Los jihadistas: otra monstruosa contribución de Arabia Saudita
11 de junio de 2014
Robert Fisk *
Después del acto grotesco de los talibán y Osama bin Laden y 15 de los 19 asesinos
suicidas del 11 de septiembre, conozcan la última contribución monstruosa de
Arabia Saudita a la historia mundial: el califato islamista sunnita de Irak y
el Levante, conquistadores de Mosul y Tikrit –y Raqqa en Siria– y,
posiblemente, Bagdad, y los últimos humilladores de Bush y Obama.
Desde Alepo, en el norte de Siria, casi en la frontera iraní-iraquí, los jihadistas de Isis
y diversos otros grupúsculos pagados por los wahabistas sauditas –y por
oligarcas kuwaitíes– ahora gobiernan miles de kilómetros cuadrados. Además de
la función de la Arabia Saudita en esta catástrofe, ¿qué otras historias se nos
ocultarán los próximos días y semanas? La historia de Irak y la historia de
Siria son la misma –política, militar y periodísticamente: dos líderes, uno
chiíta, el otro alauita, luchando por la existencia de su régimen contra el
poder en aumento de un ejército internacional musulmán sunnita.
Mientras que los estadounidenses apoyan al desdichado primer ministro Nouri al Maliki y su gobierno electo
chiíta en Irak, los mismos americanos siguen exigiendo el derrocamiento de
Bashar al Assad de Siria y su régimen, a pesar de que ambos líderes son ahora
hermanos de armas contra los vencedores de Mosul y Tikrit. La riqueza de Qatar pronto puede ser redirigida en otra
dirección, lejos de los rebeldes musulmanes de Siria e Irak y hacia el régimen de
Assad, por el miedo y el odio profundo hacia sus hermanos sunnitas de Arabia
Saudita (que puede invadir Qatar si llega a estar muy enojado).
Todos sabemos de la “profunda preocupación” de Washington y Londres ante las victorias territoriales de los
islamistas –y la destrucción completa de todo por lo que Estados Unidos e
Inglaterra sangraron y murieron en Irak–. Nadie, sin embargo, se sentirá como
parte de esta “profunda preocupación” como el Irán chiíta, la Siria de Assad y
la Irak de Maliki, quienes deben considerar las noticias de Mosul y Tikrit como
un desastre político y militar. Justo cuando las fuerzas militares sirias
estaban ganando la guerra para Assad, decenas de miles de militantes de base
iraquí puede ahora atacar el gobierno de Damasco, antes o después de que se
elija avanzar sobre Bagdad.
A nadie le importará ahora cuántos cientos de miles de iraquíes han sido asesinados desde 2003 a causa de las
fantasías de Bush y Blair. Estos dos hombres destruyeron el régimen de Saddam
para hacer el mundo seguro y declararon que Irak era parte de una batalla
titánica contra el “islamofascismo”. Bueno, ellos perdieron. Recuerden que los
norteamericanos capturaron y recapturaron Mosul para aplastar el poder de los combatientes islamistas. Ellos lucharon por
Faluja dos veces. Y ambas ciudades se han perdido de nuevo a los islamistas.
Los ejércitos de Bush y Blair hace tiempo que han vuelto a casa, cantando
victoria.
Bajo Obama, Arabia Saudita continuará siendo tratada como una “moderada” amistosa en el mundo árabe, a
pesar de que su familia real se basa en las convicciones wahabíes de los
islamistas sunnitas en Siria e Irak –y a pesar de que millones de sus dólares
están armando a esos mismos combatientes–. Así el poder saudita alimenta tanto
al monstruo en los desiertos de Siria e Irak como adula a las potencias occidentales que
lo protegen.
También deberíamos recordar que los intentos militares de Maliki para retomar Mosul
son propensos a ser feroces y sangrientos, como han demostrado ser las batallas de Assad
para volver a tomar las ciudades. Los refugiados que huyen de Mosul tienen más miedo de
la venganza del gobierno chiíta que el que tienen de los jihadistas sunnitas que han capturado
su ciudad.
A todos nos dijeron que consideremos el nuevo “califato” armado como una “nación terrorista”.
Abu Mohamed al Adnani, el portavoz de Isis, es inteligente y está prevenido contra la arrogancia.
Por eso habla de un avance sobre Bagdad, cuando podría estar pensando en
Damasco. Isis, en gran medida, está dejando ilesos a los civiles de Mosul.
Por último, se nos dirá que consideremos el futuro como una guerra sectaria cuando en realidad será una guerra entre los sectarios
musulmanes y los sectarios no musulmanes. La parte de “terror” estará en las
armas que enviamos a todos lados.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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