Greg Grandin: la invasión a Panamá ordenada por George
H.W. Bush en 1989 preparó el camino para las guerras estadounidenses que
vendrían
REPORTAJE
Democracy Now!
04 DE DICIEMBRE DE 2018
Image Credit: The Panama Deception
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El fallecimiento de George H.W. Bush ha dominado el cubrimiento de las
noticias estadounidenses durante días; sin embargo se le prestó poca atención a
un hecho decisivo de su primer año de presidencia: la invasión a Panamá. El 19
de diciembre de 1989, Bush mandó decenas de miles de soldados a Panamá,
presumiblemente para hacer cumplir una orden de detención contra el líder de
ese país, Manuel Noriega, por tráfico de drogas. El general Noriega había sido
un aliado cercano de Washington y estaba en la nómina de la CIA. En un discurso que se difundió por televisión, Bush
adujo que la invasión era necesaria para defender la democracia en Panamá.
Durante el ataque, Estados Unidos desató una fuerza de 24 mil soldados
equipados con armamentos altamente sofisticados y aviones contra un ejército
cuya fuerza era menor a la del Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva
York. Se estima que tres mil panameños murieron en el ataque. Para saber más de
este tema, hablamos con Greg Grandin sobre el impacto a largo plazo de la
invasión a Panamá. Grandin es un reconocido escritor y profesor de historia
latinoamericana en la Universidad de Nueva York.
Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.
JUAN GONZÁLEZ: Comenzamos el programa de hoy analizando el legado de George H.W.
Bush, el 41º presidente de Estados Unidos, quien falleció el viernes a la edad
de 94 años. Su cuerpo yace en el Capitolio. El funeral será realizado el
miércoles en la Catedral Nacional de Washington. Los expresidentes Barack
Obama, Bill Clinton, Jimmy Carter y George W. Bush, el hijo de Bush, asistirán
al servicio, al igual que el presidente Donald Trump, quien no fue invitado a
hablar. Un segundo funeral se llevará a cabo el jueves en Houston, donde George
H.W. Bush será enterrado.
AMY GOODMAN: A pesar de que la muerte del expresidente Bush ha sido el tema principal de las
noticias durante días, se ha prestado poca atención a un evento clave del
primer año de su mandato: la invasión de Panamá. El 19 de diciembre de 1989
Bush envió decenas de miles de soldados a Panamá, aparentemente para ejecutar
una orden de arresto contra el líder del país, Manuel Noriega, por cargos de
narcotráfico. El general Noriega había sido un aliado cercano a Washington y
estuvo en la nómina de la CIA. En un discurso televisivo emitido a nivel nacional, Bush afirmó que la invasión
era necesaria para defender la democracia en Panamá.
GEORGE H.W. BUSH: Anoche ordené a las fuerzas militares de Estados Unidos que se dirijan a Panamá.
Ningún presidente toma una decisión como esta a la ligera. Esta mañana, quiero
decirles lo que hice y por qué lo hice. Durante casi dos años, Estados Unidos y
naciones de América Latina y del Caribe han trabajado juntos para resolver la
crisis en Panamá. Los objetivos de Estados Unidos han sido salvaguardar las
vidas de los estadounidenses, defender la democracia en Panamá, combatir el
narcotráfico y proteger la integridad del Tratado del Canal de Panamá.
JUAN GONZÁLEZ: Durante el ataque, Estados Unidos desplegó una fuerza de 24 mil soldados equipados con
armamentos altamente sofisticados y aviación militar contra un ejército con
menos efectivos que el Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York. Se
estima que tres mil panameños murieron en el ataque. Pero la guerra fue
altamente suavizada por los medios estadounidenses. A continuación vamos a ver
parte del trailer del documental ganador de un Oscar: “El engaño de Panamá”.
GEORGE H.W. BUSH: Hace un año, los panameños vivían con miedo, bajo el dominio de un dictador. Hoy, la
democracia ha sido restaurada. Panamá es libre.
JOSÉ DE JESÚS MARTÍNEZ: Se dice que invadimos Panamá por Manuel Noriega. No sé cómo los estadounidenses pueden ser tan
estúpidos como para creer en eso. Quiero decir, ¿cómo puedes ser tan estúpido?
MICHAEL PARENTI: El papel que cumplieron los
principales medios de comunicación en la cobertura de Panamá fue el de una
colaboración total con el Gobierno [estadounidense]. No hubo una perspectiva
crítica. No hubo ni una reflexión, ni una duda.
PETE WILLIAMS: Lamentamos no haber podido utilizar a los medios de comunicación con mayor eficacia.
CHARLES RANGEL: Usted pensaría, por los clips de video que se vieron, que todo esto era como una celebración de
carnaval, que las personas en Panamá estaban saltando de alegría.
VALERIE VAN ISLER: Se centraron en Noriega, y pasaron por alto lo que le estaba pasando al pueblo panameño, pasaron por alto
los cuerpos en la calle, pasaron por alto la cantidad de muertos.
CHARLES RANGEL: Lo cierto es que ni siquiera sabemos a cuantos panameños hemos matado.
PETER KORNBLUH: Panamá es otro ejemplo de esta idea de destruir un país para salvarlo. Y Estados Unidos ha ejercido esta
doctrina de “el poder otorga el derecho” entre los países más pequeños del
tercer mundo para invadir estos países, conseguir lo que quiere y luego dejar
que la gente que vive allí se pudra.
ROBERT KNIGHT: La invasión prepara el escenario para las guerras del sigl XXI.
AMY GOODMAN: Ese era el tráiler del documental ganador de un Oscar “El engaño de Panamá”, dirigido por Barbara
Trent. El mes pasado, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió a
Washington que pague reparaciones a Panamá por lo que fue ampliamente visto
como una invasión ilegal. Para más información sobre el legado de George H.W.
Bush y el impacto a largo plazo de la invasión de Panamá, nos acompaña aquí en
Nueva York Greg Grandin, reconocido escritor y profesor de Historia
Latinoamericana en la Universidad de Nueva York. Su próximo libro se titula “El
fin del mito: De la frontera al muro fronterizo en la mente de Estados Unidos”.
Sus libros anteriores incluyen: “La sombra de Kissinger: El largo alcance de
las medidas del estadista más polémico de EEUU”. y “El
taller del imperio: América Latina, Estados Unidos y el ascenso del nuevo
imperialismo”. Su última pieza para The Nation se titula “George H.W. Bush: un
ícono de la élite WASP —y la brutal represión estadounidense en el
Tercer Mundo”. Profesor Grandin, bienvenido de nuevo a Democracy Now! Háblenos
de la invasión a Panamá.
GREG GRANDIN: Bueno, tuvo muchas consecuencias, fue el mayor despliegue de tropas estadounidenses desde la
guerra de Vietnam y se hizo a modo de espectáculo. Esto fue pensado para
revertir lo que Bush denomino, claramente, el síndrome de Vietnam. Fue un punto
de inflexión en el derecho internacional ya que derrocó la doctrina de la
soberanía, que había sido la piedra angular del sistema internacional desde al
menos las décadas de 1930 o 1940. Esta doctrina indica que los países no pueden
invadir o intervenir en la política de otro país sin consentimiento
multilateral. La Organización de Estados Americanos condenó la invasión.
La ONU no apoyó la invasión. Se llevó a cabo, como dijo George H.W. Bush, en nombre de la
democracia, lo cual es otro motivo importante y significativo. Y ocurrió apenas
un par de semanas después de la caída del muro de Berlín. Estados Unidos había
justificado sus intervenciones anteriores ya sea en nombre del anticomunismo o
por la seguridad nacional o la seguridad del hemisferio. Esta invasión fue un
retorno a un cierto tipo de moralismo para justificar el militarismo norteamericano.
Y por todos estos motivos, preparó el escenario para las guerras que llegarían
después: el cambio en la doctrina legal, la forma de ejecución, de carácter
espectacular con conmoción y asombro, el envío de 30.000 soldados dentro de
Panamá, y siendo cubierto por los medios. Solo piénsalo. Solo compáralo con el
bombardeo secreto de Kissinger a Camboya durante años. Eso tenía que hacerse de
forma no oficial porque los ciudadanos de Estados Unidos se oponía a la guerra,
en su mayor parte. Entonces, la invasión fue un verdadero punto de inflexión en
la aceptación pública de la guerra y en la capacidad del poder ejecutivo para
justificar y librar una guerra. Entonces, tuvo numerosas consecuencias, y nos
llevó directamente a la catástrofe en la que estamos hoy.
JUAN GONZÁLEZ:Y, Greg, en términos de la importancia histórica, recordemos que antes hubo otra
invasión, una más pequeña, cuando Bush era vicepresidente y Ronald Reagan
presidente, en Granada.
GREG GRANDIN: Sí.
JUAN GONZÁLEZ: Granada, que es un país de menos de 100.000 personas.
GREG GRANDIN: Correcto.
JUAN GONZÁLEZ: Pero lo de Panamá fue en realidad contra una nación más sustancial. Panamá en ese
momento tenía una población de alrededor de 2.4 millones de personas. Y
también, creo, tuvo un impacto en el modo en que los medios cubrirían la
guerra. Recuerdo que hubo un gran alboroto en la prensa de Estados Unidos
porque inicialmente el Gobierno no estaba permitiendo a ningún medio cubrir la guerra.
GREG GRANDIN: Sí.
JUAN GONZÁLEZ: Luego, después de muchos reclamos, se acordó enviar un avión de reporteros el segundo
día de la invasión. Yo estaba informando para el Daily News en aquel entonces y
estuve en ese vuelo. Nos retuvieron. La prensa en realidad fue retenida por los
militares, en una de las bases militares, hasta que varios de nosotros
protestamos y pudimos salir a cubrir libremente. Tuvimos que escapar de la base
militar estadounidense para poder realmente cubrir la guerra. Pero la mayoría
de la prensa trató a esa invasión ilegal, como usted la llama, como un esfuerzo
por liberar a Panamá.
GREG GRANDIN: Sí. Bueno, parte del remedio para superar el síndrome de Vietnam era averiguar cómo controlar a la prensa.
Hubo un análisis de que la prensa había trabajado por fuera del control oficial
en Vietnam, que había logrado sus fuentes independientes, que no había
escuchado al Pentágono, y que había analizado críticamente la guerra. Hubo toda
una generación, toda una cohorte, de periodistas de investigación, como Sy
Hersh y Michael Herr, que dio sus primeros pasos en Vietnam, y estos
periodistas fueron críticos de la política exterior de Estados Unidos. Ese era
un problema que necesitaba ser resuelto. Y Panamá les permitió probar
diferentes formas de lograrlo. Usted los experimentó directamente cuando cubrió
Panamá. Entonces, el Gobierno mejoró en eso hasta que llegó la primera Guerra
del Golfo y la segunda Guerra del Golfo, en las cuales la prensa fue controlada
a través de una cobertura empotrada en las tropas y todo eso.
AMY GOODMAN: Juan, explique cómo era estar en ese avión. ¿Y quién lo estaba reteniendo en la base militar?
JUAN GONZÁLEZ: Bueno, en realidad lo que ocurrió, lo que necesitamos entender es que Panamá ya estaba
ocupada por Estados Unidos cuando llegamos. Había varias bases militares en la Zona
del Canal, porque esa zona aún no había sido devuelta a Panamá. Así que el
ejército estadounidense ya estaba allí. Entonces, una vez que el avión de la
prensa aterrizó en el segundo día de la invasión, el 20 de diciembre,
básicamente nos mantuvieron en la base. Y traían prisioneros de guerra ante la
prensa para que los entrevistáramos. Eran personas que ellos habían capturado,
detenidos los llamaban ellos. Pero no permitían que la prensa saliese a cubrir
los ataques a la ciudad de Panamá. Y hubo casi como una rebelión por parte de
los reporteros que decían: “No, tenemos que salir y ver qué está pasando”. Así
que finalmente permitieron que algunas personas salieran en autobuses, todos
conducidos por los militares, con escoltas militares. Y luego un puñado de
nosotros logró escapar de los autobuses. Exigimos que nos dejaran salir e ir a
la ciudad para que pudiéramos realmente cubrir lo que estaba pasando.
AMY GOODMAN: Sí, en Panamá, en 1989, y desde principios de los 80, Estados Unidos veía cómo una generación de
reporteros había perfeccionado sus habilidades y análisis crítico en Vietnam
aplicando todo eso en Centroamérica, como la cobertura del periodista Ray
Bonner de El Mozote. Y por todo eso…
GREG GRANDIN: Ray Bonner, quien estaba
escribiendo para The New York Times.
GREG GRANDIN: Correcto, él estaba escribiendo para The New York Times y fue reasignado porque tenía demasiada
cercanía con la historia.
AMY GOODMAN: El Mozote fue una masacre en El Salvador.
GREG GRANDIN: La masacre en 1981 en El Salvador. Y también había formas en las que los periodistas estaban cultivando
sus propias fuentes independientes. Eran demasiado autónomos. Eran demasiado
críticos. Y todo eso tenía que ser controlado, y estos periodistas debían ser
“recuperados” y restablecidos como un pilar para la seguridad nacional del
estado, ya sea como porristas o simplemente como comentaristas y analistas no
críticos de lo que estaba pasando.
JUAN GONZÁLEZ: ¿Y el hecho de que Manuel Noriega tenía una la relación previa con la CIA
y George Bush, habiendo sido director de la CIA, era muy consciente del papel que jugaba Noriega?
GREG GRANDIN: Sí, él era nuestro hombre en Panamá. Fue un activo clave en Irán-Contra, e Irán-Contra no fue solo un
escándalo sino una amplia política para cultivar aliados anticomunistas dentro
de la región, ya sean narcotraficantes, ya sean dictadores, o cualquiera que
pudiera ser usado para crear esta red de logística para apoyar a los contras y
las fuerzas anticomunistas. Y Noriega era un aliado clave. Eso cambia en 1986,
curiosamente. Sy Hersh publica una historia en The New York Times que detalla
todas las conexiones de Noriega con el narcotráfico y su profunda participación
en el narcotráfico. Entonces, él se convirtió en una carga pesada. Pero él no
estaba primero en la agenda de expulsión de los últimos años de la presidencia
de Reagan, o incluso en los primeros años del Gobierno de Bush. El Gobierno de
Bush cayó de algún modo en la invasión de Panamá…
AMY GOODMAN: ¿Cómo?
GREG GRANDIN: Bueno, empujado de alguna manera a nivel local. Hubo movimientos sociales en Panamá a favor de la
democracia que fueron reprimidos. Y puertas adentro en Estados Unidos había
mucha presión política hacia la Casa Blanca para hacer algo, hacer lo que sea.
Y Dick Cheney apareció en el programa de MacNeil/Lehrer y dijo: “No estamos en
el negocio de la promoción de la democracia”. Dick Cheney siendo … No puedo
recordar. ¿Qué era él en el Gobierno de Bush? Él era el secretario de defensa
de Bush, ¿verdad?
AMY GOODMAN: Sí.
JUAN GONZÁLEZ: Secretario de Defensa, correcto.
GREG GRANDIN: Y él dijo: “No estamos en el negocio de la promoción de la democracia. Vamos a dejar que esto se resuelva
solo”. Y fue criticado. Entonces, el Gobierno de Bush vio una oportunidad y
todo se disparó de inmediato. Se pasó rápidamente del esfuerzo por detener el
narcotráfico a la justificación de querer promover la democracia. Esa
justificación ganó fuerza rápidamente en un par de días, hasta que Bush
apareció en la televisión diciendo que esa era la razón por la que estábamos
invadiendo Panamá.
AMY GOODMAN: Vamos a volver a esta discusión, y también se sumarán otros invitados. Greg Grandin, es un reconocido
escritor y profesor de Historia Latinoamericana en la Universidad de Nueva
York. Su próximo libro se titula: “El fin del mito: De la frontera al muro
fronterizo en la mente de Estados Unidos”. Esto es Democracy Now! Volveremos en
un minuto.
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