Irak: Conflictos de la cúpula, desafío para la
oposición
Revolución #024, 27 de noviembre de 2005,
posted at revcom.us
Poco después del 11 de septiembre de 2001, Bob Avakian, presidente del
Partido Comunista Revolucionario, habló sobriamente de los esfuerzos de la clase
dominante imperialista para "reconfigurar la situación mundial" y cambiar
radicalmente la sociedad aquí.1 Analizó profundamente las implicaciones de las
"grandes ambiciones" de los imperialistas y señaló que les podrían causar serios
problemas.
"Todo esto --dijo-- produce un gran hervidero de contradicciones, con un
desenvolvimiento impredecible y el potencial de desembocar en una situación que
se les salga de las manos".
Los recientes conflictos internos de la clase dominante muestran ese
potencial e, igualmente, le plantean un fuerte desafío a la oposición al
imperialismo.
Hervidero de contradicciones
Por decirlo suavemente, la guerra de Irak no va sobre ruedas para los
imperialistas: la resistencia a la ocupación se ha diseminado y es más capaz;
los conflictos internos de las distintas fuerzas políticas, étnicas y de clase
de Irak no se han calmado; el ejército títere todavía no puede pelear solo. En
respuesta, Estados Unidos ha redoblado las tácticas de terror generalizado
contra la población sunita, que es la principal base de la insurgencia (pero no
la única). Para empeorar la situación (desde el punto de vista de los
imperialistas), la oposición a la guerra está creciendo y agudizándose en
Estados Unidos. Eso se complica más aún con un creciente descontento y rechazo
dentro del ejército.
Todo esto le está causando serias preocupaciones a la clase dominante. Para
darnos una idea de lo que molesta a algunas de esas fuerzas, vale la pena citar
el editorial "A Timetable for Bush" (Un horario para Bush) del New York
Times (18 de noviembre):
"La máxima pesadilla con Irak, que vemos aproximarse continuamente, es una
fractura violenta del país con la separación de los curdos del norte y los
chiítas del sureste; el oeste de los árabes sunitas quedaría como una tierra de
nadie pobre y sería un semillero de terrorismo internacional…
"Las consecuencias de tal fractura serían inacabables y terribles: guerra
civil, persecución de poblaciones minoritarias en los nuevos estados, alianza de
los chiítas con Irán, y un colapso completo de la influencia moral y militar
de Estados Unidos en el Medio Oriente". [nuestro énfasis]
Nótese por favor que el editorial del New York Times no dice, ni
siquiera por guardar las apariencias, que le molesta la matanza de la población
iraquí, las torturas, los bombardeos de civiles con fósforo blanco ni el resto
de los horrores de la ocupación. No, lo que le molesta es el colapso de la
"influencia moral [sic] y militar de Estados Unidos".
Ante el creciente descontento e ira popular, y la inquietud de la clase
dominante, Bush ha tomado la ofensiva. Ha reiterado agresivamente su "visión" de
un mundo dominado por Estados Unidos y de un Medio Oriente transformado
radicalmente para profundizar y preservar esa dominación. (El artículo "Bush
pide una guerra sin fin, sin límites y sin fronteras", Revolución #22, tiene un
análisis detallado de los últimos discursos de Bush). Además, se ha puesto a
acusar a la oposición de alentar "al enemigo" y de desmoralizar a las
tropas.
Bush ha dado discursos en bases militares y a familias de militares con tres
objetivos: primero, afianzar su base en el ejército; segundo, engatusar de nuevo
a sectores del público con el cuento de "apoyar las tropas"; tercero, hacerle
ver a otras fuerzas de la clase dominante que cuenta con una
base en el ejército y que la usará si necesita. Eso en sí es muy serio y muestra
la profundidad de las contradicciones.
De todas formas, las contradicciones internas de la clase dominante han
seguido fermentando. Una manifestación de esto han sido las preguntas de los
congresistas demócratas sobre la información secreta con que se justificó la
invasión. La semana pasada el Senado pidió informes periódicos sobre Irak y "un
período de transición significativa a la plena soberanía iraquí". Ni las
preguntas sobre la información secreta ni la solicitud de informes periódicos
van al centro de la cuestión: la guerra en sí y su carácter inmoral e injusto.
Ninguno cuestiona el mayor salvajismo de Estados Unidos ante la resistencia.
Básicamente, es por aparentar (demócratas y republicanos) que "están haciendo
algo" ante la crisis, pero siguen por el mismo carril. A pesar de eso, hay un
elemento secundario de clara preocupación de que la situación se desboque.
La grieta se agranda
Pero el gobierno no podía tolerar ni siquiera esa pequeña grieta, no vaya y
fuera que creciera más de lo que se proponían los tímidos demócratas. Así que
Bush, Cheney y sus portavoces siguieron a la contraofensiva con una serie de
discursos: defendieron la guerra y atacaron a los críticos diciendo que
perjudican a las tropas y "envalentonan al enemigo".
En esas, John Murtha, un congresista demócrata de ultraderecha muy amigo de
los militares, presentó una propuesta de retirarse de Irak en seis meses. Murtha
explicó que el costo de la guerra era muy alto para las fuerzas armadas: "La
amenaza de terrorismo es seria, pero hay otras amenazas que no podemos ignorar.
Tenemos que prepararnos para responder a todas ellas… El futuro de nuestras
fuerzas armadas está en riesgo. Las fuerzas armadas y sus familias no dan más de
sí… Muchos dicen que el ejército está quebrado ". ¡Vaya palabras!
Murtha también dijo que su "punto más importante" es que "los incidentes han
aumentado de 150 a la semana a más de 700 a lo largo del último año. En vez de
reducirse cuando teníamos más tropas, han aumentado de modo dramático. Desde…
Abu Ghraib, las bajas americanas se han duplicado".
Hay que ver quién es Murtha y en nombre de quién habla para entender la
importancia de lo que hizo. David Gergen, asesor de cuatro presidentes, dice que
Murtha es "muy amigo de muchos generales del ejército… y que cuando habla mucha
gente oye la voz de esos generales". Mejor dicho, Murtha es un sirviente del
imperialismo y un vocero de los militares. Siempre ha apoyado la guerra y ahora
su crítica es que no está bien dirigida, y que perjudica los intereses generales
de los imperialistas y, en particular, la estabilidad y efectividad del
ejército.
El gobierno contraatacó. La dirección republicana de la Cámara de
Representantes tomó la propuesta de Murtha y, en vez de pedir una retirada en
seis meses, pidió una retirada inmediata y la sometió a votación plenaria ahí
mismo. Eso es sumamente raro: las propuestas pasan por comités y subcomités
antes de llegar a la Cámara. Es posible que Murtha esperara eso y que su
intención fuera pedir cambios de la utilización y el equipamiento de las tropas.
Hay un grupo de congresistas (muchos demócratas y el influyente republicano de
Arizona John McCain) que piden más tropas "para hacer bien el
trabajo".2
Pero el equipo de Bush y los republicanos, viendo que la dinámica iba contra
ellos, trataron de voltear la marea contra los críticos proponiendo un voto
inmediato a favor o en contra de la retirada de Irak. Un congresista republicano
dijo que era hora de dejar de criticar y decir que los estaban engañando: tenían
que votar a favor o en contra de la guerra, y si votaban a favor, se tenían que
callar el pico.
La Cámara votó contra la propuesta: 403 a favor y 3 en contra. ¡Hasta Murtha
votó en contra!
¿Un voto de 403 a favor y 3 en contra? ¿Qué clase de "oposición" es esa?
Sus intereses… y nuestros intereses
El voto demostró claramente que la clase dominante no quiere parar la guerra.
No disputa la dominación militar de Irak ni del Medio Oriente; lo que disputa es
cuál es la mejor forma de hacerlo. No hay unos a favor del imperialismo y otros
en contra. Esto no es más que una bola de esclavistas discutiendo cuál es la
mejor forma de conservar y ampliar la esclavitud; es una bola de asesinos,
torturadores y criminales de guerra discutiendo cuál es la mejor "fórmula".
En estos momentos, los principales críticos de Bush de la clase dominante
piden, desde diferentes ángulos que: a) ponga más atención a lograr una
dominación militar más efectiva de Irak; b) realice una reestructuración más
pensada y fuerte del gobierno títere de Irak; c) engañe y confunda mejor a la
ciudadanía para que apoye o al menos tolere la guerra. Por eso es que el
congresista McCain pidió más tropas en un discurso muy publicitado; por eso es
que el editorial del New York Times pidió que Bush le "ponga meta
claras" al gobierno de Irak e hizo una serie de propuestas concretas para que
cumpla; por eso es que hasta los políticos y los periodistas que adoran la
guerra se quejan de que "Bush no se está comunicando bien". Sin embargo, el
consenso fundamental de la clase dominante ahora es que no hay alternativa a
seguir la ocupación y dominación de Irak, a pesar de los riesgos y costos, que
señaló Murtha.
Pero la retirada inmediata es la única medida justa, la única medida que
responde a los intereses de la gran mayoría de la gente de Irak y de Estados
Unidos, y que cada vez más responde a los deseos populares. El 18 de noviembre
el programa de Lou Dobbs por la cadena CNN hizo una encuesta a los televidentes
sobre lo que debe hacer el gobierno en Irak. Dobbs no es liberal ni por el
forro, pero dijo que la respuesta fue: 11% a favor de hacer lo que haya que
hacer para ganar; 2% a favor de "seguir el mismo rumbo"; y 87% a favor de una
retirada inmediata. Bueno, Dobbs puede manipular sus encuestas como le dé la
gana. (Las encuestas en general no son un reflejo de la opinión pública, sino
una forma de manipularla). Pero esas cifras a lo mínimo indican que Dobbs está
planteando con urgencia que "estamos perdiendo al público". También le plantean
una gran oportunidad y un gran desafío a los que anhelan un cambio
progresista.
Presiones a la pirámide
Fue, y es, una dinámica mortal.
"Al otro lado de la pirámide (supuestamente a la izquierda), están los
demócratas. ¿Quiénes son sus bases? No digo que realmente los representan, ¿pero
a quiénes quieren atraer? A la gente progresista y los oprimidos. En realidad el
papel de los demócratas es canalizarlos hacia la corriente tradicional de la
política nacional y confinarlos al marco del proceso electoral burgués y...
canalizarlos nuevamente si es que se alejan o salen de ese marco. Porque… el
Partido Demócrata… siempre los traiciona. Hasta habla de los oprimidos, pero
como en realidad no representa sus intereses fundamentales, los traiciona una y
otra vez. Representa los intereses del sistema y la clase dominante, y sirve
para engatusar a los oprimidos y los descontentos. A todos ellos les dice:
‘Vénganse, vénganse. No es tan malo como parece. No olviden que tienen el voto.
Tranquilos. Todo saldrá bien’. Para eso sirven los demócratas. Pero tienen mucho
miedo de movilizar a las bases. Las exhortan a votar, pero les infunde pavor que
se salgan a la calle a protestar o luchar contra los derechistas, que están
cobrando fuerza".3
En estos momentos, la pirámide está sometida a grandes presiones. Por un
lado, la clase dominante tiene fuertes diferencias internas sobre la mejor
manera de responder a los problemas que tiene para seguir su asesina guerra. Por
otro lado, está aumentando la brecha entre la dirección del Partido Demócrata,
que apoya la guerra (recordemos el voto de 403 a 3), y la gente que dice dirigir
(y que debe encauzar), que se opone más a la guerra cada día.
Los altos demócratas critican a Bush "por las ramas" por dos razones:
primera, tienen la esperanza de influenciar las medidas que se tomen; segunda,
tienen que convencer a sus bases de que están haciendo todo lo que se puede,
dentro de lo razonable, para oponerse a la guerra.
Pero eso es mentira. Los líderes demócratas no están haciendo todo lo que se
puede contra la guerra. La gran mayoría, recuérdese, votó a favor de seguir
la ocupación de Irak. De hecho, están tratando de paralizar y desviar la
oposición a la guerra, de mantenerla dentro de canales muy limitados. Quieren
metamorfosear la demanda de una retirada inmediata a una retirada por fases, que
no empezaría hasta que los imperialistas estén firmemente afincados. Quieren
mantener la situación política bajo control, mientras que los imperialistas
maniobran y dan porrazos para salirse de una situación que cada día se les
vuelve más difícil y peligrosa.
Dos dinámicas en contienda
Los políticos demócratas quieren desviar la creciente demanda de PARAR la
guerra YA, limitar el debate y disipar la furia popular. Proponen seguirlos a
ellos en vez (o en contra) de demandar con acciones concretas
que termine la guerra, y todo el programa de que forma parte. Pero precisamente
la lucha de masas es lo único que puede llevar a un cambio progresista.
Las elecciones del año pasado contienen una amarga lección. Antes de la
guerra y en la convención republicana (en agosto) hubo una enorme oposición a la
guerra. Pero la oposición se dejó persuadir de dedicar sus energías a la
elección de Kerry, quien, aunque posaba de "alternativa moderada" a Bush,
apoyaba firmemente la guerra y se enorgulleció de sus credenciales militares
para ser "comandante en jefe". Así se creó una dinámica atroz: la oposición
abandonó sus posiciones más esenciales (hasta la oposición a la guerra) con la
idea de ser realista y razonable.
Fue, y es, una dinámica mortal.
Tenemos que crear una dinámica muy distinta, especialmente a medida que se
acerca la campaña electoral. Necesitamos una dinámica en que la gente que se
OPONE a la guerra, junto con la gente que se opone a todas las otras atrocidades
del gobierno de Bush y a su dirección fascista, se movilice con sus propias
demandas, conforme a sus intereses, de una forma política masiva.
Necesitamos una dinámica en que la gente que se opone al gobierno haga que
todos los demás sectores de la sociedad le respondan por la fuerza de su tamaño
y su determinación. Este es el único camino "realista y razonable"… si queremos
cambiar la realidad de guerra sin fin, sin límites y sin fronteras, y su
concomitante orden interno fascista.
Debemos aprender del temor del gobierno y de los demócratas (cada uno a su
manera) ante el descontento de la población y de partes de las fuerzas armadas.
¿Por qué andan corriendo? ¿Por qué andan dando zarpazos a la gente y el uno al
otro? ¿De qué tienen miedo? Bueno, tienen miedo de muchas cosas en estos
momentos, pero una de ellas es la furia y la resistencia de los gobernados.
Tienen miedo de que plasmemos en realidad nuestra fuerza potencial… si
nos salimos de debajo de sus alas y realizamos acciones políticas
independientes que respondan a nuestros intereses y, especialmente, a los
intereses de los pueblos del mundo. Tienen miedo de que la ciudadanía, como dice
la convocatoria de El Mundo No Puede Esperar, resuelva que "no nos dejaremos
gobernar de esta manera".
La cuestión ahora no es si votar o no votar. Es si atenerse al
voto o, en cambio, depositar las energías en movilizar a millones para que
reconozcan sus verdaderos intereses y canalizar su descontento a un camino que
no los traicione una vez más, sino que lleve a un cambio real de la dirección de
la sociedad y del curso de la historia. Es si aprovechar políticamente las
grietas que están surgiendo y abrirlas de lleno por medio de la acción política
independiente de las masas para llegar a un futuro distinto o, en cambio,
dejarse llevar de nuevo al redil y dejarse reducir a otro "grupo de presión"
pasivo, mientras los arquitectos de esta guerra resuelven cómo parchar esas
grietas y seguir su reino de fósforo blanco y cámaras secretas de tortura.
De inmediato, el urgente desafío es lanzarnos de lleno a montar potentes
protestas de masas cuando Bush presente el Informe presidencial en enero, y
demandar que se largue y se lleve su programa, con su guerra brutal y
reaccionaria. Protestas lo suficientemente masivas y resueltas para que esa sea
la cuestión política central del país.
Tenemos que responder a ese desafío.
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