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El Mundo no Puede Esperar organiza a las personas que viven en Estados Unidos para repudiar y parar el rumbo fascista iniciado durante el régimen de Bush y evidenciado en las ocupaciones asesinas, injustas e ilegítimas de Irak y Afganistán; la “guerra de terror” global de tortura, rendición extraordinaria y espionaje; y la cultura de discriminación, intolerancia y avaricia. A ese rumbo no le darán marcha atrás los líderes que nos instan a buscar puntos en común con fascistas, fanáticos religiosos e imperio. Solo es posible si la población forja una comunidad de resistencia –un movimiento independiente de grandes cantidades de personas—que, actuando en pro de los intereses de la humanidad, pone fin a dichos crímenes y demanda que se procese a los responsables por ellos.



Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

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Irak: Conflictos de la cúpula, desafío para la oposición

Revolución #024, 27 de noviembre de 2005, posted at revcom.us

Poco después del 11 de septiembre de 2001, Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario, habló sobriamente de los esfuerzos de la clase dominante imperialista para "reconfigurar la situación mundial" y cambiar radicalmente la sociedad aquí.1 Analizó profundamente las implicaciones de las "grandes ambiciones" de los imperialistas y señaló que les podrían causar serios problemas.

"Todo esto --dijo-- produce un gran hervidero de contradicciones, con un desenvolvimiento impredecible y el potencial de desembocar en una situación que se les salga de las manos".

Los recientes conflictos internos de la clase dominante muestran ese potencial e, igualmente, le plantean un fuerte desafío a la oposición al imperialismo.

Hervidero de contradicciones

Por decirlo suavemente, la guerra de Irak no va sobre ruedas para los imperialistas: la resistencia a la ocupación se ha diseminado y es más capaz; los conflictos internos de las distintas fuerzas políticas, étnicas y de clase de Irak no se han calmado; el ejército títere todavía no puede pelear solo. En respuesta, Estados Unidos ha redoblado las tácticas de terror generalizado contra la población sunita, que es la principal base de la insurgencia (pero no la única). Para empeorar la situación (desde el punto de vista de los imperialistas), la oposición a la guerra está creciendo y agudizándose en Estados Unidos. Eso se complica más aún con un creciente descontento y rechazo dentro del ejército.

Todo esto le está causando serias preocupaciones a la clase dominante. Para darnos una idea de lo que molesta a algunas de esas fuerzas, vale la pena citar el editorial "A Timetable for Bush" (Un horario para Bush) del New York Times (18 de noviembre):

"La máxima pesadilla con Irak, que vemos aproximarse continuamente, es una fractura violenta del país con la separación de los curdos del norte y los chiítas del sureste; el oeste de los árabes sunitas quedaría como una tierra de nadie pobre y sería un semillero de terrorismo internacional…

"Las consecuencias de tal fractura serían inacabables y terribles: guerra civil, persecución de poblaciones minoritarias en los nuevos estados, alianza de los chiítas con Irán, y un colapso completo de la influencia moral y militar de Estados Unidos en el Medio Oriente". [nuestro énfasis]

Nótese por favor que el editorial del New York Times no dice, ni siquiera por guardar las apariencias, que le molesta la matanza de la población iraquí, las torturas, los bombardeos de civiles con fósforo blanco ni el resto de los horrores de la ocupación. No, lo que le molesta es el colapso de la "influencia moral [sic] y militar de Estados Unidos".

Ante el creciente descontento e ira popular, y la inquietud de la clase dominante, Bush ha tomado la ofensiva. Ha reiterado agresivamente su "visión" de un mundo dominado por Estados Unidos y de un Medio Oriente transformado radicalmente para profundizar y preservar esa dominación. (El artículo "Bush pide una guerra sin fin, sin límites y sin fronteras", Revolución #22, tiene un análisis detallado de los últimos discursos de Bush). Además, se ha puesto a acusar a la oposición de alentar "al enemigo" y de desmoralizar a las tropas.

Bush ha dado discursos en bases militares y a familias de militares con tres objetivos: primero, afianzar su base en el ejército; segundo, engatusar de nuevo a sectores del público con el cuento de "apoyar las tropas"; tercero, hacerle ver a otras fuerzas de la clase dominante que cuenta con una base en el ejército y que la usará si necesita. Eso en sí es muy serio y muestra la profundidad de las contradicciones.

De todas formas, las contradicciones internas de la clase dominante han seguido fermentando. Una manifestación de esto han sido las preguntas de los congresistas demócratas sobre la información secreta con que se justificó la invasión. La semana pasada el Senado pidió informes periódicos sobre Irak y "un período de transición significativa a la plena soberanía iraquí". Ni las preguntas sobre la información secreta ni la solicitud de informes periódicos van al centro de la cuestión: la guerra en sí y su carácter inmoral e injusto. Ninguno cuestiona el mayor salvajismo de Estados Unidos ante la resistencia. Básicamente, es por aparentar (demócratas y republicanos) que "están haciendo algo" ante la crisis, pero siguen por el mismo carril. A pesar de eso, hay un elemento secundario de clara preocupación de que la situación se desboque.

La grieta se agranda

Pero el gobierno no podía tolerar ni siquiera esa pequeña grieta, no vaya y fuera que creciera más de lo que se proponían los tímidos demócratas. Así que Bush, Cheney y sus portavoces siguieron a la contraofensiva con una serie de discursos: defendieron la guerra y atacaron a los críticos diciendo que perjudican a las tropas y "envalentonan al enemigo".

En esas, John Murtha, un congresista demócrata de ultraderecha muy amigo de los militares, presentó una propuesta de retirarse de Irak en seis meses. Murtha explicó que el costo de la guerra era muy alto para las fuerzas armadas: "La amenaza de terrorismo es seria, pero hay otras amenazas que no podemos ignorar. Tenemos que prepararnos para responder a todas ellas… El futuro de nuestras fuerzas armadas está en riesgo. Las fuerzas armadas y sus familias no dan más de sí… Muchos dicen que el ejército está quebrado ". ¡Vaya palabras! Murtha también dijo que su "punto más importante" es que "los incidentes han aumentado de 150 a la semana a más de 700 a lo largo del último año. En vez de reducirse cuando teníamos más tropas, han aumentado de modo dramático. Desde… Abu Ghraib, las bajas americanas se han duplicado".

Hay que ver quién es Murtha y en nombre de quién habla para entender la importancia de lo que hizo. David Gergen, asesor de cuatro presidentes, dice que Murtha es "muy amigo de muchos generales del ejército… y que cuando habla mucha gente oye la voz de esos generales". Mejor dicho, Murtha es un sirviente del imperialismo y un vocero de los militares. Siempre ha apoyado la guerra y ahora su crítica es que no está bien dirigida, y que perjudica los intereses generales de los imperialistas y, en particular, la estabilidad y efectividad del ejército.

El gobierno contraatacó. La dirección republicana de la Cámara de Representantes tomó la propuesta de Murtha y, en vez de pedir una retirada en seis meses, pidió una retirada inmediata y la sometió a votación plenaria ahí mismo. Eso es sumamente raro: las propuestas pasan por comités y subcomités antes de llegar a la Cámara. Es posible que Murtha esperara eso y que su intención fuera pedir cambios de la utilización y el equipamiento de las tropas. Hay un grupo de congresistas (muchos demócratas y el influyente republicano de Arizona John McCain) que piden más tropas "para hacer bien el trabajo".2

Pero el equipo de Bush y los republicanos, viendo que la dinámica iba contra ellos, trataron de voltear la marea contra los críticos proponiendo un voto inmediato a favor o en contra de la retirada de Irak. Un congresista republicano dijo que era hora de dejar de criticar y decir que los estaban engañando: tenían que votar a favor o en contra de la guerra, y si votaban a favor, se tenían que callar el pico.

La Cámara votó contra la propuesta: 403 a favor y 3 en contra. ¡Hasta Murtha votó en contra!

¿Un voto de 403 a favor y 3 en contra? ¿Qué clase de "oposición" es esa?

Sus intereses… y nuestros intereses

El voto demostró claramente que la clase dominante no quiere parar la guerra. No disputa la dominación militar de Irak ni del Medio Oriente; lo que disputa es cuál es la mejor forma de hacerlo. No hay unos a favor del imperialismo y otros en contra. Esto no es más que una bola de esclavistas discutiendo cuál es la mejor forma de conservar y ampliar la esclavitud; es una bola de asesinos, torturadores y criminales de guerra discutiendo cuál es la mejor "fórmula".

En estos momentos, los principales críticos de Bush de la clase dominante piden, desde diferentes ángulos que: a) ponga más atención a lograr una dominación militar más efectiva de Irak; b) realice una reestructuración más pensada y fuerte del gobierno títere de Irak; c) engañe y confunda mejor a la ciudadanía para que apoye o al menos tolere la guerra. Por eso es que el congresista McCain pidió más tropas en un discurso muy publicitado; por eso es que el editorial del New York Times pidió que Bush le "ponga meta claras" al gobierno de Irak e hizo una serie de propuestas concretas para que cumpla; por eso es que hasta los políticos y los periodistas que adoran la guerra se quejan de que "Bush no se está comunicando bien". Sin embargo, el consenso fundamental de la clase dominante ahora es que no hay alternativa a seguir la ocupación y dominación de Irak, a pesar de los riesgos y costos, que señaló Murtha.

Pero la retirada inmediata es la única medida justa, la única medida que responde a los intereses de la gran mayoría de la gente de Irak y de Estados Unidos, y que cada vez más responde a los deseos populares. El 18 de noviembre el programa de Lou Dobbs por la cadena CNN hizo una encuesta a los televidentes sobre lo que debe hacer el gobierno en Irak. Dobbs no es liberal ni por el forro, pero dijo que la respuesta fue: 11% a favor de hacer lo que haya que hacer para ganar; 2% a favor de "seguir el mismo rumbo"; y 87% a favor de una retirada inmediata. Bueno, Dobbs puede manipular sus encuestas como le dé la gana. (Las encuestas en general no son un reflejo de la opinión pública, sino una forma de manipularla). Pero esas cifras a lo mínimo indican que Dobbs está planteando con urgencia que "estamos perdiendo al público". También le plantean una gran oportunidad y un gran desafío a los que anhelan un cambio progresista.

Presiones a la pirámide

Fue, y es, una dinámica mortal.

"Al otro lado de la pirámide (supuestamente a la izquierda), están los demócratas. ¿Quiénes son sus bases? No digo que realmente los representan, ¿pero a quiénes quieren atraer? A la gente progresista y los oprimidos. En realidad el papel de los demócratas es canalizarlos hacia la corriente tradicional de la política nacional y confinarlos al marco del proceso electoral burgués y... canalizarlos nuevamente si es que se alejan o salen de ese marco. Porque… el Partido Demócrata… siempre los traiciona. Hasta habla de los oprimidos, pero como en realidad no representa sus intereses fundamentales, los traiciona una y otra vez. Representa los intereses del sistema y la clase dominante, y sirve para engatusar a los oprimidos y los descontentos. A todos ellos les dice: ‘Vénganse, vénganse. No es tan malo como parece. No olviden que tienen el voto. Tranquilos. Todo saldrá bien’. Para eso sirven los demócratas. Pero tienen mucho miedo de movilizar a las bases. Las exhortan a votar, pero les infunde pavor que se salgan a la calle a protestar o luchar contra los derechistas, que están cobrando fuerza".3

En estos momentos, la pirámide está sometida a grandes presiones. Por un lado, la clase dominante tiene fuertes diferencias internas sobre la mejor manera de responder a los problemas que tiene para seguir su asesina guerra. Por otro lado, está aumentando la brecha entre la dirección del Partido Demócrata, que apoya la guerra (recordemos el voto de 403 a 3), y la gente que dice dirigir (y que debe encauzar), que se opone más a la guerra cada día.

Los altos demócratas critican a Bush "por las ramas" por dos razones: primera, tienen la esperanza de influenciar las medidas que se tomen; segunda, tienen que convencer a sus bases de que están haciendo todo lo que se puede, dentro de lo razonable, para oponerse a la guerra.

Pero eso es mentira. Los líderes demócratas no están haciendo todo lo que se puede contra la guerra. La gran mayoría, recuérdese, votó a favor de seguir la ocupación de Irak. De hecho, están tratando de paralizar y desviar la oposición a la guerra, de mantenerla dentro de canales muy limitados. Quieren metamorfosear la demanda de una retirada inmediata a una retirada por fases, que no empezaría hasta que los imperialistas estén firmemente afincados. Quieren mantener la situación política bajo control, mientras que los imperialistas maniobran y dan porrazos para salirse de una situación que cada día se les vuelve más difícil y peligrosa.

Dos dinámicas en contienda

Los políticos demócratas quieren desviar la creciente demanda de PARAR la guerra YA, limitar el debate y disipar la furia popular. Proponen seguirlos a ellos en vez (o en contra) de demandar con acciones concretas que termine la guerra, y todo el programa de que forma parte. Pero precisamente la lucha de masas es lo único que puede llevar a un cambio progresista.

Las elecciones del año pasado contienen una amarga lección. Antes de la guerra y en la convención republicana (en agosto) hubo una enorme oposición a la guerra. Pero la oposición se dejó persuadir de dedicar sus energías a la elección de Kerry, quien, aunque posaba de "alternativa moderada" a Bush, apoyaba firmemente la guerra y se enorgulleció de sus credenciales militares para ser "comandante en jefe". Así se creó una dinámica atroz: la oposición abandonó sus posiciones más esenciales (hasta la oposición a la guerra) con la idea de ser realista y razonable.

Fue, y es, una dinámica mortal.

Tenemos que crear una dinámica muy distinta, especialmente a medida que se acerca la campaña electoral. Necesitamos una dinámica en que la gente que se OPONE a la guerra, junto con la gente que se opone a todas las otras atrocidades del gobierno de Bush y a su dirección fascista, se movilice con sus propias demandas, conforme a sus intereses, de una forma política masiva. Necesitamos una dinámica en que la gente que se opone al gobierno haga que todos los demás sectores de la sociedad le respondan por la fuerza de su tamaño y su determinación. Este es el único camino "realista y razonable"… si queremos cambiar la realidad de guerra sin fin, sin límites y sin fronteras, y su concomitante orden interno fascista.

Debemos aprender del temor del gobierno y de los demócratas (cada uno a su manera) ante el descontento de la población y de partes de las fuerzas armadas. ¿Por qué andan corriendo? ¿Por qué andan dando zarpazos a la gente y el uno al otro? ¿De qué tienen miedo? Bueno, tienen miedo de muchas cosas en estos momentos, pero una de ellas es la furia y la resistencia de los gobernados. Tienen miedo de que plasmemos en realidad nuestra fuerza potencial… si nos salimos de debajo de sus alas y realizamos acciones políticas independientes que respondan a nuestros intereses y, especialmente, a los intereses de los pueblos del mundo. Tienen miedo de que la ciudadanía, como dice la convocatoria de El Mundo No Puede Esperar, resuelva que "no nos dejaremos gobernar de esta manera".

La cuestión ahora no es si votar o no votar. Es si atenerse al voto o, en cambio, depositar las energías en movilizar a millones para que reconozcan sus verdaderos intereses y canalizar su descontento a un camino que no los traicione una vez más, sino que lleve a un cambio real de la dirección de la sociedad y del curso de la historia. Es si aprovechar políticamente las grietas que están surgiendo y abrirlas de lleno por medio de la acción política independiente de las masas para llegar a un futuro distinto o, en cambio, dejarse llevar de nuevo al redil y dejarse reducir a otro "grupo de presión" pasivo, mientras los arquitectos de esta guerra resuelven cómo parchar esas grietas y seguir su reino de fósforo blanco y cámaras secretas de tortura.

De inmediato, el urgente desafío es lanzarnos de lleno a montar potentes protestas de masas cuando Bush presente el Informe presidencial en enero, y demandar que se largue y se lleve su programa, con su guerra brutal y reaccionaria. Protestas lo suficientemente masivas y resueltas para que esa sea la cuestión política central del país.

Tenemos que responder a ese desafío.


NOTES:

1 "Los grandes retos de la nueva situación", Bob Avakian, Obrero Revolucionario #1143, 17 de marzo de 2002, en revcom.us.

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2 Para eso se necesitaría resucitar el servicio militar obligatorio, algo que Murtha apoya, pero que atizaría la oposición a la guerra.

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3 "La pirámide del poder Y la lucha por cambiar de base el mundo", Bob Avakian, Obrero Revolucionario #1232, 25 de abril de 2004, en revcom.us.

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