ABDUL RAHIM RABBANI MURIÓ A LOS 57
AÑOS TRAS SOPORTAR 18 AÑOS DE TORTURA EN LA BAHÍA DE GUANTANAMO
Mansoor Adayfi
01 de noviembre de 2024
Con el corazón encogido, lamentamos el fallecimiento de nuestro hermano Abdul Rahim Rabbani, cuya vida
estuvo marcada por más de dos décadas de injusticia y sufrimiento. Abdul Rahim
estuvo recluido en la prisión militar estadounidense de #Guantánamo durante
casi 20 años sin cargos ni juicio. Su detención indefinida violó derechos
humanos básicos y dejó profundas y duraderas cicatrices en él y en sus seres
queridos. Incluso antes de ser trasladado a Guantánamo, Abdul Rahim soportó
brutales torturas en un sitio negro de la CIA, donde fue despojado de su
dignidad y humanidad.
A pesar de que finalmente fue liberado, las luchas de Abdul Rahim no terminaron. Regresó a Pakistán, pero
su viaje distaba mucho de ser una historia de redención o curación. No hubo
apoyo ni rehabilitación que le ayudaran a reconstruir su destrozada vida. En su
lugar, se enfrentó a un estigma social que le perseguía a todas partes. El
trauma de su detención nunca le abandonó del todo, agravado por las secuelas
físicas de su encarcelamiento, como una grave enfermedad estomacal y otros
problemas de salud derivados de la tortura.
Abdul Rahim, junto con su hermano Ahmed, luchaban por mantener a sus familias. Habiendo sido liberados en una
sociedad que no ofrecía asistencia ni recursos para su reintegración, se vieron
obligados a depender de particulares y de pequeñas redes comunitarias para
cubrir sus necesidades básicas. La CAGE pudo ayudar a ambos tras su liberación,
pero sus luchas han sido demasiadas para enumerarlas. La carga de la
supervivencia era inmensa, agravada por los años de daños físicos y emocionales
que ambos habían sufrido. A pesar de estos retos, demostraron resiliencia,
aferrándose a la esperanza de encontrar algún día la estabilidad y la paz,
incluso cuando los obstáculos se amontonaban.
Hablé brevemente con Abdul Rahim tras su liberación, y sus palabras se han quedado conmigo. Los años de tortura
y malos tratos en el centro clandestino de la CIA y en Guantánamo le robaron la
flor de la vida, dejándole con numerosos problemas psicológicos y físicos que
nunca se curaron del todo. Fue desgarrador ver cómo su resistencia luchaba
contra el daño que le infligieron, sirviendo de doloroso recordatorio del coste
humano de la injusticia.
Su historia arroja una dura luz sobre los fallos sistémicos que siguen persiguiendo a los ex detenidos de
Guantánamo, que se enfrentan a Guantánamo 2.0. La falta de apoyo y la negativa
de los gobiernos estadounidense y paquistaní a asumir la responsabilidad por
los daños infligidos dejaron a Abdul Rahim y a su hermano en una lucha continua
por la supervivencia. Su realidad sirve de devastador recordatorio del impacto a
largo plazo de la detención indefinida, las desapariciones forzadas y la
tortura sancionada por Estados poderosos.
Las experiencias de Abdul Rahim y Ahmed ejemplifican la urgente necesidad de esfuerzos integrales para
apoyar a los liberados de Guantánamo y otros centros de detención. No sólo
merecen la oportunidad de recuperar sus vidas, sino también un sistema que les
ayude a recuperarse y a seguir adelante con dignidad. Es crucial que exijamos
responsabilidades a los gobiernos y defendamos los derechos de todos los ex
detenidos que siguen sufriendo los efectos persistentes de un trato injusto.
Abdul Rahim y su familia no eligieron el viaje que les tocó vivir, ni deberían haberlo sufrido. Son una de
las innumerables personas cuyas vidas fueron destruidas por la llamada guerra
contra el terror, cuyo futuro fue robado por políticas impulsadas por el miedo
y no por la justicia. Al recordar a Abdul Rahim, no podemos pasar por alto el
dolor más profundo y no abordado que dejan tras de sí estas detenciones injustas.
Las familias, los seres queridos y las comunidades siguen soportando la pesada
carga de un legado de violaciones de derechos humanos.
El fallecimiento de Abdul Rahim no es sólo un momento de dolor, sino también de reflexión. Su vida es un
testimonio de las consecuencias de las violaciones de derechos humanos. Exige
que todos miremos con ojos críticos a los sistemas y gobiernos responsables e
insistamos en un mundo en el que nadie vuelva a sufrir un destino semejante.
En nuestro dolor, recordamos la fuerza y la perseverancia que Abdul Rahim mostró a pesar de un
sufrimiento inimaginable. Que Alá se apiade de nuestro hermano y le conceda el
lugar más alto en el Yánnah, sin ningún tipo de miramientos. Que su dolor sea
sustituido por la paz eterna, y que su legado impulse el cambio y la justicia
para todos los que aún esperan ser liberados de las sombras de Guantánamo.
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