La guerra como un arma política
Charles M. Blow
The New York Times
12 de abril de 2017
Nueva York – Donald Trump le ha dado la espalda a
casi todo lo que ha dicho acerca de la participación militar estadounidense en
Siria y lanzó casi 60 misiles en una base aérea en el país.
La declaración oficial de Trump afirmó que la
acción fue en respuesta al monstruoso ataque con armas químicas del presidente
sirio Bashar Assad contra su propio pueblo.
Pero la declaración también fue más allá en la
ficción del miedo a menudo promocionado para reforzar las misiones
humanitarias: "Es en este vital interés de seguridad nacional de los
Estados Unidos para prevenir y disuadir la propagación y el uso de armas
químicas mortales".
Esto tiene ecos de la advertencia de George W.
Bush sobre las "armas de destrucción masiva" de Saddam Hussein, una
mentira que nos llevó a una guerra cerca de la decadencia.
El mundo en general, y en particular Estados
Unidos, tiene una forma de ser subjetivo sobre cuáles atrocidades merecen
respuestas y cuáles no. Estas decisiones pueden ser caprichosas en el mejor de
los casos y camuflajes calculados para los motivos ocultos en el peor.
Los actos de guerra pueden usarse como armas
políticas. Pueden distraer la atención, calmar la acritud, aumentar el apetito
por el gasto militar y dar un impulso a las calificaciones de aprobación en
declive. Este efecto está bien documentado por los encuestadores.
Como escribió Gallup en 2001 después del ataque
del 9/11: "Tras los ataques terroristas, la aprobación estadounidense del
trabajo del presidente George W. Bush ha aumentado al 86 por ciento, la cuarta
mayor tasa de aprobación jamás medida por Gallup en las seis décadas de tal evaluación.
Sólo los presidentes George H.W. Bush y Harry
Truman recibieron calificaciones más altas, el de Bush, padre, dos veces
durante la Guerra del Golfo, con 89 por ciento (el más alto jamás) y 87 por
ciento de calificaciones, y Truman con 87 por ciento justo después de los
alemanes se rindieron en la Segunda Guerra Mundial.
Es fácil vender el heroísmo de una misión
humanitaria o el temor al terror o los dos en tándem, como intentó Trump en
este caso. La tentación de desatar la masiva máquina de guerra de Estados
Unidos es seductora y adictiva.
Ponga ese poder en las manos de un hombre como
Trump, que opera más en el impulso y la intuición que el intelecto, y el mundo
debe temblar.
Por muy justos que podamos sentirnos por castigar
a Assad, Siria es un nido de náufragos de fuerzas hostiles a América: Assad, Rusia
e Irán en un flanco e ISIS en otro. No puedes herir a una facción sin ayudar al
otro. De esta manera, Siria es un estado inviable.
Hemos recorrido este camino antes. Justo sobre el
horizonte hay una colina: empinada y engrasada con motivos políticos, ambiciones
militares, sangre americana y recursos públicos malgastados.
Tener dudas en el caso de una posible
intervención militar en Siria no es un signo de debilidad; por el contrario, es
una muestra de prudencia aprendida con dureza.
Fuente: http://diario.mx/Opinion_El_Paso/
2017-04-11_7d357db1/la-guerra-como-un-arma-politica/
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