ENTREVISTA
Kristin du Mez, historiadora: “El evangelicalismo blanco
conservador acaba apoyando el autoritarismo”
“Los evangélicos han construido este movimiento reaccionario de derecha y ahora la ideología en sí es la que
tiene el poder”, dice la autora de 'Jesús y John Wayne: cómo los evangélicos
blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación'
Kristin Kobes du Mez, autora del libro 'Jesús y John
Wayne: cómo los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una
nación' |
Javier Biosca Azcoiti
elDiario.es
9 de febrero de 2023
Actualizado el 10/02/2023
Kristin Kobes du Mez es profesora de historia y estudios
de género en la Universidad Calvin (Michigan), está especializada en la
intersección de género, religión y política y lleva años estudiando el
movimiento evangélico blanco y conservador en EEUU que, más que “un conjunto de
”creencias teológicas“, argumenta, es un ”movimiento cultural“ reaccionario que
ha impregnado el Partido Republicano y que se ha extendido por otros países,
como Brasil. Un fenómeno que la autora analiza en el libro 'Jesús y John Wayne: cómo los
evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación' (Capitán
Swing), que se acaba de publicar en español.
Trump no parece la mejor persona para representar la moral cristiana, ¿no? ¿Por qué se convirtió en el candidato de
los evangélicos blancos?
Eso es lo que todo el mundo se preguntaba en 2016: ¿cómo
pudieron los evangélicos traicionar sus valores para votar a Donald Trump? Como
historiadora, sabía que esa pregunta no era la correcta y mostraba que la gente
no entendía realmente cuáles eran sus valores.
Históricamente, se puede ver que en el núcleo de la
política de valores familiares evangélicos se ha reivindicado durante mucho
tiempo la autoridad patriarcal blanca. En los años 60, por ejemplo, la política
de valores familiares emerge contra el movimiento de derechos civiles. Muchos
evangélicos se resistían a esos esfuerzos en el sur, defendían las escuelas
segregadas y estaban en contra del movimiento feminista y del movimiento contra
la guerra. En su visión, había una cosa que iba a arreglar todos esos
problemas: la autoridad patriarcal blanca.
Esto siempre ha estado vinculado en EEUU al nacionalismo
cristiano, es decir, la idea de que EEUU fue fundado como una nación cristiana
y tiene que ser defendida como tal. Y para que la América cristiana defienda el
cristianismo y a Dios mismo, hay que ser duro y luchar contra todas estas
amenazas. Estas cosas van de la mano: el ideal de masculinidad como guerrero y
la idea de la necesidad de defender la verdadera fe. Sus enemigos son externos
en el marco de la Guerra Fría, pero también internos: liberales, secularistas y
el Partido Demócrata. Cuando eso entra en la ecuación, todo tiene sentido.
Donald Trump era en realidad el mejor candidato porque no
estaba limitado por la virtud cristiana tradicional: cosas como el autocontrol,
la dulzura, el amor... Él era el hombre ideal. Era el ungido de Dios
precisamente porque haría todo lo que hiciera falta.
¿Dónde está el origen de este tipo de masculinidad cristiana evangélica?
Si nos remontamos al siglo XIX podemos ver que otros
ideales de masculinidad eran mucho más comunes en el evangelismo
estadounidense, como la moderación amable, aunque en el sur de Estados Unidos
estaba más presente esa cultura del honor y ahí sí se ve más la autoridad
masculina sobre las mujeres, los niños y los esclavos como la forma dominante
de hombría cristiana. Con el tiempo, se puede ver cómo estos dos modelos se
fusionan a principios del siglo XX en una especie de abrazo común de una
masculinidad blanca más dura. No solo los protestantes conservadores abrazan
este modelo, sino también los liberales.
Los evangélicos han construido este tipo de movimiento reaccionario de derecha de tal manera que la ideología en sí
es la que ahora tiene el poder. Es una especie de movimiento populista
Las cosas no siempre han sido como son ahora. Durante la
Primera Guerra Mundial había muchos protestantes liberales militaristas que
apoyaban el esfuerzo de guerra y este tipo de masculinidad ruda. Igualmente
había algunos protestantes conservadores que hacían lo mismo, pero también
había protestantes conservadores que eran pacifistas, que rechazaban la guerra
y que no eran nacionalistas cristianos.
Al final de la Primera Guerra Mundial, eso cambia. Los
liberales son humillados, ven que la masacre no ha valido la pena y son los
fundamentalistas los que realmente abrazan la militancia y una especie de
masculinidad agresiva, pero no reciben mucha atención. Parecen marginados hasta
la década de 1940. Durante la Segunda Guerra Mundial, y especialmente a
principios de la Guerra Fría, empiezan a promover el nacionalismo cristiano y
lo que, según ellos, son los roles de género tradicionales.
¿Tiene algo que ver esta evolución con la guerra contra el comunismo de la Guerra Fría?
Exactamente. Muchos cristianos evangélicos tienden a
pensar que sus ideas de masculinidad o género vienen directamente de Dios. Sin
embargo, los historiadores de género pueden demostrar que estas ideas cambian
radicalmente con el tiempo y siempre están vinculadas a cambios económicos,
políticos y a la política exterior.
En la Guerra Fría había una amenaza comunista militar
real y los comunistas eran percibidos como anti-Dios –y hay cierta legitimidad
en esta visión–, antifamilia y antiamericanos. Estas eran las cosas que los
evangélicos más apreciaban. Fue un momento catalizador para los evangélicos.
En 1942 se creó la Asociación Nacional de Evangélicos y
tenía el plan de unir a los protestantes conservadores de todo el país con
publicaciones cristianas, radio cristiana, librerías… Es decir, utilizar los
medios de comunicación y la cultura popular para difundir su verdad. Lo logran
todo de una manera notable en los siguientes 15 años y todavía vivimos en esa realidad.
Para este movimiento, Donald Trump era el hombre ideal, el ungido de Dios que haría todo lo que hiciera falta
Sostiene que el evangelismo en este caso no es un conjunto de creencias teológicas, sino un movimiento cultural. ¿Por qué
lo dice?
La definición oficial que hacen los evangélicos de ellos
mismos es una definición teológica. El problema de esta definición es que no
describe de ninguna manera el movimiento.
En primer lugar, si se utiliza esa rúbrica teológica, la
gran mayoría de los protestantes negros de Estados Unidos marcarían todas las
casillas. Sin embargo, la gran mayoría de los protestantes negros no se
consideran evangélicos porque para ellos es mucho más que las creencias
teológicas. Tampoco participan en gran medida en el mismo tipo de cultura de
consumo: la industria editorial cristiana, la radio cristiana, la música
cristiana… Por eso van a diferentes iglesias. No es la misma comunidad y no es
la misma cultura. Además, según las encuestas de los propios evangélicos, un
alarmante número de evangélicos tiene un nivel de analfabetismo teológico
increíblemente elevado. Ni siquiera conocen su teología.
¿Es la corriente principal dentro del evangelicalismo o una especie de subcultura?
En gran medida es ambas cosas. Es una subcultura que, de
alguna manera, está oculta si no la buscas o participas en ella, pero es tan
masiva que ha influido notablemente en la política. Ha infundido totalmente el
Partido Republicano, Fox News y cadenas seculares.
¿Qué definiría a los evangélicos como movimiento político?
No se puede entender realmente el evangelicalismo blanco
sin su politización, lo que no quiere decir que todos los evangélicos blancos
sean republicanos conservadores o miembros de la derecha cristiana, pero la
mayoría sí que lo son.
El 81% de los evangélicos votaron por Trump en 2016 y las
cifras de 2020 son similares. A finales de los años 70 hubo un esfuerzo activo
para movilizar a los votantes en nombre de Reagan y, a partir de ahí ,se ha
cimentado esta lealtad al Partido Republicano. Por eso, muchos evangélicos
simplemente piensan que no se puede ser cristiano y votar demócrata.
Con una ideología que afirma que Dios está de su
lado, no hay lugar para el compromiso político. Es una mentalidad de nosotros
contra ellos
Desde 1980, los evangélicos conservadores han tratado
enérgicamente de dar forma al programa del Partido Republicano. El aborto es
uno de estos temas movilizadores, pero antes lo fue la segregación escolar. Han
encontrado una causa común en torno a una serie de cuestiones, como la
migración, a favor del muro fronterizo, las armas, contrarios al Black Lives Matter...
De hecho, cuenta que las armas son un elemento
muy importante en la cultura evangélica. ¿Por qué?
Los evangélicos son más propensos a poseer y portar armas
que otros estadounidenses. En los años 70 ya había consejos evangélicos que
decían que dejásemos a nuestros hijos jugar con armas y a enseñarles a usar
armas de fuego reales. Esto continúa hasta hoy.
Tienen la idea de que Dios ha hecho a los hombres y a las
mujeres muy diferentes y que ha llenado a los hombres de testosterona para que
puedan cumplir con su papel de protector. Esto se produce en el contexto de la
Guerra de Vietnam, de la Guerra Fría, y existía el temor de que el ejército
americano no fuera lo suficientemente fuerte. El movimiento antiguerra y el
feminismo estaban debilitando la hombría americana y poniendo a la nación en
riesgo. Entonces vieron que el papel cristiano apropiado para los hombres era
ser fuertes y saber cómo luchar y matar para proteger a la América cristiana.
Para muchos evangélicos hoy, esto es simplemente sentido común. Forma parte de
su identidad cultural.
¿Diría que son más poderosos que nunca?
Son muy influyentes, pero es difícil decir cuánto.
Volviendo a las elecciones de 1980, los evangélicos se atribuyeron todo el
mérito de la elección de Reagan. Han construido este tipo de movimiento
reaccionario de derecha de tal manera que la ideología en sí es la que ahora
tiene el poder. Es una especie de movimiento populista. Si un destacado líder
evangélico tratara de cambiar la dirección ahora de este movimiento, no lo lograría.
¿Cree que el Partido Republicano tiene que escuchar esta ideología?
En este momento, el Partido Republicano es más o menos
esta ideología y cualquier miembro republicano que intente oponerse no tendrá
éxito. Hay ejemplos como el de Liz Cheney, que dijo ‘soy uno de vosotros, mirad
mi pedigrí, y creo que tenemos que aplicar la ley a nuestro presidente’. Ya
está fuera.
El poder de cualquier evangélico para cambiar algo es
bastante insignificante en este momento. Trump eligió a Mike Pence como
vicepresidente para asegurarse el apoyo de esos evangélicos blancos, ya que
representaba bien los valores evangélicos. Sin embargo, nadie quería a Pence
antes que a Trump en esos círculos. El poder de este evangelicalismo teológico
y religioso no es grande en la esfera política, pero el poder de esa identidad religiosa,
política y cultural es increíblemente fuerte.
Kristin Kobes du Mez,
profesora de historia y estudios de género en la Universidad Calvin, Michigan.
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¿Ve alguna similitud con la experiencia del proceso, por ejemplo, en Brasil con Bolsonaro? ¿Es un fenómeno global?
Tiene un alcance global y Bolsonaro es un ejemplo clave, pero no es ni de lejos el
único. Lo que estas ideas están haciendo en estos espacios son muy similares.
Se puede ver cómo todo esto termina apoyando o puede terminar apoyando el autoritarismo
y los movimientos antidemocráticos. Y ni siquiera he mencionado a la Rusia de
Putin, donde existen el mismo tipo de similitudes.
Es un movimiento global, pero cada cultura local tiene sus propias historias y
tradiciones de patriarcado. No se trata solo de ideas de EEUU que se exportan y
dominan, sino que se reciben en estas comunidades de maneras únicas y, a veces,
eso empeora las cosas.
Volviendo al título del libro, ¿podría desarrollar un poco la idea de cómo los evangélicos blancos corrompieron una fe
y fracturaron una nación?
Corromper la fe lo digo porque muchos de ellos se definen a sí mismos a través de su
biblicismo, pero son muy selectivos a la hora de elegir a qué pasajes de la
Biblia les dan la autoridad literal y a cuáles no. Hay una gran cantidad de
enseñanzas bastante directas en las escrituras que son antiviolencia como el
poner la otra mejilla, amar a tu enemigo, amar a tu prójimo como a ti mismo, el
sacrificio personal... creen que eso no se les aplica por el nivel de amenaza
al que se enfrentan.
Y fracturar una nación, porque se puede ver la influencia de los evangélicos en la política estadounidense y dentro del
Partido Republicano. Con una ideología que afirma que Dios está de su lado, no
hay lugar para el compromiso político. Es una mentalidad de nosotros contra
ellos. Es una ideología muy divisiva que hace el compromiso increíblemente difícil.
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