Escondiendo el repugnante negocio de la tortura
Exclusiva: Una característica espeluznante de la “guerra contra el terror” fue la
incursión de Estados Unidos en [el uso de] la tortura, pero las autoridades
decidieron que la gente de a pie no debería preocuparse por esta monstruosidad,
según reporta el ex analista de la CIA Ray McGovern.
Ray McGovern
ConsortiumNews
2 de junio de 2017
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 29 de julio de 2017
Así que, ¿no creías en el poder del Estado Profundo? Bien, puede que
cambies de opinión después de leer un reportaje
en el The New York Times en el que [se informa que] las autoridades en
Washington van a cargarse el informe del Senado de 6,700 páginas basado en
cables originales de la CIA y otros documentos que no sólo detallan prácticas
de tortura brutales durante la era de George W. Bush, sino que también muestran
que los funcionarios de la CIA mintieron repetidamente al asegurar que estas
prácticas inhumanas produjo información de cualquier valor de inteligencia.
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Algunos de los detenidos originales encarcelados en la cárcel de la Bahía
de Guantánamo, tal y como el ejército de Estados Unidos los exhibió.
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En lo que equivale a una total violación de la confianza del pueblo
[estadounidense] – por no mencionar su juramento a la Constitución – el
presidente del Comité de Inteligencia del Senado, el senador Richard Burr,
republicano por Carolina del Norte, ha retirado todas la copias y dejará el
informe cerrado a cal y canto definitivamentere – desestimándolo como una “nota
a pie de página en la historia”.
La única esperanza para aquéllos de nosotros que desean ver a los
torturadores rendir cuentas es que algún patriótico relevador de verdades haya
– o vaya a hacerlo – guardado el informe en un pendrive y lo haya [o vaya a
hacerlo] enviado a WikiLeaks o a algún otro valiente medio de comunicación que
lo publicará.
No es de extrañar que aquellas agencias e individuos involucrados en la
tortura y aquéllos – como Burr – que temen a los torturadores, quieran mantener
el informe [lejos] del escrutinio público. Según el Times, el informe completo describe las sesiones de
interrogatorios “con pelos y señales” También “describe el origen del programa,
identifica a los funcionarios implicados, y ofrece detalles del rol de cada
agencia en el programa de prisiones secretas” en las que los detenidos fueron
torturados.
¿Es esa la razón de que, cuando copias del informe original fueron enviadas
a las agencias del Poder Ejecutivo, no se le permitiera a nadie leerlas? Katherine
Hawkins, consejera senior del Constitution Project, inmediatamente calificó la
devolución del informe al comité del Senado “extremadamente perturbadora”. Tildó
de “absurdo” [el hecho de] que a nadie en el Poder Ejecutivo se le permitiera
leer el informe del Senado, [después] de cinco años en proceso.
Lo que me dice el servilismo de Burr hacia las agencias de inteligencia que
se supone él debe estar supervisando, es que esquivará todo aquello que pueda
implicar al antiguo director de la CIA John Brennan y a sus cómplices en otras
actividades espeluznantes.
Éstas incluyen la implementación del programa de ciber-ataque “Marble”, que
permite hackear a servidores y computadoras y “confundir” la autoría del hacker
(tal y como revelan los documentos originales de la CIA publicados por
Wikileaks el 31 de marzo [de 2017]; sin embargo, no examines esta revelación
en el Times).
Sí, lo has oído bien. El antiguo Director Técnico de la Agencia de
Seguridad Nacional William Binney y yo mismo estamos convencidos que el
“hackeo” al Comité Nacional Demócrata no fue realizado por Rusia, sino más bien
por un costoso y muy sofisticado programa que permitiría a la CIA hackear
computadoras como las del CND, dejando pequeñas “pruebas delatadoras” – como
letras cirílicas, por ejemplo – con el objetivo de “desorientar” [la búsqueda]
de quienquiera que estuviera detrás del hackeo.
Esto también podría explicar la razón de porque el antiguo director del FBI
James Comey, quien parece ser un miembro fundador de la camarilla del Estado
profundo CIA/NSA/FBI, denegó a sus propios técnicos ganar acceso físico a las
computadoras del CND, por miedo a que pudieran descubrir más de lo que
[inicialmente] podrían haber descubierto.
¿Cuáles son las probabilidades de que el senador Burr u otros
“supervisores” vayan a interpelar sobre esto?
‘Muchísimas formas [de devolvértela]’
Alguien acaba inocentemente de sugerirme que deberíamos quejarnos
directamente al líder de la minoría del senado Chuck Schumer, demócrata por el
estado de Nueva York – con toda la buena intención del mundo, pero una idea
totalmente ingenua. Schumer ha sido honesto al expresar su miedo de
“entrometerse” con la Comunidad de Inteligencia.
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Policia militar estadounidense posa con detenidos desnudos en la cárcel de
Abu Ghraib en Irak
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El 3 de enero de 2017, Schumer se mostró públicamente inquieto
ante Rachel Maddow, de la MSNBC, acerca de cómo Trump se
está burlando de las agencias de inteligencia estadounidenses y de sus
valoraciones sobre las actividades cibernéticas de Rusia.
“[Él] es bastante estúpido al hacer esto”, le dijo Schumer a Maddow. “Deja
que te lo explique, se enfrenta con la comunidad de inteligencia; tienen
muchísimas formas de devolvértela. Así que incluso para un supuestamente duro y
práctico hombre de negocios, es bastante estúpido al hacer esto”. (Maddow,
quien ha presionado vigorosamente a favor de las teorías de la conspiración
relacionadas con Rusia, no puso objeción al concepto de que los políticos
electos deberían acojonarse ante la poderosa comunidad de inteligencia).
Con Barack Obama, este miedo surge nueve años atrás, cuando vi la primera
señal que indicaba que Brennan tenía una enorme influencia sobre el candidato
que incorporó para trabajar en la primavera del 2008.
En junio del 2008, cuando oí que el entonces senador Barack Obama había
dado un giro de ciento ochenta grados sobre la problemática de responsabilizar
a las grandes compañías de telecomunicaciones por violar nuestros derechos
protegidos por la Cuarta Enmienda en relación a los inaceptables registros e
incautaciones y decidió votar a favor de proteger a las compañías de
telecomunicaciones de cualquier responsabilidad legal, me pareció [que habíamos
llegado a] un punto de inflexión.
El 3 de julio del escribí al candidato Obama una carta abierta
titulada: “Esto es un factor decisivo para este funcionario de inteligencia:
hablo en base a 30 años de experiencia en materia de inteligencia. Desconozco
quien te informó sobre la legislación de la implementación de las
intervenciones telefónicas, pero este proyecto de ley es innecesario para la
recopilación de inteligencia, más bien se trata de VENENO para nuestras
libertades civiles — sin mencionar siquiera el inadmisible suministro de
inmunidad retroactiva”.
Años más tarde, considerando el apoyo que Brennan parecía tener del
Presidente Obama, recordé el sometimiento de Obama a las grandes compañías de
telecomunicaciones y llegué a la conclusión de que fue probablemente Brennan
quien le explicó las realidades del Estado Profundo al candidato a finales de
la primavera del 2008.
Seis años más tarde, el modo descaradamente intrusivo en el que Obama hizo
lo imposible para ayudar al director de la CIA Brennan a impedir la publicación
del Resumen Ejecutivo de un informe del Comité de Inteligencia del Senado
desclasificado sobre las prácticas de tortura de la CIA, escandalizaron al
investigador jefe del comité, Daniel Jones. [Éste] le dio una extensa entrevista
a Spencer Ackerman del Guardian en septiembre del 2016.
Jones y Ackerman informaron que la entonces presidenta del Comité de
Inteligencia del Senado, Dianne Feinstein, estaba determinada a sacar a la luz
el informe sobre las prácticas de tortura de la CIA. En un discurso el 11 de
marzo del 2014, argumentó que su publicación aseguraría que la tortura “nunca
más sería de nuevo considerada o permitida”, y que las interferencias y los
retrasos intencionados de la CIA significaban que el Senado se estaba
enfrentado a un “momento decisivo” poniendo a prueba si el comité podría
eficazmente desempeñar su supervisión, “o si nuestro trabajo puede ser frustrado
por aquéllos a quienes monitoreamos”.
El 3 de abril, el comité votó 11-3 para autorizar una versión
desclasificada del informe de tortura. Los senadores republicanos que habían
largamente rechazado los hallazgos del informe se unieron a los demócratas,
quienes los recibieron con los brazos abiertos.
Además, la CIA tenía a un aliado a quien Feinstein pudo no haber valorado
[adecuadamente]: el Presidente Obama. La Casa Blanca anunció ese mismo día que
la misma CIA dirigiría la revisión de desclasificación. La Comunidad de
Inteligencia escogería eficazmente cuáles de sus vergüenzas esconder al público.
‘Torturamos a algunos tipos’
El jefe de personal de Obama, Dennis McDonough, actuando por Obama, jugó un
papel central, respaldando las posturas de la CIA a cada instante. El hecho de
que el jefe de personal de la Casa Blanca personalmente supervisara las
negociaciones entre el comité y la CIA, hablan de la gravedad del problema.
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El funcionario de la policía militar Charles Graner posa frente al cuerpo
de Manadel al-Jamadi, después de que éste fuese torturado hasta la muerte por
soldados estadounidenses en la cárcel de Abu Ghraib.
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El 1 de agosto de 2014, Obama entró en la sala de reuniones de la Casa
Blanca: “Hemos torturado a algunos tipos,” dijo. Pero añadió: “Es importante
para nosotros no sentirnos demasiado puritanos al revisar el duro trabajo que
esos chicos [en la CIA] tuvieron [que llevar a cabo]”.
Así que el tímido presidente, quien, como si se tratara de un gran
espectáculo, anunció el fin de las prácticas de tortura (y el cierre de
Guantánamo, que nunca sucedió) acabó exculpando a “esos chicos” de la CIA, y
haciendo todo lo posible para que el pueblo estadounidense nunca supiera sobre
las particularidades de lo que habían hecho.
Al final, la senadora Feinstein, con gran ayuda del líder de la mayoría del
Senado, Harry Reid, demócrata por Nevada, prevalecieron sobre Brennan y su
equipo de juristas formado por McDonough/Obama. El satanizado Resumen Ejecutivo
del informe fue publicado el 9 de diciembre del 2014, justo antes de que el
Congreso se fuera a casa por navidad.
Sospecho que al final, Feinstein y Reid se enfrentaron a Obama con una
especie de “opción nuclear”: Publica el Resumen Ejecutivo o el senador Mark
Udall (quien acababa de perder su escaño y tenía poco que perder) lo leerá
desde el pleno del Senado.
Esa pudo ser la última vez que alguien en Washington prevaleció sobre el
Estado Profundo.
Ray McGovern trabaja con Tell the Word, un brazo
editorial de la ecuménica Iglesia del Salvador en el centro de la ciudad de
Washington. Fue analista de la CIA por 27 años. A principios de marzo del 2006
devolvió la Intelligence Commendation Medallion que le fue entregada cuando se
retiró, para poder disociarse a sí mismo de una agencia [de inteligencia] involucrada
en prácticas de tortura.
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