La privacidad es un derecho, no un lujo, y la comunidad
LGBT necesita que siga siendo así
En todo el mundo, la comunidad queer y transgénero usa sistemas de encriptado para vivir su vida
sin sufrir repercusiones legales, y la campaña que se está llevando a cabo para
terminar con el encriptado es escalofriante
Chelsea E. Manning
The Guardian
26 de febrero de 2016
El Gobierno de EE.UU. presenta una moción para que Apple cumpla con la orden del FBI EFE
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Como muchos ya dijeron muy acertadamente antes que yo, la
campaña del gobierno de los Estados Unidos para forzar a la empresa Apple a
programar una novedosa "puerta trasera" en el código de programación
de un móvil particular podría provocar que toda la información personal y
encriptada en prácticamente todos nuestros dispositivos móviles y ordenadores
personales se vea comprometida y al alcance de enemigos siniestros que quieran
hacernos daño.
Para la comunidad queer y transgénero que (a mí también
me pasó) depende del cifrado de los dispositivos para vivir su vida privada sin
miedo a repercusiones legales, las probables consecuencias de la campaña del
gobierno de EEUU para eliminar el cifrado son completamente escalofriantes.
Incluso si Apple logra un fallo favorable del tribunal, ya hay legisladores de
EEUU y del resto del mundo considerando leyes que obligarían a todas las
compañías a modificar sus códigos de programación. Si son aprobadas, las
"puertas traseras" estarán permitidas en todos nuestros dispositivos.
Años antes de ser encarcelada, trabajé como programadora
de sistemas, diseñando y desarrollando interfaces web, bases de datos seguras y
programas de comunicación. Luego trabajé para el ejército de EEUU como analista
de inteligencia. Durante todo ese tiempo, utilizábamos diferentes métodos de
encriptado para mantener la información a salvo de miradas indiscretas.
"Debemos enfrentarnos a cualquier organización o gobierno que busque privar a nuestra
comunidad de la herramienta más efectiva y poderosa que tenemos para
protegernos de la discriminación, la persecución, la tortura y el genocidio.
Más tarde, mientras trabajaba para los militares, la
política del "No preguntes, no hables" del ejército me obligó a vivir
una doble vida: trabajaba para una organización que me habría despedido si yo
no hubiera podido mantener oculta mi vida como mujer transgénero y la relación
que tenía con el que era mi novio entonces. Con frecuencia, dependía del
encriptado de los dispositivos para proteger de la vista de mis amigos y
compañeros de trabajo la información de mi ordenador y dispositivos móviles, en
especial cuando vivíamos y trabajábamos tan cerca unos de otros.
Sin embargo, otras personas como yo enfrentan problemas
mucho más graves. Las mujeres transgénero que viven y trabajan en países de
mentalidad más cerrada (como Rusia, Uganda y Nigeria) pueden enfrentar
consecuencias legales mucho más graves, que van desde el encarcelamiento y la
tortura hasta la pena de muerte. La gente de la comunidad queer y transgénero
que vive en esos países depende del encriptado de los dispositivos para
construir y mantener la comunidad, además de para hacer escuchar sus voces y,
al mismo tiempo, evitarse juicios de valores peligrosos.
Es por eso que Apple tiene mi apoyo en su lucha contra el
FBI: debemos enfrentarnos a cualquier organización o gobierno que busque privar
a nuestra comunidad de la herramienta más efectiva y poderosa que tenemos para
protegernos de la discriminación, la persecución, la tortura y el genocidio.
Tim Cook, director ejecutivo de Apple, ya ha dado su
punto de vista y ha dicho que si se le exigiera a la empresa crear una forma de
saltarse los protocolos de seguridad o una "puerta trasera", se
estaría sentando un precedente muy peligroso y se vería debilitada la seguridad
de los dispositivos móviles. Otras empresas de tecnología, como Twitter y
Facebook, han intervenido en la disputa y han reafirmado su posición,
asegurando que "pelearían con todas sus fuerzas para que no se obligue a
las empresas a reducir la seguridad" de sus dispositivos y servicios.
En muchos temas, mi punto de vista es muy diferente al de
Apple: como, por ejemplo, en el uso de software de código cerrado y en las
restricciones arbitrarias que pesan sobre los usuarios que quieren copiar,
compartir, editar y crear software en sus dispositivos. Sin embargo, creo
firmemente que es de vital importancia defender ante un tribunal el derecho de
sus usuarios y clientes a tener un sistema de encriptado confiable.
Es comprensible que a los fiscales y a las fuerzas
encargadas de imponer la ley les interesa la medida: les sirve para obtener
pruebas de los delitos. Pero debemos poner un límite al modo en que se
recolectan esas pruebas. En el caso de Apple, si la empresa acata la orden, es
muy probable que los resultados negativos generados sobrepasen el valor de la
justicia conseguida, ya que se permitiría que cualquiera, desde un simple
criminal hasta gobiernos y otras organizaciones poderosas, abusen de esas
"puertas traseras" en el código de programación.
En Estados Unidos y en Europa es fácil olvidar cómo los gobiernos
han dedicado sus recursos a perseguir con las fuerzas del orden a miembros de
movimientos de derechos civiles, ambientalistas, manifestantes
anti-corporativos y miembros de la comunidad queer y transgénero. En cambio, en
otros países, muchas de esas mismas comunidades no se pueden dar el lujo de
olvidar de qué manera sus gobiernos dicen estar protegiendo a la sociedad
cuando persiguen a las comunidades más vulnerables.
En Estados Unidos la privacidad no es un lujo, es un
derecho. Es un derecho que debemos defender tanto en el mundo digital como en
el mundo real, aunque debemos estar alerta para que ese derecho se mantenga
siempre a nuestro alcance. En especial, porque la tecnología sigue avanzando y
porque la orden de un juez de los Estados Unidos para desbloquear un solo móvil
amenaza con alterar la totalidad del mundo privado virtual tal y como lo conocemos.
Traducción de Francisco de Zárate
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