La Copa del Mundo en Guantánamo
Como ex detenido de Guantánamo, fue difícil para mí disfrutar Qatar
2022.
Mansoor Adayfi
Escritor, artista, activista y ex prisionero de Guantánamo
Al Jazeera
18 de enero de 2023
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 20 de junio de 2023
Ver el torneo de Qatar me hizo revivir las esperanzas, miedos y frustraciones que
experimenté durante mis 14 años de encarcelamiento en Guantánamo, escribe
Adayfi (Foto AP Alex Brandon, File)
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En el 2022 fuimos testigos de una Copa del
Mundo como ninguna antes – una Copa del Mundo que estuvo llena de primeras
veces, especialmente para los fans del futbol en el sur del hemisferio.
Celebrándose en Qatar, fue la primera vez que un país árabe fue anfitrión.
Millones de musulmanes pudieron experimentar el evento deportivo más importante
en lugar en su propio barrio. También vimos a un país africano llegar a las
semifinales en la primera vez en la historia de la Copa del Mundo. Cierto,
Argentina se llevó el trofeo a casa, pero incontables fans de futbol en el mundo
se sintieron ganadores.
El mismo torneo, sin embargo, me dejó
triste y con un dolor de cabeza punzante. Mientras veía los juegos en el café
cerca de mi hogar en Belgrado, Serbia, rodeado de fans de futbol pegados a las
pantallas, luché con compartir su alegría. Los ruidos fuertes, caras animadas y
la emoción en el aire me transportaron de vuelta a Guantánamo, en el 2010,
cuando a nosotros, los prisioneros, nos permitieron ver la Copa del Mundo por
primera vez. Ver el torneo de Qatar me permitió revisitar esperanzas, miedos y
frustraciones que experimenté mi encarcelamiento de 14 años y preguntarme
cuándo aquellos de nosotros que sobrevivimos Guantánamo finalmente tendremos
justicia.
Llegué al infame centro de detención
militar en Guantánamo, Cuba, a principios del 2002, unos meses antes del inicio
de la Copa del Mundo. Tenía poco interés en futbol y, mientras trataba de
entender lo que me estaba sucediendo y en dónde estaba, no pensé realmente
acerca de la competición que se aproximaba. Al principio, otros prisioneros
tampoco estaban hablando mucho acerca de la Copa del Mundo. En aquellos
primeros días de nuestro encarcelamiento, estuvimos detenidos en Camp X-Ray, en
filas de jaulas encadenadas y raramente nos daban la oportunidad de hablar con
otros prisioneros. Y, cuando teníamos oportunidad de intercambiar algunas
palabras, hablábamos acerca de nuestros prospectos de liberación, en lugar de
futbol.
Con el tiempo y después de las protestas y
una huelga de hambre, nos permitieron hablar entre nosotros otra vez. Una vez
que nos pudimos conocer, no tomó mucho antes de que las conversaciones fueran
acerca de la Copa del Mundo.
Los hombres me contaron acerca de sus
jugadores favoritos, los juegos que nunca olvidarían y los equipos que les
gustaría ver competir. Pareciera que algunos de ellos sabían todo lo que había
que saberse acerca de la Copa del Mundo – quiénes eran los mejores jugadore y
equipos, quién había anotado más goles, los distintos uniformes locales y de
visitantes…toda la historia de la FIFA y la Copa del Mundo. Yo tenía sólo 19
años y no sabía mucho de futbol, así que estaba feliz de que mis nuevos
hermanos me introdujeran a este nuevo mundo loco.
Muchos de los prisioneros esperaban ser
liberados antes del inicio del torneo. Ya habíamos sostenido una huelga de
hambre y logrado que el general a cargo del campo admitiera que “la mayoría de
nosotros no deberíamos estar aquí”. Nos había dicho que Washington pronto
enviaría a alguien a evaluar nuestros casos. Todos pensamos que veríamos el
partido de inauguración de la Copa del Mundo 2002 en nuestro hogar, con
nuestros amigos y familia.
Pasaron días y semanas, sin embargo y nada
cambió – nadie vino a evaluar nuestros casos. Después de tres meses en Camp
X-Ray nos movieron a Camp Delta, un camp más permanente hecho de contenedores
de transporte. Ya en nuestras nuevas jaulas, perdimos toda esperanza de ser
liberados a tiempo para la Copa del Mundo.
Durante la Copa del Mundo, los
interrogatorios en Guantánamo fueron intensos y se sentían como infinitos.
Algunos de los reclusos todavía se atrevían a preguntarles a los interrogadores
qué equipos iban bien en el campeonato. Decían que la Copa del Mundo había sido
“cancelada” porque “Osama Bin Laden amenazó con atacar los juegos”. ¿Por qué amenizaría Bin Laden con atacar juegos de fútbol que se
llevarían a cabo en Japón y Corea del Sur? Sabíamos que los interrogadores
estaban mintiendo. No querían que nosotros siquiera
pensáramos acerca del evento que nos pudiera dar algo de alegría y hacernos
olvidar, brevemente, nuestro sufrimiento.
Sin la voluntad de admitir derrota, mis compañeros prisioneros se embarcaron en la búsqueda de resultados de los juegos
de la Copa del Mundo. En ese entonces, nadie tenía abogados, así que encontrar
alguien que nos diera noticias del mundo exterior no era fácil. Incluso los
representantes de la Cruz Roja se negaban a hablarnos de la Copa del Mundo
porque “era en contra de las reglas del camp”. Aquellos de nosotros que
hablaban inglés repetidamente le preguntábamos a los guardias. La mayoría jamás
respondía, pero pocos, ocasionalmente, nos daban los marcadores.
Así que cuando alguno de los prisioneros
se enteraba del resultado de algún partido, lo gritaba. Las noticias viajarían
de contenedor en contenedor, jaula a jaula, con presos o celebrando o
quejándose del resultado.
Esa Copa del Mundo la ganó Brasil, no sólo dándonos una línea de vida al momento de gran desesperanza, sino ayudándonos a
hacer un camino para que formáramos una relación con los guardias. Nuestro
interés en el torneo y conocimiento del futbol, así como en nuestro dominio del
inglés, sorprendió profundamente a los guardias, a quienes les hicieron creer
que éramos animales sin educación y locos buenos para nada más que para la
violencia.
La administración de la prisión no olvidó
el amor de los prisioneros por el futbol después de la Copa del Mundo del 2002.
El siguiente año, llevaron un balón de futbol a la prisión y anunciaron que los
prisioneros obedientes tendían permitido jugar con él en una jaula dos veces a
la semana por diez minutos. El arreglo fue bien recibido por los prisioneros.
Muchos entraron a la jaula para patear el balón, quemar algo de energía y sacar
estrés, mientras que otros hacían trucos y mostraban sus habilidades.
En el 2005, la administración comenzó a
permitir que los prisioneros obedientes jugaran con el balón en el patio de
recreación, en pares, dos veces a la semana por treinta minutos. Los
prisioneros usaban botellas de agua como postes de portería y el juego
continuaría hasta que una de las botellas fuera derribada.
Mientras se acercaba la Copa del Mundo del
2006, con Alemania como anfitrión, comenzamos a trabajar para podernos asegurar
de verla. Para ese entonces ya teníamos acceso a abogados que ofrecieron
llevarnos una televisión para ver los partidos. La administración de la prisión rechazó esta oferta
directamente.
No era para nada sorprendente que las
autoridades de la prisión nos negaran actividades recreacionales inocentes como
esta. En el 2006, la situación en Guantánamo fue peor que nunca antes. La
mayoría de nosotros habíamos estado en la prisión más de tres años y teníamos
pocas esperanzas de encontrar justicia o libertad. El abuso era abundante y
lentamente estábamos perdiendo nuestra voluntad para seguir nuestra lucha.
Así que, a solo unas semanas del inicio de
la Copa del Mundo, nuevamente comenzamos una huelga de hambre para protestar
nuestra detención arbitraria, tortura, abuso y tratamiento inhumano. Más de 400 de nosotros nos
negamos a comer. La administración rápidamente rompió la
huelga con alimentaciones forzadas brutales. El 10 de junio del 2006, un día
después del partido inaugural de la Copa del Mundo, tres prisioneros fueron
encontrados muertos en sus celdas bajo condiciones sospechosas. Luego los
guardias antidisturbios irrumpieron en nuestras celdas. La vida en la prisión
era un infierno. A los guardias les instruyeron no hablarnos acerca de nada,
mucho menos de la Copa del Mundo. La mayoría de las cartas, incluyendo aquellas
de nuestros abogados, fueron arbitrariamente confiscadas. Nuestro sueño de
disfrutar la Copa del Mundo con el resto del mundo había sido, nuevamente,
aplastado.
Durante los siguientes años, nuestra
situación no mejoró en ninguna manera y ver futbol quedó como un sueño
distante. Pero todo cambió después de las elecciones
presidenciales del 2008.
Barack Obama, quien había prometido cerrar
Guantánamo como presidente, se mudó a la Casa Blanca. El 22 de enero del 2009,
en su segundo día en el poder, emitió una orden ejecutiva para que la prisión
cerrara dentro de un año. Los republicanos en el senado bloquearon sus
esfuerzos y eventualmente dejó el poder sin haber cerrado Guantánamo, pero su
presidencia llevó a algunos cambios positivos en la prisión.
Bajo la presidencia de Obama, aseguramos el derecho a vivienda comunal y cuidado médico, así como llamadas con nuestros
familiares. También ganamos acceso a televisores, periódicos, libros y consolas
de videojuegos, clases y DVD. Y, para el goce de nuestros muchos hermanos
enloquecidos por el futbol, nos dieron acceso a las grabaciones de las Copas
del Mundo del 2002 y 2006 a través de la biblioteca.
Cuando comenzó la Copa del Mundo de
Sudáfrica 2010, la emoción estaba en el aire en Guantánamo. No podíamos ver los
partidos en vivo pero la biblioteca distribuía los horarios y le daba a cada
bloque las grabaciones de los partidos. De futbol era de lo único que hablaban todos.
No había visto un solo partido de la Copa
del Mundo antes, pero, a pesar de no tener mucho interés en el juego,
verdaderamente disfruté ver a todos mis hermanos pegados a la pantalla.
Animaban, gritaban y a veces golpeaban contra las mesas o se jalaban el pelo en
frustración. Comentaban constantemente acerca del desempeño de los jugadores,
criticando a los directores y analizando estrategias de equipo. Por una vez,
nuestras vidas se sintieron algo normal. Éramos como millones de otros
alrededor del mundo – enfocándonos en el juego para olvidar nuestros problemas.
Después de la Copa del Mundo del 2010, el
futbol permaneció como parte de la vida en Guantánamo. Un año después, en el
2011, teníamos nuestra propia “Copa de Guantánamo”, en donde bloques de
prisioneros jugaban contra otros. Ambos jugadores y fans tomaban el campeonato
muy seriamente, había cantos, tarjetas rojas, discusiones acaloradas e incluso
peleas. Los perdedores debían cocinar una buena comida para los ganadores. Los
guardias también se involucraron, apoyando a sus equipos preferidos y apostando
a quienes creían que ganarían.
Al final de nuestra “Copa de Guantánamo”, queríamos armar un equipo de estrellas de prisioneros y jugar en contra de los
guardias con la condición de que, si ganábamos, nos dejarían salir de
Guantánamo. Teníamos jugadores muy buenos y estábamos seguros de que íbamos a
ganar en una competencia justa. Nos dijeron que la administración de la prisión
y el Pentágono revisaría nuestra propuesta y nos contestarían. Más de una
década más tarde, seguimos esperando una respuesta. Algunos de nosotros ya
somos libres, pero con gusto regresaríamos a jugar en contra de los guardias y
ayudar a liberar a nuestros hermanos que siguen encarcelados.
En verdad intenté disfrutar la Copa del
Mundo del 2022 como un hombre libre, pero no podía dejar de pensar en mis 35
hermanos todavía atascados en Guantánamo. ¿Les estaban permitiendo ver los
partidos como a nosotros en el 2010? ¿Alguna vez se podrán sentar en un café o
en sus propia sala para ver una final de la Copa del Mundo rodeados de sus
amigos y familia?
De los prisioneros todavía en Guantánamo,
21 han sido oficialmente aprobados para liberación. Nosotros, sin embargo, no
sabemos exactamente cuándo serán liberados o qué les va a pasara a los que
queden. Después de cuatro años sin esperanza con Donald Trump, quien prometió
expandir Guantánamo en lugar de cerrarla, los demócratas están de vuelta en el
poder. No hay, sin embargo, ninguna palabra todavía acerca de cuándo esta
cámara tropical de tortura será aventada a la basura de la historia.
Estados Unidos será uno de los co anfitriones de la Copa del Mundo en el 2026. Me pregunto si Guantánamo va a
estar cerrada para entonces o si se habrán tomado medidas para darnos justicia
a quienes hemos sufrido ahí. No tengo esperanza, pero me gustaría ver llamados
para la cancelación de la próxima Copa del Mundo debido a los incontables
abusos de derechos humanos por parte de América, incluyendo aquellos que siguen
siendo perpetuados en Guantánamo.
Los puntos de vista expresados en este artículo son
del autor y no necesariamente reflejan la postura de la editorial de Al Jazeera.
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