Gracias al denunciante hemos podido escudriñar la realidad oculta del poder
norteamericano
Estados Unidos debería estar en el banquillo de
los acusados y no Bradley Manning
Owen Jones The Independent 5 de junio de 2013
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz
de Bustillo
Ha iniciado guerras ilegales e injustas con pérdidas humanas catastróficas;
ha contribuido a derrocar gobiernos elegidos democráticamente; suministra
armamento y asistencia a algunas de las dictaduras más brutales de la faz de la
tierra; y posee todo un historial de apoyo a organizaciones terroristas. Incluso
muchos de sus ardientes defensores admiten que la élite que controla la política
exterior de Estados Unidos tiene una historia bastante accidentada.
Actualmente, un gran héroe estadounidense se sienta en el banquillo,
condenado por arrojar un relativamente pequeño rayo de luz que iluminó los
rincones más oscuros de esta élite. Hace más de tres años, el soldado
estadounidense Bradley Manning –que entonces tenía apenas 22 años- filtró
250.000 comunicaciones diplomáticas y medio millón de informes militares a
Wikileaks. Nunca se había producido una fuga como ésta de material reservado en
la historia de Estados Unidos.
Su castigo ya ha sido muy severo. Según el comisionado especial de la ONU
sobre la tortura, Juan Méndez, Manning ha sufrido un trato cruel, inhumano y
degradante. Durante meses se le privó de cualquier contacto humano. Le
despojaron de toda la ropa y se le privó de la menor intimidad, siendo obligado
a dormir a plena luz. En 2011, P.J. Crowley fue obligado a dimitir como portavoz
oficial del departamento de Estado tras calificar el trato a Manning de
“ridículo, contraproducente, y estúpido”.
Ahora Manning va a ser juzgado por un tribunal militar acusado de delitos de
la máxima gravedad, aunque la acusación ha prometido no solicitar la pena de
muerte, por lo que se enfrentará a 20 años en prisión. Como afirmaron dos de los
defensores de la Primera Enmienda sobre libertad de expresión, Floyd Abrams y
Yochai Benkler: “Si sale adelante, el proceso establecerá un precedente
escalofriante: las filtraciones relacionadas con la seguridad nacional pueden
suponer para sus autores la pena capital o la prisión perpetua”. En parte,
Manning está siendo juzgado en virtud de la Ley de Espionaje, un cuerpo legal
que se remonta a la Primera Guerra Mundial. Se enfrenta a un total de 22 cargos,
de los cuales se ha considerado culpable de 10, incluyendo la comunicación
deliberada a personal no autorizado. Pero la acusación más alarmante es la de
“ayudar al enemigo”; en otras palabras, que ha colaborado intencionadamente con
Al-Qaeda.
No cabe duda de que en Estados Unidos hay poderosos intereses a favor de
condenarle a un castigo ejemplar. Uno de los videos liberados mostraba a un
helicóptero Apache durante un ataque en el que resultaron muertos civiles
israelíes y un periodista de Reuters. “Para mí, el aspecto más alarmante del
video era el aparente regocijo que producía el baño de sangre”, afirmó Manning,
horrorizado por la falta de consideración “a la vida humana” que mostraban los
pilotos cuando describían a los “hijos de puta muertos”. Ahí estaba la “realidad
sobre el terreno” de las guerras en Iraq y Afganistán”, señaló.
Lo cierto es que Manning ha prestado un gran servicio tanto al pueblo
estadounidense como al mundo en general. La política exterior norteamericana
está basada en el secretismo, justificado no solo por el temor a los enemigos
del Estado, sino también porque la realidad probablemente horrorizaría al pueblo
norteamericano.
En la década de los setenta, mis padres fueron una de esas familias de South
Yorkshire que acogieron a refugiados chilenos que huían de la dictadura del
general Pinochet. Una era una mujer que iba con sus dos hijos; había sido
violada y su marido asesinado. Acabó con su vida arrojándose desde un edificio
de apartamentos de Sheffield. La sangrienta junta militar de Pinochet había
tomado el poder apoyada por planes secretos de la CIA. Henry Kissinger afirmó
antes de que el presidente socialista elegido democráticamente, Salvador
Allende, fuera derrocado: “No veo por qué tenemos que mantenernos inactivos
mientras observamos cómo un país se hace comunista por la irresponsabilidad de
su gente”. Durante la administración Reagan, el terrorismo de extrema derecha
patrocinado por la CIA continuó con su campaña desaforada de violencia por toda
Centroamérica y una conspiración internacional mantuvo esa realidad terrorífica
alejada de la conciencia del pueblo norteamericano.
Algunos dirán que esto sucedió hace mucho tiempo; después de todo, era la
época de la Guerra Fría y no regían las normas habituales. Aunque eso les sirva
de poco a quienes todavía están de duelo por sus desaparecidos; y aunque existan
pruebas sustanciales de la participación norteamericana en el más reciente golpe
de Estado contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en 2002. Pero lo
cierto es existe una sorprendente continuidad en la política exterior
norteamericana desde 1898, cuando la Liga Antiimperialista Norteamericana
-dominada por una vieja guardia horrorizada ante un giro hacia el colonialismo
al estilo europeo- se opuso a la sangrienta invasión de Filipinas.
La política exterior norteamericana se caracteriza por una cierta cualidad
orwelliana : “siempre hemos estado en guerra con el fundamentalismo islámico”,
por ejemplo. Y, sin embargo, en la década de los ochenta los servicios secretos
pakistaníes distribuyeron armas estadounidenses a los muyahidines afganos; pero
claro, ya se sabe, eran luchadores por la libertad. Así que acabamos en una
guerra interminable en Afganistán, combatiendo en nombre de un gobierno corrupto
y no-democrático, contra elementos fundamentalistas islámicos. A cientos de
kilómetros de allí, EE.UU está apoyando ahora activamente a los yihadistas
sirios, a través de su aliado fundamentalista islámico, Arabia Saudí. Cientos de
luchadores islamistas fueron reclutados gracias a la calamidad de la guerra de
Irak.
No hay nada patriótico en las acciones prácticamente desconocidas de la élite
que controla la política exterior estadounidense. Docenas de jóvenes son
enviados a morir o son mutilados y quienes piden que vuelvan a casa son tachados
de antipatriotas. Los civiles estadounidenses se colocan en riesgo de sufrir una
“revancha” (blowback) , término de la CIA para designar las consecuencias no
deseadas de las intervenciones en el extranjero. Que pueden incluso llegar a
resultar desastrosas en sus propios términos. En la década de los cincuenta,
EE.UU. ayudo a derrocar al primer ministro democráticamente electo, Mohamed
Mosaddegh, creando con ello los sentimientos antiamericanos que dieron paso a la
Revolución Iraní.
Por eso decimos que Manning nos ha prestado un gran servicio. Nos ha
espoleado para que escudriñemos las realidades ocultas del poder norteamericano
y consideremos las consecuencias directas de unas decisiones envueltas en el
secretismo. Sus acciones deberían servir para fomentar la construcción de un
mundo más abierto y equilibrado, en el que las grandes potencias no puedan hacer
un mal uso de su fuerza. Sería una inversión a largo plazo: Estados Unidos ha
iniciado su prolongada decadencia y la China autocrática podría ocupar su lugar,
posiblemente utilizando más injustamente su poder. Por tanto, es preferible
empezar a desafiar este orden mundial ahora mismo.
Yo creo que la creación de un mundo así no es una fantasía ingenua. Puede
construirse y debe hacerse. Y, sea cual sea el resultado del juicio, Bradley
Manning, serás recordado por tu especial contribución a dicha construcción.
Fuente: http://www.independent.co.uk/voices/comment/the-united-states-should-be-in-the-dock-not-bradley-manning-8641164.html
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