La muerte de un ex detenido en Guantánamo
expone cómo Estados Unidos controla la vida y la muerte de sus cautivos
Maha Hilal, contribuidora de opinión
Business Insider
3 de abril 3, 2021
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 14 de abril de 2021
Prisioneros de la bahía
de Guantánamo Getty Images
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- Los
Estados Unidos manipulan y controlan la vida y muerte de los actuales y ex
prisioneros en Guantánamo.
- Estados Unidos da muy poco apoyo o compensación después de su liberación.
- Después de su liberación, muchos prisioneros enfrentan otro tipo de
detención.
El 30 de diciembre de 2014, cinco prisioneros de Guantánamo
fueron liberados en Kazajstán. Podrías imaginarte que las campanas de Año Nuevo
lejos de Guantánamo y en un país que se convertiría en su hogar, sería motivo
de celebración. Pero para el recién liberado tunecino Lutfi bin Ali, que había
sido víctima de tortura por parte del gobierno estadounidense y detenido 12
años sin cargos, a pesar de haber sido aprobado para liberación en el 2004, no
hubo causa de Alivio. Recordando su llegada a Kazajstán, remarcó, “estaba a
menos 30 grados afuera y yo todavía tenía sandalias de Guantánamo, pero ninguno
de los zapatos que tenían eran suficientemente grandes. Estaba esperando un
país musulmán y no era lo que esperaba”.
Eso fue solo el comienzo del calvario de Lutfi bin Ali en Kazajstán. Fue puesto bajo el cuidado de una rama local del Comité
Internacional de la Cruz Roja (ICRC, por sus siglas en inglés), La Sociedad de
la Media Luna Roja de Kazak, que era responsable por darle cuidado
médico, cubrir gastos de alimentación, clases de idioma y transporte. Como
otros ex detenidos, le ocultaron los términos del acuerdo de reubicación con
los Estados Unidos y, por lo tanto, no sabía qué significaban para él en términos
prácticos. Mientras estuvo en Kazajstán estaba aislado, se sentía poco
bienvenido y le brindaban muy poco apoyo en obtener servicios como cuidados
médicos. “Por lo menos en Guantánamo había gente con la que podía hablar. Aquí
no tengo a nadie”, le dijo Lufti al Guardian en el 2016.
Nueva vida, nueva prisión
Un documental de Vice del 2015 sobre la vida post Guantánamo de Lutfi bin
Ali alumbró otras luchas que había enfrentado, como el estigma de siempre ser
visto como terrorista y constantemente vigilado. La vigilancia era tan intensa
que cuando el periodista de Vice y Ghalib Mahmoud, el asistente del abogado de
Lufti bin Ali, Mark Denbeaux lo visitaron para grabar el documental, el
director de la Sociedad de la Media Luna Roja llegó “al azar” para chequeo y regañar a los visitantes. La policía llegó
inmediatamente después.
Ambos tenían copias de las llaves del departamento de Lutfi bin Ali.
Describió su precariat existencia en un artículo de Vice a principios del 2015
diciendo que “La policía venía casi diario a mi departamento. Abrían la Puerta
y entraban para revisar un minute o dos y se iban” y que “es como la segunda
parte de Guantánamo, para ser honestos”.
Ignorando la triste realidad que ex detenidos como Lufti bin Ali enfrentan
después de la reubicación, incluyendo el estar sin país, la administración de
Obama promovió la liberación de cinco prisioneros como prueba de su compromiso
con la búsqueda de la justicia poniendo fin a la era de detención indefinida en
Guantánamo, con una declaración oficial a Agence-Presse,
“estamos determinados a reducir de manera responsable la población de detenidos y ustedes pueden esperar más transferencias
en las próximas semanas”.
Lo que la historia de Lutfi bin Ali demuestra, sin embargo, es que la meta
del gobierno no era reducir de manera responsable la población de detenidos,
sino responsablemente disponer de estos hombres inconvenientes. En otras
palabras, el gobierno estadounidense estaba interesado en asegurarse que los
prisioneros pudieran ser borrados en sus nuevas vidas tan fácilmente como fue
hacerlo en Guantánamo, son sus voces silenciadas para que los crímenes del
imperio solo atormentasen a hombres específicos. Para Lutfi bin Ali, esto
significó que sus necesidades médicas fueron menospreciadas e ignoradas.
Lutfi bin Ali murió el 9 de marzo de 2021 por complicaciones del corazón.
Su condición cardiaca pre existente era conocida por el gobierno estadounidense
y sus ramificaciones fueron reconocidas, por ejemplo, en un memo escrito en el
2004 por el entonces general brigadier, comandante del ejército, Jay W. Hood,
justo un año después de que fuera detenido en primer lugar.
El memo decía que Lufti tuvo una válvula mecánica del corazón, fibrilación
arterial, piedras en el riñón, tuberculosis latente, depresión y presión alta.
El memo también concluyó que “basado en el estado de salud del detenido, valor
y nivel de riesgo, el JTF GTMO recomienda que este detenido sea liberado o
transferido al control de otro país para continua detención”. Lufti permanece
detenido por diez años adicionales a pesar de que jamás fue acusado de algún crimen.
En Kazajstán, las peticiones continuas de Lutfi bin Ali para atención
médica fueron un fracaso y fue eventualmente transferido a Mauritania, un país
en la costa oeste de África. Sin embargo, Mauritania fue un lugar inadecuado
para manejar su enfermedad cardiaca, sin contar que no había nadie que pagara
por el cuidado que necesitaba. A este punto, Lufti bin Ali le pidió al ICRC y
al gobierno de Túnez que le permitieran ir a ese país a obtener cuidado y ver a
su familia. El esfuerzo fue fatal, ya que Lufti terminó muriendo en Mauritania
sin jamás poder regresar a su país ni ver a su familia.
La indiferencia de Estados Unidos hacia la vida o la muerte
Mientras que el gobierno estadounidense seguido refleja las preocupaciones
post detención de los prisioneros en el país huésped o en el de origen, las
historias de otros prisioneros han revelado qué tan involucrados están los
Estados Unidos en cada movimiento. Por ejemplo, Mohamedou Slahi, un ex detenido
de Mauritania, que ha necesitado tratamiento médico desde que fue liberado.
Aplicó para una visa en Alemania en donde viven su esposa e hijo, para poder
obtener tratamiento médico y le fue inicialmente otorgada. Poco tiempo después,
sin embargo, el Ministerio de Interior y las autoridades de seguridad
expresaron preocupaciones y al final le negaron su aplicación.
Esta decisión no fue un simple accidente, pero en su lugar, parece haberse
derivado de correos electrónicos de oficiales estadounidenses advirtiendo otros
países acerca de Mohamedou. Un correo electrónico, por ejemplo, decía en
relación a Mohamedou que “Estados Unidos todavía considera esta persona uno de
los tipos malos” y “escuchamos que podría buscar tratamiento médico en Europa,
hagan lo que quieran con la información”. Este ejemplo hace fácil creer que fue
la intervención estadounidense la que previno la petición de Lutfi bin Ali de
ser contestada.
La muerte de Lutfi bin Ali no era inevitable, pero predecible, porque es
demostrativa de la manera en la que el gobierno estadounidense manipula y
controla las vidas y muertes de los hombres detenidos en la prisión de la bahía
de Guantánamo. Las huelgas de hambre de los prisioneros en los pasados años, a
las cuales el gobierno ha respondido con la brutal alimentación forzada, da un
particular, crudo y emblemático ejemplo de cómo este control manifiesta en
términos reales. Una manera de ejercer control mientras se intenta invisibilizaba
hacer que la preservación de las vidas de los prisioneros fuera una cuestión moral.
Por ejemplo, en el 2006, el entonces Secretario de Asistente de Asuntos de
Salud William
Winkenwerder, para el Departamento de la Defensa, mientras se
refería a las huelgas de hambre dijo “Existe un cuestionamiento moral. ¿Le
permites a una persona cometer suicidio? ¿O tomas acciones para proteger su
salud y preservar su vida?”. El uso de la moral no era, de hecho, preservas la
vida de los prisioneros, sin embargo, en su lugar, se trataba de esconder la
violencia de Estado y de perpetuar una imagen honrada de los Estados Unidos. También
se trataba de ser absueltos de responsabilidad a pesar de lo que les pasara a
los prisioneros. Finalmente, la expresión de este enigma de falsa moral borró
el hecho de que la decisión de si los prisioneros vivían o morían fue impulsada
por un cálculo político de las consecuencias para el gobierno de Estados Unidos.
De manera similar, la respuesta del Fuerza Conjunta de Guantánamo, en relación a las huelgas de hambre, fue que “la
política es proteger, preservar y promover la vida”, el gobierno ha, en su
lugar, rutinariamente hechos sujetos a los prisioneros “de condiciones de vida
parecidos a los muertos vivientes”. Formalizando su existencia como muertos
vivientes fue suficiente para que el gobierno evadiera la crisis de relaciones
públicas en el caso de muerte por suicidio y para lograr mantener la fachada de
que su detención sirve a un rol crítico de protección de la seguridad nacional
de los Estados Unidos.
Lufti fue enterrado en Mauritania y hubo muy poca cobertura de su muerte. El
Guantánamo Docket del New York Times enlista la fecha de su muerte, pero no la
causa. Aunque murió de enfermedad cardiaca, Lufti bin Ali también murió porque
al gobierno de Estados Unidos no le importó preservar su vida. Aunque Lufti
pasó de vivir al borde de la muerte a muerte permanente no solo de su cuerpo y
de su espíritu, sino de alguna vez recibir justiciar. Su muerte es un
recordatorio de cuántas vidas ha robado y jamás devuelto la prisión de Guantánamo.
Cuando re ubicaron a Lufti en Kazajstán, junto con otros cuatro ex
detenidos, un oficial senior del gobierno de Obama dijo que ahora eran “hombres
libres”. Lo que la muerte de Lufti reveló, sin embargo, fue que la “libertad”
viene con cadenas, cadenas de las cuales solo se puede liberar con la muerte.
La Dra. Maha Hilal es una experta en islamofobia en la
guerra contra el terror. Es la directora de Justice for Muslims Collective, en
donde se enfoca en la educación política de la islamofobia institucional.
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