El ‘juicio del siglo’ contra
Julian Assange: 10 razones para salvar el futuro del periodismo
12 de octubre de 2020
El ex diplomático ecuatoriano que le dio asilo político a Julian Assange informa sobre la
audiencia de extradición del periodista de WikiLeaks, y explica por qué es “el
caso más importante contra la libertad de expresión de toda una generación”.
Por Fidel Narváez
The
Grayzone
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Nota del editor: Fidel Narváez fue el consul de Ecuador en el Reino Unido entre
2010 y 2018. Ayudó a darle el asilo político a Julian Assange, y se comunicaba
regularmente con él cuando el periodista de Wikileaks estaba atrapado en la
embajada en Londres. En este artículo, Narváez relata los detalles claves de la
audiencia de extradición en septiembre de 2020.
Al término de las audiencias que buscan extraditar a los Estados Unidos al
periodista Julián Assange, el 1 de octubre, su equipo de defensa debería
sentirse triunfante pues. Porque con más de 30 testigos y testimonios, durante
todo el mes de septiembre le propinó una paliza jurídica a los fiscales que
representan a los EE.UU.
Si el caso en Londres se juzga en estricta justicia, como corresponde en un estado de derecho, esta
batalla habría sido ganada por Assange.
Sin embargo, el denominado “juicio del siglo” es, sobre todo, un juicio político y queda la sensación de que la
decisión podría estar tomada de antemano, independientemente del derecho.
La corte arrancó el 7 de septiembre del 2020 con cientos de manifestantes en los exteriores, en
contraste con las restricciones que la corte impuso al interior, en lo que es
el caso más importante contra la libertad de expresión de toda una generación.
Solo se permitió el ingreso de cinco personas en la lista de “familiares” y de cinco personas del público,
estos últimos ubicados en una sala aledaña, donde apenas se podía seguir una
transmisión de video.
La jueza Vanessa Baraitser, a cargo del caso, sin explicación convincente, revocó el acceso a la
transmisión en video que previamente había autorizado a cerca de 40
organizaciones de derechos humanos y observadores internacionales, de la talla
de Amnistía Internacional, Reporteros sin Fronteras o PEN International.
Cada día, desde las 5 de la mañana, abnegados activistas hicieron fila para que observadores como
Reporteros sin Fronteras, por ejemplo, pudieran ingresar y ocupar uno de los
cinco puestos disponibles. Gracias a ellos, y a los familiares de Assange, es
que yo logré estar en la corte para observar la mayoría de las audiencias.
El propio Assange también debió levantarse, cada día, a las 5 de la mañana para someterse, desnudo y
esposado, a humillantes inspecciones y escaneos con rayos X, antes de
embarcarse en un camión policial y atravesar el tráfico londinense por más de
una hora y media.
Para las 10 de la mañana, hora en que diariamente sesionaba la corte, Assange ya llevaba encima cinco horas
de ultraje, antes de ubicarse el resto del día en una cabina de vidrio.
Para comunicarse con sus abogados, Assange debía arrodillarse para hablarles a través de una rendija, a
escasos metros de los oídos de los abogados acusadores, algo claramente en contra
de un debido proceso.
La defensa empezó solicitando el diferimiento de las audiencias, en vista de que los EE.UU.
presentaron de última hora una nueva solicitud de extradición, con nuevos
elementos que Assange ni siquiera había podido revisar.
Durante los seis meses previos, Assange prácticamente no tuvo acceso a sus abogados. La jueza, sin
embargo, denegó cualquier diferimiento.
La defensa ha basado su estrategia en probar que existe un abuso del proceso legal en varias categorías
entrelazadas. En este extenso resumen, me permitiré exponer las 10 razones que
identifico como las más importantes contra la extradición.
Para este ejercicio me he apoyado, además, en la cobertura del reportero norteamericano Kevin Gosztola y en la del ex diplomático británico Craig Murray, junto a quien compartí asiento en la corte.
1) La acusación es por un “delito político”, no sujeto a extradición. Publicar información clasificada y
verdadera no es un crimen.
Julian Assange sería juzgado bajo la Ley de Espionaje de Estados Unidos por un “delito” típicamente político, excluido de
los acuerdos de extradición entre el Reino Unido y EE.UU.
La Fiscalía norteamericana ha advertido, además, que Assange, en su calidad de extranjero, no podría ampararse en la
Primera Enmienda estadounidense. Es decir, en EE.UU. para un extranjero aplican
los castigos, pero no las protecciones de la ley.
El director de la Fundación para la Libertad de Prensa, Trevor Timm, le dijo a la corte que la extradición
de Assange sería el “fin del periodismo de seguridad nacional” porque
criminalizaría a todos los reporteros que reciben un documento secreto.
Criticó la acusación por posesión de un “buzón seguro” (SecureDrop) como un delito, pues The Guardian,
Washington Post, New York Times y más de 80 otras organizaciones de noticias,
incluido el Comité Internacional de Periodistas de Investigación, tienen hoy
también buzones seguros.
Timm dijo que el Departamento de Justicia tiene una orientación política, que la Fiscalía no
puede decidir quién es periodista y quién no y que los cargos contra Assange
“reescribirían radicalmente” la Primera Enmienda.
Esto fue afirmado también en el testimonio escrito del director del Instituto Knight de la Primera
Enmienda en la Universidad de Columbia, Jameel Jaffer, quien aseguró que la
acusación contra Assange tiene como objetivo disuadir al periodismo que es
esencial para la democracia y representa una grave amenaza para la libertad de prensa.
El profesor de periodismo y ex reportero de investigación Mark Feldstein atestiguó que las filtraciones son
el “elemento vital” del periodismo de investigación, que la recopilación de
información clasificada es un “procedimiento operativo estándar” para los
periodistas y que las publicaciones de WikiLeaks están protegidas constitucionalmente.
El abogado estadounidense, Eric Lewis, ex profesor de derecho en la Universidad de Georgetown, aseguró que
el gobierno de Obama decidió, finalmente, no enjuiciar a Assange por lo que se
conoce como el problema del New York Times, es decir: no había forma de
procesarlo por publicar información clasificada, sin que la misma teoría se
aplicara a muchos otros periodistas.
Lewis atestiguó que la administración de Trump, de repente, decidió presionar a los fiscales del
Distrito Este de Virginia y citó un artículo del New York Times que hace
referencia a Matthew Miller, el ex portavoz del Departamento de Justicia en la
administración de Obama, que dijo que el precedente podría amenazar a todos los periodistas.
El mismo criterio expresó
ante la corte el abogado Thomas A. Durkin, ex Fiscal adjunto de los Estados
Unidos y profesor de derecho: “… que la administración Trump ordenara la
reapertura del caso fue claramente una decisión política.”
Tanto Thomas Durkin como Eric Lewis aseveraron que Assange sería condenado de por vida, puesto que las
sentencias por espionaje en los EE. UU., generalmente, son de cadena perpetua y
las más leves van de 20 a 30 años.
El abogado Carey Shenkman, quien escribió un libro sobre la historia y uso de la Ley de Espionaje,
atestiguó que esa ley es “extraordinariamente amplia” y una de las leyes más
divisivas de Estados Unidos. “Nunca, en el siglo de historia de la Ley de
Espionaje, ha habido una acusación contra un editor estadounidense… y tampoco
una acusación extraterritorial de un editor no estadounidense”.
La Fiscalía, por su parte, en lo que fue una de las más terroríficas admisiones escuchadas en la corte,
reconoció que, si bien la Ley de Espionaje nunca ha sido utilizada en contra de
un periodista, su extenso alcance sí les permitiría hacerlo en esta ocasión.
La abogada Jennifer Robinson, miembro del equipo jurídico de Assange, sometió a la corte un
testimonio escrito relatando una oferta de indulto por parte del Presidente
Trump, a cambio de que Julián Assange identificara la fuente de las
publicaciones de WikiLeaks de las filtraciones del Comité Nacional Demócrata
(DNC) en 2016.
La oferta fue transmitida por el congresista estadounidense Dana Rohrabacher durante una visita a la
Embajada de Ecuador. El congresista habría explicado que la información de
Assange sobre la fuente de las filtraciones sería de “interés, valor y ayuda
para el Presidente”, que quería “resolver la especulación en curso sobre la
participación rusa”.
La oferta de la Casa Blanca demostraría la naturaleza politizada del caso, puesto que los cargos se
presentaron después de que Julián Assange se negó a proporcionar ninguna
información.
El laureado periodista de investigación Patrick Cockburn, con más de 30 años escribiendo para The
Independent, en su testimonio escrito dijo que Assange es perseguido porque
expuso “la forma en que EE. UU., como única superpotencia mundial, realmente
llevó a cabo sus guerras, algo que los establecimientos militares y políticos
vi>Por su parte, el periodista Ian Cobain, que trabajó para The Guardian durante las publicaciones de
Wikileaks en 2010, en su testimonio escrito dijo que Assange es perseguido
porque “Siempre existe el entendimiento…. de que cualquier persona que tenga
conocimiento de los crímenes estatales y que se presente para corroborar las
acusaciones sobre esos crímenes, puede enfrentar un proceso judicial.”
El famoso profesor Noam Chomsky, en su testimonio escrito le dijo a la corte: “Julián Assange … ha
prestado un enorme servicio a todas las personas del mundo que atesoran los valores
de la libertad y la democracia y que, por lo tanto, exigen el derecho a saber
lo que hacen sus representantes electos. Sus acciones, a su vez, lo han llevado
a ser perseguido de manera cruel e intolerable.”
Pero, por si quedasen dudas de la naturaleza política del caso, ha sido la propia jueza Baraitser quien en
la corte confesó que su intención original era tener un veredicto antes de las
elecciones presidenciales estadounidenses y ha preguntado a la Defensa y a la
Fiscalía qué implicaciones habría en tener un dictamen después de dichas
elecciones.
¿Por qué una jueza británica, que se supone debería impartir justicia únicamente basada en hechos
y pruebas, está pendiente de un evento puramente político en otro país para
emitir su fallo?
2) Nunca hubo una divulgación imprudente de nombres. Nadie ha sufrido consecuencia alguna por las
publicaciones de Wikileaks.
El ya legendario denunciante de los Papeles del Pentágono, Daniel Ellsberg, le dijo a la corte
que está “totalmente en desacuerdo con la teoría de ‘Ellsberg bueno y Assange
malo…” y que Julián hizo “todo lo posible” para redactar o retener información
dañina, trabajando con los medios de comunicación en el proceso de redacción.
Los Papeles del Pentágono eran ultrasecretos (Top Secret), pero los documentos de Wikileaks no tenían
clasificaciones de distribución restringidas y que, por definición, no debería
haber nada genuinamente sensible.
Ellsberg dijo que Assange retuvo 15.000 archivos de los registros de la guerra de Afganistán para
proteger nombres y que también solicitó ayuda al propio Departamento de Estado
y al Departamento de Defensa para redactar nombres, pero que el gobierno se
negó a ayudar, a pesar de que es una práctica periodística estándar consultar a
los funcionarios para minimizar el daño.
Ellsberg confirmó que, en el consejo de guerra de Chelsea Manning, el propio Departamento de Defensa
admitió que no podía señalar una sola muerte como resultado de las
publicaciones de WikiLeaks.
El cofundador de la organización Iraq Body Count (IBC), John Sloboda, cuyo trabajo ha sido
reconocido por la ONU y la UE, atestiguó que trabajó con WikiLeaks y los medios
de comunicación en la preparación de los documentos de la guerra de Irak, antes
de su publicación. Sloboda narró como Julián Assange impuso y dirigió todo un
“proceso de redacción muy estricto” para proteger posibles daños.
Wikileaks usó un software capaz de editar miles de documentos, identificando cada palabra que no estaba
en un diccionario de inglés y así eliminar, automáticamente, los nombres
árabes, por ejemplo. Luego, los archivos se escanearon nuevamente para eliminar
ocupaciones, como “médico” o “conductor”, a fin de proteger aún más las identidades.
La edición tomó “semanas” y fue un “proceso minucioso”, relató Sloboda. “Hubo una presión considerable
sobre Wikileaks porque los otros medios querían apresurarse a publicar más
rápido”, pero “la postura de Assange y WikiLeaks fue ser excesivamente cautelosos”.
John Goetz, actual Jefe de Investigaciones de la televisión pública alemana, NDR, confirmó que cuando
trabajó junto a Assange en 2010, representando a de Der Spiegel, WikiLeaks tuvo
un “riguroso proceso de redacción” y que Assange estaba obsesionado por
mantener seguros los documentos clasificados y prevenir divulgaciones perjudiciales.
“Recuerdo estar muy irritado por los constantes e interminables recordatorios de Assange de que
necesitábamos estar seguros”, y que WikiLeaks “terminó eliminando más cosas que
incluso el Departamento de Defensa”. Assange discutió con frecuencia “cómo encontrar
nombres confidenciales para que pudiéramos redactarlos y tomar medidas para
asegurarnos de que nadie estuviera en riesgo”.
El periodista Nicky Hager, autor del libro “Nueva Zelanda en Afganistán, Irak y la guerra contra el
terrorismo”, atestiguó que uno de sus trabajos fue “identificar cualquier
[cable] que no debería ser liberado por razones como la seguridad personal de
las personas mencionadas” y que el personal de WikiLeaks estuvo “comprometido
en un proceso cuidadoso y responsable”.
Estaba “asombrado” al ver el nivel de cuidado que estaban tomando para redactar información que podría
dañar a terceros. “Personas trabajando en silencio durante horas y horas”
revisando documentos.
La experimentada periodista italiana Stefania Maurizi, cuya persistente investigación demostró como la
Fiscalía Británica presionó a su contraparte sueca para que no interroguen a
Assange en Londres, en su testimonio escrito dijo:
Yo mismo tuve acceso a 4.189 cables…. Me senté con Assange y revisé los cables de la manera más sistemática posible…
Todo se hizo con la máxima responsabilidad y atención… Esa fue la primera vez
que trabajé en una empresa editorial que implicase procedimientos tan
estrictos… Incluso colegas internacionales experimentados encontraron los
procedimientos exagerados, involucrando protecciones, considerablemente, más
allá de las que cualquiera de ellos estaba acostumbrado a ejercer… ni el
trabajo realizado por colegas cercanos sobre historias de la mafia italiana,
que requieren extrema precaución y seguridad, nunca alcanzó estos niveles.
3) Las publicaciones de Wikileaks son información verdadera y de relevancia histórica.
El abogado británico-estadounidense Clive Stafford Smith, fundador de la organización
Reprieve, atestiguó que WikiLeaks arrojó luz sobre la tortura a los detenidos
en Guantánamo, pues se reveló que muchos no eran terroristas, sino que habían
sido apresados en Afganistán por un sistema de recompensas. Las peores
acusaciones se habían “montado” contra prisioneros, a menudo obligados a admitirlas
bajo tortura.
Stafford Smith explicó que gracias a Wikileaks se conoce sobre el uso de técnicas de tortura, como la
garrucha, o colgamiento de las muñecas hasta que los hombros se disloquen y
puso de ejemplo la tortura de Binyam Mohamed, un ciudadano británico al que le
cortaban los genitales a diario con una cuchilla de afeitar.
El litigio contra los mortíferos programas de ataque con drones de Estados Unidos en Paquistán
hubiera sido imposible sin WikiLeaks, Stafford Smith opinó.
John Sloboda de Iraq Body Count, explicó que los Registros de la Guerra de Irak constituyeron “la mayor
contribución al conocimiento público sobre las bajas civiles en Irak”, ya que
revelaron un estimado de 15,000 muertes previamente desconocidas.
Patrick Cockburn, de The Independent, dijo que “Wikileaks hizo lo que todos los periodistas deberían
hacer, que es poner a disposición del público información importante,
permitiendo a las personas emitir juicios basados en evidencia sobre el mundo
que los rodea y, en particular, sobre las acciones de sus gobiernos”.
Cockburn agregó que los informes publicados por Wikileaks transmiten colectivamente la realidad de la
guerra “mucho mejor que incluso los relatos periodísticos mejor informados”, en
los cuales, por lo general, los civiles muertos “se identificaban
automáticamente como “terroristas” atrapados en el acto, independientemente de
la evidencia en contrario”.
El experiodista Dean Yates, quien fue Jefe de la Oficina de Reuters en Bagdad en 2007 y 2008, en su
declaración escrita le dijo que no fue hasta 2010, cuando WikiLeaks publicó el
video Collateral Murder, que se conoció la verdad sobre la muerte de sus
colegas periodistas, Namir Noor-Eldeen y Saeed Chmagh.
Yates relató sobre los intentos de Estados Unidos para esconder la verdad, pues los militares le
mostraron solo parte del video. La única persona que le reveló la verdad fue Assange.
“Si no hubiera sido por Chelsea Manning y Julián Assange, la verdad de lo que les sucedió a Namir y
Saeed, la verdad de lo que sucedió en esa calle de Bagdad el 12 de julio de
2007, no se habría dado a conocer al mundo. Lo que Assange hizo fue 100% un
acto de decir la verdad, exponiendo al mundo lo que fue en realidad la guerra
en Irak y cómo se comportaron y mintieron los militares estadounidenses.”
En ese punto, la jueza Baraitser interrumpió el testimonio de Yates, por presiones reiteradas de la
Fiscalía. Es irónico que en una corte se busque criminalizar al periodismo,
pero se evite al máximo escuchar sobre los crímenes denunciados por el periodismo.
Eso fue lo que sucedió con el esperado testimonio del ciudadano alemán–libanés Khaled el-Masri,
secuestrado y torturado por la CIA, quien por “problemas técnicos” con la
transmisión online no atestiguó en persona. La jueza desistió entonces de escucharlo,
también por presión de la Fiscalía, lo que provocó la reacción de Julián
Assange que indignado reclamó: “No censuraré la declaración de una víctima de
tortura ante este tribunal… no lo aceptaré”.
La Fiscalía, finalmente, permitió que se leyera un resumen de la declaración escrita: El-Masri fue
llevado a un sitio negro de la CIA en Afganistán, donde fue golpeado,
registrado al desnudo, sodomizado, alimentado a la fuerza a través de un tubo
por la nariz, sometido a una privación sensorial total y a otras formas crueles
de trato inhumano durante seis meses.
Al final, cuando los torturadores se dieron cuenta que tenían al hombre equivocado, éste fue
abandonado con los ojos vendados en una remota carretera en Albania. Cuando
regresó a Alemania, su casa estaba desierta y su esposa e hijos se habían ido.
El periodista Goetz de la televisión pública alemana demostró que su historia era cierta y rastreó a los
agentes de la CIA involucrados. Fiscales de Munich emitieron órdenes de arresto
para los secuestradores, pero nunca se ejecutaron.
Las publicaciones de Wikileaks evidenciaron la presión de Estados Unidos sobre el gobierno alemán
para bloquear la investigación judicial de un crimen. El Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, basado explícitamente en los cables de Wikileaks, le dio la
razón a El-Masri, quien le escribió a la corte:
La publicación de Wikileaks ha sido esencial para lograr la aceptación de la verdad del crimen y del encubrimiento…
Sin una exposición dedicada y valiente de los secretos de estado en cuestión,
lo que me sucedió nunca habría sido reconocido y entendido.
4) Wikileaks no publicó primero los cables diplomáticos sin redactar, pero solo Julián Assange es perseguido.
Tres de los 18 cargos contra Assange lo acusan de publicar, específicamente, los cables diplomáticos
no redactados, pero la Defensa y sus testigos demostraron que WikiLeaks no fue
el primer medio en publicar ese archivo y que quienes lo hicieron no han sido
procesados. WikiLeaks tomó cuidado de cifrar el archivo, pero acciones fuera
del control de Assange llevaron a su publicación.
El profesor alemán de ciencias de la computación, Christian Grothoff, testificó sobre su investigación de la
cronología de los eventos en 2011. Grothoff revisó la línea de tiempo: en el
verano de 2010, WikiLeaks compartió los cables con el periodista de The
Guardian David Leigh, a través de un archivo en un sitio web temporal protegido
con una contraseña de cifrado muy fuerte. Assange escribió solo parte de la
contraseña en un papel. WikiLeaks y sus socios de medios comenzaron a publicar
los cables editados en noviembre de 2010.
Wikileaks sufrió constantes ataques a sus servidores y copias espejo de su archivo fueron creadas alrededor
del mundo para proteger la información. Esas copias eran inaccesibles sin la
clave segura. En febrero de 2011, los periodistas de The Guardian, David Leigh
y Luke Harding, publicaron un libro en el que el título de un capítulo era la
contraseña completa para los cables no redactados. Una vez que el libro publicó
la clave, Wikileaks ya no tenía poder de eliminar los archivos espejos, o
cambiar el cifrado.
El 25 de agosto de 2011, el semanario alemán Der Freitag publicó un artículo en el que explicaba que la
contraseña que revelaron Leigh y Harding podría usarse y en pocos días el
archivo completo, sin cifrar ni editar, apareció en Cryptome.org, una
plataforma establecida en EE.UU. Los sitios web MRKVA y Pirate Bay también
publicaron copias del archivo.
El 1 de septiembre, el gobierno de los Estados Unidos había accedido por primera vez al caché no
redactado, a través de Pirate Bay. El profesor Grothoff testificó que no había
podido encontrar un solo ejemplo del código publicado en línea antes de que los
periodistas The Guardian lo publicaran en su libro.
Assange y su compañera miembro de WikiLeaks, Sarah Harrison, llamaron al Departamento de Estado para
advertir que los cables no redactados estaban en línea, pero esas advertencias
fueron ignoradas. La periodista Stefania Maurizi relató en su testimonio que
estuvo reunida con Wikileaks el mismo día en que se descubrió que los cables
habían sido publicados, fuera del control de Assange.
“Recuerdo que cuando llegué hubo fuertes discusiones sobre qué hacer. Julián Assange estaba claramente
preocupado por la situación a la que se enfrentaba Wikileaks”, dijo Maurizi. Ya
que durante más de un año se habían tomado todas las medidas posibles para
evitarlo, “Assange mismo estaba haciendo intentos urgentes de informar al
Departamento de Estado de que la información circulaba fuera del control de Wikileaks”.
Wikileaks debió liberar los cables el 2 de septiembre del 2010 y publicó un editorial indicando que “El periodista de Guardian reveló negligentemente las contraseñas de
Cablegate“.
El periodista Glenn Greenwald, premio Pulitzer por publicar las revelaciones de Edward Snowden,
escribió aquel día:
Una vez que WikiLeaks se dio cuenta de lo que había sucedido, notificaron al Departamento de Estado, pero se
enfrentaron a un dilema: prácticamente todas las agencias de inteligencia
gubernamentales habrían tenido acceso a estos documentos…. En ese momento,
WikiLeaks decidió, de manera bastante razonable, que lo mejor y más seguro era
liberar todos los cables en su totalidad, para que no solo las agencias de
inteligencia del mundo, sino todos los tuvieran, de modo que se pudieran tomar
medidas para proteger las fuentes…
El periodista Jakob Augstein, editor de Der Freitag, en su testimonio escrito confirmó que en
agosto de 2010 su medio publicó el artículo “Fuga en Wikileaks” sobre la
revelación de la contraseña por los periodistas de The Guardian. Assange lo
llamó y le pidió que no publicara nada que pudiera revelar dónde se encontraba
el archivo, preocupado por “la seguridad de los informantes” del gobierno de
los EE. UU.
Finalmente, John Young, nada menos que el representante de Cryptome.org, en su testimonio escrito confirmó también que su
portal, con base en EE.UU., publicó primero los cables diplomáticos sin
redactar, antes de que Wikileaks los republicara:
Publiqué en Cryptome.org cables diplomáticos sin redactar el 1 de septiembre de 2011 y esa publicación
permanece disponible en la actualidad… ninguna autoridad policial de EE. UU. me
ha notificado que esta publicación de los cables es ilegal, consiste o
contribuye a un delito de alguna manera, ni han pedido que se eliminen.
5) Assange nunca ayudó a Chelsea Manning a acceder a información de seguridad nacional.
Uno de los cargos contra Assange es que, supuestamente, conspiró junto a la soldado Chelsea Manning para
obtener un mayor acceso a las bases de datos gubernamentales y disfrazar su
identidad al hacerlo.
El argumento es que Manning conversó en un chat encriptado con el usuario ‘Nathaniel Frank’ (que los EE.UU.
alegan, pero no han probado, sería Julián Assange) y le pidió ayuda para
descifrar una parte encriptada de una contraseña. La defensa argumenta que
Manning solicitó ayuda para proteger su identidad, algo que los periodistas
están obligados a hacer con sus fuentes.
La defensa puso ante la corte al mejor experto posible en la materia. Patrick Eller, experto forense
digital, quien trabajó con el Ejército de EE. UU. por más de 20 años y
actualmente es profesor y presidente de Metadata Forensics, que ofrece
investigación en casos civiles y penales. Eller revisó las transcripciones del
consejo de guerra de Manning en 2013 y ratificó las siguientes conclusiones:
a) El intento de descifrar el hash de la contraseña fue, tecnológicamente, imposible
y “computacionalmente inviable” en 2010, cuando ocurrió la conversación entre
Manning y ‘Nathaniel Frank’.
b) Incluso si fuera factible, no le habría dado a Manning un mayor acceso a las bases de
datos gubernamentales. A la fecha de la charla de Manning con ‘Nathaniel Frank’
sobre el descifrado de la clave (marzo de 2010), ya Manning había filtrado
todos los documentos a Wikileaks, excepto los cables del Departamento de
Estado, que están almacenados en una red que no requería información de inicio
de sesión, por lo que Manning ya tenía acceso a ella.
c) Incluso si fuera factible, el propósito no habría sido ocultar la identidad de Manning.
Lo que es mucho más probable, testificó Eller, quien entrevistó a miembros de
la antigua unidad militar de Manning, es que éste quería usar la cuenta de
administrador para descargar películas, música y juegos no autorizados y esto
requiere descifrar una contraseña. Manning, dijo Eller, era la “persona a quien
acudir” en su unidad para ayudar con esto a sus colegas.
En su testimonio, Eller también estableció que ni él, ni el gobierno de los Estados Unidos, tiene forma
de probar que “Nathaniel Frank” era en realidad Julián Assange, o cualquier
otra persona.
6) Assange no tendría un juicio justo en la “Corte de Espionaje” de los Estados Unidos.
Julián Assange sería enjuiciado en la “Corte de Espionaje” de Estados Unidos, donde recaen los casos
de “seguridad nacional” y que en 2010 abrió la investigación “secreta” en
contra de Wikileaks y Assange, por la cual éste solicitó asilo político al Ecuador.
Es la corte del distrito este del Estado de Virginia, donde la CIA y los mayores contratistas de
seguridad nacional tienen sede. El jurado proviene, por tanto, del lugar con
mayor concentración de la “comunidad de inteligencia” de los EE.UU., donde
Assange no tendría ninguna oportunidad de un juicio justo.
Daniel Ellsberg le dijo a la corte que los acusados de espionaje no pueden siquiera argumentar las
razones que justificaron sus acciones. “No tuve un juicio justo ni lo han
tenido los denunciantes recientes en los Estados Unidos. Julián Assange no
puede obtener un juicio justo “. Esto también lo confirmó el abogado Carey
Shenkman cuando le dijo a la corte que la Ley de Espionaje no contempla que el
acusado pueda argumentar en su defensa el “interés público”.
Trevor Tim aseveró en la corte que el 99,9% de los Grandes Jurados acusan acorde a lo que establece la
Fiscalía y que un estudio de 162.000 grandes jurados reveló que sólo 11 habían rechazado la solicitud de un fiscal federal de enjuiciar.
Thomas Durkin estuvo de acuerdo en que un Gran Jurado, prácticamente, nunca se niega a autorizar un
enjuiciamiento y Eric Lewis dijo que el juez en el Distrito Este de Virginia
sentenciaría a Assange de manera extremadamente agresiva.
El profesor Mark Feldstein le dijo a la corte que había una gran cantidad de material académico que
demostraba que los Gran Jurados eran maleables y que hacían lo que los fiscales
les pedían.
7) Assange será sometido a condiciones inhumanas en los EE.UU.
Al ser acusado de espionaje, Julián Assange sería encarcelado bajo “Medidas Administrativas
Especiales” (SAMs); estará en confinamiento solitario, no se le permitirá
ningún contacto con la familia, solo podrá hablar con sus abogados, quienes no
podrán transmitir ningún mensaje suyo o enfrentarán cargos penales. Tales
condiciones son una sentencia de muerte en vida.
Durante su juicio sería encarcelado en Centro de Detención de Alexandria (ADC) y luego cumpliría sentencia de por vida
en la cárcel de máxima seguridad ADX Florence en Colorado.
La Fiscalía ha tratado de “dorar la píldora”, en base al testimonio escrito del Fiscal Adjunto Federal
Gordon Kromberg, quien ha intentado describir como amigable el infierno de las
prisiones de máxima seguridad, algo que los testigos de la Defensa consideraron
una ficción.
Yancey Ellis, exabogado defensor de los Marines de los Estados Unidos y quien ha defendido a muchos
clientes en el ADC, le dijo a la corte que la situación de Assange sería “cruel
y opresiva” en la unidad “X” de confinamiento en solitario, donde sería objeto
de “tortura y de tratos o penas inhumanos o degradantes”.
Pasaría de 22 a 23 horas al día incomunicado en una celda de menos de cinco metros cuadrados, con un área
para dormir, un pequeño lavabo y un inodoro. Normalmente, las comidas se toman
dentro de la celda y no tendrá acceso a programas terapéuticos o de otro tipo.
No hay un área exterior de recreación o ejercicio en la cárcel de Alexandria.
El abogado Joel Sickler, experto en condiciones carcelarias, fundador el Grupo de Defensa de la Justicia
en Virginia, quien también tiene clientes en el ADC y conoce de la prisión ADX
Florence en Colorado, le dijo a la corte que Assange “absolutamente no tendrá
comunicación con otros reclusos”. Agregó, “Todo tu mundo son las cuatro
esquinas de esa habitación”.
Por lo general, se permite una llamada telefónica de entre 15 y 30 minutos a la familia por mes y todas
las llamadas son monitoreadas, dijo. Sickler describió el sistema como
“feudal”, aseguró que las posibilidades de apelar a los SAMs son “nulas” y dijo
que tenía un cliente que había estado en confinamiento solitario durante 23 años.
La testigo Maureen Baird, ex directora de tres prisiones de EE.UU., incluido el Centro Correccional
Metropolitano (MCC) de Nueva York, con presos bajo medidas SAMs, dijo que
Assange tendría condiciones “desoladoras y degradantes” previas y posteriores al juicio.
SAMs no es discrecional, es una directiva impuesta solo por el Fiscal General, con el aporte de las
agencias de inteligencia. Los presos que supervisó bajo SAMs estaban en
aislamiento, técnicamente, las 24 horas del día. Las condiciones son tan malas
que no puede creer que todavía existan, dados todos los estudios e informes de
los horribles efectos físicos y psicológicos que tienen en los presos.
También habló Lindsay Lewis, abogada del predicador islámico británico Abu Hamza al-Masri, quien está
detenido en ADX Florence en Colorado, a pesar de que los Estados Unidos dieron
garantías a los tribunales ingleses y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos
de que no sería detenido en esas condiciones, sin un examen médico adecuado.
Hamza — un amputado de los dos brazos, ciego de un ojo y que sufre de una afección de la piel, conocida
como hiperhidrosis — ha estado encarcelado bajo SAMs y en confinamiento
solitario durante los últimos ocho años. Su cama, inodoro y lavabo no eran
adecuados para su discapacidad y sus otras condiciones médicas, incluyendo
diabetes severa, hipertensión y depresión, no son tratadas adecuadamente.
Lindsay Lewis afirmó que “la naturaleza poco confiable de las garantías del gobierno de Estados Unidos”
debería ser una preocupación para las autoridades británicas al “determinar si
extraditar” a Assange a Estados Unidos.
La abogada declaró que las restricciones son tan absurdas que Hamza fue acusado de violar las SAMs cuando
“trató de transmitir, en una carta a uno de sus hijos, su amor por su nieto”
porque el nieto, un bebé de 1 año, no era un contacto aprobado.
8) Julián Assange corre un alto riesgo de suicidio en los EE.UU.
La discusión sobre las condiciones de salud física y emocional de Julián fueron debatidas en gran
detalle en la corte, siendo este el único ámbito en que la Fiscalía presentó
sus dos únicos testigos.
Es preciso recordar que, apenas Assange fue encarcelado en la prisión de Belmarsh, los especialistas de
las Naciones Unidas que lo examinaron determinaron que sufría de severas
secuelas de tortura psicológica, producto de casi una década de persecución,
acentuados por el último año de encierro en la embajada del Ecuador, cuando el
gobierno de Lenin Moreno lo sometió a incomunicación y cruel hostigamiento —
algo que a mí personalmente me consta.
El Dr. Michael Kopelman, profesor emérito de neuropsiquiatría de King’s College London, testimonió que
Julián ha sido diagnosticado con depresión clínica y síndrome de Asperger, por
lo cual correría un alto riesgo de suicidio si fuera extraditado y citó un
estudio que descubrió que el suicidio es nueve veces más probable en pacientes
con Asperger.
Chelsea Manning intentó suicidarse en las mismas instalaciones donde Assange estaría en prisión preventiva.
El Dr. Kopelman observó en Julián “pérdida de sueño, pérdida de peso, una sensación de preocupación e
impotencia como resultado de las amenazas a su vida, el ocultamiento de una
hoja de afeitar como medio para autolesionarse y cavilaciones obsesivas sobre
formas de suicidarse”.
“Estoy tan seguro como puede estarlo un psiquiatra de que, en caso de extradición inminente, Assange
encontraría la manera de suicidarse”, dijo Kopelman.
Su diagnóstico fue respaldado por un historial médico desde la infancia, múltiples entrevistas con
familiares y amigos de larga data, un historial familiar sorprendente de
suicidio, posiblemente indicando una disposición genética.
El estado depresivo de Assange fue especialmente severo en diciembre de 2019 cuando redactó cartas de
despedida a familiares y amigos, redactó un testamento e, incluso, se confesó
con un sacerdote católico.
El Dr. Quinton Deeley, neuropsiquiatra especialista en autismo, profesor de King’s College London,
atestiguó que Assange se sometió a una prueba del Programa de Observación de
Diagnóstico de Autismo (ADOS) y fue diagnosticado como “autista de alto
funcionamiento” con “rigidez de pensamiento”, síntoma típico de síndrome de Asperger.
Assange “reflexiona largamente sobre las posibles circunstancias” y eso provoca una “sensación de
horror”, dijo. Él cree que “se está haciendo un ejemplo de él”, lo que aumenta
enormemente el riesgo de suicidio.
La Dra. Sondra Crosby, profesora asociada de medicina en la Universidad de Boston y experta en el impacto
psicológico de la tortura, visitó a Assange en la embajada de Ecuador y en la
cárcel de Belrmash. En 2018, Crosby emitió su opinión profesional de que el
confinamiento continuado de Assange era peligroso física y mentalmente y una
clara vulneración de su derecho humano a la asistencia sanitaria.
En la Embajada, Assange mostró síntomas de trastorno de estrés postraumático y angustia psicológica; un
“trauma psicológico agudo, comparable a los refugiados que huyen de zonas de
guerra… corre un riesgo muy alto de suicidarse si fuera extraditado”.
“Él está en el mismo estado psicológico que alguien que fue perseguido por un hombre con un cuchillo y
luego se encierra en una habitación y no sale”, dijo la Dr. Crosby. Para
octubre de 2019, Assange “cumplió con todos los criterios de depresión mayor… y
tenía pensamientos suicidas todos los días…”, testificó.
El primer testigo de la Fiscalía, el Dr. Seena Fazel, catedrático de Psiquiatría Forense de la Universidad de Oxford y
especializado en suicidios en prisión, entrevistó a Assange en el verano de
2020. Fazel encontró que Assange estaba “moderadamente deprimido” y que su
intensidad de depresión es susceptible de fluctuar dependiendo de sus circunstancias.
El Dr. Fazel aceptó que Assange estuvo “severamente deprimido” a fines de 2019, cuando fue tratado con
medicamentos. Sin embargo, no cree que la capacidad mental de Assange sea tal
que sea incapaz de manejar su propio riesgo de suicidio. Fazel estuvo de
acuerdo en que Assange tiene “rasgos parecidos al autismo”, pero que, según él,
estaría en el extremo más leve de autismo.
El testigo de la Fiscalía admitió no ser un experto en las cárceles estadounidenses y tuvo que conceder
que Assange fuera menos capaz de manejar su síndrome de Asperger bajo
condiciones SAMs, pues “la desesperanza es un factor de riesgo importante”, así
que las “perspectivas sombrías” de “confinamiento solitario y largas sentencias
de prisión” aumentan el riesgo de suicidio.
El segundo testigo de la Fiscalía, el Dr. Nigel Blackwood, psiquiatra forense consultor del Servicio
Nacional de Salud, determinó que Assange estaba “moderadamente deprimido” y
reconoció, “Indudablemente existe cierto riesgo de intento de suicidio en caso
de extradición”, pero no cree que se eleve a un “alto riesgo”.
Blackwood argumentó que la persona que enfrenta la extradición debe ser “capaz de controlar” su propio
riesgo de suicidio y describió a Assange como un hombre “muy resistente” e
“ingenioso”, capaz de controlarse. El Dr. Blackwood estuvo de acuerdo, en
general, que colocar a Assange en confinamiento solitario bajo SAMs, lo cual le
impediría comunicarse con el mundo exterior, sería “perjudicial” para su salud
mental, pero que la cuestión debería ser tratada por expertos en cárceles estadounidenses.
Precisamente, los testigos de la Defensa, especialistas en el tema carcelario norteamericano, coincidieron
en que el soporte médico y de prevención de suicidio en dicho sistema es deficiente.
El abogado Yancey Ellis dijo que la cárcel ADC solo contrata a psiquiatras a tiempo parcial y que
muchos de sus clientes que necesitaban que se modificara su medicación pasan
semanas enteras sin atención psiquiátrica. A los reclusos en riesgo de
autolesión los colocan un “traje de prevención de suicidio que inmoviliza los
brazos lejos del cuerpo, quitando cordones de zapatos y sábanas, etc.”
El abogado Joel Sickler declaró que Assange solo recibirá los servicios médicos más limitados y que
“cualquier sugerencia a este Tribunal de que será evaluado en su totalidad por
condiciones médicas o de salud mental es engañosa>.”
9) Assange y sus abogados fueron espiados ilegalmente por los EE.UU., lo cual imposibilita cualquier juicio
justo.
Los testimonios de dos testigos protegidos, exempleados la empresa de seguridad española UC Global, que espió a Julián Assange en
la Embajada de Ecuador, fueron leídos parcialmente en la corte.
Los testigos afirmaron que la compañía, por instrucciones de su jefe David Morales, grabó
las conversaciones entre Assange y sus abogados para informar a funcionarios de
inteligencia estadounidenses.
Morales, un exmilitar español que se declara a si mismo un “mercenario”, incluso habló de envenenar o
de permitir el secuestro de Julián Assange.
Según los testigos, alrededor de julio de 2016, David Morales asistió a una feria del sector de la
seguridad en EE.UU., donde consiguió un llamativo contrato con la empresa Las
Vegas Sands, propiedad de un amigo cercano de Donald Trump.
A su regreso, Morales reunió a sus trabajadores y les dijo: “a partir de ahora jugaremos en Grandes
Ligas” y luego, privadamente, confesó que se había pasado al “lado oscuro”
refiriéndose a la cooperación con las autoridades norteamericanas y que “los
estadounidenses nos conseguirán contratos en todo el mundo”.
Morales comenzó a realizar viajes regulares a Estados Unidos para hablar con “nuestros amigos
estadounidenses” y cuando se le preguntaba quiénes eran esos amigos respondía
“la inteligencia de Estados Unidos”.
Según el testimonio del testigo # 1, Morales desarrolló un sofisticado sistema de recopilación de
información dentro de la Embajada, reemplazando el sistema de cámaras internas
para poder grabar sonido. UC Global configuró paquetes de información que David
Morales llevaba personalmente a las autoridades estadounidenses, con detalles
de la intromisión en la privacidad de Assange, sus abogados, médicos y otros visitantes.
Morales tenía verdadera obsesión por grabar a los abogados del “huésped” (Julián Assange)
porque “los amigos estadounidenses” así lo solicitaban.
El testigo protegido # 2, le confesó a la corte que realizó la instalación de micrófonos secretos y
nuevas cámaras con captación de sonido y que, por instrucción de Morales, negó
ante los diplomáticos ecuatorianos que las cámaras podían grabar audio.
Alrededor de junio de 2017, David Morales solicitó que las cámaras debieran permitir la capacidad de
transmisión para que “nuestros amigos en los Estados Unidos”, pudieran tener
acceso a la interior de la Embajada en tiempo real.
El testigo # 2 confesó: “No quise colaborar en un acto ilegal de esta magnitud” y agregó que “Morales me
indicó que colocara un micrófono (secreto) en la sala de reuniones… y otro
micrófono, en el baño al final de la Embajada, un lugar que se había vuelto
estratégico porque el señor Assange, quien sospechaba que era objeto de
espionaje, mantenía muchas de sus reuniones allí con el fin de preservar la
confidencialidad.”
“Toda la Embajada iba a tener micrófonos” agregó. Morales igualmente lo instó a “colocar ciertas
calcomanías en todas las ventanas externas de la Embajada”, que tenían como
objetivo facilitar la operación de sofisticados micrófonos laser operados desde
el exterior con los cuales “nuestros amigos estadounidenses” “capturarían todas
las conversaciones”.
El testigo # 2 también declaró: “en una ocasión, David (Morales) dijo que los estadounidenses estaban
desesperados y que incluso habían sugerido emplear medidas más extremas contra
el “huésped”…. En concreto, la sugerencia de que se dejara abierta la puerta de
la Embajada, lo que permitiría argumentar que se trataba de un error
accidental, que permitiría entrar a personas y secuestrar al asilado; incluso
se discutió la posibilidad de envenenar al Sr. Assange, todas estas
sugerencias, dijo Morales, fueron consideradas durante su trato con sus
contactos en los Estados Unidos”.
El profesor de derecho internacional de la Universidad de Oxford, Guy Goodwin-Gill, en su testimonio
escrito declaró que cuando asistió a una reunión en la Embajada sobre “aspectos
legales internacionales del asilo”, el 16 de junio de 2016, sus aparatos
electrónicos fueron espiados por UC Global.
Esto fue confirmado por el testigo protegido # 2, al relatar que uno de los miembros de UC Global le
mostró el iPad de Goodwin-Gill con “muchos mensajes y correos electrónicos en
la pantalla de inicio”, asegurándole que “el contenido del iPad había sido copiado”.
El profesor Goodwin-Gill calificó el espionaje de “injerencia ilegal” en los “asuntos soberanos” de
Ecuador, con el propósito de llevar a cabo un enjuiciamiento contra una
persona, a quien la Embajada estaba tratando de proteger. “La violación de la
soberanía de un estado se uniría entonces a la probable violación de los
derechos fundamentales del individuo al debido proceso y a la igualdad de armas
legales…” declaró Goodwin-Gill.
Agregó que la vigilancia y el intercambio de “información confidencial privilegiada” deben considerarse
una indicación de la motivación política, como intención y propósito de la
solicitud de extradición.
En este punto, yo debo agregar que, en mi calidad de exfuncionario diplomático en la Embajada del
Ecuador en Londres, soy testigo dentro del caso de investigación criminal en
contra de UC Global que se procesa en Madrid y he podido revisar,
personalmente, abundante evidencia del espionaje no solo en contra de Julián
Assange y sus abogados, sino contra todas sus visitas y los propios
funcionarios de la Embajada.
El espionaje incluyó, además, el seguimiento de mis actividades por fuera de la Embajada, lo cual ha
sido confesado por los testigos bajo juramento.
Sobre el espionaje norteamericano, la Fiscalía instruyó a la corte que no confirmaría, ni negaría,
si las declaraciones de los testigos eran “correctas o incorrectas”. Sin
embargo, el ex director de la CIA, Leon Panetta, le ha dicho a la televisión estatal alemana: “No
me sorprende, ja, ja… Ese tipo de cosas sucede todo el tiempo. En el negocio de
la inteligencia, el nombre del juego es “obtener información de todas las
formas posibles” y estoy seguro de que eso es lo que sucedía aquí.”
10) Ecuador entregó, ilegalmente, materiales confidenciales de Assange a los EE.UU., incluyendo
documentación de su defensa legal.
La prestigiosa abogada de derechos humanos, Gareth Peirce, miembro del equipo legal de Julian Assange,
sometió su propio testimonio escrito a la corte, afirmando que desde el 8 de
abril de 2019 (tres días antes del secuestro de Assange en la Embajada) el
Departamento de Justicia de EE. UU. instruyó a Ecuador confiscar propiedades y
entregar “pruebas” a un “representante del FBI del Reino Unido”, documentó el periodista Kevin Gosztola.
Un documento del 9 de abril de 2019 marcado como “altamente confidencial de la Oficina de Asuntos
Internacionales del Director Adjunto” contenía instrucciones para entregar la
propiedad de Assange al gobierno de EE.UU.
“Un registro de todo el archivo [de Assange]” fue efectivamente robado, y sin aquello ha sido más
difícil armar una defensa en su caso de extradición. Según Gareth Peirce, el
día del secuestro de Julián, ella “hizo contacto inmediato con la Embajada con
respecto a material legalmente privilegiado, un tema de gran preocupación”,
pero “la Embajada ignoró por completo las repetidas solicitudes por teléfono,
correo electrónico y correo certificado”.
Cuando el resto de pertenecías de Assange fue recolectada poco después: “Faltaba todo el material legalmente
privilegiado, excepto dos volúmenes de documentos de la Corte Suprema y varias
páginas de correspondencia suelta”.
La Policía Metropolitana del Reino Unido afirmó que no desempeñó ningún papel en la incautación o retención de ningún
material legalmente privilegiado. Entonces parece que Ecuador ilegalmente le
entregó esas pertenencias directamente a los EE.UU.
Gareth Peirce atestiguó que, en los días inmediatos al secuestro de Assange, los guardias a cargo de la
seguridad “entraban y salían de las habitaciones correspondientes” en la
Embajada, junto con un funcionario diplomático, Pablo Roldan, pariente de un
embajador de Ecuador cercano del presidente Lenín Moreno.
“Aunque se suponía que las habitaciones estaban selladas, el personal de la Embajada, al que no se le
permitió regresar durante una semana, vio que los sellos originales habían sido
reemplazados, y los nuevos sellos marcados ‘para propósitos judiciales’”, escribió.
Carlos Poveda, uno de los abogados de Assange en Ecuador, solicitó que el fiscal de Ecuador haga una
copia de los registros de la propiedad de Assange el 16 de diciembre de 2019,
pero “el fiscal ecuatoriano rechazó esa solicitud”, señaló Peirce.
Los documentos que inspeccionó el abogado de Assange contenían fotografías que mostraban que los
sellos de las puertas en la Embajada y una sala que contenía computadoras
estaban rotos.
En su testimonio, Peirce confirmó que fue espiada cuando asistió a reuniones legales en la Embajada.
En enero del 2021, la jueza Vanessa Baraitser decidirá sobre la extradición más importante del siglo, por
la cual, por primera vez en la historia, un periodista sería juzgado bajo la
Ley de Espionaje estadounidense.
La relevancia de esa decisión es tal que de ella depende no solo la vida de Julián Assange, que ya está siendo destruida en
la cárcel de Londres, sino el futuro mismo del periodismo de investigación.
Yo agregaría, además, que ese veredicto determinará la vigencia del estado de derecho y la propia
soberanía en el Reino Unido.
La jueza tiene sobre su mesa todo un arsenal jurídico para impedir esa extradición, proteger el futuro
del periodismo y ubicarse, así, en el lado correcto de la historia. ¿Lo hará?
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