La CIA expande la búsqueda de
talibanes y sus operativos en Afganistán
THOMAS GIBBONS-NEFF, ERIC SCHMITT y ADAM GOLDMAN
The
New York Times.es
25 de octubre de 2017
Unos soldados del Ejército afgano en 2013.
La CIA está expandiendo sus operaciones encubiertas en Afganistán, al enviar
equipos pequeños de oficiales y contratista con gran experiencia para pelear
junto a las fuerzas afganas. Credit Daniel Berehulak para The New York Times
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WASHINGTON — La Agencia Central de Inteligencia (CIA) está expandiendo sus operaciones
encubiertas en Afganistán ya que, según dos funcionarios estadounidenses de
alto nivel, envía pequeños equipos de agentes y contratistas altamente experimentados
para que trabajen en colaboración con las fuerzas afganas, con el objetivo de
cazar a los militantes talibanes por todo el país. Lo cual constituye la
muestra más reciente del lugar cada vez más integral de la CIA en la estrategia
antiterrorista del presidente Trump.
La tarea marca un cambio de rumbo para la CIA en Afganistán, donde principalmente
se había centrado en derrocar a Al Qaeda y en ayudar al servicio de
inteligencia afgano. Tradicionalmente, la CIA se ha resistido a ejecutar
campañas abiertas contra el Talibán, el principal grupo guerrillero del país,
creyendo que era un desperdicio del tiempo y de los recursos de la agencia,
además de que pondría a los oficiales en un mayor riesgo dado que tenían que
embarcarse en misiones con mayor frecuencia.
Exfuncionarios de la agencia afirman que el ejército, con sus vastos recursos y personal, está
mejor preparado para llevar a cabo contrainsurgencias a gran escala. La
división paramilitar de la CIA, que ha asumido la tarea, solo cuenta con cientos
de integrantes desplegados por todo el mundo. En Afganistán, la lucha contra el
Estado Islámico también ha desviado activos de la CIA.
La expansión refleja el rol asertivo de la CIA bajo su nuevo director, Mike
Pompeo, para combatir a los insurgentes de todo el mundo. La agencia ya está a
punto de ampliar su programa de ataques encubiertos con drones en Afganistán,
que principalmente se había centrado en las regiones tribales de Pakistán, con
ataques ocasionales en Siria y Yemen.
“No podemos llevar a cabo nuestra misión si no somos agresivos”, dijo Pompeo en una
conferencia sobre seguridad este mes en la Universidad de Texas. “Es
implacable, firme. Ustedes elijan la palabra. Cada minuto tenemos que
concentrarnos en aplastar a nuestros enemigos”.
La CIA declinó hacer comentarios sobre su participación más extensa en Afganistán, en
la que pondrá a más militantes talibanes de menor perfil en la mira. Sin
embargo, la misión es un reconocimiento tácito de que para llevar a los
talibanes a la mesa de negociación —un componente clave de la estrategia de
Trump para el país— Estados Unidos necesitará combatir agresivamente a los insurgentes.
Al describir sus políticas para Afganistán y el resto del sur de Asia este verano,
Trump prometió flexibilizar las restricciones para cazar a los terroristas.
“Estos asesinos necesitan saber que no tienen dónde esconderse, que ningún lugar está
más allá del alcance del poder y de las armas estadounidenses”, declaró Trump.
“El castigo será rápido y poderoso”.
La participación ampliada de la CIA aumentará las misiones que llevan a cabo las
unidades militares, lo cual quiere decir que la participación más extensa de
combate de Estados Unidos en Afganistán estará oculta del público. En el
momento más álgido del conflicto, las tropas de Operaciones Especiales de
Estados Unidos cazaron a los fabricantes de bombas del Talibán, incluso con
ataques nocturnos. Ahora, con las fuerzas de comando afganas y sus socios
occidentales centrándose principalmente en recuperar territorio en manos del Talibán
y el Estado Islámico, los equipos de la agencia se concentrarán en este tipo de
amenazas, según dijeron los oficiales.
El nuevo esfuerzo estará encabezado por pequeñas unidades conocidas como equipos
de persecución antiterrorista. Estos equipos serán gestionados por oficiales
paramilitares de la División de Actividades Especiales de la CIA y agentes de
la Dirección Nacional de Seguridad, una fuerza de inteligencia afgana, e
incluyen tropas estadounidenses del Comando de Operaciones Especiales Conjuntas.
Sin embargo, la mayoría de las fuerzas estarán compuestas por miembros de
milicias afganas.
Durante años, el trabajo principal de los oficiales paramilitares de la CIA en el país
ha sido capacitar a las milicias afganas. La CIA también ha usado a miembros de
estas milicias locales para desarrollar redes de informantes y recabar
información.
Los comandos estadounidenses —que forman parte del programa Omega del Pentágono,
que envía fuerzas de Operaciones Especiales a la CIA— permiten a las milicias
afganas trabajar junto con tropas convencionales al incluir ataques aéreos y
evacuaciones médicas.
En el pasado, los equipos antiterrorismo de persecución han operado en las provincias
del sur de Afganistán y cerca de su frontera montañosa con Pakistán en el noreste,
algunas veces incluso han llevado a cabo operativos para ir en busca de
combatientes del otro lado de la frontera. A medida que el Ejército
estadounidense disminuyó su presencia en Afganistán en 2014, los equipos
continuaron realizando misiones en ciudades afganas y en la provincia
circundante con mayor autonomía. Las unidades desde siempre han tenido amplia
influencia en el campo de batalla y se les había acusado de matar civiles
afganos indiscriminadamente en operativos y ataques aéreos.
“Al pueblo estadounidense no le importa si hay equipos de la CIA librando una
guerra encubierta ahí”, comentó Ken Stiles, exoficial antiterrorismo de la
agencia. “Les preocupa si hay 50.000 tropas estadounidenses desplegadas”.
Un funcionario estadounidense de alto nivel reconoció que el alcance de la nueva
directriz requeriría más personal y que tomaría tiempo aumentar la cantidad de
efectivos y equipos para efectuar esas misiones en Afganistán. No obstante, el
funcionario insistió en que la agencia estaba comprometida a usar su nueva
autoridad para redoblar sus ataques en paralelo con mayores operaciones
militares terrestres y aéreas.
Pompeo comentó en Texas que Trump había autorizado a la agencia “tomar riesgos” en sus
esfuerzos para combatir insurgentes, “siempre y cuando estuvieran justificados”
con la meta general de “hacer a la CIA más rápida y agresiva”.
Esos riesgos pueden ser mortales. Desde 2001, al menos dieciocho agentes de la CIA
han muerto en Afganistán, una cifra casi similar a la de los agentes que murieron
en Vietnam y Laos hace casi medio siglo. Siete de esos agentes asesinados en
Afganistán formaban parte de la División de Actividades Especiales, además de
tres agentes veteranos que murieron el año pasado en el este de Afganistán.
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