderes de su pelotón. "Tenemos una oferta
ilimitada de mano de obra prescindible", escribió Markham.
Y por desgracia, está en lo cierto. Debido al reclutamiento de los pobres
(también conocido como el "ejército profesional"), más de la mitad de las tropas
de EE.UU. provienen de pequeñas ciudades como Jackson, Missouri, y las ciudades
del interior de nuestro país. En ambos lugares, los buenos empleos y las
oportunidades educativas son escasas o no existen.
Sospecho que uno de los factores detrás de la tasa de suicidio muy altas es
un entendimiento tardío de las tropas de que han sido estafados, que les han
mentido - que han sido usados como peones en un juego poco escrupuloso y
cínico. Me imagino que los cabos y especialistas, así como los de más jerarquía
como el legendario general de Marines Smedley Butler, dos veces ganador de la
Medalla de Honor del Congreso, a menudo vienen a este entendimiento con retraso,
y probablemente esto agrava el dolor. Butler escribió "La guerra es una estafa"
en 1935, describiendo el funcionamiento del complejo industrial-militar mucho
antes de que el presidente Eisenhower le diera un nombre. No es difícil para las
tropas saber que el fenómeno sobre el que advirtió Eisenhower se ha ampliado en
un más penetrante y poderoso complejo militar-industrial-corporativo-el
Congreso-los medios de comunicación institucional-la iglesia. No es de extrañar
que la tasa de suicidio sea tan alta.
¿Y para qué? Por favor, levanten la mano los que creen ahora o alguna vez han
creído que la Casa Blanca y el Pentágono han enviado cientos de miles de tropas
a Afganistán por la razón dada por el presidente Obama, a saber, "para
desbaratar, desmantelar y derrotar" el 50 de 100 al-Qaeda, que las agencias de
inteligencia de EE.UU. dice que aún están en Afganistán.
Y mantengan las manos en alto, aquellos de ustedes que temen que lanzarán
algo contra la pantalla del televisor la próxima vez que el general David
Petraeus entone esa frase maravillosamente flexible "frágiles y reversibles"
para describir lo que él sigue llamando "progreso" en Afganistán.
Tropas que regresan de las guerras en Irak y Afganistán lo saben mejor. Debe ser
especialmente difícil para ellos escuchar las mentiras sobre el "progreso", y
después ser ridiculizados y marginados por tener trastorno de estrés
postraumático. Parece una apuesta segura que algunos de ellos han leído Kipling,
y en ocasiones desean haber encontrado alivio siguiendo su consejo mórbido -
horrible como es:
"Cuando uno está herido y abandonado en las llanuras de
Afganistán, Y las mujeres salen a cortar lo que queda, Aférrate a tu fusil
y vuélate los sesos Y vete a tu ¡Dios mío! como un
soldado."
La Iglesia Establecimiento
Yo escribí "iglesia institucional" en el complejo
militar-industrial-corporativa- Congreso- medios de comunicación
-complejo-institucional-iglesia acuñado arriba, ya que, con muy pocas
excepciones, la iglesia institucional está todavía cabalgando la escopeta para
el sistema - y las guerras.
Considero que la mayor parte de los hombres y mujeres del clero evitan acusar
las “guerras selectivas” a pesar de que fueron definidas con precisión en el
Tribunal de Núremberg después de la Segunda Guerra Mundial como "guerras de
agresión" y etiquetadas como "supremo" crimen de guerra internacional). Ellos
saben que en este tipo de guerras, miles y miles de personas mueren, tanto
civiles como militares.
Pero el miedo parece caminar, por que los predicadores, con demasiada
frecuencia caen en el elogio trivial, exagerado hacia aquellos que "han dado sus
vidas para que podamos vivir en libertad". Y, mientras la frase familiar va,
dicen / piensan, "Yo supongo que tendremos que dejarlo allí."
Y sigue habiendo relativamente poca gente franca, como Cindy Sheehan,
dolorosamente consciente de que el coraje y la verdad son mucho más importantes
que el miedo, incluso cuando ese miedo incluye el doloroso reconocimiento de que
la vida de un hijo amado terminó innecesariamente. Hay algunos que se atreven a
señalar que la misión encomendada a nuestras tropas nos ha hecho menos, no más,
salvo en casa, y preguntar ¿qué es tan difícil de entender sobre No matarás? La
FCM hace caso omiso de estas personas de Justicia, por lo que muy pocos saben de
lo que dicen y hacen.
Es una curiosidad que la Biblia y las enseñanzas de Gandhi y Martin Luther
King, Jr., por ejemplo, parecen haber sido superadas por los acontecimientos y
no informan sobre los sermones de muchos predicadores estadounidenses. Es
curioso que las enseñanzas eficaces de este tesoro parecen haber pasado de moda
o, como el ex Fiscal General Alberto Gonzales, dijo que de los Convenios de
Ginebra, "pintorescos" y "obsoletos".
Tengo esta visión de Stephen Decatur sonriendo desde el más allá mientras
observa cada vez más y más aceptación que se está dando en los últimos años a su
famoso aforismo: "Nuestro país, bien o mal." Permítanme sugerir que los
predicadores se planteen la elaboración de material de otra fuente del
pensamiento sobre las guerras en las que EE.UU. esté involucrado. En vez de
repugnantes elogios de quienes han hecho "el sacrificio supremo", podrían ser
dirigidas a Rudyard Kipling por las palabras más adecuadas, si bien
congregacional y políticamente incorrecto. Dos pasajes (el primero es de una
línea) gritan su aplicabilidad a las desventuras de EE.UU. en Irak, Afganistán,
Pakistán, Libia, y - ¡Dios nos ayude - ¿Dónde será la próxima?
"Si les preguntan por qué morimos, díganles que porque nuestros padres
mintieron”
y
No es sensato para el cristiano blanco Atropellar al moreno
asiático, Porque el cristiano se irrita Y el asiático sonríe Y consume
al cristiano.
Al final de la pelea Hay una lápida blanca Con el nombre del
recientemente fallecido
Y el patético epitafio: Aquí yace un tonto Que trató de arrasar el
Oriente”
Ray McGovern fue un oficial del Ejército y analista de la CIA durante casi
30 años. Ahora se desempeña en el Grupo Directivo de Profesionales de
Inteligencia por la Cordura de Veteranos. Es colaborador de Imperial
Crusades: Iraq, Afganistán y Yugoslavia, editado por Alexander Cockburn y
Jeffrey St. Clair (Verso). Se le puede contactar en: rrmcgovern@gmail.com. Este artículo
apareció originalmente en counterpunch.org el 8
de agosto de 2011.
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