SOY UN NÚMERO DE SERIE
Abril 5, 2020
Por Guantánamo ISN 3148, también conocido cómo, Asadullah Harroon.
Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 9 de abril de 2020
La base militar de Guantánamo es prácticamente invisible para el mundo; los detenidos que permanecen aquí, se han desvanecido
del mundo. Somos los sin nombre, sin rostro, aquellos a los que se refieren
como internos de “número en serie”. Como si fuéramos partes de un disco duro en
vez de humanos. Un nombre hace a una persona única e individual. Los números de
serie son para objetos inanimados. Soy el número 3148. Es fácil maltratar
algo llamado número 3148. En un número no hay dignidad.
Significativamente, soy también Asadullah Haroon, el ciudadano afgano de Nanganhar. Mi esposa espera año tras año, noticias de que
su esposo vuelva a casa. Mi pequeño bebé, Mariam, es ahora una adolescente.
23 de nosotros “números nadie”, permanecemos aquí, en Guantánamo. Ninguno es afgano excepto yo, así que nadie habla ni Pashto, ni
Dari, por lo cual estoy en peligro de perder mi propia lengua. Al menos, no.
1094, no. 1460 y no. 1461 son paquistaníes y podemos hablar un poco de Urdu. No
1460 fue torturado tan terriblemente, que prefiere vivir en otro bloque,
fundamentalmente en soledad, con sus pensamientos tristes.
Dejaron como saldos a los detenidos sin valor (NVDs por sus siglas en Inglés), no. 27, no.
28, no. 38, no. 63, no 242, no. 244, no 309, no. 569, no 682, no. 685, no 694,
no 708, no 841, no. 893, no 1016, no. 1017, no, 1453, no 1457, y no. 1463.
En el pico más alto, hubo alrededor de 760 “detenidos sin valor” en Guantánamo,- el grupo más numeroso era de afganos, unos 219 de
nosotros, “detenidos sin valor”. Hasta hoy 218 afganos, “detenidos sin valor”,
han sido liberados, y sólo uno ha quedado- Yo.
Algunos pensarán que si sigo aquí después de 13 años, debo ser culpable de algún crimen -aunque me han detenido sin cargos en mi
contra, y sin que haya habido juicio alguno-. Aunque los prejuicios de la
gente, los hace creer que todos los que han estado aquí son “terroristas.”
Somos prisioneros de una guerra que hace mucho terminó. Y aún aquellos que
toman partido en una guerra, en la que su país es invadido, los invasores matan niños con drones, y
consideran que no han hecho nada malo. La única forma de cometer crímenes en una
guerra, es lo que ha hecho Estados Unidos, asesinando deliberadamente a civiles, y torturando “prisioneros de guerra”,
como yo. A medida que los “sin rostro”, los hombres numerados fueron dando sus
testimonios, el mundo empezó a entender el terrible error de haber barrido con
tanta gente, haciéndoles cruzar la mitad del mundo, a esta prisión
estadounidense en la Bahía de Guantánamo, en Cuba. Aquí estuvo el no. 1154, el
Dr. Ali Shan Mousovi, un pediatra de Gardez, quien huyó de los talibanes, y
trabajó para las Naciones Unidas. Su esposa, economista, y tres hijos pequeños,
esperaron años, antes de que fuera liberado sin cargos en su contra.
Aquí estuvo, el no. 1009, Haji Nusrat Khan, un hombre
de 80 años de Sarobi, que fue traído a Guantánamo en camilla. Un ictus lo había
dejado paralizado y confinado a una cama. “Miren mi barba blanca; los
estadounidenses me sacaron de mi hogar y de mi país, con esta barba blanca”
dijo. “No he hecho absolutamente nada, ni siquiera he dicho una sola palabra en contra de los estadounidenses” A él,
como a todos los demás, jamás le levantaron cargos. Su avanzada edad no lo
protegió de” humillaciones infinitas”: fue golpeado, herido, y desnudado frente a mujeres castrenses. En una ocasión
lo amarraron con fuerza a una tabla de madera y lo dejaron tirado en la tierra
por algún tiempo. Finalmente, uno de los soldados, miró hacia abajo, y
preguntó, cómo estaba. Cuando el intérprete tradujo, Nusrat empezó a reír;
“Debes ser un idiota para preguntarme esto”, dijo. “Soy un anciano paralizado,
y ustedes me amarraron como a un perro y me tiraron al suelo. Mírame, ¿cómo crees que estoy?“ Poco después de liberarlo, Nusrat falleció en
su casa en Sarobi.
Aquí estuvo el no. 1001, Hafizulla Shabaz Khali, un químico farmacéutico con educación universitaria y un firme defensor de la
influencia política de Hamid Karzai.
Aquí estuvo el no. 1021. Chaman Gul, quien se preocupaba sin cesar por el envejecimiento de su madre. Y el no. 560, el afgano
Wali Mohammad, quien utilizaba el humor, para enmascarar el sufrimiento.
Aquí estuvo el no. 1002, un maestro de escuela afgano, Abdul Matin, acusado de poseer un reloj Cassio. Y la lista sigue.
Después de tantos años de maltrato, angustia mental e indignidad incalculable – 218 de 219 han sido
liberadas por no ser una amenaza para nadie; aunque sin lugar a dudas, después de esta experiencia, sufren de
profundas depresiones.
Esto significa que los Estados Unidos han liberado al 99.5% de Afganos “detenidos sin valor”. Sólo quedo yo. Soy el no. 3148, Asad
Haroon y he visto a todos los demás irse a casa. Trato de mantenerme ocupado
para no enloquecer. A veces me pregunto si mi gobierno me ha olvidado por
completo -ninguna delegación afgana me ha visitado jamás-. Me preocupa saber
que no les importo a mis paisanos. No soy nadie. Lo admito. Fui arrebatado del
hogar en mi país, Afganistán, hace ya muchos años. Me trajeron a este lugar
espantoso y se olvidaron de mí. Veo cómo liberan a los otros y aunque me dé
gusto por ellos y sus familias, también profundiza mi tristeza.
Como parte del acuerdo de paz, diariamente liberan prisioneros, o los dejan ir a casa para apoyar a sus familias en esta crisis de
virus; me pregunto lo mismo todos los días: ¿Volveré a ver a mi esposa y a mi
hija alguna vez, y mi respetable padre y mi querida madre, estarán vivos, si
algún día vuelvo a casa?
Fuente: http://www.afghanistantimes.af/i-am-a-serial-number/
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