Un desafío a la prepotencia de EE.UU. e Israel
El acuerdo Irán-Brasil-Turquía
Ray McGovern Consortium News/ICH 23 de mayo de 2010
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Puede que los tiempos estén cambiando –por lo menos un poco– y que EE.UU. e
Israel ya no puedan dictar al resto del mundo cómo hay que manejar las crisis en
Oriente Próximo, aunque la secretaria de Estado Hillary Clinton y sus amigos
neoconservadores en el Congreso y en los medios estadounidenses han tardado en
darse cuenta.
Tal vez piensan que siguen controlando la situación, que siguen siendo los
listos que menosprecian a advenedizos como los dirigentes de Turquía y Brasil
que tuvieron la audacia de ignorar las advertencias de EE.UU. y siguieron
recurriendo a la diplomacia para prevenir una posible nueva guerra, ésta
respecto a Irán.
El lunes, el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan y el presidente
brasileño Luiz Inacio Lula da Silva anunciaron su éxito al persuadir a Irán para
que envíe aproximadamente un 50% de su uranio pobremente enriquecido a Turquía a
cambio de uranio más enriquecido para su utilización en aplicaciones médicas
pacíficas.
El acuerdo tripartito es análogo a otro planteado a Irán por países
occidentales el 1 de octubre de 2009, que obtuvo la aprobación iraní en
principio pero que luego fracasó.
El que el anuncio conjunto del lunes haya sorprendido a los funcionarios
estadounidenses denota una actitud pretenciosa propia de una torre de marfil
frente a un mundo que cambia rápidamente a su alrededor, como los antiguos
imperialistas británicos desconcertados por una oleada de anticolonialismo en el
Raj [administración colonial de India, N. del T.] o algún otro dominio del
Imperio.
Significativamente, los funcionarios de EE.UU. y sus acólitos en los Medios
Corporativos Aduladores (o MCA) no pudieron creer que Brasil y Turquía se
atreverían a impulsar un acuerdo con Irán al que se opusieran Clinton y el
presidente Barack Obama.
Sin embargo, existían señales de que esos poderes regionales ascendentes ya
no estaban dispuestos a comportarse como niños obedientes mientras EE.UU. e
Israel tratan de tomarle el pelo al mundo para conducirlo a una nueva
confrontación en Oriente Próximo.
Hacer frente a Israel
En marzo, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se sintió tan molesto
con la defensa del diálogo con Irán por parte del presidente Lula da Silva que
dio un severo sermón al recién llegado de Sudamérica. Pero el presidente
brasileño no cedió.
Lula da Silva se mostró crecientemente preocupado de que, a falta de una
diplomacia rápida y ágil, Israel probablemente seguiría la escalada de sanciones
con un ataque contra Irán. Sin andarse con rodeos, Lula da Silva dijo:
“No podemos permitir que suceda en Irán lo que pasó en Iraq. Antes de
cualesquiera sanciones, debemos realizar todos los esfuerzos posibles para
tratar de lograr la paz en Oriente Próximo.”
Erdogan de Turquía tuvo su propia confrontación con un dirigente israelí
–poco después del ataque contra Gaza desde el 17 de diciembre de 2008 hasta el
18 de enero de 2009, en el que murieron unos 1.400 habitantes de Gaza y 14
israelíes.
El 29 de enero de 2009, el presidente turco participó con el presidente
israelí Shimon Peres en un pequeño panel moderado por David Ignatius del
Washington Post en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.
Erdogan no pudo tolerar la resonante y apasionada defensa de la ofensiva de
Gaza de Peres. Erdogan describió a Gaza como “prisión al aire libre”, y acusó a
Peres de hablar fuerte para ocultar su “culpa”.
Después que Ignatius otorgó a Peres el doble del tiempo que a Erdogan, este
último se enfureció, e insistió en responder al discurso de Peres.
El minuto y medio final, capturado por la cámara de la BBC, muestra a
Erdogan apartando el brazo estirado de Ignatius, mientras éste trata de
interrumpirlo con ruegos como: “Realmente tenemos que llevar a la gente a la
cena”.
Erdogan continúa, se refiere al “Sexto Mandamiento –no matarás”, y agrega:
“Estamos hablando de asesinatos” en Gaza. Luego alude a una barbarie “que va
mucho más allá de lo aceptable,” y abandona la sala anunciando que no volverá a
ir a Davos.
El gobierno brasileño también condenó el bombardeo de Gaza por Israel como
“una reacción desproporcionada”. Expresó su preocupación de que la violencia en
la región había afectado sobre todo a la población civil.
La declaración de Brasil fue hecha el 24 de enero de 2009, sólo cinco días
antes de la enérgica crítica de Erdogan ante el intento del presidente israelí
de defender el ataque. Tal vez fue el momento en el que se plantó la semilla que
germinó y creció en un esfuerzo decidido de actuar enérgicamente para impedir
otro sangriento estallido de hostilidades.
Es lo que Erdogan hizo, con la colaboración de Lula da Silva. Los dos
dirigentes regionales insistieron en un nuevo enfoque multilateral para impedir
una potencial crisis en Oriente Próximo, en lugar de simplemente aceptar la toma
de decisiones en Washington, guiada por los intereses de Israel.
Así que pónganse al día, muchachos y muchachas en la Casa Blanca y en Foggy
Bottom [Barrio de Washington en el que se encuentra la sede del Departamento de
Estado, N. del T.]. El mundo ha cambiado; ya no tenéis la última palabra.
En última instancia podríais incluso agradecer que hayan aparecido algunos
adultos prescientes, que se colocaron a la altura de las circunstancias, y
desactivaron una situación muy volátil de la que nadie –repito, nadie– hubiera
sacado provecho.
Argumentos falaces para un cambio de régimen
Incluso se podría haber pensado que la idea de que Irán entregue cerca de la
mitad de su uranio pobremente enriquecido sería vista como algo bueno para
Israel, disminuyendo posiblemente los temores israelíes de que Irán podría
obtener la bomba en un futuro previsible.
Desde todo punto de vista, la entrega de la mitad del uranio de Irán debería
reducir esas preocupaciones, pero NO parece que la bomba sea la preocupación
primordial de Israel. Evidentemente, a pesar de la retórica, Israel y sus
partidarios en Washington no ven la actual disputa por el programa nuclear de
Irán como una “amenaza existencial”.
Más bien, la ven como otra excelente oportunidad para imponer un “cambio de
régimen” a un país considerado como uno de los adversarios de Israel, como Iraq
bajo Sadam Hussein. Como en el caso de Iraq, el argumento para la intervención
es la acusación de que Irán quiere un arma nuclear, un arma de destrucción
masiva que podría ser compartida con terroristas.
El hecho de que Irán, como Iraq, ha desmentido que esté construyendo una
bomba nuclear –o que no haya información verosímil que pruebe que Irán esté
mintiendo (un Cálculo Nacional de Inteligencia de EE.UU. expresó en 2007 su
confianza en que Irán había detenido tales empeños cuatro años antes) – es
normalmente descartado por EE.UU. y sus MCA.
En su lugar, se vuelve a utilizar la aterradora noción de que Irán con armas
nucleares pudiera de algo manera compartir una con al-Qaida o algún otro grupo
terrorista para volver a atemorizar al público estadounidense. (Se hace caso
omiso del hecho de que Irán no tiene vínculos con al-Qaida, que es suní mientras
Irán es chií, tal como el secular Sadam Hussein desdeñaba al grupo
terrorista.)
No obstante, antes en este año, la secretaria de Estado Clinton, al responder
a una pregunta después de un discurso en Doha, Qatar, dejó escapar una parte de
esa realidad: que Irán “no amenaza directamente a EE.UU., pero amenaza
directamente a muchos de nuestros amigos, aliados, y socios” –léase Israel, como
el primero y principal de los amigos.
A Clinton también le gustaría que usáramos la gimnasia mental requerida para
aceptar el argumento israelí de que, si Irán construyera de alguna manera una
sola bomba con el resto de su uranio (presumiblemente después de refinarlo al
nivel de 90% requerido para un arma nuclear en circunstancias de que Irán ha
tenido problemas tecnológicos a niveles mucho más bajos), se plantearía una
amenaza inaceptable para Israel, que posee entre 200 y 300 armas nucleares junto
con los misiles y bombarderos necesarios para lanzarlas.
Pero si no se trata realmente de la remota posibilidad de que Irán construya
una bomba nuclear y quiera cometer un suicidio nacional al utilizarla, ¿qué está
verdaderamente en juego? La conclusión obvia es que el intento de infundir miedo
respecto a armas nucleares iraníes es la última justificación para imponer un
“cambio de régimen” en Irán.
Los orígenes de ese objetivo remontan por lo menos al discurso del “eje del
mal” del presidente George W. Bush en 2002, pero tiene un precedente anterior.
En 1996, destacados neoconservadores estadounidenses, incluyendo a Richard Perle
y Douglas Feith, prepararon un documento radical de estrategia para Netanyahu
que planteaba un nuevo enfoque para garantizar la seguridad de Israel, mediante
la eliminación o neutralización de regímenes musulmanes hostiles en la
región.
Llamado “Cortar por lo sano: Una nueva estrategia para asegurar el país
[Israel]”, el plan preveía abandonar las negociaciones de “tierra por paz” y en
su lugar “restablecer el principio de la acción preventiva”, comenzando por el
derrocamiento de Sadam Hussein y enfrentando a continuación a otros enemigos
regionales en Siria, el Líbano e Irán.
Sin embargo, para lograr un objetivo tan ambicioso –con la ayuda necesaria
del dinero y del poderío militar estadounidenses– había que presentar como
insensatas o imposibles las negociaciones tradicionales de paz y exacerbar las
tensiones.
Obviamente, con el presidente Bush en la Casa Blanca y con el público en
EE.UU. indignado por los ataques del 11-S, se abrieron nuevas posibilidades –y
Sadam Hussein, el primer objetivo para “asegurar el área”, fue eliminado por la
invasión de Iraq dirigida por EE.UU.
Pero la Guerra de Iraq no se desarrolló con la facilidad esperada, y las
intenciones del presidente Obama de revigorizar el proceso de paz de Oriente
Próximo y de entablar negociaciones con Irán emergieron como nuevos obstáculos
para el plan. Se hizo importante mostrar lo ingenuo que era el joven presidente
ante la imposibilidad de negociar con Irán.
Saboteando un acuerdo
Muchas personas influyentes en Washington se espantaron el 1 de octubre
pasado cuando Teherán aceptó enviar al extranjero 1.200 kilos (entonces cerca de
un 75% del total en Irán) de uranio pobremente enriquecido para ser convertidos
en combustible para un pequeño reactor que realiza investigación médica.
El negociador nuclear jefe de Irán, Saeed Jalili, presentó el acuerdo “en
principio” de Teherán en una reunión en Ginebra de miembros del Consejo de
Seguridad de la ONU, más Alemania, presidida por Javier Solana de la Unión
Europea.
Incluso el New York Times reconoció que esto, “si sucede,
representaría un logro importante para Occidente, reduciendo la capacidad de
Irán de producir rápidamente un arma nuclear, y logrando más tiempo para que
fructifiquen las negociaciones”.
La sabiduría convencional presentada actualmente en los MCA pretende que
Teherán echó marcha atrás respecto al acuerdo. Es verdad; pero es sólo la mitad
de la historia, un caso que destaca cómo, en el conjunto de prioridades de
Israel, lo más importante es el cambio de régimen en Irán.
El intercambio de uranio tuvo el apoyo inicial del presidente de Irán Mahmud
Ahmadineyad. Y una reunión de seguimiento fue programada para el 19 de octubre
en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en Viena.
Sin embargo, el acuerdo fue rápidamente criticado por grupos de la oposición
de Irán, incluido el “Movimiento Verde” dirigido por el candidato presidencial
derrotado Mir Hossein Mousavi, quien ha tenido vínculos con los neoconservadores
estadounidenses y con Israel desde los días de Irán-Contra en los años ochenta,
cuando era el primer ministro que colaboró en los acuerdos secretos de
armas.
Sorprendentemente, fue la oposición política de Mousavi, favorecida por
EE.UU., la que dirigió el ataque contra el acuerdo nuclear, calificándolo de
afronta a la soberanía de Irán y sugiriendo que Ahmadineyad no era
suficientemente duro.
Luego, el 18 de octubre, un grupo terrorista llamado Jundallah, actuando con
información extraordinariamente exacta, detonó un coche bomba en una reunión de
altos comandantes de los Guardias Revolucionarios Iraquíes y de dirigentes
tribales en la provincia de Sistan-Baluchistán en el sudeste de Irán. Un coche
repleto de Guardias también fue atacado.
Un brigadier general que era comandante adjunto de las fuerzas terrestres de
los Guardias Revolucionarios, el brigadier que comandaba el área fronteriza de
Sistan-Baluchistán, y otros tres comandantes de brigada fueron muertos en el
ataque; docenas de otros oficiales militares y civiles fueron muertos o
heridos.
Jundallah reivindicó los atentados, que tuvieron lugar después de años de
ataques contra Guardias Revolucionarios y policías iraníes, incluyendo un
intento de emboscada de la caravana de automóviles del presidente Ahmadineyad en
2005.
Teherán afirma que Jundallah es apoyado por EE.UU., Gran Bretaña e Israel, y
el agente en retiro de operaciones de la CIA en Oriente Próximo, Robert Baer, ha
identificado a Jundallah como uno de los grupos “terroristas buenos” que gozan
de ayuda de EE.UU.
Creo que no es por coincidencia que el ataque del 18 de octubre –el más
sangriento en Irán desde la guerra de 1980 hasta 1988 con Iraq– haya tenido
lugar un día antes de que las conversaciones nucleares debían reanudarse en la
OIEA en Viena para dar seguimiento al logro del 1 de octubre. Era seguro que los
asesinatos aumentarían las sospechas de Irán sobre la sinceridad de EE.UU.
Era de esperar que los Guardias Revolucionarios fueran directamente a su
jefe, el Supremo Líder Ali Jamenei, y argumentaran que el atentado y el ataque
en la ruta demostraban que no se podía confiar en Occidente.
Jamenei publicó una declaración el 19 de octubre condenando a los
terroristas, a los que acusó de ser “apoyados por las agencias de espionaje de
ciertas potencias arrogantes.”
El comandante de las fuerzas terrestres de los Guardias, quien perdió a su
adjunto en el ataque dijo que los terroristas fueron “entrenados por EE.UU. y
Gran Bretaña en algunos países vecinos”, y el comandante en jefe de los Guardias
Revolucionarios amenazó con represalias.
El ataque fue una noticia importante en Irán, pero no en EE.UU., donde los
MCA relegaron rápidamente el incidente al gran agujero negro de la memoria
estadounidense. Los MCA también comenzaron a tratar la cólera resultante de Irán
por lo que consideraba como actos de terrorismo, y su creciente sensibilidad
ante el cruce de sus fronteras por extranjeros, como un esfuerzo por intimidar a
grupos “pro democracia” apoyados por Occidente.
A pesar de todo, Irán envía una delegación
A pesar del ataque de Jundallah y de las críticas de los grupos opositores,
una delegación técnica iraní de bajo nivel fue a Viena a la reunión del 19 de
octubre, pero el principal negociador nuclear de Irán, Saeed Jalili, no
participó.
Los iraníes cuestionaron la fiabilidad de las potencias occidentales y
presentaron objeciones a algunos detalles, como ser dónde tendría lugar la
transferencia. Los iraníes plantearon propuestas alternativas que parecían
dignas de consideración, como ser que se hiciera la transferencia del uranio en
territorio iraní o en algún otro sitio neutral.
El gobierno de Obama, bajo creciente presión interior sobre la necesidad de
mostrarse más duro con Irán, descartó directamente las contrapropuestas de Irán,
al parecer por instigación del jefe de gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel,
y del emisario regional neoconservador Dennis Ross.
Ambos funcionarios parecieron opuestos a emprender cualquier paso que pudiera
disminuir la impresión entre los estadounidenses de que Ahmadineyad fuera otra
cosa que un perro rabioso que debía ser sacrificado, el nuevo sujeto más
detestado (reemplazando al difunto Sadam Hussein, ahorcado por el gobierno
instalado por EE.UU. en Iraq).
Ante todo eso, Lula da Silva y Erdogan vieron la semejanza entre el afán de
Washington de una escalada de la confrontación con Irán y el modo cómo EE.UU.
había conducido al mundo, paso a paso, hacia la invasión de Iraq (completa con
la misma cobertura ampliamente sesgada de los principales medios noticiosos
estadounidenses.)
En la esperanza de impedir un resultado semejante, los dos dirigentes
recuperaron la iniciativa de transferencia de uranio del 1 de octubre y lograron
que Teherán aceptara condiciones similares el lunes pasado. Especificaban el
envío de 1.200 kilos de uranio pobremente enriquecido de Irán al extranjero a
cambio de barras nucleares que no servirían para producir un arma.
Sin embargo, en lugar de apoyar la concesión iraní como por lo menos un paso
en la dirección adecuada, los responsables de EE.UU. trataron de sabotearla,
presionando en su lugar por más sanciones. Los MCA hicieron su parte al insistir
en que el acuerdo no era más que otro truco iraní que dejaría a Irán con
suficiente uranio para crear en teoría una bomba nuclear.
Un editorial en el Washington Post del martes, con el título “Mal
acuerdo,” concluyó triste e ilusionadamente:
“Es posible que Teherán eche marcha atrás incluso respecto a los términos que
ofreció a Brasil y Turquía –caso en el cual esos países se verían obligados a
apoyar sanciones de la ONU.”
El miércoles, un editorial del New York Times dio retóricamente unas
palmaditas en la cabeza a los dirigentes de Brasil y Turquía, como si fueran
campesinos perdidos en el mundo urbano de la diplomacia dura. El Times
escribió: “Brasil y Turquía… están ansiosos de tener mayores roles
internacionales. Y están ansiosos de evitar un conflicto con Irán. Respetamos
esos deseos. Pero como tantos otros, fueron engañados por Teherán”.
En lugar de seguir adelante con el acuerdo de transferencia de uranio, Brasil
y Turquía deberían “sumarse a los otros protagonistas importantes y votar por la
resolución del Consejo de Seguridad”, dijo el Times. “Incluso antes de
eso, debieran volver a Teherán y presionar a los mullahs para que lleguen a un
compromiso creíble y comiencen negociaciones serias.”
Centro en sanciones
Tanto el Times como el Post han aplaudido la actual búsqueda
por el gobierno de Obama de sanciones económicas más duras contra Irán –y el
martes, consiguieron algo que provocó su entusiasmo.
“Hemos llegado a acuerdo sobre un borrador contundente [resolución de
sanciones] con la cooperación tanto de Rusia como de China,” dijo la secretaria
Clinton al Comité de Relaciones Exteriores del Senado, dejando en claro que veía
la oportunidad de las sanciones como una respuesta al acuerdo
Irán-Brasil-Turquía.
“Este anuncio es una respuesta tan convincente a los esfuerzos emprendidos en
Teherán durante los últimos días como cualquier otra que pudiésemos
suministrar,” declaró.
A su portavoz, Philip J. Crowley, le quedó la tarea de explicar la
implicación obvia de que Washington estaba utilizando las nuevas sanciones para
sabotear el plan de transferir fuera del país la mitad del uranio enriquecido de
Irán.
Pregunta: “¿Pero usted dice que apoya y aprecia [el acuerdo
Irán-Brasil-Turquía], pero no piensa que lo obstaculiza de alguna manera? Quiero
decir que, ahora, al introducir la resolución el día después del acuerdo, usted
prácticamente asegura una reacción negativa de Irán.”
Otra pregunta: “¿Por qué, en realidad, si usted piensa que este acuerdo
Brasil-Turquía-Irán resultará no ser serio y no tiene mucho optimismo en que
vaya a progresar y que Irán seguirá mostrando que no es serio en cuanto a sus
ambiciones nucleares, por qué no espera simplemente que sea así y entonces
obtendría una resolución más dura e incluso Brasil y Turquía votarían por ella
porque Irán los habría humillado y avergonzado? ¿Por qué no espera simplemente
para ver cómo resulta?”
Una pregunta más: “La impresión que queda, sin embargo, es que el mensaje
–seguro que es un mensaje para Irán, pero hay también un mensaje para Turquía y
Brasil, y es básicamente: sálganse de su cajón de arena, hay muchachos y
muchachas grandes en juego y no necesitamos que se metan. ¿No aceptan eso?”
Casi me da pena el pobre P.J. Crowley, que hizo todo lo posible por hacer la
cuadratura de éste y otros círculos. Sus respuestas carecían de candor, pero
reflejaban una extraña capacidad de adherirse a un punto clave; es decir, que la
“verdadera clave”, el “tema primordial” es el continuo enriquecimiento de uranio
por Irán. Lo dijo, en palabras idénticas o similares no menos de 17 veces.
Es algo curioso, en el mejor de los casos, que en este momento el
Departamento de Estado haya decidido citar ese único punto como algo
espectacular. El acuerdo ofrecido a Teherán el 1 de octubre pasado, tampoco
requería que renunciara al enriquecimiento.
Y el énfasis actual en la no observación de resoluciones del Consejo de
Seguridad –que habían sido exigidas por EE.UU. y sus aliados– recuerda
misteriosamente la estrategia para maniobrar al mundo hacia la invasión de Iraq
en 2003.
Crowley dijo que el gobierno no piensa en “un itinerario en particular” para
someter a votación una resolución, y dijo que “tardará lo que sea”. Agregó que
el presidente Obama “presentó un objetivo de que esto sea terminado a fines de
esta primavera” –aproximadamente dentro de un mes.
Contra-iniciativa
A pesar de los esfuerzos de los círculos oficiales de Washington y los
formadores de opinión neoconservadores por desbaratar el plan
Irán-Brasil-Turquía, todavía parece mantenerse en vida, por lo menos por el
momento.
Funcionarios iraníes han dicho que enviarán una carta confirmando el acuerdo
a la OIEA dentro de una semana. Dentro de un mes, Irán podría embarcar 1.200
kilos de su uranio pobremente enriquecido a Turquía.
Dentro de un año, Rusia y Francia producirían 120 kilos de uranio enriquecido
a 20% para ser utilizado en la reposición de combustible para un reactor de
investigación en Teherán que produce isótopos a fin de tratar a pacientes de
cáncer.
En cuanto a la afirmación de Clinton de que China, así como Rusia, forma
parte de un consenso sobre el borrador de resolución del Consejo de Seguridad,
el tiempo lo dirá.
Se duda en particular de la firmeza de la participación china. El lunes,
responsables chinos saludaron la propuesta Irán-Brasil-Turquía y dijeron que
debe ser explorada a fondo. Funcionarios rusos también sugirieron que se debiera
dar una oportunidad al nuevo plan de transferencia.
Las propuestas de nuevas sanciones tampoco van tan lejos como deseaban
algunos partidarios de la línea dura en EE.UU. e Israel. Por ejemplo, no
incluyen un embargo de gasolina y otros productos refinados del petróleo, un
paso duro que algunos neoconservadores esperaban que llevara a Irán al caos
económico y político como preludio para un “cambio de régimen”.
En su lugar, la propuesta de nuevas sanciones especifica inspecciones de
barcos iraníes sospechosos de entrar a puertos internacionales con tecnología o
armas relacionadas con el tema nuclear. Algunos analistas dudan de que esta
provisión tenga mucho efecto práctico sobre Irán.
Israel consultará con Washington antes de emitir una respuesta oficial, pero
funcionarios israelíes han dicho a la prensa que el acuerdo de transferencia es
un “truco” y que Irán había “manipulado” a Turquía y Brasil.
Existen todos los motivos del mundo para creer que Israel buscará
exhaustivamente una manera de sabotear el acuerdo, pero no es claro que los
instrumentos diplomáticos usuales funcionen en esta etapa. Queda, claro está, la
posibilidad de que Israel se juegue el todo por el todo y lance un ataque
militar preventivo contra las instalaciones nucleares de Irán.
Mientras tanto, es seguro que el primer ministro israelí Netanyahu aplicará
toda la presión que pueda sobre Obama.
Como antiguo analista de la CIA, espero que Obama tenga la sangre fría
necesaria para ordenar un Cálculo Nacional de Inteligencia especial por la vía
rápida sobre las implicaciones del acuerdo Irán-Brasil-Turquía para los
intereses nacionales de EE.UU. y los de los países de Oriente Próximo.
Obama necesita una evaluación sin adornos de las posibles ventajas del
acuerdo (y sus potenciales aspectos negativos) como contrapeso para el cabildeo
favorable a Israel que inevitablemente influye en la Casa Blanca y el
Departamento de Estado.
Ray McGovern trabaja con Tell the Word, el brazo editor de la ecuménica
Iglesia del Salvador en Washington, DC. Fue analista de la CIA durante 27 años y
ahora sirve en el Grupo de Dirección de Profesionales Veteranos de la
Inteligencia por la Cordura (VIPS).
Este artículo fue publicado primero en ConsortiumNews.com
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article25492.htm
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