El informe sobre las torturas de la CIA: de la
indignación a la acción
Wolfgang Kaleck
eldiario.es
24 de marzo de 2015
Las torturas de los servicios secretos
estadounidenses, ya reconocidas públicamente, van a saldarse con la total
impunidad de sus autores. El principio de jurisdicción universal debería llevar
a los tribunales europeos a estar preparados para poder hacer justicia en estos
casos. El inspector general de la CIA dejará su cargo a final de mes No ha
habido ningún intento oficial por que los miembros de la CIA paguen por estos
crímenes. Cuando el pasado miércoles leí el informe sobre las torturas de la
CIA elaborado por el Senado estadounidense, me invadió la ira. Por supuesto, ya
conocía desde hace más de diez años las informaciones sobre los golpes, la
privación del sueño y el waterboarding, el ahogamiento simulado. De hecho,
llevamos trabajando desde 2004 para llevar ante la justicia a los instigadores
y planificadores de las torturas sistemáticas que se han producido desde el 11
de septiembre de 2001, con un éxito desigual. Lo que más indignación me causó
al leer el informe fue la reacción de los principales responsables de dichas
torturas; en el informe se describe cómo el entonces jefe de la CIA Michael V.
Hayden defendió a los responsables de la “detención ilegal” –con ese eufemismo
lo denomina la CIA– del ciudadano alemán Khaled El Masri. Según él, la agente
de la CIA siguió correctamente todos los procedimientos. Cinco meses de
detención, torturas, la destrucción de una vida, todo por una confusión de
nombre: según los atroces servicios secretos y los políticos, todo eso debería
quedar impune.
El Masri ha presentado una demanda por daños ante un tribunal civil en EE.UU.,
sin éxito, como lo han hecho todos los demás supervivientes de las torturas
cometidas por Estados Unidos, ya que en ese país la posibilidad del
procesamiento penal ni se menciona. Es desesperante leer los relatos de los
golpes y las torturas sistemáticas y comprobar su total impunidad, ya sea en
Siria, en Irak, en Rusia o precisamente en Estados Unidos, pero lo cierto es
que de la justicia estadounidense espero más que de la siria o la rusa, ya que
EE.UU. se ha comprometido a respetar los derechos humanos y el derecho
internacional. Por un momento me quedo sin habla al percatarme de que, incluso
después de que salga a la luz el informe, no se interpondrá ningún nuevo
procedimiento ni penal ni civil. Y si no se interpone en Estados Unidos,
¿dónde?
Una semana después de la publicación del informe sobre las torturas me han
invitado a comparecer ante la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento
alemán en relación con el caso El Masri. El fiscal federal, Harald Range, ha
anunciado que su departamento se encargará de obtener el informe completo,
traducirlo e investigarlo desde un punto de vista jurídico. Es una buena
iniciativa, y rápida. También nosotros tenemos iniciativas: el Centro Europeo
por los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR) ha presentado ante Range
denuncias contra el antiguo jefe de la CIA George Tenet, entre otros. ¿Qué
queremos lograr con estas nuevas denuncias? No solo que se investigue a los
agentes directamente implicados en las desapariciones y los maltratos. El
fiscal federal también debe investigar el papel de los máximos responsables, es
decir, de Tenet y de los miembros del Gobierno de George W. Bush, y esa
investigación se debe realizar, al menos de manera preliminar, aunque ninguno
de los planificadores y responsables de aquellas decisiones haya anunciado un
viaje a Alemania. Es evidente que todos aquellos que estuvieron implicados en
el programa de torturas, desde los agentes de la CIA hasta Bush, tienen recelos
de viajar a Europa, ya que aquí pende sobre ellos un procedimiento penal.
Difícilmente pueden valorar de forma concreta cómo es de real el peligro,
aunque nosotros tampoco, pero sí evalúan las consecuencias y los riesgos.
Desde Alemania, España, Francia o Bélgica, tenemos la responsabilidad de poner
en marcha investigaciones penales serias que, por un lado, puedan evitarnos la
visita de los torturadores, pero que también nos permitan estar preparados en
caso de que alguno de ellos se decida a viajar a Europa por motivos
profesionales o personales. Solo fue posible detener al ex dictador chileno
Augusto Pinochet en su visita a Londres en octubre de 1998 porque la justicia
española estaba preparada, había interrogado a los testigos, había evaluado los
documentos correspondientes y analizado la responsabilidad jurídica del
dictador. También la justicia alemana debe prepararse.
Fuente: http://www.eldiario.es/contrapoder/torturas_cia_6_368573171.html
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