ANGUSTIANTE TESTIMONIO DEL MEDICO CHILENO JORGE BARUDY LABRIN EN EL JUICIO POR EL PLAN CONDOR
Las torturas en los tiempos de Pinochet
“Cuando Venturelli se sacó los zapatos, le miré los pies. Le habían sacado las uñas. Tenía los
pies todos lastimados. Con las pocas cosas que teníamos traté de curarle las
heridas y lo invité a compartir el colchón que tenía.”
Barudy, arrestado en septiembre de 1973, testificó esta semana en el juicio contra
represores latinoamericanos en Roma. |
Elena Llorente
Página/12
28 de febrero de 2016
Desde Roma
El proceso contra el Plan Cóndor que se está llevando a cabo en Roma desde
el año pasado tuvo el jueves una nueva audiencia en la que se trataron casos
chilenos y en la que un médico que pasó por la misma cárcel que uno de los
desaparecidos, Omar Venturelli, contó cómo los trataban y cuándo vio a
Venturelli por última vez. Este proceso Cóndor contra militares y civiles de
Bolivia, Chile, Perú y Uruguay, tiene en la lista de los acusados a 11 chilenos
que deben responder por la desaparición o muerte de al menos cuatro ciudadanos
italochilenos. En la audiencia de ayer, la última de los casos chilenos,
testimoniaron, además del médico Jorge Barudy Labrin, también Pablo Berchenko,
chileno, profesor universitario que vive en Avignon, en Francia, y Mireya
García, vicepresidente de la Asociación de Familiares de
Detenidos-Desaparecidos de Chile que trabaja actualmente en Suecia.
El relato del médico chileno Barudy –que ahora vive en Barcelona–, quien
logró salvarse de la muerte pero no de las torturas de la dictadura chilena de
Augusto Pinochet, fue angustiante y emocionó profundamente a más de uno en la
sala de audiencias judiciales de la cárcel de Rebibbia, en las afueras de Roma,
donde se está haciendo el proceso. Venturelli, militante del MIR (Movimiento de
Izquierda Revolucionaria) y ex sacerdote, había sido arrestado en septiembre de
1973, es decir a menos de un mes del golpe de estado del 11 de septiembre. Como
sacerdote había guiado las luchas mapuches contra la ocupación de tierras en el
sur de Chile, y fue por eso suspendido “ad divinis” (es decir que no podía
ejercer más su sacerdocio) por el obispo local. Pero luego dejó los hábitos y
se casó con Fresia Villalobos con quien tuvo una hija, María Paz, quien
actualmente vive en la ciudad italiana de Bolonia.
Barudy también fue arrestado en septiembre de 1973. Fue llevado a la cárcel
de Temuco –al sur de Santiago– desde Puerto Saavedra donde trabajaba en un
hospital. Fue torturado y testigo de las torturas que sufrieron muchos de sus
compañeros de prisión, entre ellos Venturelli, que fue sacado de esa cárcel el
4 de octubre de 1973 y nunca más se supo de él. Venturelli tenía 31 años.
Barudy contó entre otras cosas que vio a Venturelli por primera vez el 17 de
septiembre, lleno de hematomas y que caminaba con dificultad. Le contó que lo
habían torturado con electricidad. “Cuando Venturelli se sacó los zapatos, le
miré los pies. Le habían sacado las uñas. Tenía los pies todos lastimados. Con
las pocas cosas que teníamos –yo había logrado hacer llegar a la cárcel algunos
ansiolíticos y remedios para el dolor– traté de curarle las heridas y lo invité
a compartir el colchón que tenía. Yo era el único que tenía un colchón que me
había hecho llegar mi padre, que era jurista. Luego, con él organizamos un
pequeño comité para ayudar a los presos, para darles apoyo psicológico, con
ceremonias colectivas de plegaria y de lectura de los Evangelios. Desarrollamos
una intensa amistad”, contó.
Dijo también que “Omar me contó sus miedos y me dijo que él había
reconocido a una persona que tenía responsabilidad en la represión de nombre
Podlech. Yo no lo conocía y él me contó que Podlech pertenecía a un grupo de
extrema derecha llamado Patria y Libertad. Podlech era el fiscal militar de
Temuco en esa época. Fue detenido en España en 2011 y extraditado a Italia.
Pero en la península, luego de varios meses, fue dejado en libertad por falta
de pruebas. Ha sido acusado y en algunos casos procesado en su país por varios
delitos, entre ellos por el asesinato de siete personas en el llamado “Asalto
al polvorín del regimiento”, por la muerte de un médico y por la muerte de un
abogado. Todos estos hechos ocurrieron en 1973.
Omar y él, contó además el médico testigo, hicieron un pacto: si uno de
ellos moría, el otro habría tratado de dar una mano a la familia. Ambas
familias tenían niños pequeños. “Estábamos generalmente despiertos hasta la una
o dos de la mañana. Entonces apagábamos la luz seguros de que no iban a venir a
buscarnos. Pero una noche, poco antes de las dos, llegaron, encendieron todas
las luces y dijeron a Venturelli que agarrara todas sus casa porque se iba.
Todos sabíamos que si uno salía no volvía más”, dijo Barudy embargado por la
emoción pese a los más de 40 años transcurridos.
Poco después del traslado de Venturelli llegó a la cárcel de Temuco un
prisionero que había estado en la base aérea de Maquehue, usada como lugar de
torturas y desde donde partían las expediciones militares de la llamada
Caravana de la Muerte –dirigida por el general Nelson Arellano Stark, uno de
los 11 acusados en este juicio– para aniquilar opositores a lo largo de Chile.
La Caravana de la Muerte asesinó a más de 100 personas en distintas localidades
chilenas. El hombre contó que, mientras estaba vendado, escuchó a otro hombre
que gritaba: “Soy Omar Venturelli. Estoy muy mal. Me matarán”.
Dejando de lado las emociones, María Paz Venturelli declaró a Página/12 que
la del jueves le había parecido una buena audiencia. “Logramos poner juntos
varios pedacitos que se necesitaban para una mayor precisión. Para el caso de
los chilenos tenemos bastantes antecedentes ahora. Los testigos fueron muy
claros y precisos, sobre todo los testimonios de Barudy y Mireya. El de Barudy
porque fue quien estuvo junto a mi papá en la cárcel y tiene los recuerdos muy
claros. El de Mireya fue muy importante parta reconstruir los cargos que tenían
ciertos acusados en el momento de las desapariciones o asesinatos de los cuatro
chilenos. Yo espero que podamos tener una sentencia antes del verano (europeo).”
La familia de María Paz vivió dos años de juicio en Roma, a partir de 2009,
contra el ex juez militar Oscar Alfonso Podlech por la desaparición de su
padre. Y todo quedó en nada. Fue dejado en libertad por falta de pruebas. La
madre de María Paz y esposa de Venturelli, falleció en Bolonia poco después del
fracasado juicio Podlech. Su abuelo había iniciado un proceso en Chile y otro
en la década del 80, pero los dos fueron cerrados porque los culpables fueron
amnistiados. “Espero que en Italia al menos los condenen”, concluyó.
Pero sigue siendo válida la pregunta que se hace el periodista italiano
Paolo Brogi en su blog que publica muchas cosas sobre el juicio Cóndor:
“¿Logrará este proceso restituir un mínimo de justicia a estas víctimas,
condenando a personajes como Arellano Stark que viven tranquilamente en el país
que una vez devastaron profundamente?
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