Jefes militares de Obama cargan un historial de corrupción
Robert Parry, Andrew Hughes, Allan Nairn y Roxana Tiron Argenpress 11 de octubre
de 2009
Al mantener Obama al republicano Robert Gates como secretario de Defensa puso
a los jefes militares de la administración Bush en posiciones clave del
Pentágono. Durante los últimos dos años de Bush, Gates fue el ejecutor dominante
de la última oleada de la guerra en Iraq, después que reemplazó a Donald
Rumsfeld, quien se mostró opuesto a la nueva escalada.
Los nombramientos de Obama en Defensa e Inteligencia beneficiaron a muchos de
los peores elementos de la política de seguridad nacional de las últimas tres
décadas. También contradijeron sus principales argumentos de campaña respecto
una “inteligencia politizada” y “falta de transparencia”. El currículo de
“décadas de experiencia” que cargan estos jefes está lleno de faltas éticas,
mentiras al Congreso y “conflictos de intereses” en la puerta giratoria que une
al gobierno y el complejo militar-industrial. Aunque Obama prometió mantener a
los cabilderos fuera de los altos cargos del gobierno, muchos nombramientos
beneficiaron a ex lobbystas o ex consejeros de corporaciones que hacen negocios
directamente con el Pentágono. Y el nuevo comisionado de Defensa William Lynn
todavía no explica cómo desaparecieron 3,4 millones de millones de dólares
(billones españoles o trillones sajones) cuando fue interventor del
Pentágono.
La carrera de Robert Gates refleja la puesta en marcha de posiciones
neoconservadoras y también le resta credibilidad al plan de Obama para un retiro
organizado de las tropas de EEUU. Su historial como oficial de inteligencia de
carrera comenzó bajo Nixon. Pero, como indica la crónica de Robert Parry (en
ConsortiumNews.com), cuando ocupó altos cargos en la CIA en los años 80, bajo
Reagan, tiró por la borda el concepto de inteligencia objetiva de la división
analítica de la agencia de espionaje.
En el libro reciente “Failure of Intelligence: The Decline and Fall of the
CIA” (Fracaso de la inteligencia: Declinación y caída de la CIA), el ex analista
CIA Melvin A. Goodman describe a Gates como “el oficial jefe de acción que
condujo la adaptación de la inteligencia para cumplir los deseos políticos de la
Casa Blanca durante la administración Reagan”. Como principal analista
reportando directamente al director de la CIA William Casey, Gates “dirigió la
primera cocina teórica institucionalizada de la CIA en los años 80, con un
énfasis particular en zurcir la inteligencia sobre la Unión Soviética, América
Central y el suroeste de Asia”, aseguró Goodman, a fin de justificar el
creciente gasto militar y la colaboración de EEUU en guerras sangrientas que
fueron elementos centrales de la política exterior de Reagan.
La audiencia en el Congreso de confirmación de Gates como director de CIA de
George H.W. Bush en 1991 escuchó a un flujo extraordinario de oficiales CIA de
carrera que contaron historias internas acerca de cómo este personaje había
corrompido la producción de inteligencia. También hubo preocupación por el papel
de Gates en los engaños al Congreso respecto a las operaciones secretas
Irán-contras a mediados de los años ochenta, un obstáculo que obstruyó a Gates
el más alto cargo en la CIA cuando murió Casey en 1987. Gates condujo la ayuda a
Saddam Hussein durante la guerra de Iraq-Irán, abasteciéndolo secretamente de
armas químicas, armamento y equipo.
Gates se desempeñó en la junta directiva de Science Applications
International Corporation (SAIC), que declaró ganancias de 7,5 mil millones de
dólares en 2005. SAIC estuvo involucrada en toda la recolección de inteligencia
para la reconstrucción de Iraq por cuenta del Pentágono.
El 21 de enero de 2009, Obama firmó y puso en vigor un decreto que fijó
reglas éticas más rigurosas, al prohibir el ingreso a cargos de las
reparticiones del gobierno a los cabilderos que habían hecho lobby durante los
dos años anteriores.
Corrupción en el Pentágono
Apenas dos días después, el 23 de enero, la Casa Blanca anunció que sus
nuevas reglas éticas duras no se aplicarían al candidato a comisionado de la
secretaria de Defensa William Lynn, quien fue vicepresidente “senior” para
operaciones y estrategias de defensa gubernamentales de la gigante industria de
defensa Raytheon y estuvo registrado como lobbysta de esa misma corporación
hasta julio de 2008.
Raytheon, la quinta compañía de defensa más grande de EEUU, vendió radares de
misiles, sensores, municiones, sistemas espaciales y otras tecnologías al
Ejército y a otras agencias gubernamentales por el valor de 18 mil millones de
dólares anuales (1). El senador republicano por Iowa Charles Grassley se opuso
fuertemente al nombramiento de Lynn aduciendo “prácticas consideradas muy
cuestionables que obviamente no favorecían al interés público” mientras se
desempeñó como contralor del Pentágono durante la administración Clinton.
En el ejercicio fiscal 1999, el departamento de Defensa reportó la
desaparición de 2,3 billones (millones de millones) y en el año fiscal 2000 el
mismo ministerio divulgó la ausencia de otros 1,1 billones. En total se
“perdieron” 3,4 millones de millones de dólares del contribuyente, todo esto
bajo el ojo vigilante del mismo William Lynn que ahora pasó a través de la
puerta giratoria que une al departamento de Defensa y el complejo militar
industrial.
Como Director Financiero del departamento de Defensa, Lynn fue responsable de
toda la administración e información presupuestaria. También fue responsable de
la publicación “revisada” de los estados financieros que no pudo hacer durante
el ejercicio del cargo y que desde entonces no se han publicado.
Robert Hale también ha sido nuevamente designado como subsecretario de
Defensa (contralor), después de servir como secretario auxiliar de la Fuerza
Aérea en el papel del interventor financiero entre 1994 y 2001. También fue
responsable, junto con Lynn, de la gestión de los fondos del ministerio de
Defensa. Hale también es un “Gerente Financiero Certificado de Defensa”
especializado en adquisiciones y ésta es una conexión particular con el complejo
militar-industrial.
El escritor Andrew Hughes señaló que “entre estos dos nuevamente designados
han perdido bastante dinero del contribuyente como para financiar cuatro veces
el programa de estímulo a la economía de Obama y ahora están, de nuevo, como
responsables de supervisar cómo maneja sus apropiaciones el departamento de
Defensa”.
Engaños al Congreso
El almirante Dennis Blair, seleccionado por Obama para dirigir la Dirección
de Inteligencia Nacional, que supervisa a las 16 agencias de inteligencia
(incluida la CIA), fue comandante de las fuerzas militares en el Pacífico
durante Clinton. En ese desempeño tuvo un papel bochornoso durante la ocupación
del Timor Oriental por parte de Indonesia en 1998, después de la caída del
dictador Suharto, quien fue apoyado por EEUU.
En 1999, cuando los militares indonesios aterrorizaron a la población para
frustrar las reformas democráticas, el departamento de Estado de EEUU y Clinton
enviaron a Blair a exigir que pusieran fin a las masacres del general indonesio
Wiranto.
En vez de eso, el almirante Blair informó falsamente al general que tenía el
apoyo constante de EEUU. El gobierno extendió su respaldo a las atrocidades.
Blair entonces le mintió al Congreso, informando que en la violencia solamente
estuvo involucrada una pequeña unidad, cuando en los hechos los grados
superiores de los militares indonesios realizaban secuestros, masacres y
torturas. Blair esencialmente estuvo al lado del general Wiranto en la matanza
de civiles indonesios, contra el conocimiento y los pedidos del Congreso de
EEUU.
Blair es uno de los miembros de la Comisión Trilateral (véase el tema Nº 22).
Estuvo en el directorio de Earl Dodge Osborne (EDO) Corporation, que es un
subcontratista para el programa F-22 Raptor. También prestó servicios en la
directiva de Tyco International, que fabrica pequeños componentes electrónicos
usados por los subcontratistas del F-22 y otras piezas para los militares, y de
Tridium, compañía de satélites. En 2006 Blair tuvo que dimitir como presidente
del Instituto para el Análisis de la Defensa (IDA, por su sigla en inglés)
debido a “conflictos de interés”. El IDA evaluaba para el Pentágono el programa
del F-22.
El ex general de cuatro estrellas James L. Jones fue designado como cabeza de
la Agencia de Seguridad Nacional, para servir debajo de Blair. Jones no sólo fue
comandante de la OTAN y comandante del Cuerpo de Marines: también es miembro de
la Comisión Trilateral. Prestó servicios en las juntas directivas de Chevron,
Boeing e Invacare Corp (que produce equipamiento médico para el Pentágono) hasta
diciembre de 2008. Hasta enero de 2009 fue consultor de Cross Match
Technologies, compañía de biométrica que trabaja para el Pentágono y el FBI.
También se desempeñó en la junta directiva de MIC Industries, que desarrolló la
Ultimate Building Machine, un dispositivo móvil de construcción utilizado
exclusivamente en Iraq y Afganistán para desplegar rápidamente estructuras de
acero de instalaciones militares. Recientemente, emplearon a Jones como
presidente del “Instituto de Energía para el Siglo XXI”, de la Cámara de
Comercio de EEUU.
Actualización de Robert Parry (de ConsortiumNews.com)
En cuanto a la significación de “El peligro de conservar a Robert Gates”, esa
temprana decisión del presidente electo Obama fue la primera indicación clara de
que no divergiría dramáticamente de las políticas de seguridad nacional del
presidente Bush. También reveló que Obama no tenía ninguna intención de desafiar
la falsa narrativa de Washington, dominada por los republicanos durante las
décadas precedentes, desde que Gates fue una figura clave en muchos de esos
escándalos, incluyendo el Irán-Contras y la politización de la inteligencia de
la CIA, ambos precursores importantes de las desastrosas decisiones de Bush en
esta década. En su lugar, con la retención de Gates, Obama dejó en claro que
evitaría la clase de conflictos que pudieron haber puesto a Estados Unidos en un
curso dramáticamente distinto. En efecto, se inclinó por preservar el estatus
quo.
Desde la publicación del artículo, las intenciones de Obama solamente se han
puesto más de manifiesto. Mientras retóricamente se distancia del estilo
belicoso de Bush, mantiene mucho de su sustancia, con Gates y otros funcionarios
retenidos que son contrarios al retiro de EEUU de Iraq y partidarios de
fortalecer las fuerzas en Afganistán. Obama también se ha opuesto a encarar
cualquier responsabilidad contra los antiguos jefes de Gates, así como el
presidente Clinton barrió debajo de la alfombra los escándalos anteriores que
involucraron a Gates y a las administraciones de Reagan-Bush (padre).
Gates personifica el mal permanente radicado en Washington, por lo menos
respecto a sí mismo, al punto que los medios de noticias de Washington exhiben
con cierta naturalidad su escaso interés en sacar a la luz cualquier evidencia
sobre las fechorías pasadas o presentes de este personaje. Gates fue un favorito
oficial de Washington durante los días de Reagan-Bush, y ahora permanece.
Cuando Gates fue nombrado secretario de Defensa por G.W. Bush en noviembre de
2006, los grandes medios malinterpretaron totalmente su significación. La visión
convencional fue que el nombramiento de Gates indicaba que Bush torcería el plan
del Grupo de Estudio de Iraq para desactivar la guerra. En realidad, Gates era
lejos más halcón que Donald Rumsfeld.
Pero los periodistas de renombre nunca corrigieron su error. Seguían viendo
al recién designado Gates a través de los mismos vidrios color de rosa. Cuando
el programa “60 minutos”, de CBS, hizo un perfil reciente de Gates con elogios
exagerados sobre su profunda preocupación personal por las tropas, aunque su
trabajo anterior en el gobierno fijó las etapas para las guerras de G.W. Bush
(especialmente la corrupción de la división analítica de la CIA) y su
incalificable apoyo al envío a la muerte de miles de soldados más de EEUU.
La información crítica sobre Gates continúa llegando, sobre todo de ex
funcionarios de la CIA que trabajaron con él en años anteriores y le conocen
como un escalador consumado. Por ejemplo, el ex analista de la CIA Melvin A.
Goodman dedica una parte importante de su libro “Fracaso de la inteligencia:
Declinación y caída de la CIA” al rol de Gates en el fin de la tradición de la
CIA de procurar información dura que sustituyó por la fabricación de
inteligencia al gusto de los responsables políticos de EEUU. Durante el dominio
de Gates sobre la división analítica, en los años 80, desapareció esa tradición
y la inteligencia fue apenas pulida a la manera deseada por los ideólogos de la
era de Reagan.
Actualización de Andrew Hughes (de Global Research)
Desde que se publicó el artículo original, en febrero de 2009, no se ha
escrito una sola línea en los grandes medios para escarbar este hurto gigante
del dinero público. En realidad esto fue eclipsado por el hurto igualmente grave
del dinero público que se disfrazó como “solvencia de la crisis del crédito”. La
figura del último timo supera casi 5 veces los 3,4 billones robados por el
departamento de Defensa.
Los dos nuevos designados, William Lynn y Robert Hale, revelaron el 7 de mayo
que el presupuesto de Defensa propuesto para 2010 aumentará los gastos en 4%,
para llegar a 663,8 mil millones de dólares. Esto ocurre en una época en que la
población está siendo empobrecida por el desempleo creciente, mientras se
encogen los programas sociales federales y de los 50 estados, y se transfiere la
riqueza de los hogares estadounidenses al cártel financiero-bancario de Wall
Street.
El tema más destacado en el artículo original no era sólo la desaparición de
3,4 billones de dólares del departamento de Defensa, sino que estos negocio son
una costumbre fuera del control del gobierno que, incluso con el cambio de
inquilino en la Casa Blanca, continúan robando sin interrupción a sus propios
ciudadanos.
Cuando escuchábamos los discursos de la campaña de Obama el año pasado, donde
él acentuó la importancia de Afganistán como nuevo frente de “guerra
antiterrorista”, guerra evasiva, interminable y no-ganable, era obvio que detrás
de todo el concepto de sus discursos y la deificación de los grandes medios
estaba a la vista la agenda de Zbigniew Brezinski y del Proyecto por un Nuevo
Siglo Americano (la plataforma ideológica de GW Bush), pero hicieron un nuevo
paquete con un personaje que representó el slogan “Podemos y creemos en el
cambio”.
Los acontecimientos -desde que originalmente fue publicada mi historia- sólo
han acentuado la falta de compromiso con cualquier contabilidad sólida de las
cajas públicas. No se ha encargado ninguna investigación sobre los billones que
faltan; ni se han hecho preguntas respecto a ese crimen a Donald Rumsfeld,
William Lynn y Robert Hale; el departamento de Defensa aumentó sul gasto; se
extendió la guerra en Afganistán; los poderes de EEUU en la región están
desestabilizando a Paquistán; Obama es responsable del asesinato de centenares
de civiles paquistaníes por los Abejones Depredadores (Predator Drones), aviones
sin piloto teleguiados por operarios de la CIA; y las promesas de terminar la
guerra en Iraq se han ignorado, ofuscado y reciclado dentro del doble discurso
político.
Todos estos discursos apuntan al hecho de que el Organismo
Gubernamental-Industrial-Militar es una unión simbiótica de sus propios
intereses, de la avaricia y lujuria por el poder en un nivel nunca visto antes
en la historia de la Humanidad. Es importante adoptar un punto de vista sobre la
corrupción que se ha destacado en este artículo para considerar su verdadera
naturaleza y cómo teje la tela que mantiene unido al sistema. Este sistema ha
estado creciendo constantemente, durante décadas, y se ha asegurado contra
cualquier investigación o consecuencia real, cooptando a los grandes medios con
adquisiciones corporativas de las compañías de noticias por parte de
contratistas del ministerio de Defensa y la colocación de empleados del
Pentágono y personal de la CIA en estas mismas compañías propietarias de grandes
medios noticiosos.
Pero la quinta esencia del logro de este sistema es el hecho de que Donald
Rumsfeld puede anunciar en una rueda de prensa pública el 10 de septiembre de
2001, sin ningún miedo al procesamiento o al contragolpe del público, que faltan
los billones de dólares, que no habrá investigación y que no detendrán a nadie
responsable. Hemos visto exactamente la misma arrogancia respecto al escándalo
de la tortura, al escándalo del apoyo urgente a los banqueros, al escándalo de
la guerra de Iraq y al avance de la rejilla del estado policial establecido por
el departamento de Seguridad de la Patria para etiquetar como “terrorista” a
cualquier persona que discrepe con la política del gobierno o que crea en la
Constitución de EEUU.
Se necesita iniciar con urgencia una investigación sobre los billones que
faltan en el departamento de Defensa como precursora de posteriores
investigaciones sobre la corrupción gruesa perpetrada por el gobierno de EEUU.
Será alcanzada solamente con despertar a la realidad, refutando las mentiras de
los grandes medios y comprendiendo la profundidad de la corrupción y cómo
destruirá lo que sobrevive de la Constitución, de la confianza pública y de la
libertad real.
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