La Doctrina Pompeo: Cómo hacerse con los recursos del Ártico, ahora accesibles debido al cambio
climático (¡sin mencionar esas palabras!)
Michael T. Klare
counterpuch
29 de septiembre de 2019
Donald Trump ocupó los titulares como de costumbre, pero no nos engañemos. Lo de este
agosto no fue el trumpismo en acción, sino algo a lo que todos deberíamos
empezar a referirnos como la Doctrina Pompeo. Sí, me refiero al Secretario de
Estado Mike Pompeo que, en lo que respecta a la región del Ártico, tiene en
mente mucho más que comprar Groenlandia.
A mediados de agosto, como probablemente nadie olvidará, el presidente Trump
sorprendió a los observadores internacionales al expresar su interés en comprar
Groenlandia, una región semi-autónoma de Dinamarca. La mayoría de los
comentaristas vieron el movimiento como un ejemplo más del comportamiento cada
vez más errático del presidente. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen,
calificó la noción de tal venta como "absurda", lo que llevó a Trump,
en un estallido de cólera, a calificar sus comentarios de
"desagradables" y a cancelar una visita de estado a Copenhague.
Sin embargo, una mirada más profunda a ese incidente y a los movimientos de la
administración relacionados con el mismo sugiere una interpretación bastante
diferente de lo que está sucediendo, con una inmensa importancia para el
planeta e incluso la civilización humana. Bajo el impulso de Mike Pompeo, la
Casa Blanca ve cada vez más el Ártico como un escenario clave para la futura
competencia entre las grandes potencias, siendo el premio final un tesoro
extraordinario de valiosos recursos, tales como petróleo, gas natural, uranio, zinc,
mineral de hierro, oro, diamantes y minerales de tierras raras. Añadamos un
factor más: aunque es probable que nadie en la administración mencione el
término prohibido "cambio climático" o "crisis climática",
todos entienden perfectamente que el calentamiento global es lo que hace
posible esta lucha por los recursos.
No es la primera vez que las grandes potencias prestan atención al Ártico. Esa región
tuvo cierta importancia estratégica durante el período de la Guerra Fría,
cuando tanto Estados Unidos como la Unión Soviética planearon usar sus cielos
como pasillos para misiles y bombarderos con armas nucleares, enviados para
atacar objetivos al otro lado del globo. Desde el final de esa era, sin
embargo, ha sido en gran medida olvidado. Las frías temperaturas, las tormentas
frecuentes y las aguas llenas de hielo impidieron la mayoría de los viajes
aéreos y marítimos normales, por lo que, aparte de los pocos pueblos indígenas
que se habían adaptado durante mucho tiempo a tales condiciones, ¿quién querría
aventurarse allí?
Sin embargo, el cambio climático ya está alterando la situación de manera drástica:
las temperaturas están aumentando más rápidamente en el Ártico que en cualquier
otro lugar del planeta, derritiendo partes de la capa de hielo polar y exponiendo
aguas e islas antes inaccesibles, al desarrollo comercial. Se han descubierto
reservas de petróleo y gas natural en aguas anteriormente (pero ya no)
cubiertas por hielo marino la mayor parte del año. Mientras tanto, están
surgiendo nuevas oportunidades mineras en, sí, ¡Groenlandia! Preocupado ante la
posibilidad de que otros países, entre ellos China y Rusia, puedan cosechar los
beneficios de una zona tan alterada por el clima, la administración Trump ha
lanzado ya una iniciativa global para garantizar el dominio estadounidense
allí, incluso a riesgo de futuros enfrentamientos y conflictos.
La pugna por los recursos del Ártico se inició a principios de este siglo cuando
las principales empresas de energía del mundo, lideradas por BP, ExxonMobil,
Shell y el gigante ruso del gas, Gazprom, comenzaron a explorar en busca de
reservas de petróleo y gas en áreas a las que solo recientemente se pudo
acceder al retirarse el hielo marino. Esos esfuerzos cobraron impulso en 2008,
después de que el Servicio Geológico de EE. UU. publicara un informe, Evaluación de los recursos
del círculo ártico, indicando que hasta un tercio del petróleo y el gas no
descubiertos del mundo se encuentran en áreas al norte del Círculo Polar
Ártico. Se dice que gran parte de esta abundancia de combustibles fósiles sin
explotar se encuentra bajo las aguas árticas contiguas a Alaska (es decir, los
Estados Unidos), Canadá, Groenlandia (controlado por Dinamarca), Noruega y
Rusia, los llamados “Los cinco del Ártico".
Según el derecho internacional existente, codificado en la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), las naciones costeras tienen derecho a
explotar los recursos submarinos hasta 200 millas náuticas de su costa (y más
allá si su plataforma continental se extiende más allá de eso). Los Cinco del
Ártico han reclamado su derecho a esas aguas como "zonas económicas
exclusivas" (ZEE) o, en el caso de los Estados Unidos (que no ha
ratificado UNCLOS), han anunciado su intención de hacerlo. La mayoría de las reservas
conocidas de petróleo y gas se encuentran dentro de esas ZEE, aunque se cree
que algunas se encuentran en áreas superpuestas o incluso disputadas más allá
de ese límite de 200 millas, incluida la propia región polar. Por supuesto,
quien posee Groenlandia posee el derecho a desarrollar su ZEE.
En su mayor parte, los Cinco del Ártico han afirmado su intención de resolver por
medios pacíficos cualquier disputa que surja por reclamaciones impugnadas, que
es el principio operativo detrás de la formación en 1996 del Consejo Ártico,
una organización intergubernamental para estados con territorio por encima del
círculo polar ártico (los Cinco del Ártico, Finlandia, Islandia y Suecia). Con
reuniones cada dos años proporciona un foro en el que, al menos teóricamente,
los líderes de esos países y los pueblos indígenas que viven allí pueden
abordar problemas comunes y trabajar en soluciones cooperativas y de hecho ha
ayudado a amortiguar las tensiones en la región. Sin embargo, en los últimos
años ha resultado cada vez más difícil aislar el Ártico de las crecientes
hostilidades de Estados Unidos (y la OTAN) hacia Rusia y China, o de la lucha
global por recursos vitales. En mayo de 2019, cuando Pompeo dirigió una
delegación estadounidense a la reciente reunión del consejo en Rovaniemi,
Finlandia, la hostilidad y la necesidad de hacerse con los futuros recursos ya
se habían puesto de manifiesto.
Cosechando las riquezas del Ártico
Un fórum que generalmente no va más allá de declaraciones anodinas sobre la
cooperación internacional y la gestión ambiental adecuada saltó por los aires
en la última reunión del Consejo del Ártico en mayo cuando Pompeo pronunció un
discurso descaradamente belicoso y provocativo que merece mucha más atención de
la que recibió en ese momento. Así que hagamos un pequeño recorrido por lo que
puede convertirse en una proclamación histórica (en el más sombrío de los
sentidos) de una nueva doctrina de Washington respecto al Lejano Norte.
"En sus primeras dos décadas, el Consejo del Ártico se ha permitido el lujo de
centrarse casi exclusivamente en la colaboración científica, en asuntos
culturales, en la investigación ambiental", comenzó suavemente el
secretario de Estado. Todos ellos, dijo, “temas importantes, muy importantes, y
debemos continuar haciéndolo. Pero ya no podemos permitirnos ese lujo. Estamos
entrando en una nueva era de compromiso estratégico en el Ártico, llena de
nuevas amenazas para el Ártico y sus territorios y para todos nuestros
intereses en esa región".
En lo que resultó ser un discurso ultra duro, Pompeo afirmó que ahora estábamos en
una nueva era en el Ártico. Debido a que el cambio climático -una frase que por
supuesto Pompeo nunca pronunció- está posibilitando cada vez más la explotación
de la gran riqueza de recursos de la región, ahora está oficialmente en marcha
una lucha para obtener su control. Esta competencia por los recursos se ha
complicado inmediatamente con una creciente confrontación geopolítica entre
Estados Unidos, Rusia y China, generando nuevos riesgos de conflicto.
Sobre el tema de la explotación de recursos, Pompeo difícilmente pudo contener su
entusiasmo. Refiriéndose a la burla que recibió William Seward por la compra de
Alaska en 1857, declaró:
"Lejos del árido país que muchos pensaron que era en la época de Seward, el Ártico
está en cabeza de la oportunidad y la abundancia. Alberga el 13% del petróleo
sin descubrir del mundo, el 30% de su gas sin descubrir y una gran cantidad de
uranio, minerales de tierras raras, oro, diamantes y millones de kilómetros cuadrados
de recursos sin explotar“.
Igualmente interesante consideró la posibilidad de aumentar enormemente el comercio
marítimo a través de las rutas comerciales trans-árticas recientemente
descongeladas que unirán la región euro-atlántica con Asia. “Las reducciones
constantes en el hielo marino están abriendo nuevos pasillos y nuevas
oportunidades para el comercio”, dijo entusiasmado. "Esto podría reducir
el tiempo necesario para viajar entre Asia y Occidente en hasta 20 días ... Las
rutas marítimas del Ártico podrían llegar a ser [los] Canales de Suez y Panamá
del siglo XXI". Que tales "reducciones constantes en el hielo
marino" son consecuencia únicamente del cambio climático no lo mencionó,
como tampoco mencionó otra realidad de nuestro mundo en calentamiento. Si el
Ártico algún día realmente se convierte en el equivalente nórdico de un pasaje
tropical como los canales de Suez o Panamá, eso probablemente significará que
partes de esas áreas del sur se habrán convertido en equivalentes de desiertos inhabitables.
A medida que surgen nuevas oportunidades comerciales y de perforación, afirmó
Pompeo, Estados Unidos tiene la intención de ser el primero en capitalizarlas.
Luego comenzó a presumir sobre lo que la administración Trump ya había logrado,
incluida la promoción de la expansión de la perforación de petróleo y gas en
aguas marinas y también la libertad de "exploración de energía en el
Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico", un tramo prístino del
norte de Alaska apreciado por los ecologistas como un santuario para caribúes
migrantes y otras especies en riesgo. Prometió que se han programado esfuerzos
adicionales para explotar los recursos vitales de la región en los próximos años.
Un nuevo escenario para la competencia (y peor)
Idealmente, señaló Pompeo plácidamente, la competencia por los recursos del Ártico se
llevará a cabo de manera ordenada y pacífica. Estados Unidos, aseguró a sus
oyentes, cree en "una competencia libre y justa, abierta, bajo el imperio
de la ley". Pero otros países, agregó ominosamente, especialmente China y
Rusia, no cumplirán con ese reglamento casi nunca y, por lo tanto, debe estar
sujeto a una cuidadosa supervisión y si es necesario, a una acción punitiva.
China, señaló, ya está desarrollando rutas comerciales en el Ártico y estableciendo
allí lazos económicos con naciones clave. A diferencia de los Estados Unidos
(que ya tiene múltiples bases militares en el Ártico, incluida una en Thule en
Groenlandia y por lo tanto tiene una presencia bien establecida allí) Beijing,
afirmó Pompeo, está utilizando subrepticiamente una actividad supuestamente
económica con propósitos militares, que incluye, de manera ominosa, el
espionaje de submarinos de misiles balísticos norteamericanos que operan en la
región, al mismo tiempo que intimidan a sus socios locales para su consentimiento.
Luego citó eventos en el lejano Mar del Sur de China, donde los chinos han
militarizado una serie de pequeñas islas deshabitadas (dotándolas de pistas de
aterrizaje, baterías de misiles y similares) y Estados Unidos ha respondido
enviando sus buques de guerra en aguas adyacentes, para advertir sobre futuros
enfrentamientos militares similares y posibles enfrentamientos en el Ártico.
“Debemos preguntarnos si queremos que el Océano Ártico se transforme en un nuevo
Mar del Sur de China, cargado de militarización y de reclamaciones
territoriales". La respuesta, aseguró a sus oyentes, es "bastante
clara" (y estoy seguro de que pueden adivinar cual es).
El secretario de Estado utilizó después un lenguaje aún más fuerte al describir el
"comportamiento agresivo de Rusia en el Ártico". En los últimos años,
afirmó, los rusos han construido cientos de nuevas bases en la región, junto
con nuevos puertos y capacidades de defensa aérea. "Rusia ya está dejando
allí huellas de nieve en forma de botas militares", una amenaza que no se
puede ignorar. “El hecho de que el Ártico sea un lugar salvaje no significa que
deba convertirse en un lugar sin ley. No tiene por qué ser así. Y estamos
listos para asegurarnos de que no lo sea”.
Y aquí llegamos al centro del mensaje de Pompeo: Estados Unidos, por supuesto,
"responderá" reforzando su propia presencia militar en el Ártico para
proteger mejor los intereses de Estados Unidos, mientras contrarresta las
incursiones chinas y rusas en la región:
“Bajo el presidente Trump estamos fortaleciendo la seguridad y la presencia diplomática de Estados Unidos en el
área. Por el lado de la seguridad, en parte en respuesta a las actividades
desestabilizadoras de Rusia, estamos organizando ejercicios militares,
fortaleciendo nuestra presencia de fuerzas, reconstruyendo nuestra flota
rompehielos, ampliando los fondos de la Guardia Costera y creando un nuevo
puesto militar de alto rango para Asuntos del Ártico dentro de nuestro propio ejército"
Para enfatizar la sinceridad de la administración, Pompeo señaló las maniobras
militares más grandes de la OTAN y el Ártico de los Estados Unidos desde la era
de la Guerra Fría, el ejercicio recientemente terminado "Trident
Juncture" (al que se refirió incorrectamente como “Trident
Structure") que involucra a unas 50,000 tropas. Aunque el escenario
oficial para Trident Juncture hablaba de una fuerza "agresora" no
identificada, pocos observadores dudan de que el equipo aliado estaba reunido
para repeler una hipotética invasión rusa de Noruega, donde tuvo lugar el
combate simulado.
La realización de la Doctrina
He aquí las líneas generales de la nueva Doctrina Pompeo, centrada en el tema
verdaderamente prohibido de la administración Trump: la crisis climática. De la
manera más pugnaz imaginable, esa doctrina plantea un futuro de competencia y
conflicto sin fin en el Ártico, que se vuelve cada vez más intensa a medida que
el planeta se calienta y se derrite la capa de hielo. La noción de un
enfrentamiento de Estados Unidos con los rusos y los chinos en el extremo
norte, mientras explota los recursos naturales de la región, ha estado
circulando de forma clara en Washington. En agosto, obviamente se había
convertido ya en un lugar común en la Casa Blanca (por no hablar del Consejo de
Seguridad Nacional y el Pentágono) para que el presidente ofreciera comprar Groenlandia.
Y cuando se trata de recursos y futuros conflictos militares, no era una idea tan
estrafalaria. Después de todo, Groenlandia tiene abundantes recursos naturales y
también alberga esa base estadounidense en Thule. Una reliquia de la Guerra
Fría, la instalación de Thule, principalmente una base de radar, ya se está
modernizando, a un costo de unos $ 300 millones, para rastrear mejor los
lanzamientos de misiles rusos. Pompeo expuso que funcionarios clave en
Washington claramente ven Groenlandia como un territorio valioso en la lucha
geopolítica emergente, una evaluación que también claramente se ha abierto paso
en la conciencia del presidente Trump.
Islandia y Noruega también juegan papeles clave en el nuevo cálculo estratégico de
Pompeo y del Pentágono. Otra antigua instalación de la Guerra Fría, una base en
Keflavik en Islandia ha sido ocupada por la Marina y ahora se está utilizando
en misiones de guerra antisubmarina. Mientras tanto, el Cuerpo de Marines ha
estacionado cientos de tropas de combate en bases cerca de Trondheim, Noruega,
el primer despliegue permanente de soldados extranjeros en suelo noruego desde
la Segunda Guerra Mundial. En 2018, el Pentágono incluso reactivó la extinta
Segunda Flota de la Marina, asignándole la responsabilidad de proteger el
Atlántico Norte y las cercanías marítimas del Ártico, incluidas las colindantes
con Groenlandia, Islandia y Noruega. Considerémoslo como signos de tiempos de calentamiento.
Y todo esto es claramente solo el comienzo de un importante desarrollo y pruebas
periódicas de la capacidad del ejército de los EE.UU. para operar en el extremo
norte. Como parte del Ejercicio Trident Juncture, por ejemplo, el portaaviones
Harry S. Truman y su flotilla de naves de apoyo fueron enviados al Mar de
Noruega, la primera vez que un grupo de batalla de portaaviones de EE.UU.
navega en el Círculo Polar Ártico desde que la Unión Soviética implosión en
1991. De manera similar, recientemente el secretario de la Marina Richard
Spencer anunció planes para enviar buques de guerra de superficie en misiones
trans-árticas, otro nuevo movimiento militar. (Este tipo de navegación los
submarinos nucleares de EE. UU. lo realizan regularmente, navegando por debajo
del hielo marino).
La ironía del derretimiento ártico
Aunque el Secretario Pompeo y sus subordinados nunca mencionan el término cambio
climático, cada aspecto de su nueva doctrina es producto de ese fenómeno. A
medida que la humanidad lance más y más gases de efecto invernadero en la
atmósfera y las temperaturas globales sigan aumentando, la capa de hielo del
Ártico seguirá disminuyendo. Eso, a su vez, posibilitará cada vez más la
explotación de las abundantes reservas de petróleo y gas natural de la región,
lo que conducirá a una mayor quema de combustibles fósiles, un mayor
calentamiento y una fusión cada vez más rápida. En otras palabras, la Doctrina
Pompeo es una fórmula para la catástrofe.
Añadamos a este evidente abuso del planeta la probabilidad de que el aumento de las
temperaturas y el aumento de las tormentas hagan que la extracción de petróleo
y gas en algunas partes del mundo sea cada vez menos viable. Actualmente muchos
científicos creen que es probable que las temperaturas diurnas de verano en las
zonas productoras de petróleo de Oriente Medio, por ejemplo, alcancen promedios
de 120 grados Fahrenheit en 2050, lo que hace que la mayoría del trabajo humano
al aire libre sea mortal. Al mismo tiempo, el aumento de huracanes violentos y
otras tormentas tropicales que pasan sobre las aguas cada vez más cálidas del
Atlántico y el Golfo de México podrían poner en peligro la operación continua
de sus plataformas de alta mar (así como en otras áreas de perforación
igualmente propensas a tormentas). A menos que para entonces la humanidad se
haya convertido a los combustibles alternativos, el Ártico puede ser visto como
la principal fuente mundial de combustibles fósiles, intensificando la lucha
por controlar sus recursos vitales.
Quizás ningún aspecto de la respuesta de la humanidad a la crisis climática sea más
diabólico que éste. Cuanto mayor sea el número de combustibles fósiles que
consumimos, más rápidamente modificaremos el Ártico, invitando a una mayor
extracción de tales combustibles y su contribución al calentamiento global. Con
otras regiones cada vez menos capaces de mantener una economía de extracción de
combustibles fósiles, una adicción continua al petróleo asegurará la desolación
del otrora prístino Extremo Norte a medida que se transforma en un escenario
estilo Pompeo para un conflicto en llamas y el desastre de la civilización.
(Este artículo apareció por primera vez en TomDispatch).
Michael T. Klare es profesor de estudios sobre paz y
seguridad mundiales en el Hampshire College. Su libro mas reciente es "The
Race for What’s Left".
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/la-doctrina-pompeo-como-hacerse-con-los-recursos-del-artico-ahora-accesibles-debido-al-cambio
Traducción: Anna Maria Garriga Tarré
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