Hallan en la basura pruebas de masacre cometida
por marines en Irak
Medio
Oriente por Arielev en diciembre 18, 2011
Michael S. Schmidt The
New York Times (Obtenido de Cubadebate) (Traducido
por Clarín, Argentina)
Uno por uno, los infantes de marina se sentaron, juraron decir la verdad y
dieron entrevistas secretas sobre uno de los episodios más horribles de los años
que EE.UU. pasó en Irak: la masacre de civiles iraquíes de la ciudad de Haditha,
cometida en 2005 por un grupo de “marines”.
Son 400 páginas que confirman el asesinato de 24 civiles. Fueron encontradas
por un periodista en Bagdad. |
Las 400 páginas de interrogatorios, antes celosamente guardadas como secretos
de guerra, supuestamente debían haber sido destruidas conforme
las últimas tropas estadounidenses se alistaban para salir de Irak. En cambio,
fueron descubiertas junto a otros documentos confidenciales, como mapas
militares de las rutas de helicópteros, por un periodista de The New York Times en un depósito de chatarra de las
afueras de Bagdad. Un empleado las estaba quemando como combustible para cocinar
su cena.
Los documentos -muchos rotulados como secretos- son parte de una
investigación interna de las fuerzas armadas y confirman gran parte de
lo ocurrido en Hadith, una ciudad del río Éufrates donde los “marines”
mataron a 24 iraquíes, incluidos un hombre de 76 años en silla de ruedas,
mujeres y niños, algunos de los cuales recién empezaban a caminar. Haditha fue
un momento definitorio de la guerra, ya que contribuyó a profundizar la
perdurable desconfianza iraquí hacia EE.UU. y la indignación ante el hecho de
que ni un solo “marine” fuese procesado.
Esa es una de las principales razones por las que las tropas de combate de
los EE.UU. se retiran este fin de semana.
Transcripciones de las entrevistas hechas durante la
investigación militar sobre la masacre de Haditha se encuentran en este trailer
en un depósito de chatarra en Bagdad, que se especializa en la venta de
remolques y material de oficina sobrante tras el cierre de las bases militares
de EEUU. Foto: The New York Times |
Pero los relatos son igualmente sorprendentes por lo que revelan acerca de
las enormes tensiones que sufrían los soldados destinados aquí, sus
frustraciones y los choques a menudo dolorosos con una población a la
que no entendían. El informe documenta el carácter deshumanizante de la
guerra, en la que los “marines” llegaron a ver a veinte civiles muertos
no como algo “notable” sino de rutina.
Este era el clima en 2005, cuando los infantes de marina de la Compañía K del
3er Batallón, 1er Regimiento de Infantería de Marina de Camp Pendleton,
California, llegaron a la provincia de Anbar, donde está ubicada Haditha.
La provincia se había convertido en un baluarte de los sunnitas privados de
sus derechos y de los combatientes extranjeros que querían expulsar a EE.UU. de
Irak. De las 4.483 muertes estadounidenses ocurridas en Irak, 1.335 se
produjeron en Anbar.
En 2004, cuatro contratistas de Blackwater fueron muertos a balazos y
arrastrados por las calles de Fallujah. Luego sus cuerpos fueron quemados y
colgados de un puente. Días después, las fuerzas norteamericanas entraron a
Fallujah, y se desató el caos en la provincia de Anbar. Todo esto preparó el
terreno para lo que pasó en Haditha el 19 de noviembre de 2005.
Esa mañana, un convoy militar de cuatro vehículos se dirigía a un puesto de
avanzada de Haditha cuando uno de ellos se vio alcanzado por una bomba colocada
al borde de la carretera. Varios “marines” fueron a atender a los heridos, uno
de los cuales más tarde murió, mientras otros buscaban a los insurgentes que
podrían haber instalado el dispositivo. En pocas horas, 24 iraquíes -incluido un
hombre ciego de 76 años y niños de entre 3 y 15 años- fueron asesinados,
muchos dentro de su casa
Cuando llegaron los primeros informes donde se decía que habían muerto más de
veinte civiles en Haditha, los “marines” que los recibieron manifestaron que
no les sorprendía el alto número de muertes civiles. El oficial
principal K.R. Norwood, que recibió informes desde el campo de batalla el día de
los hechos de Haditha, declaró que veinte civiles muertos no era una
cifra inusual. “No era llamativo, teniendo en cuenta la zona no diría
que era llamativo, señor”, dijo.
Johnson, el comandante de las fuerzas estadounidenses en Anbar, dijo no
haberse sentido impulsado a volver sobre los hechos porque eran parte de
un patrón constante de muertes civiles. “Pasaba todo el tiempoen todo el
país“.
Los documentos descubiertos por The New York Times siguen siendo
confidenciales. Fueron cargados en remolques militares y trasladados al depósito
de chatarra por un contratista iraquí que trataba de vender los desechos de las
bases estadounidenses, dijo el empleado del depósito. “¿Qué podemos hacer con
ellas?” preguntó el empleado. “Estas cosas no tienen ningún valor para nosotros,
pero entendemos que son importantes y es mejor quemarlas para proteger a los
estadounidenses. Si se van, debe ser porque su trabajo aquí ya está
cumplido”.
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