Obama da el paso para hacer de la Guerra contra
el terror algo permanente.
Glenn
Greenwald 25 de octubre de 2012
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 18 de noviembre de
2012
Una de las principales razones para oponerse a que se consigan poderes
abusivos y se erosionen las libertades civiles es que estos siempre se vuelven
permanentes, otorgadas no sólo a líderes actuales que uno puede querer y
confiar, sino también a futuros cargos que parecen ser más amenazadores y menos
benignos.
Esta mañana el Washington Post tenía una
historia crucial e inquietante de Greg Miller sobre los esfuerzos decididos
de la administración
Obama para institucionalizar totalmente (para hacer oficialmente permanente)
las competencias más extremas que se han ejercido en el nombre de la guerra
contra el terrorismo.
Basado en entrevistas con “oficiales en activo y retirados de la Casa Blanca
y el Pentágono, así como de las agencias de inteligencia y antiterrorismo”,
Miller informa que mientras que “las guerras convencionales de los Estados Unidos están terminando”,
la administración Obama “espera continuar añadiendo nombres durante años a las
listas para asesinar o capturar” (la parte de “capturas” de la lista es poco más
que simbólica, ya que EEUU se centra desproporcionadamente
en la parte de “matar”). En concreto, “entre los oficiales veteranos de la
administración Obama, hay un amplio consenso en que es probable que tales
operaciones se extiendan por lo menos otra década.” Como Miller indica: “Este
cronograma sugiere que los Estados Unidos han llegado sólo hasta la mitad de lo
que se conoció como la guerra global contra el terrorismo.”
Para conseguir este objetivo, “el consejero de antiterrorismo de la Casa
Blanca John O Brennan está intentando codificar la estrategia de la
administración para generar listas de captura o ejecución, como parte de un
esfuerzo más amplio que guíe a futuras administraciones a través de los procesos
de antiterrorismo que Obama ha abrazado.” Miller escribe que todo esto demuestra
“hasta qué punto Obama a institucionalizado la práctica muy clasificada de
asesinatos selectivos, transformando ad-hoc elementos en una
infraestructura antiterrorista capaz de sostener lo que parece será una guerra
permanente.”
El artículo de El Post cita numerosos avances recientes que reflejan
este esfuerzo de Obama, incluyendo el hecho de que “el director de la CIA David
H Petraeus está presionando para que se expanda la flota de aviones no
tripulados armados”, lo que “refleja la transformación de una agencia en una
fuerza paramilitar, y deja claro que no pretende desmantelar su programa de
drones y volver al enfoque que tenía antes del 11-9 de recoger inteligencia.” El
artículo también describe la rápida expansión de operaciones de comando por el
Comando conjunto de Operaciones Especiales de los EEUU (JSOC por sus siglas en
inglés) y, tal vez más preocupante, la creación de una infraestructura
burocrática permanente para permitir al presidente asesinar a voluntad:
“La JSOC ha establecido también un centro secreto de selección a lo largo
del río Potomac de Washington, dijeron oficiales de los EEUU tanto en vigor como
retirados. Las células de los comandos de selección de élite han estado
tradicionalmente localizados cerca de las líneas del frente de sus misiones,
incluyendo en Irak y Afganistán. Pero la JSOC creó una fuerza de operaciones en
la “región de la capital nacional” que está a 15 minutos de la Casa Blanca de
manera que podía estar envuelto más directamente en deliberaciones sobre las
listas de al-Qaeda.”
El aspecto más espeluznante de este desarrollo es el bautizo de un nuevo
eufemismo orwelliano para los asesinatos presidenciales libres del debido
proceso: “ matriz de disposición”. Escribe Miller:
“Durante los pasados dos años, la administración Obama ha estado
desarrollando en secreto un nuevo plan de acción para buscar terroristas, la
siguiente generación de la lista de objetivos llamada la “matriz de
disposición”.
“La matriz contiene los nombres de sospechosos de terrorismo organizados
junto a las estimaciones de los recursos que se están juntando para darles de
baja, incluyendo acusaciones ya selladas y operaciones clandestinas. Los
oficiales de EEUU dijeron que la base de datos está diseñada para ir más allá de
las listas de objetivos para ejecutar ya existentes, trazando planes sobre el
mapa para ver la “disposición” de los sospechosos que están fuera del alcance de
los aviones no tripulados estadounidenses.”
La “matriz de disposición” ha sido desarrollada y será supervisada por
el Centro de antiterrorismo nacional (NCTC por sus siglas en inglés). Uno de sus
objetivos es “aumentar” “las separadas pero redundantes listas de objetivos para
ser asesinados” mantenidas por la CIA y el Pentágono: para servir, en otras
palabras, como la oficina central donde se determine quién será ejecutado sin el
debido proceso basándose en cómo alguien encaja con la “matriz” del brazo
ejecutor. Como lo describe Miller, es una “base de datos única, y que evoluciona
continuamente” que incluye “biografías, localizaciones, socios y afiliados a
organizaciones conocidos” así como “estrategias para dar de baja a los
objetivos, incluyendo peticiones de extradición, operaciones de captura y
patrullas de aviones no tripulados”. Este sistema analítico que determina la
“predisposición” de la gente será sin duda mantenida totalmente en secreto;
Marcy Wheeler dijo
irónicamente que “esperaba los argumentos del gobierno explicando por qué no
hará pública la matriz de disposición a la Unión de libertades civiles americana
(ACLU) bajo el Acta de libertad de información (FOIA por sus siglas en
inglés)”.
Todo esto fue motivado por el rechazo de Obama a detener a sospechosos de
terrorismo, y consecuente compromiso a simplemente matarlos a deseo (su deseo).
Miller cita a “un ex-oficial antiterrorista de EEUU envuelto en el desarrollo de
la matriz” al explicar el ímpetu detrás del programa de esta manera: “Teníamos
un problema de predisposición.”
El rol central jugado por la NCTC en determinar quién debería ser asesinado
(“Es el que cuida de los criterios,” dice un oficial al Post) es, por sí mismo,
más que odioso. Tal como Kade Crockford de la Unión de libertades civiles
americana (ACLU por sus siglas en inglés) de Massachusetts apuntó en respuesta a esta historia,
la ACLU ha
advertido desde hace tiempo que el propósito real de la NCTC (a pesar de su
enfoque formal en terrorismo) es “la recolección de datos masiva y secreta, y la
recogida de datos de la mayoría de la población de los Estados Unidos”.
In particular, la NCTC lleva a cabo una gigantesca operación de recogida de
datos, en la que todo tipo de información sobre estadounidenses inocentes es
sistemáticamente monitorizada, almacenada y analizada. Esto incluye “grabaciones
de investigaciones de las fuerzas del orden, información sobre la salud,
historia laboral, viajes y expedientes académicos” (“literalmente, cualquier
cosa que el gobierno recoja sería juego limpio”). En otras palabras, la NCTC
(ahora con el poder de determinar la adecuada “predisposición” de sospechosos de
terrorismo) es la misma agencia que está en el centro del espionaje estatal
generalizado e incontrolado llevado a cabo a los ciudadanos estadounidenses.
Peor aún, tal como Chris Calabrese, consejero legislativo de la ACLU
documentaba el pasado julio en un análisis
de lectura imprescindible, hace muy poco los oficiales de Obama eliminaron
salvaguardas sobre cómo puede ser utilizada esta información. Mientras la
agencia, durante los años de Bush, tenía prohibida el almacenamiento de
información de inocentes estadounidenses que no estuviera relacionada con el
terrorismo durante más de 180 días (un límite que “significaba que la NCTC era
disuadida de recoger grandes bases de datos llenas de información de
estadounidenses inocentes”) es ahora libre de hacerlo. Los oficiales de Obama
eliminaron esta restricción al autorizar al NCTC “a recoger y evaluar
continuamente información sobre estadounidenses inocentes hasta por cinco
años”.
Y como suele ocurrir, esta agencia se dedica a este increíblemente poderoso e
invasivo proceso sin literalmente ninguna rendición de cuentas democrática:
“Todo esto está pasando con muy poca supervisión. Los controles sobre la
NCTC son mayormente internos a la oficina nacional de inteligencia (DNI por sus
siglas en inglés), e importantes agentes de supervisión tales como el Congreso y
el Comité de Supervisión de inteligencia del presidente no son notificados
incluso si se dan fallos “significativos” en el cumplimiento de las directrices.
Protecciones legales fundamentales están siendo abandonadas. Por ejemplo, bajo
las nuevas normas, las agencias que recogen información deben cumplimentar
informes de la Ley de Privacidad (requerimientos legales para describir cómo
serán usadas las bases de datos). Esto a pesar del hecho de que esas agencias no
tienen ni idea de cómo el NCTC esta usando la información recogida.
"El colofón de todo esto es el reinicio del 'Programa de Conocimiento
Total de la Información' que los estadounidenses rechazaron tan vigorosamente
justo después del 11S."
No se necesita ninguna teoría de la conspiración para ver lo que está pasando
aquí. De hecho, se necesita una extrema ingenuidad o ceguera para no verlo.
Lo que se ha creado aquí -lo que se ha institucionalizado de forma
permanente- es una rama ejecutiva altamente secreta que se ocupa de dos
funciones simultáneamente: (1) recoge y analiza cantidades masivas de datos
procedentes de la vigilancia de estadounidenses sin ninguna supervisión judicial
ni ordenes de registro, y (2) crea e implementa una "matriz" que determina la
"disposición" de sospechosos, hasta incluyendo la ejecución, sin una brizna del
debido proceso o supervisión. Es simultáneamente un estado de vigilancia y un
cuerpo judicial secreto y exento de responsabilidad que analiza quién eres y
luego decreta qué se debe hacer contigo, cómo debes ser "dispuesto", al margen
de cualquier mínima responsabilidad o transparencia.
Miller del Post reconoce el punto de inflexión que esto representa: "La
creación de la matriz y la institucionalización de las listas de
ejecuciones/capturas reflejan un cambio que es tan psicológico como
estratégico." Como explica, el asesinato extrajudicial fue en su tiempo
considerado tan extremista que se necesitaron extensas deliberaciones antes de
que Bill Clinton pudiera apuntar incluso a Osama bin Laden para matarlo con
misiles de crucero de África oriental. Pero:
"las ejecuciones selectivas son ahora tan rutinarias que la administración
Obama se dedicó gran parte del año pasado a codificar y racionalizar los
procesos que las sostienen"
Para entender el legado de Obama por favor vuelve a leer esta frase. Como dijo
Murtaza Hussain reaccionando a la historia del Post: "Estados Unidos se
desesperaba por el asesinato de Bin Laden en Tarnak Farms en 1998; ahora mata de
forma regular a gente de la que apenas sospecha nada".
La insensatez pragmática de la mentalidad que subyace a todo esto es
autoevidente: como argumenté
ayer (y en muchas otras ocasiones), el asesinato constante no elimina la
violencia dirigida contra Estados Unidos sino que garantiza su expansión
permanente. Como resultado, escribe Miller, "los oficiales dijeron que no se ve
un final claro" cuando se trata de la guerra contra "terroristas" porque, dijo
un oficial, "no podemos matar a todo aquel que quiere hacernos daño" pero
intentarlo "es parte necesaria de lo que hacemos". Por supuesto, cuanto más EEUU
mata y mata y mata, más gente hay que "quiere hacernos daño". Esa es la lógica
que ha dado como resultado una guerra permanente contra el terror.
Pero más significativa aún es la visión verdaderamente radical del gobierno
sobre la que se basa todo esto. La garantía central de la justicia occidental
desde que se escribió la Carta Magna en Estados Unidos con la quinta enmienda a la
constitución: "Ninguna persona será... privada de la vida, la libertad o la
propiedad sin el debido proceso de la ley." Simplemente no puedes tener una
sociedad libre, un sistema político que merezca la pena, sin honrar esa
garantía, sin esa restricción sobre el poder abusivo del estado.
Y aun así, lo que el Post está describiendo, lo que hemos tenido durante
años, es un sistema de gobierno que -sin hipérbole- es la misma antítesis de esa
libertad. Es literalmente imposible imaginar un rechazo más violento al proyecto
básico de la república que el desarrollo de una rama ejecutiva secreta
totalmente exenta de responsabilidad que simultáneamente recoge información de
los ciudadanos y luego aplica una "matriz de disposiciones" para determinar qué
castigo debe aplicarse. Esto es una distopía política clásica llevada a la
realidad (a pesar de lo convincente que esta conclusión pueda parecer, según
estos hechos indiscutibles, muchos estadounidenses la considerarán una
exageración, una paranoia o peor, por
la dinámica psicológica que describo aquí que lleva a muchos buenos pasivos
occidentales a creer que la verdadera opresión, por definición, es algo que solo
ocurre en otra parte).
En respuesta a la historia del Post, Chris Hayes preguntó:
"si tienes una 'lista de ejecuciones' pero esta lista sigue creciendo, ¿estás
teniendo éxito?" La respuesta depende enteramente de cuál sea el objetivo.
Tal como los Fundadores reconocieron, nada otorga a la élites mas poder -y
beneficio- que un estado de guerra. Por esta razón se supone que había barreras
considerables para empezarlas y continuarlas -la necesidad de una declaración
del congreso, una restricción
constitucional para financiar a los militares mas de dos años seguidos, la
prohibición de ejércitos permanentes, etc. Así es como lo comenta John Jay en
Federalist Nº4:
"Es demasiado cierto, por más que avergüence a la naturaleza humana, que
las naciones en general harán la guerra cuando vean que pueden sacar algo de
ella; es más, los monarcas absolutos a menudo harán la guerra cuando sus
naciones no van a sacar nada de ella, sino por razones y objetivos meramente
personales, como la sed de gloria militar, venganza por afrentas personales,
ambición o convenios privados para agrandar y apoyar a sus familias y partisanos
particulares. Estas y una variedad de motivos, que sólo importan al soberano, a
menudo le llevan a meterse en guerras que no están santificadas por la justicia
o la voz y los intereses de su pueblo."
En definitiva, hay facciones en muchos gobiernos que ansían un estado de
guerra permanente porque es cuando el poder esta menos restringido y el
beneficio es abundante. Lo que el Post está revelando es otro paso significativo
hacia ese estado, y está sin duda guiado, al menos por parte de algunos, por un
interés personal en la continuación de una guerra sin fin con los poderes y
beneficios que acarrea. Entonces contestando a la pregunta de Hayes: la
expansión sin limite de listas de ejecuciones extrajudiciales y los poderes
ilimitados para implementarlos efectivamente representa un gran éxito para
muchos. Lee lo que dice John Jay más arriba para ver por qué esto es así, y por
que muy pocos desarrollos políticos, si hay alguno, puede considerarse mas
pernicioso.
Politica de detenciones
Asumiendo que la estimaciones del Post son correctas, que “entre oficiales
superiores de la administración hay un amplio consenso en que es probable que
tales operaciones se extenderán al menos otra década- esto quiere decir que la
guerra contra el terror durará mas de 20 años, bastante más que cualquier otra
guerra norteamericana. Este ha sido siempre el razonamiento detrás de las
detenciones indefinidas -que es lícito detener a personas sin el debido proceso
hasta el "fin de las hostilidades". Los que defienden eso están adhiriéndose
nada menos que a la cadena perpetua sin cargo alguno ni oportunidad de
cuestionar las acusaciones.
Que haya gente muriéndose
ahora mismo en Guantánamo después de una década en una celda, sin cargos,
muestra lo represivo que es este poder. Extiende esta mentalidad a asesinatos
secretos, libres del debido proceso -algo que el gobierno estadounidense
claramente tiene intención de hacer, convertirlo en una pieza permanente de la
vida política- y no es difícil ver lo verdaderamente extremistas y
antidemocráticos que se han vuelto los defensores de la "guerra al terror" en
ambos partidos políticos.
Este artículo apareció originalmente en el blog
de Glenn Greenwald en The Guardian.
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