La militarización de la policía de EE.UU., finalmente sacada a la luz por
los horrores de Ferguson
Glenn Greenwald
21 de agosto de 2014
Traducido por Contrapunto2002
Editado por María Piedad
Ossaba
La intensiva militarización de las fuerzas de policía de Estados Unidos es una
seria amenaza sobre la que un pequeño número de personas a las que se ha
prestado poca atención ha venido advirtiendo desde hace años.
En un artículo de 2007 sobre
"las distinciones difusas entre las instituciones policiales y militares y
entre guerra y aplicación de la ley," el profesor de justicia
criminal Peter Kraska definía "la militarización de la policía", como
"el proceso por el que la policía civil se basa cada vez más y
sigue el patrón de los principios del militarismo y el modelo militar".
Foto Scott Olson/Getty Images
|
Los acontecimientos terribles de la última semana en Ferguson, Missouri -la muerte
a tiros por la policía de un adolescente afroamericano desarmado, Mike Brown, y
la respuesta evidentemente excesiva y agresiva que siguió a las protestas de la
comunidad por parte de un cuerpo de policía que se asemeja a un ejército de
ocupación- han conmocionado a la clase media de Estados Unidos y a millones de
estadounidenses. Pero nada de esto se sale de lo normal.
Se trata del destructivo subproducto de varias décadas de militarización
deliberada de la policía estadounidense, una tendencia que ha recibido una
inyección de esteroides sostenida (y permanente) bajo la forma de un flujo aún
activo de fondos federales que siguió al 11 de septiembre, justificada en el
nombre de la "seguridad nacional." Lo que ha dado como resultado a una fuerza de policía nacional que
parece, piensa y actúa más como
un invasor y ocupante militar que una fuerza enraizada en la comunidad para
proteger al público.
Como ocurre con la mayoría de los temas de actuación policial excesiva y abusiva, la
militarización de la policía es abrumadora y desproporcionadamente dirigida
contra las minorías y las comunidades pobres, garantizando que el problema
se inflame mientras permanece en un segundo plano. Los estadounidenses están
tan acostumbrados a ver policías con cubierta de camuflaje y con trajes estilo
Robocop, que viajan en vehículos blindados y portan armas automáticas como
cuando fue introducida por primera vez durante la ocupación estadounidense
de Bagdad, convirtiéndose en algo normal. Pero los que llevan la peor parte de
esta transformación son los que carecen de instrumentos de resonancia; ya que
sus denuncias sobre los graves e inevitables abusos que se han producido han
sido recibidos con indiferencia.
Si algo positivo puede resultar de las farsas Ferguson, es que la orgía completamente fuera
de control de la militarización de la policía nacional reciba la atención
necesaria y frene los abusos que se vienen cometiendo desde hace tiempo.
Foto Jeff Roberson/AP
|
Ayer por la noche, dos reporteros del Washington Post Wesley Lowery y The Huffington Post Ryan Reilly,
fueron detenidos y
agredidos mientras trabajaban desde un McDonalds en
Ferguson. Dichas detenciones fueron arbitrarias y abusivas, y
recibieron una atención considerable -sólo por las importantes tribunas con que
trabajan, como ambos rápidamente señalaron al ser puestos en libertad, y no porque
hubiera algo inusual en este comportamiento de la policía.
Reilly, en Facebook, contó cómo fue arrestado por "un oficial de
policía del condado de Saint Louis con equipo antidisturbios, que se
negó a identificarse a pesar de mis reiterados pedidos, que golpeó a propósito
mi cabeza contra la ventana al salir y se disculpó sarcásticamente."
Escribió: "Estoy bien. Pero si esta es la forma en que estos
funcionarios tratan a un periodista blanco que trabaja con un ordenador
portátil y que sus movimientos fueron demasiado lentos para su gusto, no puedo
imaginar lo mal que tratan a los demás", y agregó: "Y si alguien piensa que la militarización de nuestra fuerza
de policía no es un gran problema en este país, tengo una historia que contarle."
Lowery, que es afroamericano, tuiteó un
resumen de una entrevista que concedió a la cadena MSNBC: "Si
yo no trabajara para el Washington Post y solo fuera un
hombre negro en Ferguson, todavía estaría en una celda." Y agregó: "Sabía que no me iba
a pasar nada. Pero la cuestión es que mucha gente aquí en Ferguson o tiene tantos seguidores en Twitter como
yo y no tienen un Jeff Bezos a quien llamar para que los rescate de
la cárcel".
|
La mejor y más completa narración de
los peligros de la militarización de la policía es el libro de 2013 del periodista libertario del Washington
Post Radley Balko, titulado "El origen de los policías guerreros: la militarización de las fuerzas de
policía de Estados Unidos." Balko, que ha dedicado su carrera a la
documentación y lucha contra los peores abusos del sistema de justicia penal de
Estados Unidos, recorre la historia y la mentalidad subyacente que ha dado
lugar a todo esto: las obsesiones por la "ley y el orden" que
surgieron de la inestabilidad social de la década de 1960, la Guerra
contra las drogas que ha hecho que las agencias de aplicación de la ley
vean a los estadounidenses como población enemiga, la "guerra
contra la Pobreza" de la era Reagan (que se describe mejor como una
guerra contra los pobres de América), las agresivas expansiones de la era
Clinton de la policía nacional, todo rematado por el financiamiento masivo,
destructor de los derechos, del estado de seguridad posterior al 11 de
septiembre de los años de Bush y Obama. Todo esto, que él documenta, es lo
que ha infundido en las fuerzas de policía de los Estados Unidos "una
progresiva mentalidad de batalla".
Leí el libro de Balko antes de su publicación con el fin de escribir una nota
publicitaria, y después de hacerlo, inmediatamente escribí lo que me pareció
más chocante al respecto: "En la sociedad estadounidense no ha habido ninguna tendencia fundamental que haya
sido tan ignorada como la militarización de nuestras fuerzas policiales
nacionales." Ryan Grim del Huffington Post, en la declaración
oficial que siguió a la puesta en libertad de Reilly, hizo la misma
observación: "la militarización de la policía ha sido uno de los
acontecimientos más consecuentes e inadvertidos de nuestro tiempo."
En junio, la ACLU publicó un importante informe de 96
páginas sobre este problema, titulado "La guerra llega a casa: la militarización excesiva de
la policia de EE.UU." Su punto central: "Estados Unidos hoy en día
se ha vuelto excesivamente militarizada, principalmente a través de programas
federales que crean incentivos para la policía estatal y local para utilizar
armas innecesariamente agresivas y tácticas diseñadas para el campo de batalla".
El informe documenta cómo la guerra contra las drogas y las leyes contra el
crimen de los años 90 (Biden/Clinton)
sentaron las bases para la militarización de la policía, pero el flujo
ilimitado de dinero para "seguridad nacional" después del 11
de septiembre, obligó a los departamentos de policía a la compra de equipo de batalla
y otra parafernalia militar quisieran o no. Como era de esperar, al igual que la guerra
contra las drogas y el abuso policial general, "el uso de armas y
tácticas paramilitares afectó principalmente a las personas de color."
Algunos departamentos de policía estaban deseosos de militarizarse, pero muchos
reconocieron los peligros. El jefe de policía de Salt Lake City, Chris Burbank, es citado en
el informe de la ACLU: "No somos militares. No deberíamos parecernos a
una fuerza invasora." Un artículo de 2011
de Los Angeles Times, señalando que "los gobiernos federales y estatales están gastando
alrededor de 75 mil millones de dólares al año en seguridad interna",
describió cómo los departamentos locales de policía reciben tanto dinero de la
seguridad nacional del gobierno de Estados Unidos, que terminan obligados a
comprar equipos de campo de batalla que saben que no necesitan: desde vehículos
blindados a barcos zodiac con sonar de barrido lateral.
La tendencia precedió de largo al 11 de septiembre como este artículo de
1997 del Christian Science Monitor escrito por Jonathan
Landay acerca de una creciente militarización de la policía y sus abusos ("Herramientas
militares de alta tecnología para combatir el crimen") lo deja claro.
Landay, en una artículo que tiene ya diecisiete años, describe "un
escáner de infrarrojos montado en el coche [de un oficial de policía] [que] es
el mismo utilizado por las tropas estadounidenses para cazar a las fuerzas
iraquíes en la guerra del Golfo", y escribió: "es un símbolo
del creciente uso por la policía de algunas de las tecnologías avanzadas que
usa el ejército de Estados Unidos el más poderoso del mundo"
Pero la fijación por la seguridad-über alles (seguridad por encima de todo) de
la era posterior al 11 de septiembre es ahora la fuerza motriz. Un artículo de
junio en el New York Times de Matt Apuzzo ("Herramientas de
guerra para los Departamentos de Policía") informó que "durante
el gobierno de Obama, de acuerdo con datos del Pentágono, los departamentos de
policía han recibido decenas de miles de ametralladoras; cerca de 200.000 unidades
de munición; miles de piezas de equipo de camuflaje y de visión nocturna; y
cientos de silenciadores, vehículos blindados y aviones", y agregó:
"El equipo ha sido añadido a los arsenales de los departamentos de
policía que ya se ven y actúan como unidades militares."
Todo ello se ha convertido en un negocio tal, y se basa en un poder burocrático
tan arraigado, que es difícil imaginar cómo puede ser suprimido. Como LA Times explicaba:
"Toda una industria ha surgido para vender una variedad de productos, incluyendo los
sensores de movimiento de alta tecnología y remolques de operaciones de
emergencia totalmente equipados. Se espera que el mercado alcance los 31 mil
millones de dólares para el año 2014.
Al igual que el complejo militar-industrial que se convirtió en una parte
permanente y de gran alcance del paisaje estadounidense durante la Guerra Fría, la vasta red de spyware de
Seguridad Nacional, las barricadas de cemento y los métodos de identificación de alta tecnología están aquí para quedarse. El
Departamento de Seguridad Nacional, una colección de organismos que van desde
el control de fronteras a la seguridad de aeropuertos fusionados
apresuradamente después del 11 de septiembre, es el tercer departamento del
gabinete y -con casi ningún legislador dispuesto a hacer de los EE.UU. un país
menos preparado para un ataque terrorista- uno de los menos favorables de caer
víctima de los recortes presupuestarios."
Los peligros de la militarización nacional son numerosos y manifiestos. Para comenzar, cómo
la nación está viendo a Ferguson, cómo se degrada la mentalidad de las fuerzas policiales prácticamente en todos
los sentidos negativos y cómo se somete a las comunidades afectadas a una
brutalidad desenfrenada y a un abuso irresponsable. El informe de la ACLU
resumió: "el militarismo excesivo en el ámbito policial, en particular
mediante el uso de equipos policiales paramilitares, aumenta el riesgo de
violencia, amenaza las libertades individuales, y afecta injustamente a
la gente de color."
La militarización de la policía también plantea peligros graves y directos a
las libertades políticas básicas, incluidos los derechos de libre expresión, de
prensa y de reunión. La primera vez que escribí sobre este tema fue en 2008,
cuando cubrí las
protestas fuera de la convención nacional del Partido Republicano en St.
Paul para Salon, y estaba realmente sorprendido por la atmósfera de zona de guerra deliberadamente creada por la
policía:
"St. Paul fue la ciudad estadounidense más militarizada que he visto, incluso más
que Manhattan en la semana del 11 de septiembre. Con tropas de agentes
federales, estatales y locales marchando en formaciones militares, gritando
consignas con equipos antimotines, ametralladoras y botes de gas lacrimógeno. Humvees y policías con rifles
apostados en edificios y balcones. A numerosos manifestantes y observadores les
fueron arrojados gases y resultaron heridos."
Lo mismo sucedió durante las protestas de Occupy Wall Street de 2011: la respuesta de la
policía fue tan excesiva, y siguió con tanta claridad el modelo de tácticas de batalla, que no había ninguna duda de que la
disuasión de la disidencia interna es uno de los principales objetivos de la
militarización de la policía. Respecto de la respuesta de la policía, que escribí en ese momento:
"Los agentes del orden y los responsables políticos de los Estados Unidos saben muy bien
que protestas serias -y más- son inevitables dada la agitación económica y
el sufrimiento que EE.UU. ha visto en los últimos tres años (y seguiremos
viendo en el futuro previsible)...
La razón de que EE.UU. haya paramilitarizado sus fuerzas de policía es
precisamente para controlar este tipo de malestar interno, y es simplemente
imposible imaginar que no sean desplegadas en su totalidad contra un creciente
movimiento de protesta dirigido contra una distribución de los recursos
desigual y extremadamente corrupta. Como Madeleine Albright dijo al argumentar a favor de la
intervención militar estadounidense en los Balcanes: "¿Cuál es el fin
de tener este magnífico ejército del que siempre se está hablando si no podemos usarlo?" Así es, obviamente,
cómo piensan los gobernadores, los alcaldes de las grandes ciudades y los jefes
de policía acerca de los arsenales de fusiles de asalto, equipos de SWAT,
helicópteros de alta tecnología, y tecnología
de aviones no tripulados por venir
que se les prodigó a raíz de la explosión del Estado de Seguridad posterior al 11 de septiembre, por no
hablar del enorme aparato policial federal que, más que cualquier otra cosa, se parece a un ejército permanente que se dirige cada vez más contra el
interior.
La mayor parte de esta militarización se ha justificado invocando el miedo a
amenazas extranjeras -principalmente el Terrorismo - pero su propósito
principal es interno."
|
La militarización de la policía se dirige cada vez más a acallar el periodismo. Al
igual que las detenciones de Lowery y Reilly de la pasada noche, Amy Goodman y
dos de sus colegas deDemocracy Now! fueron
arrestados mientras cubrían las protestas de 2008 en St. Paul. Como Trevor Timm de Freedom of the
Press Foundation (a cuyo consejo pertenezco) explicó ayer, las tácticas de militarización "no
sólo afectan a los manifestantes, sino que también afectan a los que cubren la
protesta. Se crea un ambiente donde la policía piensa que puede ignorar la ley
y decirles a los periodistas que dejen de filmar, a pesar de su derecho legal
de hacerlo, o dispararles directamente gases lacrimógenos para impedirles
hacer su trabajo. Y si los derechos de los periodistas están siendo pisoteados,
casi se puede garantizar que es aún peor para aquellos que no tienen una
tribuna para protegerse".
En última instancia, la militarización de la policía es parte de una tendencia
más amplia y verdaderamente peligrosa: la importación de las tácticas de la Guerra contra el terrorismo
de las zonas de guerra extranjera a suelo americano. Los aviones teledirigidos de vigilancia estadounidenses
pasaron de ser usados en Yemen, Pakistán y Somalia a ser usados en las ciudades
estadounidenses, y es imposible imaginar que no vayan a ser seguidos
por otras armas. Las condiciones inhumanas y opresivas que prevalecieron en
Guantánamo son igualadas, o superadas, por los infiernos de súper máxima
seguridad y las "Unidades de Gestión de las Comunicaciones" ahora en el sistema penitenciario estadounidense.
Y la mentalidad de "recoger-lo-todo" que impulsa la vigilancia
interna de la NSA fue iniciada por el general Keith Alexander en Bagdad
y por Afganistán, que apuntaba inicialmente contra las poblaciones de guerra enemigas.
De hecho, gran parte del armamento de guerra que ahora se ve en Ferguson
viene de leyes estadounidenses, como el llamado "Programa 1033",
específicamente diseñado para redirigir material sobrante del Pentágono
-ya no necesario en unas guerras en el extranjero que declinan- a las ciudades
estadounidenses. Como el Departamento de Seguridad Pública de Missouri explica con orgullo en su sitio web,
"el Programa 1033 ofrece equipos militares excedentes del Departamento de Defensa a las agencias
policiales civiles estatales y locales para su uso en la lucha contra el
narcotráfico y las operaciones contra el terrorismo, y para mejorar la seguridad
de los oficiales."
Un boletín del
gobierno -de "la Oficina de Apoyo a la Aplicación de la
Ley (LESO), una pequeña agencia federal poco conocida que equipa a los
departamentos de policía con equipo militar excedente"- se jactó de que "el año fiscal 2011 fue
un año récord en la transferencia de propiedad de los arsenales militares de
Estados Unidos a los departamentos de la policía de todo el país." La
ACLU señala en su informe: "El Departamento de Defensa opera el
Programa 1033 a través de la Oficina de Apoyo al Cumplimiento de la Ley (LESO)
dependiente de la Agencia de Logística de la Defensa (DLA) cuyo lema es de "combatiente en la guerra
a combatiente contra el crimen." El Departamento de Justicia tiene todo un programa dedicado a "apoyar a los veteranos
militares y las agencias de la ley que los contratan cuando nuestros
veteranos buscan hacer la transición a una carrera como agentes de la ley."
Como parte de la pose de la Guerra sin fin
de Estados Unidos, los estadounidenses han sido entrenados para
creer que todo se justifica en el "campo de batalla" (ahora se define en el
sentido de "todo el mundo"): el encarcelamiento sin cargos, el secuestro, la tortura, incluso el asesinato de
ciudadanos estadounidenses sin juicio. No es difícil predecir los
resultados de la importación de esta mentalidad de campo de batalla a suelo
americano, dirigida contra los ciudadanos estadounidenses: "de
combatiente en la guerra a combatiente contra el crimen." Los resultados
han sido claros para aquellos que a lo largo de los años los han querido
ver -o los que han sido víctimas de ellos. Los acontecimientos de Ferguson están,
finalmente, obligando a todos los estadounidenses a ver el resultado de este
proceso.
Gracias a: Contrapunto 2002
Fuente: https://firstlook.org/theintercept/2014/08/14/militarization-u-s-police-dragged-light-horrors-ferguson/
Fecha de publicación del artículo original: 14/08/2014
URL de esta página en Tlaxcala: http://www.tlaxcala-int.org/article.asp?reference=13171
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|