Dentro del uniforme, bajo la capucha, anhelando un cambio
Kathy Kelly
teleSUR
26 de enero de 2015
Foto: Archivo
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"Una verdadera revolución de valores pondrá las manos sobre el orden mundial y dirá
a la guerra, 'Esta forma de arreglar diferencias no es justa".
De enero 4 a enero 12 del 2015, Testigos Contra la Tortura (WAT) se reunieron en Washington DC para un tiempo de ayuno y
de testimonio público, pidiendo que termine el uso de la tortura y la detención
indefinida por los Estados Unidos y para exigir el cierre, con la libertad
inmediata de aquellos que ya fueron absueltos, de la ilegal prisión
Estadounidense en Guantánamo.
Los participantes en estos ocho días de reflexión comenzaron cada día con un tiempo de reflexión. Este año, nos
pidieron que describamos brevemente a quién o lo que habíamos dejado
atrás, y si todavía lo llevábamos en nuestros pensamientos esta mañana,
yo dije que había dejado atrás un soldado imaginario de la Primera Guerra
Mundial, Leonce Boudreau.
Yo estaba pensando en el relato de Nicole d'Entremont de la Primera Guerra Mundial, Una Generación de Hojas, lectura que
acababa de terminar. Los capítulos iniciales se centran en una familia
Canadiense de ascendencia Acadia. Su amado hijo mayor, Leonce, se alista con
los militares de Canadá porque quiere experimentar la vida más allá de los
confines de una pequeña ciudad y se siente conmovido por una llamada a defender
a la inocente gente de Europa ante el avance de los guerreros "Hun".
Pronto se encuentra sumido en la horrible masacre de la guerra de trincheras
cerca de Ypres, Bélgica.
A menudo pensaba en Leonce, durante la semana de ayuno con miembros de la campaña WAT. Nos centramos, cada día, en las
experiencias y la escritura de un preso Yemení en Guantánamo, Fahed Ghazi que,
como Leonce, dejó a su familia y su pueblo para entrenarse como luchador por la
causa que él creyó era una causa noble. Quería defender a su familia, su fe y
su cultura de las fuerzas hostiles. Las fuerzas Paquistaníes capturaron a Fahed
y lo entregaron a las fuerzas Estadounidenses después que él pasó dos semanas
en un campo de entrenamiento militar en Afganistán. En ese momento tenía 17
años, era menor de edad. Fue absuelto, para su liberación de Guantánamo, en el
2007.
La familia de Leonce nunca lo volvió a ver. A la familia de Fahed le dijeron,
en dos ocasiones, que sería liberado pronto y podría reunirse con su esposa,
hija, hermanos y padres. Ser liberado significa que las autoridades
estadounidenses han decidido que Fahed no representa una amenaza a la seguridad
de las personas en los EE.UU., Fahed todavía languidece en Guantánamo, donde ha
estado encerrado desde hace 13 años.
Fahed escribe que no hay culpabilidad o inocencia en Guantánamo. Pero él
afirma que todos, incluso los guardias, conocen la diferencia entre lo correcto
y lo incorrecto. Es ilegal para él y para otros 54 presos mantenerlos
detenidos, sin cargo, una vez que han sido exonerados para su liberación.
Fahed es uno de los 122 prisioneros detenidos en Guantánamo.
Un intenso frío se había apoderado de
Washington DC durante la mayoría de los días de nuestro rápido y público
testimonio. Vestidos con varias capas de ropa, nos pusimos overoles color
naranja, colocamos capuchas negras sobre nuestras cabezas, eran nuestros
"uniformes", y caminamos en fila, con las manos atadas a
nuestras espaldas.
Dentro de la enorme sala principal de Union Station, nos alineamos a ambos
lados de una bandera enrollada. Mientras leían a gritos extractos de una de las
cartas de Fahed, en la que cuenta cómo anhela reunirse con su familia,
desplegamos un hermoso retrato de su cara. "Ahora que ya sabes”, escribió
Fahed, "no puedes darle la espalda".
La gente en los Estados Unidos ‘recibe’ una gran cantidad de ayuda para dar la espalda, apartarse. Los políticos y gran
parte de los medios de comunicación de EE.UU. manufacturan y pregonan una
visión distorsionada de la seguridad para el público Estadounidense, animando a
la gente a erradicar las amenazas a su seguridad y a exaltar y glorificar a
soldados o policías uniformados que han sido entrenados para matar o encarcelar
a cualquier persona percibida como amenaza al bienestar del pueblo de Estados
Unidos.
A menudo, las personas que se han enlistado para vestir uniformes militares o policiales estadounidenses tienen mucho en
común con Leonce y Fahed. Son jóvenes, en apuros para obtener un ingreso
económico, y con ganas de aventura.
No hay razón para exaltar automáticamente a combatientes uniformados como héroes.
Pero la sociedad humana seguramente buscara el entendimiento y la atención para cualquier persona que haya sobrevivido a
los campos de muerte de una zona de guerra. Del mismo modo, las personas en los
EE.UU. deberían ser alentados a ver a todos los detenidos en Guantánamo como
personas humanas, alguien a quien se llama por su nombre y no por su número de prisión.
Las versiones caricaturescas de la política exterior entregada al pueblo de los Estados Unidos, que designa héroes y
villanos, crea un peligroso nivel de público-poco educado, que no es
capaz de participar en la toma de decisiones democráticas.
Nicole d'Entremont escribe sobre soldados maltratados, soldados que se saben descartados en una interminable guerra sin
sentido, deseando librarse de sus uniformes. Los abrigos eran pesados, estaban
empapados, y a menudo demasiado voluminosos para luchar a través de las áreas
enredadas con alambre de púas. Las botas filtraban y los pies de los soldados
estaban siempre mojados, embarrados y con mucho dolor. Miserablemente vestidos,
miserablemente alimentados, y horriblemente atrapados en una guerra asesina,
insana, los soldados anhelaban escapar.
Me imagino que hay muchas miles de personas atrapadas en uniformes provistos por los
guerrerista
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Al ponerme el uniforme de Fahed, cada día de nuestro ayuno, podía imaginar la intensidad con que él anhela liberarse de
su atuendo de prisionero. Pensando en sus escritos, y recordando historias de
d'Entremont, extraídas de "La Guerra Para Acabar Con Todas Las
Guerras", me imagino que hay muchas miles de personas atrapadas en
uniformes provistos por los guerreristas, que entienden profundamente la
llamada del Dr. Martin Luther King por la Revolución:
“Una verdadera revolución de valores pondrá las manos sobre el orden mundial y dirá a la guerra. 'Esta forma de
arreglar diferencias no es justa’. Este asunto de quemar a los seres humanos
con napalm, de llenar los hogares de nuestro país con huérfanos y viudas, de
inyectar drogas venenosas de odio en las venas de pueblos normalmente humanos,
de enviar a casa hombres con discapacidad física y psicológicamente
trastornados desde los oscuros y sangrientos campos de batalla, no puede
reconciliarse con la sabiduría, la justicia y el amor".
**Kathy Kelly (Kathy@vcnv.org) co-coordina Voces por la No Violencia Creativa (www.vcnv.org). El 23 de enero, empezó a
cumplir una pena de 3 meses en una prisión federal por intentar entregar una
barra de pan y una carta sobre la guerra de drones al comandante de una base de
la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
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