Lo de Guantánamo no es justicia
[Juzgar a los acusados de terrorismo en comisiones militares no
satisface las normas del derecho internacional].
[Reed Brody] Abd al Rahim al Nashiri, luciendo el uniforme
blanco de los presos, parecía a la vez divertido y desconcertado en la iluminada
habitación la semana pasada durante una audiencia preliminar en la base naval
estadounidense en Bahía Guantánamo, Cuba.
Nashiri está acusado de ser uno de los coordinadores clave en el atentado de
al Qaeda contra el destructor estadounidense Cole el 12 de octubre de 2000
frente a la costa de Yemen, que terminó con la vida de diecisiete militares de
Estados Unidos, así como de otros dos atentados. Podría ser sentenciado a la
pena de muerte si es condenado por una comisión militar que debiera empezar en
noviembre.
El caso de Nashiri es visto como un ensayo del juicio contra Khalid Shaikh
Mohammed y otros cuatro presuntos planificadores de los atentados del 11 de
septiembre, que serán procesados en Guantánamo el 5 de mayo. Pero también es
importante por su propia cuenta. Está acusado de espantosos crímenes, pero
incluso si es declarado culpable, su ejecución sería un fin profundamente
inquietante en una terrible experiencia de abusos en un archipiélago de cárceles
secretas estadounidenses repartidas por todo el mundo.
Nashiri fue detenido en Dubai en octubre de 2002 y puesto ilegalmente bajo
custodia de la CIA. Se cree que fue trasladado primero a una cárcel secreta de
la CIA en Afganistán conocida como “Pozo de sal” [Salt Pit], y luego a otra
cárcel secreta en Bangkok, Tailandia.
Un informe del inspector general de la CIA detalla toda una gama de abusos a
los que fue sometido Nashiri, incluyendo el simulacro de asfixia por inmersión
–un método de tortura conocido como el submarino. Fue enviado a Polonia, donde,
de acuerdo al informe, fue amenazado con un taladro eléctrico que hacían girar
cerca de su cabeza mientras él estaba desnudo y encapuchado. Sus secuestradores
también martillaron un revólver semiautomático cerca de su cabeza cuando estaba,
con grilletes, en una “postura estresante” y lo amenazaron con violar a su madre
frente a él.
En 2003 fue trasladado por avión fuera de Polonia, presumiblemente a otra
cárcel secreta de la CIA. No fue sino hasta septiembre que el gobierno de
Estados Unidos reconoció su detención secreta y que, en ese momento, estaba
detenido en Guantánamo.
En la audiencia de la semana pasada, a la que asistí, se trató, entre otras
cosas, la petición de Nashiri de tener los pies libres durante sus reuniones con
los abogados. Un selecto número de observadores de organizaciones no
gubernamentales fueron autorizados a mirar desde detrás de un panel de cristal
insonorizado en la parte de atrás de la sala del tribunal. Se transmitieron un
video y un audio con un retraso de cuarenta segundos –los suficientes como para
censurar cualquier información confidencial que pudiera emerger.
Los abogados de Nashiri alegaron que su representado estaba tan traumatizado
por los años que llevaba con los pies engrilletados en cárceles de la CIA que
someterse al mismo tratamiento ahora, cuando se reúne con sus abogados, vuelve a
vivir el trauma y perjudica su capacidad de ayudarles a prepararse para el
juicio. Los abogados querían que Nashiri subiera al estrado para que hablara
sobre esas experiencias, pero debido a que esa información era secreta, se
esperaba que el juez terminara la audiencia. Diez nuevas organizaciones,
incluyendo los del Miami Herald y del New York Times, presentaron una petición
para mantener las audiencias, y a su abogado le permitieron dirigirse a la
comisión, creando un importante precedente con respecto al interés del público
en las audiencias abiertas.
Al final, el juez aprobó la moción de Nashiri de permitir que se reúna sin
grilletes con sus abogados, sin llamarlo al estrado. Más tarde, el fiscal jefe
dejó en claro que en el futuro no admitiría que Nashiri declarara sobre su
detención en una audiencia abierta. Así, aunque conocemos algunos detalles sobre
el tratamiento dado a Nashiri, nunca sabremos exactamente qué le hicieron. En
realidad, la CIA grabó algunos de los simulacros de ejecución por asfixia a los
que fue sometido Nashiri, pero destruyó esas cintas y otras que mostraban a
otros detenidos declaradamente por razones de seguridad nacional.
El juicio de Nashiri antes de la comisión militar de Guantánamo plantea
problemas que van mucho más allá del hecho de que fue torturado. Pese a los
cambios introducidos en las comisiones desde la investidura del presidente
Obama, no cumplen con las normas internacionales sobre el debido proceso. El
Ministerio de Defensa, por ejemplo, nombra a dedo a los jueces militares y a los
miembros del jurado. Y hay una enorme desigualdad entre la fiscalía y la defensa
en términos de recursos.
Las reglas permiten que la fiscalía presente sumarios de información
clasificada, lo que quiere decir que el acusado y sus abogados sólo tienen
acceso a resúmenes, no a los informes subyacentes, transcripciones y otras
informaciones en las que se basan. Mientras que información clasificada similar
sí está disponible en tribunales civiles estadounidenses, las reglas de la
comisión también permiten la introducción de las evidencias de oídas. Estas dos
reglas combinadas permiten a la fiscalía (incluso involuntariamente) blanquear
evidencias de otros detenidos, obtenidas bajo tortura, porque sólo debe
presentar un resumen escrito del interrogatorio, y no tiene necesidad presentar
en persona al detenido o al interrogador, como testigos, ni siquiera revelar las
identidades de los testigos.
Al final de las audiencias de la semana pasada, varios familiares de
militares estadounidenses muertos en el atentado contra el destructor Cole
hablaron emotivamente en una rueda de prensa sobre su búsqueda de justicia.
Merecen un veredicto que no deje lugar a dudas, del mismo modo que Estados
Unidos necesita implementar un tipo de juicio que sea aceptado en todo el mundo
como la búsqueda honesta de la verdad. En los dos casos, es probable que las
comisiones de Guantánamo no estén a la altura.
[Reed Brody es abogado de Human Rights
Watch]. 8 de junio de 2012 19 de
abril de 2012 ©los angeles
times cc traducción c. lísperguer
http://mqh02.wordpress.com/2012/06/08/lo-de-guantanamo-no-es-justicia/
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