Una nación al borde del abismo
Las políticas de EE.UU. sellaron la suerte de Irak
Dahr Jamail
TomDispatch/Truthout
22 de julio de 2014
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Para los estadounidenses, fueron como noticias venidas de ninguna parte. Años habían pasado desde que periodistas se
daban la molestia de dirigirse al país que invadimos y torpedeamos en 2003, el
país conocido otrora como Irak que nuestra ocupación condujo a una interminable pesadilla sectaria. En
2011, las últimas tropas de combate de EE.UU. abandonaron el país, con sus
cabezas “altivas” como el presidente Obama proclamó en la época, e Irak dejó de ser noticia para los
estadounidenses.
Por lo tanto los titulares de las últimas semanas –¡el ejército iraquí colapsa! ¡La segunda ciudad de Irak por su tamaño
cae en manos de los insurgentes! ¡Califato terrorista establecido en Medio
Oriente!– no podían haber parecido más inquietantemente inesperados.
Repentinamente, los periodistas volvieron en masa, los neoconservadores de la
era de Bush que habían planificado la invasión y ocupación escribían artículos
de opinión como si fuera ayer, e Irak volvía a ser la historia del momento a
medida que los post-post-mortem comenzaban a aparecer y los comentaristas
comenzaban a preguntar: “¿cómo nos las ingeniamos para que sucediera algo
semejante?
Los iraquíes, por supuesto, carecían del lujo de ignorar lo
que estaba sucediendo en su país desde 2011. Para ellos, suníes o chiíes, el
reciente derrumbe del ejército, la propagación de una serie de revueltas en las partes suníes de Irak, el progreso de una
insurgencia extremista hacia la capital del país, Bagdad, y la naturaleza acosada del
gobierno autocrático del gobierno del Primer Ministro Nouri al-Maliki, eran, si no predecibles, por lo menos de esperar. Y a medida
que aumentaban los asesinatos, atrapada en medio estaba la vasta mayoría de los
iraquíes, gente que no eran combatientes ni estaban directamente involucrados
en la corrupta política de su país, pero se veían, como siempre, atrapados en el puño maligno de
la violencia que volvía a engullirlo.
Un amigo iraquí que he conocido desde 2003, que vive en un vecindario predominantemente suní en Bagdad,
me envió hace poco un correo. Había sobrevivido la carnicería sectaria de
2006-2007 en la cual muchos de sus compatriotas suníes fueron muertos o
expulsados de la capital, y me presentó el siguiente cuadro de lo que es ahora
la vida para él, su esposa, y sus pequeños hijos:
“Todos los peligros enfrentados por los iraquíes debido a la ocupación –arrestos, tortura, coches bomba, y violencia sectaria–
esos asesinatos se han convertido en juguetes en comparación con lo que
enfrentamos estos días. Los combates se han extendido en todas las direcciones
desde el norte, este y oeste de Bagdad. Gran parte de los combates tienen lugar entre el gobierno e insurgentes suníes que
han sufrido considerablemente por la injusticia del gobierno sectario de Maliki.”
En cuanto a su vida diaria, la describió como sigue:
“Como resultado de estos combates, no podemos dormir por nuestro temor ante la
incertidumbre de la situación, y por los arrestos hechos al azar de suníes
inocentes. Cada día me despierto y me encuentro en una situación muy dura y
mala y ahora trato de pensar en alguna manera de irme de aquí y salvar a mi
familia. La mayoría de mis vecinos se fueron cuando era más fácil partir.
Ahora, tenemos a EE.UU. e Irán que ayudan al gobierno iraquí, y esto solo hará
que los combates que tienen lugar en todo Irak sean mucho peores.
“La vida en Irak se ha hecho imposible, e incluso más peligrosa, y ahora no hay manera de irse. Hay combates hacia el
norte, el oeste, y el este de Bagdad, y con tantos grupos de milicias chiíes en el sur, no es seguro para nosotros ir allí
debido al sectarismo que nunca existió aquí antes de la invasión. El precio de
pasajes de autobús ha aumentado considerablemente y todas las reservas están
copadas durante meses. Tantas familias iraquíes y la mía están ahora atrapadas
en medio de la situación.
“Cada día, el ejército iraquí está allanando y arrestando a numerosas personas inocentes. Se encuentran numerosos cadáveres en
la morgue de Bagdad en los días después de los arrestos masivos en áreas suníes.”
Concluyó su correo con una nota sombría, reminiscente del
tipo de cosas que escuchaba regularmente cuando estuve en Irak cubriendo los
resultados brutales de la ocupación por EE.UU. “Horror, miedo, arrestos
arbitrarios, ataques indiscriminados con bombas, un futuro incierto – eso es el
nuevo Irak democrático”.
Y no hay que pensar ni por un segundo que durante este verano son solo comunidades suníes las que viven atemorizadas.
Abundan los informes de masacres y otras atrocidades realizadas por el Estado
Islámico de Irak y Siria (ISIS [EIIL], el grupo que encabeza la revuelta suní
en las partes septentrionales y occidentales del país, junto con detalles bien
documentados sobre sus brutales tácticas contra los chiíes.
En un incidente, según testigos, fuerzas del ISIS secuestraron a por lo menos 40 turcomanos
chiíes, hicieron volar tres mezquitas chiíes y otro lugar sagrado chií, y
allanaron casas y granjas en dos aldeas chiíes cerca de la ciudad de Mosul. Y eso es solo el
comienzo de una larga lista de horrores. Mientras tanto, el sectarismo que
destroza el tejido social está siendo avivado aún más por la colocación en
línea de imágenes que muestran por lo menos 10 antiguos lugares sagrados y
mezquitas chiíes destruidos por combatientes del ISIS.
La desintegración de Irak
En lo que a mí respecta, no puedo afirmar que los eventos de las últimas semanas me sorprenden. En marzo de 2013, en una
visita a la asediada ciudad suní de Faluya (dos veces sitiada y destruida en
gran parte por tropas estadounidenses en los años de la ocupación), vi muchas
señales de la génesis de lo que estaba por venir. Una vez estuve en un
escenario junto a media docena de dirigentes tribales y religiosos del área. Decenas de
miles de hombres enfurecidos, en su mayoría jóvenes, llenaban la calle frente a
nosotros, levantando pancartas que expresaban su ira hacia el Primer Ministro
Maliki respaldado por EE.UU.
Habiendo escrito sobre la miríada de abusos y violaciones de los derechos humanos cometidos por el régimen de
Maliki, yo estaba íntimamente familiarizado con cómo se había abusado de los
cuerpos, la dignidad, y los derechos de gran parte de la población suní en la
provincia de Faluya, al-Anbar. Ese mismo mes, por ejemplo, había entrevistado a
una mujer que usaba el alias Heba al-Shamary y que acababa de ser liberada de
una prisión iraquí después de cuatro duros años.
“Fui torturada y violada repetidamente por las fuerzas de seguridad iraquíes”, me dijo. “Quiero decir al mundo lo que
hemos tenido que sufrir, yo y otras mujeres iraquíes en prisión durante estos
últimos años. Ha sido un infierno…. Fui violada una y otra vez. Me patearon y
golpearon e insultaron y escupieron.” Heba, como tantos suníes que el régimen de Maliki
decidió detener, torturar, y a veces ejecutar, había sido acusada de “terrorismo”.
Ese mismo mes, Amnistía Internacional publicó un informe que destacó lo que llamó “un ciclo sombrío de abusos de
derecho humanos” en Irak. Cuando estuve en Bagdad, era común escuchar que se
referían a Maliki en muchas áreas como “peor que Sadam [Hussein]”.
A fines de 2012, los jóvenes en la población suní sin derechos políticos comenzaron a organizar manifestaciones
pacíficas al estilo de la Primavera Árabe contra el gobierno. Estas fueron
recibidas con brutal violencia y más de una docena de manifestantes fueron
muertos por las fuerzas de seguridad del gobierno. Los videos de esto adquirieron dimensiones virales en la Web agitando
los fervientes estados de ánimo de jóvenes desesperados por llevar la lucha por
sus derechos a Bagdad.
“Exigimos el fin de los puntos de control que rodean Faluya. Exigimos que permitan el ingreso de la prensa [para cubrir
la situación]. Exigimos que terminen sus incursiones ilegales a las casas y las
detenciones. Exigimos el fin del federalismo y de los gángsteres y las prisiones secretas.” Fue lo que Jeque
Khaled Hamoud Al-Jumaili, dirigente de las manifestaciones me dijo justo antes
de que yo subiera al escenario ese día. Mientras hablábamos, sostenía una
fotografía de uno de sus sobrinos muertos por las fuerzas de Maliki mientras
manifestaba en la cercana ciudad de Ramadi. “Perder nuestra historia y dividir
a los iraquíes es un error, pero eso y los secuestros y conspiraciones y el
desplazamiento de la gente es lo que hace Maliki”.
Como escribí entonces, el jeque me aseguró a continuación que mucha gente en la Provincia Anbar ha dejado
de exigir cambios en el gobierno Maliki porque ha perdido la esperanza. Después
de años de espera, ninguna demanda semejante fue satisfecha. “Ahora, exigimos
un cambio en el régimen y un cambio en la constitución. No detendremos estas
manifestaciones. Esta la hemos llamado ‘viernes de la última oportunidad’
porque es la última oportunidad para que el gobierno nos escuche.”
“¿Qué será lo próximo?,” le pregunté, “¿si ellos no les escuchan?”
“Tal vez lo próximo sea la lucha armada”, respondió de inmediato.
La reacción de Maliki ante las protestas en Faluya aseguraría, de hecho, que
la predicción del jeque se convierta en el futuro de la región.
La energía de la adrenalina en el escenario y en la multitud de ese día mezcló una expectación eléctrica y
ansiedad con miedo. Toda esa energía tenía que conducir a alguna parte. Incluso
entonces, los dirigentes religiosos y tribales locales ya se quedaban detrás de
sus partidarios. Siempre fue improbable que se pudiera mantener una tapa sobre
la ardiente caldera del sentimiento suní. Cuando un jeque tribal pidió a la multitud un poco más de
tiempo para más “diplomacia” en Bagdad, ésta estalló en gritos iracundos, se
precipitó hacia el escenario, y comenzó a acribillar a los jeques con botellas
de agua y piedras.
En los bolsillos de esa multitud, ahora una turba, las ominosas banderas negras del
ISIS ya estaban ondeando vigorosamente junto a pancartas que decían “los
iraquíes no votaron por una dictadura iraní”. Gritos coléricos de “¡Ahora
combatiremos!” y “¡No más Maliki!”nos perseguían mientras huíamos del escenario, para no
ser alcanzados por esos proyectiles que representaban la furia de los jóvenes,
una furia desesperada por un objetivo, y dispuesta al reclutamiento en un movimiento
que condujera la lucha contra el régimen de Maliki.
Aparece ISIS
Financiados por petrodólares del Golfo Arábigo de Catar y Arabia Saudí, entre otros sitios, y apoyados durante mucho tiempo, por
lo menos implícitamente, por el gobierno de Obama, los combatientes islamistas
radicales en Siria opuestos a Bacher al-Asad han estado expandiendo su fuerza,
su cantidad, y su letalidad durante los últimos tres años. Este verano, ellos y
sus filiales en Irak convergieron, tomando primero Faluya, avanzando luego a
las debacles de primavera y verano por todo Irak suní y el establecimiento de
un “califato” en los territorios que controlan en ambos países.
No es nada nuevo que ISIS, un grupo que incluso fue rechazado por al Qaida original, tenía una fuerte
presencia en Siria. El Secretario de Estado John Kerry habló defensivamente de
la situación durante la primavera pasada en un intento por explicar la política
crecientemente controvertida y confusa de Washington respecto a Siria, los rebeldes, y
el régimen de Bacher al-Asad que estaban tratando de derribar. Describió a los
“malos” como combatientes radicales pertenecientes a ISIS y a grupos afiliados
a al Qaida, calificándolos de la menor parte de la oposición en ese país, una
declaración que incluso entonces fue más que inexacta. Continuó para describir
a esos “malos” como “los que han probado ser probablemente los mejores combatientes… los más
entrenados y agresivos en el terreno”.
Por supuesto, Kerry afirmó que EE.UU. solo apoyaba a los “buenos”, otra ficción conveniente del momento.
Avancemos rápidamente hasta hace unas pocas semanas: en un reunión con el dirigente de la oposición siria Ahmad
al-Jarba, Kerry propuso armas y entrenar a rebeldes sirios “moderados”
supuestamente bien seleccionados para ayudar a enfrentar a ISIS en Siria y
también en Irak. “Obviamente, a la luz de lo que ha ocurrido en Irak”, dijo,
“tenemos aún más que hablar en términos de una oposición moderada en Siria, que
tiene la capacidad de ser un protagonista muy importante en el enfrentamiento
contra la presencia [de ISIS] y detenerla no solo en Siria, sino también en Irak”.
La confusión de esta política sigue dejando atónito: Washington espera usar rebeldes sirios “moderados”, casi
imposibles en la práctica de distinguir de islamistas extremos, “para
enfrentar” a esos mismos islamistas, mientras combate al régimen de Asad que
está apoyando –con ataques aéreos, entre otras cosas– al gobierno de Maliki que
Washington ha estado armando y apoyando en Irak. EE.UU. ya ha invertido más de
25.000 millones de dólares en apoyo a Maliki – por lo menos 17.000 millones de
los cuales fueron suministrados a los militares iraquíes. Claramente ese dinero
no fue bien gastado ya que esos militares colapsaron rápidamente, entregando
una serie de ciudades y pueblos, incluyendo Tal Afar y Mosul, cuando
aparecieron ISIS y otros insurgentes suníes.
Más ayuda y personal se encuentran ahora en camino desde Washington.
El gobierno de Obama ya admite el envío de por lo menos otros 750 marines y
soldados de las Fuerzas Especiales a Irak, junto con drones armados con misiles
y helicópteros Apache. Ahora está presionando fuertemente para vender a Irak
otros 4.000 misiles Hellfire. El Pentágono insiste en que sus tropas en Bagdad están protegiendo la inmensa embajada de EE.UU. o
sirviendo en una capacidad “consultiva” a los iraquíes, pero también afirma que
sus fuerzas necesitan “flexibilidad” para realizar sus misiones. Como resultado, ya hay
planes para que pilotos estadounidenses operen esos helicópteros de ataque Apache.
Mientras Washington podría tener diferencias con el presidente ruso Vladimir Putin sobre la crisis
en Ucrania, es indudable que el gobierno de Obama está dando un suspiro de
alivio porque ayuda militar rusa, incluyendo aviones de guerra está fluyendo
actualmente a Bagdad. Desdibujando aún más las opacas alianzas políticas, Irán ha suministrado a Irak aviones jet de ataque
terrestre, tiene drones realizando misiones de reconocimiento sobre el país, y
kurdos iraníes podrían estarse sumando al combate en el terreno.
Considerando todos estos altibajos de la situación iraquí, el analista político Maki al-Nazzal compartió estos
pensamientos conmigo, que son cada vez más típicos de la opinión suní: “Irak
todavía está sufriendo por los pecados de la ocupación estadounidense y ahora
opera por sí solo para eliminar el cáncer que EE.UU. plantó en su cuerpo. Los
nacionalistas iraquíes y los islamistas suníes están hartos de ser devastados
por 11 años de ocupación directa e indirecta y tan disgustados como para corregir mediante las armas lo que
fue contaminado por políticas erróneas.”
Mientras tanto, la actual crisis ha lanzado al gobierno en Bagdad hacia una caída libre precisamente cuando los
kurdos oportunistas del norte de Irak han llamado a un referéndum en los próximos dos meses para
encarar un antiguo deseo de convertirse en país independiente. En vista de todo
esto, las esperanzas de algún tipo de gobierno de “unidad” suní-chií-kurdo que
pueda salvar al país del colapso han fracasado repetidamente. Para empeorar las cosas, mientras miles de
iraquíes son masacrados cada mes y el país se desintegra, incluso los chiíes en
el parlamento del país parecen encontrarse en un punto muerto. “Las cosas ocurren más rápido que
las decisiones de los políticos”, dijo un importante miembro chií del parlamento a un
periodista.
No es sorprendente que el ejército iraquí no se mantenga firme cuando enfrenta a los combatientes del ISIS, que están más que dispuestos a
morir por su causa. ¿En defensa de qué se espera que muera? Y no son solo soldados
del ejército los que se niegan a arriesgar sus vidas por Nouri al-Maliki. Poderosos
dirigentes tribales suníes en la volátil Provincia Anbar de Irak también se
niegan a luchar por Maliki. En una reciente entrevista, Jeque Hatem
al-Suleiman, jefe de la tribu Dulaimi, insistió en que Maliki era más peligroso
que los combatientes del ISIS, agregando: “Creo que Maliki es responsable de la
llegada de ISIS a Irak”.
El hombre de Washington en Bagdad durante tanto tiempo, el propio Maliki agrava ahora la crisis al negarse a ceder, sin
que importe la presión de sus antiguos patrones y dirigentes religiosos chiíes.
La pesadilla de los iraquíes de a pie
La desintegración de Irak es el resultado de políticas estadounidenses que, desde 2003, han carecido sorprendentemente de
coherencia o alguna comprensión real cuando se trata de las fuerzas en juego en
el país o la región. Se han caracterizado por un aura de puerilidad, de
“buenos” contra “malos”, que sorprenderá a futuros historiadores. Lo peor de
todo es que han generado un Círculo Vicioso de Medio Oriente en el cual todas
las partes son armadas, financiadas, y apoyadas directa o indirectamente por Washington o sus aliados.
Mientras tanto, ISIS y otros grupos insurgentes suníes han hecho uso efectivamente de los decenas de miles de
jóvenes indignados que vi en Faluya el año pasado y según las informaciones
gozan de significativo apoyo popular (como, en algunos casos, la mejor de una serie de terribles opciones) en muchas de las
ciudades y localidades donde se han establecido.
En todo eso, solo se ha acentuado la pesadilla para los iraquíes de a pie. Recientemente recibí un correo de un
amigo en Faluya, una ciudad actualmente ocupada por ISIS después de haber sido brutalmente bombardeada por los militares iraquíes a
principios de año. En esos días, cientos fueron muertos e incluso fue alcanzado
el hospital principal de Faluya. Decenas de miles en la ciudad, incluyendo a mi
amigo, tuvieron que huir para salvar la vida. Ahora ha sido refugiado durante
meses y resumió su vida como sigue:
“Las palabras no pueden explicar lo que estamos sufriendo. No creo lo que nos está ocurriendo. Imaginad una vida vivida en
miedo permanente, con escasez de todos los servicios importantes como electricidad,
suministro de agua, combustible, y alimento en el tórrido verano iraquí y
durante el mes de ayuno de Ramadán.
“La parte más importante de toda la historia es que todas estas tragedias estén ocurriendo – y quiero decir con tristeza, están
ocurriendo mientras somos ahora refugiados y estamos privados de nuestras casas
y pertenencias. Huyendo del bombardeo de Maliki, viajamos a Anah City [al
noroeste de Faluya y más cerca de la frontera siria] en busca de seguridad,
pero ahora Anah se ha hecho insegura y fue atacada dos veces por helicópteros
sirios, que mataron a cinco refugiados civiles de Faluya. Todo en nuestra vida
es triste y difícil. Estamos bajo el control de criminales insensibles.”
A medida que progresa la desintegración hacia la oscuridad de Irak, me enferma pensar en todos los iraquíes que
encontré y que se convirtieron en mis amigos, quienes han sido muertos,
desaparecidos, o se han convertido en refugiados desde entonces. Lo que queda
de Irak, este caos que ya no es un país, debe ser considerado como el legado de décadas de política de EE.UU., comenzando por el momento cuando
Sadam Hussein estaba en el poder y gozaba del apoyo de Washington. Con Maliki, ha sido
simplemente un dictador diferente, gozando de aún más apoyo semejante (hasta
estas últimas semanas), y utilizando bárbaras tácticas similares contra los
iraquíes.
En la actualidad, las políticas de Washington continúan en
el mismo modo insensato mientras más combustible se suma a la hoguera que está
incinerando Irak.
Dahr Jamail pasó más de un año informando, como periodista independiente, desde Irak, durante varios viajes a ese país entre
2003 y 2014. Ha recibido numerosos premios, incluyendo el Premio Martha
Gellhorn para Periodismo y el Premio James Aronson para Periodismo de Justicia
Social por su trabajo en Irak. Es autor de dos libros: Beyond the Green Zone: Dispatches
from an Unembedded Journalist in Occupied Iraq y The
Will to Resist: Soldiers Who Refuse to Fight in Iraq and Afghanistan. Es
periodista de Truthout. Este es un informe conjunto de TomDispatch/Truthout.
Copyright 2014 Dahr Jamail
Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/175869/tomgram%3A_dahr_jamail%2C_incinerating_iraq/#more
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