El sesgo en la cobertura de la
guerra de Ucrania
Dave Lindorff | 10/05/2022
Fuentes: Counterpunch
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Traducido para Rebelión
por Paco Muñoz de Bustillo
El 21 de abril, cuando las fuerzas rusas se acercaban a un búnker de la
planta siderúrgica de Azovstal en Mariupol, fuertemente bombardeada y rodeada,
y se preparaban para asaltar el búnker subterráneo «tipo fortaleza» en el que
se calcula que se refugian, según estimaciones, los 2.000 soldados ucranianos
restantes, el presidente Vladimir Putin dio marcha atrás y ordenó a las tropas
rusas que rodearan a los ucranianos hasta que salieran voluntariamente, cuando
se quedaran sin municiones, alimentos y agua.
Cuando el New York Times informó sobre esta decisión en un artículo sobre la batalla final de la ciudad, afirmó
que Putin había tomado la decisión para evitar que sus tropas se vieran
obligadas a combatir en los túneles y sufrir inevitablemente muchas bajas. Pero
el Times no mencionó que Putin dijo no querer combatir en el búnker (o, claramente, destruirlo con
una bomba anti- búnkeres, algo que podría haber hecho hace tiempo) debido a los
cientos de civiles que, según fuentes ucranianas, se “esconden” allí. Rusia los
considera rehenes utilizados por las fuerzas mayoritariamente del Batallón Azov
(algo que, de ser cierto, sería de por sí un crimen de guerra).
En una actualización posterior del mismo artículo, un reportero del Times escribió:
“La mayoría de los habitantes del barrio de Natalia Pope en Mariupol
apoyaban la invasión de Rusia ordenada por Putin el 24 de febrero. Cuando
comenzaron a caer las bombas y tuvieron que empezar a dormir en los sótanos,
culparon de sus penalidades a los “nazis” de Kiev, dijo”.
Esa era la primera vez que, en el trascurso de la crisis, este periodista
recuerda haber leído en el New York Times que muchas personas de Mariupol y de Ucrania Oriental
estaban “a favor de la invasión rusa”.
Para quienes tienen edad suficiente para recordar los primeros días de la
invasión estadounidense de Vietnam y Laos, esta clase de reportajes partidistas
y chapuceros no son una sorpresa. Prácticamente todas las noticias en prensa y
televisión que informaron sobre el famoso Incidente del Golfo de Tonkin (sic)
lo describieron como un insolente ataque contra un inocente destructor
estadounidense en mar abierto (el golfo de Tonkin, frente a Vietnam), sin explicar
que dicho navío de guerra llevaba tiempo bombardeando la costa norvietnamita.
Por si fuera poco, no había pruebas de que el navío estadounidense hubiera sido
atacado por torpedos de las patrulleras costeras norvietnamitas (1).
Durante la larga preparación de las dos invasiones estadounidenses de Irak
en 1990 y 2003 y en los primeros días de la invasión y ocupación estadounidense
de Afganistán, fuimos testigos del mismo tipo de sesgo. Desde el comienzo de la
segunda invasión de Irak en 2003, que la oficina de relaciones públicas del
Pentágono denominó cínicamente “Operación Libertad Iraquí”, nunca se la
consideró como lo que realmente era según la Carta de la ONU: un “Crimen contra
la Paz”, porque Estados Unidos estaba invadiendo un país que no suponía ninguna
amenaza inminente para él. En los noticiarios de televisión aparecía de forma
destacada la bandera estadounidense como telón de fondo, y una encuesta
realizada en 2004 por la oenegé Fairness and Accuracy in Reporting (FAIR)
descubrió que el 76% de las historias de los medios de comunicación
estadounidenses sobre la guerra procedían de fuentes del gobierno o de
funcionarios estadounidenses.
No ha cambiado mucho desde entonces. En la información actual sobre la
guerra de Ucrania, los medios de comunicación estadounidenses basan sus
noticias en fuentes del gobierno y del ejército estadounidenses así como en
funcionarios del gobierno ucraniano y, a menudo, en militares ucranianos no
identificados. Es muy raro ver o escuchar la posición sobre algún tema de la
parte rusa, incluso de la embajada rusa en Estados Unidos. Las
afirmaciones de que las tropas rusas están “disparando a la gente que intenta
huir” de las ciudades asediadas no incluyen la mayoría de las veces la
importantísima coletilla periodística «supuestamente», teóricamente de uso
obligatorio para reporteros y editores cuando no se presentan pruebas ni se
cita a la otra parte.
“En lo referente a las guerras y la política exterior, los medios
informativos estadounidenses se limitan básicamente a respaldar las posiciones
del gobierno de EE.UU.”, afirma Robert McChesney, profesor de comunicación de
la Universidad de Illinois especializado en la economía política de las
comunicaciones y presentador del programa radiofónico Media Matters.
El New York Times no es el único medio que está publicando historias unilaterales sobre esta guerra.
Los tres principales diarios nacionales de EE.UU. (el Times, el Washington Post y el Wall Street Journal)
así como las principales productoras de noticias de la red de radiodifusión y
televisión, incluidas la Radio Nacional Pública y el Servicio Público de
Radiodifusión (NPR y PBS por sus siglas en inglés) se basan en fuentes del
gobierno y el ejército ucraniano y estadounidense para redactar sus historias
más importantes, desde las acusaciones de crímenes de guerra contra las tropas
rusas y el presidente Vladimir Putin, hasta los informes de batalla, ofreciendo
rara vez la perspectiva rusa. Por ejemplo, todos informan estos días de que
Mariupol aún no ha sido "capturada" por Rusia, aunque la única resistencia que
queda -supuestamente, menos de 2.000 soldados del batallón fascista Azov y
algunos marines ucranianos- está rodeada y atrapada en un búnker subterráneo
dentro del gigantesco complejo de la planta siderúrgica, pasando hambre. Sin
acceso a comida ni a munición, tendrán que rendirse, a menos que estén
planeando una última carga suicida como Paul Newman y Robert Redford en “Dos
hombres y un destino”.
Otro buen ejemplo de este periodismo homogéneo unilateral en Estados Unidos
es la información sobre el bombardeo ruso del Teatro de Mariupol. Según todas
las noticias publicadas, el teatro albergaba a 1.300 civiles que buscaban
refugio del ataque, de los cuales 300 habrían muerto, citando a funcionarios
ucranianos. Pero no mencionan que no se han aportado pruebas de este gran
número de muertes. La ONU lo está investigando.
Los principales medios de comunicación estadounidenses han ignorado las
advertencias de expertos tan conocidos como Henry Kissinger, el ex secretario
adjunto de defensa Charles Freeman, el difunto ex secretario de defensa Robert
McNamara y George Kennan entre otros, que advirtieron, algunos ya en 1997,
sobre los riesgos que suponía el avance de la OTAN hacia el este de Europa,
hacia Rusia, y específicamente la admisión de Ucrania en la Alianza Atlántica
fundada en la Guerra Fría. Los medios de comunicación no mencionan ninguna de
esas advertencias. En EE.UU., hablar de la expansión de la OTAN como causa
fundamental de este conflicto, y de que el fin de dicha expansión podría
conducir al fin de los combates, equivale a ser “pro-Rusia”.
Tampoco mencionan a Irak ni a Afganistán cuando estas cadenas de noticias
informan del llamamiento de Biden para juzgar por crímenes de guerra a Putin
ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya. Ni el hecho de que
EE.UU. se ha negado a aceptar la jurisdicción de dicho tribunal desde sus
comienzos, aunque todas las guerras en las que ha participado desde la Guerra
de Corea (que al menos contaba con la sanción del Consejo de Seguridad de la
ONU), han sido tan ilegales como la invasión rusa de Ucrania.
La cobertura informativa en Estados Unidos sobre el conflicto de Ucrania,
en el que EE.UU., a iniciativa de Biden, está a punto de inyectar la asombrosa
cifra de 20.000 millones dólares en armamento, declina señalar que todo ese
moderno equipo letal está destinado a un país cuyo presupuesto militar total en
2021 fue de poco más de 1.000 millones de dólares. Ni que Ucrania, al igual que
la mayoría de los países apoderados que EE.UU. ha apuntalado con armas
militares gratuitas (incluido Israel) es una nación extraordinariamente
corrupta. De hecho, Ucrania es posiblemente el país más corrupto de Europa.
Quién sabe dónde acabará la mayor parte de dicho armamento mortífero.
Tampoco se discute en los principales medios de comunicación si el hecho de
enviar tanto equipo para combatir a las tropas rusas podría empujar a Rusia a
utilizar armas nucleares tácticas para no perder la guerra.
La cobertura mediática estadounidense de esta guerra ha sido “la habitual”,
según el célebre crítico de los medios de comunicación Noam Chomsky, que no es
ajeno a la censura de los medios estadounidenses, ya que casi nunca se le
invita a comentar cuestiones políticas en los medios corporativos o incluso en
la radio o la televisión públicas.
"Los estadounidenses no pueden ser criminales de guerra, por definición.
Sólo los líderes de otros países pueden serlo", dice Chomsky. “Incluso
cuando la Corte Internacional de Justicia condenó a [el presidente Ronald]
Reagan por ‘uso ilegal de la fuerza’ en uno de los crímenes menores de
Washington [Nicaragua y el minado ilegal de sus puertos], los medios de
comunicación estadounidenses lo consideraron algo sin sentido. El NY Times –continúa Chomsky- dijo que
la CIJ es un ‘foro hostil’. Ni siquiera cuando el Presidente Nixon y su
Consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger llamaran literalmente al
genocidio y ordenaron el envío a Camboya de `todo lo que vuela contra todo lo
que se mueve´ quedó reflejado en la prensa más que ocasionalmente”.
Ucrania no ha sido ninguna excepción. Una y otra vez, durante la
acumulación de tropas rusas a lo largo de su extensa frontera con Ucrania y
después del comienzo de la invasión, hemos escuchado hasta la saciedad
referencias a la supuesta “invasión rusa previa” de la región oriental de
Ucrania, Donbas, y de su “invasión de Crimea” en 2015, que se dice que «dio
lugar» a una guerra civil en la que “murieron 14.000 personas”. Sin embargo,
Rusia nunca invadió técnicamente Ucrania durante ese tiempo, sino que,
exactamente igual que EE.UU. está haciendo ahora con Ucrania, suministró armas
a los separatistas étnicos rusos, y permitió que los “voluntarios” rusos se
unieran a la defensa de los dos “oblasts” escindidos de Donetsk y Lugansk.
Téngase en cuenta que EE.UU. también está permitiendo, y sin duda alentando
secretamente a través de la CIA, que los veteranos y mercenarios
estadounidenses se presenten “voluntarios” para luchar con las fuerzas ucranianas.
Para el público, la implicación de esa información sesgada de los
principales informativos de EE.UU. ha sido que las 14.000 víctimas de dicha
guerra civil eran ucranianos muertos por las tropas invasoras rusas, cuando, en
realidad, la mayoría de las víctimas mortales han sido rusos étnicos sometidos
a continuos bombardeos y ataques con cohetes por parte del ejército ucraniano.
Jeff Cohen, crítico de los medios de comunicación desde hace mucho tiempo y
fundador de la oenegé FAIR, explica que los medios de comunicación
estadounidenses “siempre han sido parciales en su cobertura de las guerras de
Estados Unidos.” Según este periodista, rara vez se menciona a las víctimas
civiles causadas por el ejército estadounidense, y mucho menos las violaciones
del derecho internacional, como las invasiones ilegales de Estados Unidos en
Irak, Afganistán, Libia y Siria.
Pero las cosas han empeorado con la guerra de Ucrania. “Casi produce
vértigo observar la cobertura de esta guerra», dice. "De hecho, he oído y leído
al New York Times, a la CNN y a la MSNBC decir: `¡No se puede cruzar
una frontera y ocupar otro país!´. Bueno, ¿y qué pasa entonces con Irak,
Afganistán, Panamá o Granada? Entonces no decían eso”.
Y añade: “En los medios de comunicación estadounidenses, sólo se cuestionan
las mentiras de Putin. Las mentiras de los líderes estadounidenses sobre
Ucrania y Rusia no se cuestionan en absoluto. Los periodistas podrían
fácilmente pedir el análisis de alguien como Chomsky u otras fuentes críticas,
pero nunca lo hacen. De hecho, lo bueno es que la actual cobertura de la guerra
en EE.UU. resulta tan sesgada que cualquier observador que preste la más mínima
atención no puede pasarla por alto.”
Como ejemplo, cita la admisión inadvertida de la CNN en una noticia sobre
el ataque con misiles rusos a un hospital en Mariupol. Los medios de
comunicación estadounidenses presentaron unánimemente esa historia como una
grave violación del derecho internacional, condenada tanto por el presidente
ucraniano Volodímir Zelensky como por el presidente Joe Biden. Pero resulta que
el hospital no tenía pacientes, estaba ocupado por tropas ucranianas y los
civiles ucranianos que había en su interior estaban siendo utilizados como
escudos humanos contra un ataque ruso.
La información de la CNN, basada en declaraciones de un comandante militar
ucraniano, afirmaba que las tropas rusas habían tomado el hospital de Mariupol
y mantenían dentro a los civiles como rehenes. Por supuesto, eso era absurdo,
ya que era Rusia la que estaba atacando el edificio. De hecho, como explicó el
periodista de investigación estadounidense Eric Zuesse en un artículo publicado
en Modern Diplomacy, los reporteros y editores de la CNN pasaron por alto ese absurdo en su prisa por
exponer una atrocidad rusa.
Es un poco lo contrario de lo ocurrido en la Guerra de Indochina, cuando el
Pentágono informaba de cada persona muerta en los bombardeos y misiones de
destrucción de EE.UU., pero afirmaba que todos los muertos, incluidos los
niños, eran “combatientes” comunistas vietnamitas. En realidad, como
posteriormente descubrieron los periodistas cuando los medios de comunicación
comenzaron a volverse contra la guerra, la mayoría de las muertes causadas por
las tropas novatas de EE.UU. y Vietnam del Sur eran civiles. Lo mismo ocurrió
en la guerra de Irak de 2003, cuando se decía que cada víctima de un ataque de
un avión no tripulado, de un bombardeo de “precisión” o del arma de un soldado
estadounidense era un terrorista o un "insurgente", aunque cerca de un millón
de civiles iraquíes murieron en la guerra, en su mayoría a manos de las fuerzas
estadounidenses.
Los medios de comunicación de Estados Unidos también se autocensuran y
censuran abiertamente. Algunos sitios de noticias que inicialmente publicaron
el vídeo de una atrocidad militar ucraniana empezaron a retirarlo unos días
después. Cuando hace dos viernes volví a leer un artículo en The Guardian del Reino Unido que la
semana anterior incluía el vídeo, utilizando el navegador Google Chrome,
descubrí que estaba bloqueado, tanto allí como en otros sitios. Comprobando el
mismo artículo con el navegador Firefox, todavía pude verlo. Quienquiera que
sea el responsable de bloquear las escenas de tales atrocidades ucranianas está
utilizando un terrible doble rasero. No importa si son las empresas de
noticias, los gigantes de Internet como Google, o el gobierno de EE.UU. quien
está ocultando las noticias a los ciudadanos. La cuestión es que los
estadounidenses sólo se enteran de lo que Washington quiere que se enteren(2).
Como prácticamente todos los grandes medios de comunicación difunden la
misma propaganda como si fueran noticias verificadas, tanto demonizando a Rusia
como sugiriendo que la única respuesta adecuada a la invasión es que se
proporcione a Ucrania más armas y más devastadoras para que pueda seguir
luchando, no es de extrañar que una reciente encuesta de la CBS muestre que el
72% de los estadounidenses piensa que Estados Unidos debería enviar más armas a la zona de conflicto.
Como dice el fundador de FAIR, Jeff Cohen, “en el periodismo predomina una
mentalidad de rebaño, y cuando algunas de las principales organizaciones de
noticias como el Times, el CNN tienen el mismo discurso, en
particular sobre algún tema de política exterior, todas las demás mantienen la
misma línea. La democracia exige disentir, pero en Estados Unidos si disientes
en los medios de comunicación, no te arrestan ni te matan, te despiden en el
acto” (3).
Notas del traductor:
(1): Posteriormente se descubrió que el famoso “incidente” no fue sino una
operación de “bandera falsa” organizada por los servicios secretos de EE.UU.
para usarla como pretexto para incrementar su participación en la Guerra de
Vietnam. Los “papeles del Pentágono” y las publicaciones de la Agencia Nacional
de Seguridad de 2005 demostraron que el ataque nunca tuvo lugar y que la
inteligencia estadounidense falsificó los datos para justificar la posterior
intervención.
(2): Aunque este artículo se centra en el caso de los medios de EE.UU., lo
mismo podría decirse de los medios generalistas de los demás países, incluyendo
a España, dominados por un oligopolio alineado con la visión hegemónica de
Estados Unidos.
(3): Jeff Cohen fue despedido sumariamente en 2003 junto con el resto del
personal del programa del famoso presentador Phil Donahue porque, según la
dirección de la cadena de televisión NBC, Donaue estaba invitando a periodistas
críticos con la guerra de Irak.
Dave Lindorff es miembro fundador del sitio web ThisCantBeHappening!, un periódico colectivo en línea, y ha contribuido
con un trabajo al libro Hopeless: Barak Obama and the Politics
of Illusion (AK Press)
Fuente: https://www.counterpunch.org/2022/05/01/the-bias-in-the-ukraine-war-coverage/
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