Greenwald: "Las 'reformas'
de la NSA de Obama son poco más que un esfuerzo de relaciones públicas para
apaciguar al público"
Glenn Greenwald - The Guardian, 17 enero 2014
En respuesta al escándalo político y la indignación de la gente, el gobierno en
Washington usa la misma vieja y manida táctica que lleva usando desde hace
décadas ante los escándalos politicos más relevantes. Predeciblemente, es la
que da forma a su discurso del viernes para anunciar “reformas” de la NSA tras siete meses de controversia internacional.
La meollo de la cuestión consiste en validar y canalizar el enfado del público
reconociendo que “han surgido cuestiones serias”. Prometen cambios para
arreglar el sistema y aseguran que estos problemas no volverán a ocurrir. Y
luego se ponen, con sus acciones, a hacer exactamente lo contrario: hacer el
sistema más bonito y políticamente digerible, “reformas” cosméticas para
aplacar la ira del público y dejar el sistema sin cambios sustanciales e
incluso más inmune a la supervisión.
Este fraude ha sido usado tantas veces que ahora es muy reconocible. A mediados
de los 70, el Senado destapó abusos de los sistemas de vigilancia que se
remontaban décadas atrás, generando furia en el público. En respuesta, el
Congreso estadounidense promulgó una nueva ley (FISA) que introducía dos “salvaguardias” principales:
supervisión judicial para la vigilancia doméstica y nuevos comités para
asegurar el cumplimiento de la ley de la comunidad de inteligencia.
Pero el nuevo tribunal fue diseñado para asegurar que todas las peticiones del
gobierno fueran aceptadas: se reunían en secreto, sólo podían atender abogados
del gobierno, componían el tribiunal los jueces más pro gubernamentales, e
incluso lo albergaba la rama ejecutiva. Tal y como se planeó, durante 30 años
el tribunal prácticamente nunca dijo no al gobierno.
De forma idéntica, instalaron repetidamente como jefes del comité a los más
serviles y leales devotos del Estado de Seguridad Nacional, actualmente en
forma cheerleaders de la NSA: la demócrata Dianne Feinstein en el Senado y el
republicano Mike Rogers en el Congreso. Como dijo Ryan Lizza en New Yorker en diciembre de 2013 sobre la broma de la supervisión
ejercida por el Congreso: “mas a menudo tratan… a los altos funcionarios de
inteligencia como ídolos de matiné.”
Como resultado, los comités, con la ostensible función de supervisores, han
actuado más como RPs de la NSA en el Congreso. Las pregonadas reformas de los
70 sirvieron más para hacer creer a la gente que habia reformas que para
ponerlas en marcha, protegiéndola así contra reformas reales.
Lo mismo pasó cuando el New York Times reveló en 2005 que Bush habia estado
espiando a los estadounidenses durante años sin las ordenes requeidas por la
ley criminal. La clase politica proclamó por todo lo alto que resolverían los
problemas que llevaron al escándalo. En cambio, hicieron lo contrario: en 2008,
un Congreso bipartito, con el apoyo del senador Obama, promulgo una nueva ley
FISA que legalizaba el grueso del antes ilegal programa de Bush, permitiendo
incluso la vigilancia sin orden judicial de cientos de millones de extranjeros
nacionales y un gran número de estadounidenses.
Esta fue también la táctica usada con la crisis financiera de 2008. Los
políticos leían diligentemente el guión que culpaba a Wall Street y sus excesos
e indignados prometían tomar las riendas. Luego pormulgó una legislacion que
dejaba a los banqueros casi totalmente indemnes, creando el problema “demasiado grande para caer” que agravó la crisis como nunca.
Y ahora tenemos el espectáculo del presidente Obama recitando peanes a los
valores de la privacidad individual y la necesidad perentoria de cortapisas.
“La libertad individual es el manantial del progreso humano”, soltó con una
impresionante cara de poker. “De una cosa estoy seguro, este debate nos hará
más fuertes,” pronunció, mientras sigue queriendo meter en prisión durante
décadas a quien permitió el debate. La cuestion de fondo, dijo, es esta: “creo
que necesitamos un nuevo abordaje.”
Pero esas bellas florituras retóricas del presidente Obama iban acompañadas de
una serie de “reformas” claramente cosméticas. Por su diseño, esas propuestas
solo conseguiran mantener los sistemas de vigilancia masiva que han desatado la
polémica y la indignación internacional.
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Algunos decían que Obama tenía que haber
puesto más banderas detrás. Y más prominentes
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Por supuesto , hay varias propuestas de Obama que son pasos positivos. Un defensor público en el tribunal FISA, relajacion del
“secreto de sumario” para las cartas de seguridad nacional, quitar a la NSA el
control de los metadatos, estándares más estrictos para acceder a los metadatos
y autorizaciones mas restrictivas para espiar a los lideres de paises aliados
(pero no, por supuesto, sus poblaciones). Todo ello conseguirá exiguos
beneficios. Pero incluso ahí, el discurso de Obama estuvo tan carente de
detalles -¿cuales seran los nuevos estándares? ¿quién controlará los metadatos
de los estadounidenses?- que parece más eslóganes que propuestas serias.
Al final, la esencia radical de la NSA -un sistema de espionaje sin-sospecha
dirigido a cientos de millones de personas de Estados Unidos y el mundo entero-
permanecerá en pie incluso si se adoptan todas las medidas de Obama. Y es así
porque Obama nunca ocultó el propósito real de este proceso. Se trata, asi
admitieron él y sus funcionarios, de “restaurar la confianza del público” en la
NSA. En otras palabras, el objetivo no es realmente reformar la agencia, es
hacer creer a la gente que se ha hecho para que dejen de temerla o cabrearse
con ella.
Como dijo el director ejecutivo de la ACLU Anthony Romero despues del discurso
de Obama: “El presidente debe detener -no arreglar- la interceptación y
retención de datos de estadounidenses cumplidores con la ley. Cuando el
gobierno recoge y almacena los datos de las llamadas de cada estadounidense,
esta incurriendo en un ejemplo de libro de “pesquisa arbitraria” que viola la constitución.
Ese ha sido, en general, el papel principal de Obama en nuestro sistema
político desde hace tiempo, su principal valor definitorio para las facciones
poderosas permanentes que manejan Washington. Obama embellece lo feo, ondea la
bandera del cambio sobre la perpetuación sistemática del status quo, hace que
los estadounidenses se sientan mejor con políticas que encuentran repelentes
sin necesidad de cambiarlas de manera significativa. No es un agente del cambio
sino un reconfortante envoltorio.
Como siempre, aquellos que quieran cambios genuinos no deben dirigirse a los
políticos, y menos a Obama, esperando a que caiga un regalo. Obama fue forzado
a dar este discurso por la creciente presión pública, con los gigantes
tecnologicos cada vez más asustados y una resistencia sorprendentemente fuerte
de la comunidad internacional a la vigilancia fuera de control del gobierno
estadounidense.
El discurso de hoy debe ser visto como un primer paso, no el último, en la
restauración de la privacidad. Las causas que llevaron a Obama a dar este
discurso deben ser, y serán, alimentadas hasta que el gobierno de Washington
tenga claro que, a estas alturas, las acciones cosméticas son claramente
inadecuadas.
Fuente: http://www.hispaleaks.es/2014/01/greenwald-las-reformas-de-la-nsa-de.html
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