La lección de Jose Rodríguez
3 de mayo de 2012
Tal vez es una mala idea confiar al brazo ejecutivo el
esgrimir los poderes más extremos, en la oscuridad, sin
controles.
Glenn
Greenwald
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 14 de mayo de
2012
Jose Rodriguez, el oficial de alto rango de la CIA que ordenó la destrucción
de 92 vídeos en los que se veían los interrogatorios que la agencia hacía a
sospechosos de terrorismo, fue
entrevistado el domingo por la noche sobre su nuevo libro pro-tortura en
60 minutos (la cadena del programa, CBS, y la editora del nuevo libro de
Rodriguez, Simon & Schuster, son ambos propiedad de CBS Corp., ahora juntos
haciendo dinero mediante la defensa de la tortura). Hay una lección importante
que aprender de esta entrevista.
Como muchos comentaristas apuntaron correctamente, la tortura que defiende
Rodriguez es claramente una demencia sociópata (del tipo claramente banal identificado
por Hannah Arendt). En Esquire, Charles Pierce tiene un post
perfecto sobre todo esto, en el que dice: “Estoy perfectamente convencido de
que Rodriguez es tanto un sociopata como un maniaco” (su primer párrafo, sobre
la protección consecutiva por parte de la administración Obama de estos
criminales de guerra, es de recomendada lectura). Las notas
de Amy Davidson en El New Yorker que Rodriguez hizo ni siquiera se
molestan en defender la tortura como una maldad necesaria sino que “se jactan
sobre su uso al demostrar la valentía del torturador” (de hecho, la afirmación
de Rodriguez de que autorizando la tortura significaba que la gente en el
gobierno fueron capaces de “ponerse los pantalones” demostraba un totalmente
nuevo nivel de adulación psicosexual). Andrew Sullivan dice
que Rodriguez es un “criminal de guerra” que “no se avergüenza de nada de eso, y
pretende ganar dinero con ello.”
Todo esto es verdad, pero el punto clave aquí es que Rodriguez (siendo un
criminal de guerra, maniaco y sociópata) no era un oficial deshonesto, de bajo
rango y no representativo de la CIA. Lo contrario es verdad: pasó su carrera en
la agencia y ascendió continuamente, llegando a liderar lo que Dana Priest de
El Washington Post llamó
esta semana “la todopoderosa junta de operaciones de la Agencia Central de
Inteligencia,” localizada “en el centro del universo en la agencia.” Él estaba
esencialmente al cargo de operaciones clandestinas, incluyendo la tortura de la
CIA, rendiciones, centros clandestinos de detención y los programas de
detención. Y los programas criminales que “sociopáticamente” está defendiendo
fueron los que las más altas instancias del gobierno de EEUU apoyó, autorizado
por su Departamente de Justicia, y protegido por la actual administración de ser
investigado o perseguido. Rodriguez (sociópata y todo) no es una aberración en
el mundo de la inteligencia y el paramilitarismo del gobierno de los EEUU: él es
su símbolo.
Cuando tanta gente reacciona con repugnancia a la mentalidad de Jose
Rodriguez, entonces tal vez este es un buen momento para parar y darse cuenta de
por qué es tan peligroso y equivocado confiar al Brazo Ejecutivo el que ejerza
poderes tan extremos (de asesinato, detención indefinida, rendición, vigilancia)
en la sombra, sin vigilancia, limitación o transparencia. Aquellos de vosotros
que estéis contentos de que el Brazo Ejecutivo decida -sin control o
transparencia- quién vive o muere, quién está libre o en prisión, quién tiene el
derecho al debido proceso y quién no, estáis poniendo vuestra fe ciega en los
Jose Rodriguez del mundo.
Incluso la gente que en principio no asume ese nivel de poder incontrolado en
un estado corrupto y sociópata puede (y lo hará) fácilmente ser transformado por
ello. Esa es la naturaleza corruptora inherente al poder incontrolado (de la
naturaleza humana) que llevó a los fundadores americanos a insistir en los
múltiples niveles de difíciles controles en el momento que se ejercen poderes de
esta clase. Jose Rodriguez (sus actos y mentalidad) es el inevitable fruto de
poner fe y confianza en la benevolencia de los oficiales del Brazo Ejecutivo
Americano para ejercer los más extraordinarios poderes del mundo sin un
escrutinio y límites significativos.
Ayer, John Brennan, el jefe asesor anti-terrorista del Presidente Obama, dio
un discurso en el cual pretendía proveer de más “transparencia” al programa
de aviones no tripulados de Obama. Pero no hizo nada de eso. En cambio (mientras
justificaba todo lo que el gobierno hace con el mantra estándar: “Estamos en
guerra... sí, la guerra es el infierno. Es horrible. Involucra seres humanos
matando a otros seres humanos, a veces civiles inocentes” (ofreció una serie de
tópicos vacíos asegurándonos que “el presidente Obama ha demandado que nos
adhiramos a los procesos y estándares más altos posibles” cuando se trata del
programa de aviones no tripulados. En el momento en que alguien en el brazo
ejecutivo propone a alguien para que sea muerto de manera sumaria, dice, los
oficiales “tienen en cuenta toda la información disponible, cuidadosamente, con
responsabilidad”; “estos esfuerzos son supervisados con extraordinario cuidado y
consideración”; y ellos “sólo autorizan un ataque aéreo si tenemos un algo grado
de confianza de que civiles inocentes no serán heridos o asesinados, excepto en
las más extrañas circunstancias.”
Pero esto son sólo vagas afirmaciones sin verificar (el novelista Herman
Hesse, en 1917, describió
perfectamente lo prosaico y sin sentido de las afirmaciones de Brennan). De
hecho, la
prueba que revelaría lo que la administración está haciendo, lo que en
realidad esos ataques con aviones no tripulados tienen como resultado, continúa
siendo ocultado (basado en la insistencia por parte de la administración y
por largo tiempo defendida ante las cortes de que no puede confirmar o negar con
certeza la existencia del programa de aviones no tripulados, incluso aunque
Brennan hizo exactamente eso ayer: “el Gobierno de los Estados Unidos lleva a
cabo ataques aéreos selectivos contra terroristas de al-Qa'ida, en ocasiones
utilizando aviones teledirigidos, normalmente referidos públicamente como
drones (aviones no tripulados).
En lugar de evidencias y vigilancia, se nos pide, en cambio, simplemente
poner nuestra fe en John Brennan y sus demandas, juicios y magnanimidad. Brennan
(como Rodriguez) fue un agente de la CIA durante la era Bush que expresamente defendía “las
técnicas mejoradas de interrogatorio” (abreviación para “la técnica del
submarino”) y la rendición. También tiene un historia de demostradas mentiras sobre las muertes de
civiles por los aviones no tripulados de EEUU, y mentiras que caen
por su propio peso, retórica para crear falsedades, sobre el asesinato de
Osama bin Laden. ¿Qué posible justificación existe para poner nuestra fe ciega
en sus pronunciamientos no verificables, o mejor, investirlo con el poder
incontrolado y secreto de la vida y la muerte, la prisión y la
libertad? <>De hecho, no hay justificación para poner ninguno de estos
poderes en las manos de ningún líder político sin una letanía de controles,
transparencia y restricciones. Cualquiera que juegue con la noción de que esto
puede ser hecho de manera segura debería dedicar algún tiempo a ver la
entrevista con Jose Rodriguez, que adquirió el poder no por una desviación de la
mentalidad del Brazo Ejecutivo, sino más bien por su ejemplificación.
* * * * *
Como apunté la
semana pasada (y como Pierce cuenta
con más detalles) el verdadero escándalo de la gira de presentación del
libro de Jose Rodriguez es que el Departamento de Justicia de Obama (DOJ por sus
siglas en inglés) lo ha protegido a él y a sus compañeros criminales de todas
las formas de rendición de cuentas. Ayer, el senador demócrata Diane Feinstein
hizo
una declaración sobre su entrevista en 60 minutos donde con total
naturalidad afirma que su orden de destruir las cintas “refleja un flagrante
desprecio por la ley.” Sí, obviamente lo es: y eso es lo que hace que el rechazo
del DOJ a perseguirlo sea tan corrupto. Desde luego, los oficiales del Brazo
Ejecutivo, incluso cuando se trata de los crímenes más atroces, están por encima
del imperio de la ley cuando se trata de acciones que ellos llevan a cabo como
parte de la política del gobierno de los EEUU.
* * * * *
Andrew Sullivan (que una
vez hizo un llamamiento para que Obama fuera perseguido como criminal de
guerra por su complicidad con los crímenes de guerra de Bush) hoy habla
con entusiasmo sobre que Obama “restauró la credibilidad moral del país
después de un periodo oscuro de interrogaciones al estilo nazi bajo Cheney, Bush
y Rumsfeld.” ¿Exactamente
cuál
de ellos hizo eso?
ACTUALIZACIÓN: Sam Seder me hizo una entrevista ayer para el programa
Majority Report sobre la entrevista a Rodriguez y la no-persecución; la
discusión de 15 minutos puede ser oída aquí.
Este artículo apareció originalmente en Salon.com
el 1 de mayo de 2012
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