La toma de posesión de Gina Haspel, fomentadora
de la tortura, como jefa de la CIA implicará más tortura abierta de parte de
Estado卐 Unido卐
23 de mayo de 2018 | Periódico Revolución |
revcom.us
Internacionalismo — el mundo entero ante todo.
Bob Avakian, Lo
BAsico 5:8
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Donald Trump —que se jacta cruelmente que “la tortura funciona”, quiere “ir
mucho más fuerte que el submarino”, y aboga por asesinar a las familias de
“terroristas”— nominó a Gina Haspel para encabezar la CIA, y fue rápidamente
confirmado. Haspel tiene una larga historia como una agente de la CIA empapada
de “operaciones encubiertas”, que en 2002 manejó una cámara de torturas en
Tailandia.
Esto es una revelación condenatoria sobre lo que es Estados Unidos de
verdad y también un claro señal del salto cualitativo venidero en los
horrores que Estados Unidos desata sobre el mundo… si la gente no actúa para
impedirlo.
La realidad de la tortura de la CIA
Imagínelo. Usted fue herido en el campo de batalla contra fuerzas
estadounidenses. O quizás participó en alguna actividad política a la que
Estados Unidos se opone… o lo hizo su esposo. O alguien dijo que usted
lo hizo con tal de reclamar las recompensas en efectivo las que Estados Unidos
ofrece para delatar a “terroristas”.
Usted ha caído en las garras del Gestapo estadounidense, la CIA. El terror lo
tiene preso. Usted trata de contestar sus preguntas, pero no le creen o creen
que usted sabe más.
Lo desaparecen, lo llevan en avión a uno de los centros clandestinos de
detención que la CIA estableció por todo el mundo tras el 11 de septiembre, ni
usted ni sus familiares saben su paradero. Guardias enmascarados y silenciosos,
vestidos de negro, lo meten en una celda sin muebles ni ventanas. Le privan del
sueño, lo tienen en un aislamiento total durante semanas o meses. Está agotado,
solo contra enemigos todopoderosos. ¿Sus heridas no se le han sanado, o está
embarazada? Estas son vulnerabilidades para que las exploten sus
captores.
Luego empieza la “interrogación”. Lo arrojan de cara contra la pared, le dan
puñetazos y cachetadas, le gritan. Lo amarran a una camilla, inclinada para que
la cabeza está a un nivel más bajo que el cuerpo. Le tapan la boca y la nariz
con un trapo y le echan agua. Usted hace lo imposible para no respirar, pero el
cuerpo se lo exige, por lo que el agua se le mete en los pulmones. Ahora se está
ahogando. Pasan los segundos. Usted trata de liberarse, pero está fuertemente
amarrado. Usted se ahoga, se vomita, y el vómito se le meten a los pulmones.
Lo reviven, y le hacen más preguntas. “No sé, no sé” … pero no les importa.
Otra vez el trapo, otra vez el ahogamiento, dos, tres veces, veinte veces. El
cuerpo se le convulsiona, usted implora clemencia, se priva, pero continúa,
durante días, semanas. Incluso cuando sus captores se dan cuenta que es
“altamente probable” que usted no sabe nada, la tortura
continúa.1
Arte: Especial para revcom.us/Revolución
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Esto es lo que hacía la CIA a cientos de personas en los centros clandestinos
de detención, que incluye el centro que Gina Haspel manejó.
Esto no fue “una aberración”. Como explicaremos abajo, semejantes
crímenes son y han sido una parte integral del “arsenal de la democracia”, por
medio del cual los gobernadores capitalistas de este sistema pervertido subyugan
a los oprimidos dentro de sus fronteras y han forjado un imperio mundial. Un
imperio en el que han explotado salvajemente la tierra, los recursos, y la
gente, un imperio del cual han extraído riquezas y poder inimaginables. Y ahora
Trump está intensificando esto a un nivel nuevo y más horripilante; en vez de
torturar “bajita la mano”, proclama abiertamente la intención de
Estados Unidos de infligir un vil sufrimiento a toda persona que se atreva a
oponérseles, sean gánsteres rivales y reaccionarios, o combatientes valientes de
las filas de los oprimidos.
La gente —usted— tiene que enfrentar este sistema criminal “reincidente”
irredimible, y sumarse al movimiento para la revolución para derrocarlo al
momento más pronto posible. Y en este momento, toda persona que tenga una
conciencia debe reunirse, en los miles y luego millones, para expulsar este
régimen, antes de que imponga más horrores indecibles.
Gina Haspel: Una reina torturadora para una agencia torturadora
Gina Haspel comandaba la primera de las prisiones secretas que
Estados Unidos estableció por todo el mundo después del 11 de septiembre, en las
cuales la CIA cometía la tortura. El centro clandestino del cual ella estaba a
cargo estaba en una base de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en Tailandia, que
se llamaba Sitio de Detención Verde. Esta es la persona que ahora encabeza toda
la CIA, un imperio mundial de tortura, golpes de estado, y terror, con
20.000 empleados.
¡Y quién lo haría mejor que Haspel! Incluso algunos de los
torturadores en los centros clandestinos de detención se repugnaron por lo que
hacían y objetaron a las autoridades — aunque casi todos continuaron haciéndolo
cuando se lo ordenaron. Pero Haspel no sentía semejantes escrúpulos; ella
venía subiendo por los escalafones debido a esa “obra”, y cuando estos
crímenes empezaron a salir a la luz y provocaron una indignación internacional,
Haspel jugó un papel clave para encubrirlos, al ordenar la destrucción de 87
videograbaciones de estas “sesiones”, entre ellas algunas que quizás grababan su
participación directa. (Sí, estos sados grababan sus atrocidades, como
los soldados estadounidenses en la prisión Abu Ghraib en Irak que posaban
sonrientes para las fotos mientras los presos fueron torturados o fueron
aterrorizados por perros viciosos.)
Es más, ella nunca se arrepintió ni pidió disculpas. Durante las horas de
testimonia en su audiencia de confirmación, Haspel estaba “por turnos
beligerante y evasiva”, según la describió New York Times. Esquivaba y
daba evasivas y vueltas, pero se negó a declarar que lo que se hizo fue
inmoral ni ilegal, ni tampoco “inefectivo”. De hecho, repetidamente expresó
orgullo en su propio servicio y en el de que otros torturadores que
cumplían con su “deber” en “las líneas del frente” según ella, ¡y se jactó de
que “yo asumí el reto”!
Haspel se escondió detrás de la defensa de que los expertos legales de la
Casa Blanca calificaron al programa de “legal”. Esta es la defensa vergonzosa de
los criminales de guerra nazis en los juicios de Nuremberg — “Yo sólo seguía las
órdenes”. Esa excusa no les servía a los alemanes derrotados cuando les puso en
juicio el Estados Unidos victorioso; docenas fueron sentenciados a la pena de
muerte o a largas condenas de prisión. Pero si uno tortura en servicio de
Estados Unidos, pues eso es otra historia. Ser un torturador
estadounidense no lleva uno a la prisión ni a la ejecución por crímenes
de lesa humanidad, uno asciende a jefa de la CIA.
La torture: Pan de todos los días en Estados Unidos
Estados Unidos tiene una historia desde hace siglos de torturar en el
extranjero, que se remonta a la conquista
de las Filipinas en el siglo 18, cuando sumergían a “sospechosos” de cabeza
a pozos. Durante la Guerra de Vietnam, encerraban a presos en “jaulas de tigre”
minúsculas durante meses, tanto que cuando fueron liberados ya no podían
caminar. Frecuentemente hacían “interrogaciones” subiendo a los prisioneros en
un helicóptero, haciéndole una pregunta a uno y, si no contestaba, arrojándolo
abajo a morir. In América Latina, Estados Unidos no sólo respaldaba a
dictadores/torturadores notorios como Pinochet (Chile), Duvalier (Haití), y
Trujillo (la República Dominicana), estableció la “Escuela
de las Américas” para entrenar a oficiales de estos países en técnicas de
tortura. En Irán, proporcionaba instrumentos medievales y modernos de tortura al
Sha, que tomó el poder en un golpe de estado por la CIA en 1953.
Y no es necesario buscarla en el extranjero. Aterrorizar y torturar a negros,
esclavos y libres, y a mexicanos e indígenas, están en el mero fundamento de
Estados Unidos. En tiempos recientes, en 1997 seis policías neoyorquinos
sodomizaron al haitiano-americano Abner Louima con un destapador de inodoro
mientras él gritaba en agonía en el baño de una delegación policial concurrida.
En Chicago el comandante policial Jon Burge mantenía su propio
“centro clandestino de detención” durante años, y torturaban a “sospechosos” con
toques, sofocación y otros métodos. En las prisiones de Estados Unidos, decenas
de miles de presos duran meses, años, hasta décadas en el confinamiento
solitario. Expertos de derechos humanos consideran más de dos semanas
como tortura.
Todo esto arroja luz sobre por qué la nominación de Haspel tiene amplio
apoyo entre la clase dominante, no sólo entre Republicanos sino Demócratas
también, y especialmente entre ex altos oficiales de la “comunidad de
inteligencia” (bajo las administraciones de Obama y Bush), en los que demasiados
progresistas cifran sus esperanzas de que nos salven de Trump.
Republicanos abiertamente fascistas regocijan de la tortura — su
visión es no sólo aumentar su escala y alcance, sino poner eso abiertamente
en las narices de sus enemigos para dejar claro que la resistencia al
imperio yanqui es inútil, y hará caer tanto sufrimiento encima de
ellos, sus seres queridos, y su gente que es mejor darse por vencido nada más y
acabar de una vez. Algunas otras fuerzas de la clase dominante tienen dudas de
que la tortura “funciona” en los intereses del imperio estadounidense — temen
que vaya a minar la influencia de Estados Unidos y provocar una resistencia más
intensa.
Pero ambos lados elogian a “los hombres y mujeres dedicados de la
CIA” y “se enorgullecen” de esta agencia clave que ha cometido crímenes
incontables por el mundo entero y que está lista y disponible para cometer
cualquier atrocidad en servicio del sistema capitalista-imperialista
estadounidense. Esta es otra ilustración más de por qué esta gente nunca
dirigirá nada contra Trump que conduzca a algo bueno desde el punto de
vista de los intereses de la humanidad.
Ya es hora, y más que hora, de que todos los que odiemos estos crímenes y nos
opongamos a ellos, que asumamos nuestra responsabilidad de poner FIN a
este sistema opresivo y a la crueldad del cual depende y se ceba.
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