Revolución #96,
22 de julio de 2007
ICE detiene a activista chileno y otros en redada en tren de Amtrak
El 6 de julio, agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas
(ICE), parte del Departamento de Seguridad de la Patria, se subieron a un tren
de Amtrak cerca de Rochester, Nueva York, y pidieron documentos a los que les
parecían migrantes. Llevaron a la cárcel a 35 personas que no tenían prueba de
ciudadanía o de residencia legal. Esto es un ejemplo asombroso de un atropello
que es cada vez más común: redadas aterradoras de ICE en los lugares donde los
migrantes viven y trabajan, y cuando viajan en carro o transporte público.
Entre los detenidos ese día estaba Víctor Toro, un exiliado chileno y
activista político. Miles de personas lo conocen por las décadas que tiene
militando en movimientos revolucionarios y progresistas, primero en Chile y
ahora en Estados Unidos. Lo detuvieron cuando regresaba a Nueva York de una
conferencia nacional en California sobre los derechos de los migrantes. Su
arresto preocupa a muchos por la posibilidad de que fuera un blanco de ataque
por su activismo e ideas políticas. La noticia de su detención salió dos veces
en la primera plana del periódico El Diario/La Prensa de Nueva York, y
hubo reportaje también en el New York Times, New York Post y otros
medios de comunicación.
A Víctor Toro y los demás detenidos los llevaron a una cárcel del condado.
Una vez puesto en libertad, Víctor relató el incidente ante una reunión de
simpatizantes en el distrito Bronx: “Cuando estuve en la cárcel y el primer día
que me pusiera este uniforme color naranja que ustedes han visto tantas veces en
ese campo de concentración, Guantánamo, indudablemente que me planteé un montón
de reflexiones de ver tantos hermanos asiáticos, tantos hermanos mexicanos, y
tantos hermanos venidos de los países, en condición de indocumentados, vestidos
del mismo color… Bueno, la primera fue una gran indignación. Todos han visto a
los presos… en Guantánamo con ese traje horrible, esposados de los pies y las
manos amarrados, casi cayéndose. Esa es la primera impresión y uno empieza a
reflexionar. Pero con los días, voy viendo que todos están vestidos de
naranja”.
En una entrevista con El Diario/La Prensa dijo: “Ese traje de color
naranja es horrible y da terror. No olvidaré su inscripción: Cayuga County.
Sentí la misma humillación de los prisioneros de Guantánamo, y también me
revivió los días cuando fui prisionero político de la dictadura militar en
Chile…”.
Víctor Toro y su esposa, Nieves Ayress, estuvieron entre los miles de
chilenos detenidos y torturados por el régimen de Augusto Pinochet, que tomó el
poder por medio de un golpe de estado respaldado por Estados Unidos el 11 de
septiembre de 1973 (fecha que el escritor Ariel Dorfman y otros llaman “el otro
11 de septiembre”). Pinochet y Cía. asesinaron y desaparecieron a miles de
personas. Cuando los generales fascistas tomaron las emisoras y anunciaron el
golpe, identificaron a Toro por nombre como alguien que se buscaba “vivo o
muerto”.
A finales de los años 70, Toro y Ayress lograron escaparse. En 1984, cruzaron
sin papeles la frontera peligrosa de Estados Unidos y se establecieron en el
South Bronx. Después, el gobierno chileno declaró que Toro estaba “muerto”
legalmente, lo que complicó todo el proceso de regularizarse.
Toro y Ayress siguieron adelante para reanimar la vida política de un barrio
devastado del South Bronx. Fundaron el centro político-cultural Vamos a la Peña,
que auspiciaba y apoyaba a varias causas progresistas durante muchos años.
(Tuvieron que cerrarlo el año pasado pero esperan reabrirlo). En octubre de
1996, La Peña participó en convocar y organizar la primera marcha pro derechos
de los migrantes de Washington, D.C. También fue el centro organizativo de
muchos programas impactantes para el Día Internacional de la Mujer. Víctor Toro
fue uno de los primeros que firmó la Convocatoria de El Mundo no Puede
Esperar—Fuera Bush y su Gobierno, y organizó para el estreno de ese movimiento
el 2 de noviembre de 2005.
En comentarios a sus simpatizantes después de salir de la cárcel, Toro dijo:
“Una tendencia económica y política contrarrevolucionaria, ultra-reaccionaria,
que bordea el fascismo, es la que ha estado predominando en todo lo que se
decide políticamente ahora en Estados Unidos. Y por eso es que tenemos, como
costo, un proceso de derechización, una guerra en Afganistán, una guerra en
Irak, una intervención y bombardeos en diferentes países de una manera
prepotente, de una manera criminal. Pero para oponerse a eso hay que dar una
lucha de resistencia, hay hombres y mujeres que están dispuestos a no rendirse
ante toda esta tremenda opresión de que hemos sido objeto en todos estos últimos
años y esta resistencia se expresa en muchas partes”.
Cuando ICE detuvo a Toro, sus partidarios entraron en acción rápidamente y
recaudaron $5,000 para sacarlo bajo fianza. Ahora le espera una audiencia de
deportación. Se ha entablado una petición para otorgarle asilo político en este
país.
Víctor Toro señaló las repercusiones más amplias de las redadas de ICE y los
demás ataques crecientes contra los migrantes: “Si ustedes chequean casi todas
las diferentes versiones y las distintas leyes [de inmigración] que se
presentaron y que por supuesto fracasaron tanto en el Congreso como en el Senado
norteamericano, todas esas propuestas de ley, es indudable que afectan a los
indocumentados, pero también son leyes que afectan al conjunto de la sociedad en
este país. Son más que unas leyes de inmigración. Son leyes casi de interior, de
seguridad nacional, más policías en cada una de las ciudades, muros en toda la
frontera con México, más policías, más militares, o sea, menos movimientos de la
sociedad civil, mayores restricciones a los derechos humanos y mayores
restricciones a los derechos civiles…”.
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