El Sde Teiman israelí se parece tanto a Guantánamo por una razón
Ambos centros de detención militar, tristemente célebres por sus abusos contra los derechos humanos, se crearon con
la misma sensación de impunidad y desdén por el derecho internacional.
Mansoor Adayfi
Al Jazeera
4 de julio de 2024
Una mujer palestina
sostiene un cartel que muestra a algunos de los detenidos palestinos acorralados
por las fuerzas israelíes desde el 7 de octubre, durante una protesta en apoyo
de los detenidos en cárceles israelíes el 30 de mayo de 2024 en Nablus,
Cisjordania [Sergey Ponomarev/Getty Images].
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En mayo, un estremecedor reportaje de la CNN basado en testimonios de informantes puso la base militar
israelí de Sde Teiman, en el desierto del Néguev, en el punto de mira mundial y
llevó a compararla con la tristemente célebre base naval estadounidense de
Guantánamo (Cuba), donde estuve encarcelado durante más de una década.
Tres israelíes que trabajaron en el campamento del desierto, que también funciona como centro de
detención, desde el comienzo de la guerra de Gaza, declararon a la CNN que
fueron testigos de abusos físicos y psicológicos sistemáticos contra detenidos
palestinos en la instalación.
Afirmaron que a los palestinos encarcelados allí, que están recluidos sin cargos ni representación
legal, se les vendan los ojos, se les obliga a adoptar posturas de tensión, se
les golpea, se les insulta y se les impide hablar durante largos periodos.
Según los denunciantes, a los presos de Sde Teiman se les amputan a menudo las
extremidades debido a las lesiones sufridas por las constantes esposas.
La CNN también publicó dos fotografías de las instalaciones, en las que se ve a hileras de hombres
vestidos con chándales grises, sentados con los ojos vendados en una zona al
aire libre cercada por alambradas e iluminada por focos.
El reportaje, en el que colaboran informes independientes de otros medios de comunicación, así como
testimonios de los presos palestinos liberados, hizo que se me encogiera el
corazón. Me transportó de inmediato a aquel oscuro día de febrero de 2002,
cuando me enviaron por primera vez con los ojos vendados y los grilletes a
Guantánamo, donde pasaría más de 14 años en prisión arbitraria, sin saber
cuándo o si me liberarían, ni siquiera por qué estaba detenido.
En Guantánamo, mi experiencia como prisionero fue muy similar a la descrita por los denunciantes
israelíes en el informe de la CNN: una experiencia definida por una sensación
de incertidumbre y miedo perpetuos.
Al igual que parece ser el caso de Sde Taiman, en Guantánamo proliferaban los malos tratos psicológicos.
Nos aislaban sistemáticamente, nos exponían a temperaturas extremas y nos
amenazaban con maltratarnos físicamente. La humillación mediante la desnudez
forzada y las agresiones sexuales también eran habituales. La sobrecarga y la
privación sensoriales, mediante la exposición prolongada a luces brillantes y
ruidos fuertes, o la obligación de permanecer sentados en solitario en completa
oscuridad durante horas, reducían aún más nuestro sentido de la realidad.
Las similitudes entre Guantánamo y Sde Teiman tampoco se limitan al trato a los presos. Las dos
instalaciones también justifican su existencia, y dan cobertura legal a sus
excesos, utilizando argumentos y narrativas similares.
El gobierno estadounidense estableció Guantánamo después del 11-S para detener e interrogar a hombres
sospechosos de haber participado en esos atentados, o de otras conexiones
terroristas, sin que el derecho internacional humanitario y otros tratados que
prohíben el maltrato de cautivos de guerra lo impidieran. El gobierno
estadounidense clasificó a todos los presos de Guantánamo como "combatientes
enemigos ilegales", lo que le permitió recluirnos sin cargos, con
representación legal limitada y en flagrante violación del derecho
internacional durante años. En los años posteriores al 11-S, Estados Unidos
hizo "desaparecer" de este modo a innumerables hombres y niños
musulmanes inocentes. Yo fui uno de los 779 hombres y niños enviados a
Guantánamo. Pero se cree que otros miles fueron encarcelados y finalmente
desaparecieron en lugares negros y centros de detención militar similares de
todo el mundo.
Israel lleva muchos años justificando el encarcelamiento arbitrario de palestinos que percibe como una
amenaza por motivos similares de seguridad nacional. Muchos palestinos
encarcelados en Israel fueron detenidos en virtud de un proceso cuasi judicial
conocido como "detención administrativa". En virtud de este proceso,
los palestinos son encarcelados inicialmente durante seis meses, pero luego sus
detenciones pueden prorrogarse repetidamente por tiempo indefinido sin cargos
ni juicio.
Desde el 7 de octubre, al igual que hizo Estados Unidos tras el 11-S, Israel también se ha amparado en su Ley
de Combatientes Ilegales para detener indefinidamente a palestinos sin
escrutinio legal ni posibilidad de presentar una defensa. La ley permite a
Israel detener a personas en instalaciones como Sde Teiman sin orden de
detención durante un máximo de 45 días. Este periodo suele prolongarse
indefinidamente, ya que los detenidos son trasladados al sistema penitenciario
oficial de Israel sin el debido proceso.
Otra similitud entre Guantánamo y Sde Teiman es la falta de transparencia. En Guantánamo, el
ejército estadounidense ha rechazado sistemáticamente, y con cierto éxito, los
intentos de los periodistas de acceder a los campos, imponiendo estrictas
restricciones y censura bajo el pretexto de la seguridad nacional. Esta falta
de transparencia no ha hecho más que intensificarse en los últimos años, en los
que los periodistas se han encontrado con obstáculos aún mayores en sus
esfuerzos por arrojar luz sobre la realidad de la vida en Guantánamo. Israel
también se esfuerza por mantener a los medios de comunicación, y a los
profesionales independientes del derecho, fuera de sus prisiones y centros de
detención militar como Sde Teiman. La difícil situación de los presos
palestinos en Gaza sólo consiguió atraer la atención mundial gracias a la
valentía de los denunciantes israelíes que se encargaron de sacar a la luz los
abusos que allí se cometían.
Tras la publicación del demoledor informe de la CNN, Israel prometió cerrar Sde Teiman. El Tribunal
Supremo de Israel también pidió respuestas sobre las condiciones de los presos
recluidos allí en respuesta a una petición presentada el 23 de mayo por varias
organizaciones israelíes de derechos humanos. La petición pedía el cierre del
centro debido a las condiciones inhumanas y los graves malos tratos que
infringían tanto el derecho israelí como el internacional.
Aunque se trata de avances prometedores, debemos permanecer vigilantes para exigir una mayor cobertura y
una verdadera rendición de cuentas que garantice que los presos y las prácticas
de Sde Teiman no se trasladan sin más a otro centro más secreto. Al fin y al
cabo, los abusos y la ilegalidad que se cometen en Guantánamo han salido a la
luz muchas veces en las últimas dos décadas, pero el tristemente célebre centro
de Cuba sigue funcionando y nadie ha tenido que rendir cuentas por infringir
allí el derecho internacional.
Hablo de los paralelismos entre Guantánamo y Sde Teiman para llamar la atención sobre el carácter
universal del sufrimiento causado por las prácticas de detención impregnadas de
secretismo, ilegalidad y crueldad deshumanizadora.
En esos hombres palestinos encarcelados por el ejército israelí en Sde Teiman, me vi a mí mismo y a
cientos de otros hombres y niños encarcelados por Estados Unidos en Guantánamo.
Nuestros calvarios son muy parecidos, porque tanto Israel como Estados Unidos
creen que pueden actuar al margen de las limitaciones del derecho internacional
y hacer lo que les plazca con seres humanos que perciben como una amenaza en
nombre de la "seguridad nacional".
Que los mismos abusos de Guantánamo se hayan repetido en Sde Teiman subraya la urgente necesidad de
rendir cuentas y llevar a cabo reformas. Es crucial que la comunidad
internacional reconozca y aborde las violaciones de derechos humanos en los
centros de detención, tanto si se cometen en un campo militar del desierto del
Negev como en una base naval estadounidense en una isla del Caribe.
Debe haber investigaciones independientes y los responsables deben rendir cuentas. Deben aplicarse
políticas que impidan que estos abusos se repitan en el futuro. Si no actuamos
y exigimos responsabilidades por las flagrantes violaciones de la legislación
sobre derechos humanos en los centros de detención israelíes, pronto nos
encontraremos cara a cara con otro desgarrador informe sobre un campo de
detención inhumano en otro rincón del mundo.
Mansoor Adayfi es un escritor, artista, activista y antiguo preso de Guantánamo detenido durante más
de 14 años sin cargos. Adayfi fue liberado en Serbia en 2016, donde lucha por
hacerse una nueva vida y despojarse de la designación de presunto terrorista.
En 2019, Adayfi ganó el Premio Richard J. Margolis para escritores de no
ficción de periodismo de justicia social. Sus
memorias, Don't Forget Us Here, Lost and Found at Guantánamo se publicaron en
agosto de 2021. Trabaja como coordinador del proyecto Guatánamo de Cage.
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