¿Cuántos países musulmanes ha bombardeado u ocupado EE.UU. desde 1980?
Glenn Greenwald
ICH/The Intercept
8 de noviembre de 2014
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Barack Obama, en su conferencia de ayer posterior a la elección, anunció que pedirá
una Autorización para el Uso de Fuerza Militar (AUMF, por sus siglas en inglés)
del nuevo Congreso, que autorice su campaña de bombardeo en Irak y Siria – que
comenzó hace tres meses. Si uno fuera generoso, diría que pedir autorización
del Congreso para una guerra que comenzó hace meses es por lo menos mejor que
librar una guerra incluso después que el Congreso rechazara explícitamente su
autorización, como lo hizo Obama ilegalmente en el ahora colapsado país de Libia.
Cuando Obama comenzó a bombardear objetivos dentro de Siria en noviembre, señalé que
era el séptimo país con preponderancia musulmana que había sido bombardeado por
EE.UU. durante su presidencia (lo que no incluía el bombardeo por Obama de la
minoría musulmana en las Filipinas). También señalé previamente que esta nueva
campaña de bombardeo significa que Obama se ha convertido en el cuarto
Presidente consecutivo de EE.UU. que ordenó que se lanzaran bombas sobre Irak.
Considerados por sí solos, ambos hechos son sorprendentemente reveladores. La
violencia es tan corriente y continua que ya apenas nos damos cuenta.
Precisamente esta semana, un drone estadounidense lanzó un misil que mató a 10
personas en Yemen, y los muertos fueron rápidamente calificados de “presuntos
militantes” (lo que en realidad significa solo que son “varones en edad
militar”); esos asesinatos apenas merecieron ser mencionados.
Para obtener una visión total de la violencia estadounidense en el mundo, vale la
pena formular una pregunta más amplia: ¿cuántos países en el mundo islámico ha
bombardeado u ocupado EE.UU. desde 1980? La respuesta fue suministrada en un
reciente artículo de opinión en el Washington Post del
historiador militar y ex coronel del ejército de EE.UU.,
Andrew Bacevich:
“Mientras los esfuerzos de EE.UU. por “degradar y finalmente destruir” a los combatientes
del Estado Islámico se extienden a Siria, la III Guerra de Irak se ha
transformado discretamente en el Campo de Batalla XIV del Gran Medio Oriente.
Es decir, Siria se ha convertido en por lo menos el 14º país en el mundo
islámico que fuerzas estadounidenses han invadido, ocupado o bombardeado, y en
los cuales soldados estadounidenses han matado o han sido muertos. Y eso es
solo desde 1980.
Enumerémoslos: Irán (1980, 1987-1988), Libia (1981, 1986, 1989, 2011), Líbano (1983), Kuwait
(1991), Irak (1991-2011, 2014-), Somalia (1992-1993, 2007-), Bosnia (1995),
Arabia Saudí(1991, 1996), Afganistán (1998, 2001-), Sudán (1998), Kosovo
(1999), Yemen (2000, 2002-), Pakistán (2004-) y ahora Siria. ¡Vaya!.
La cuenta de Bacevich excluye el bombardeo y ocupación de otros países
predominantemente musulmanes por aliados clave de EE.UU. como Israel y Arabia
Saudí, realizados con crucial apoyo estadounidense. Excluye golpes contra
gobiernos democráticamente elegidos, tortura, y encarcelamiento de personas sin
acusación. También, por supuesto, excluye todos los demás bombardeos e
invasiones y ocupaciones que EE.UU. ha realizado durante este período en otras
partes del mundo, incluyendo Centroamérica y el Caribe, así como varias guerras
por encargo en África.
Hay muchísimo más que decir sobre las facciones en Occidente que dedican una
inmensa parte de su tiempo y atención a predicar contra el supremo primitivismo
y violencia de los musulmanes. No hay bares gay en Gaza, proclaman los
polemistas obsesivamente anti-islámicos– como si eso (en lugar de los niveles
de violencia y agresión desencadenados contra el mundo) fuera el estándar más
importante para juzgar una sociedad. Reflejando la determinada obsesión con la
demonización de los musulmanes (exactamente al mismo tiempo, por coincidencia,
sus gobiernos libran una incesante guerra contra países musulmanes y sus
sociedades marginan a los musulmanes), notablemente dejan de mencionar las
exitosas comunidades gay en sitios como Beirut y Estambul, o su ausencia en la
cristiana Uganda. Empleando la táctica definidora de la intolerancia, gustan de
destacar la peor conducta de individuos musulmanes como un medio para
atribuirla al grupo en su conjunto, mientras ignoran (a menudo expresamente) la
peor conducta de individuos judíos y / o sus propios grupos (citan de la misma
manera los preceptos más extremos del Islam mientras ignoran los similarmente
extremos del judaísmo). Eso es debido a que, como Rula Jebreal dijo a Bill
Maher la semana pasada, si esos tan valerosos guerreros de la racionalidad
dijeran lo que dicen de los musulmanes sobre judíos, serían despedidos.
Pero de todas las cosas que se puedan decir sobre este grupo, siempre la más sorprendente es que: esa misma gente, que
gusta de denunciar la violencia del Islam como una especie de máxima amenaza,
vive en países cuyos gobiernos desencadenan de lejos mucha más violencia,
bombardeos, invasiones y ocupaciones que cualquier otro. No es más que un hecho.
Aquellos que en EE.UU. o el Reino Unido se dedican a arremeter interminablemente contra
el mal del Islam, presentándolo como la fuente de la violencia y del mal (la
“veta madre de las malas ideas”), mientras pasan muy poco tiempo hablando de
las adicciones a la violencia y la agresión de sus propias sociedades, o sus
propios impulsos religiosos y nacionalistas, han llegado al colmo del
tribalismo auto-cegador. En realidad son semejantes a tener un vecino en tu
propia calle quien constantemente asesina, roba y saquea, y luego pasar tu
tiempo libre denunciando ostentosamente por sus malos actos a gente a miles de
kilómetros de distancia. Una persona semejante sería considerada como
intelectualmente auto-engañada, un término que también describe a las facciones
políticas e intelectuales que imitan esa conducta.
La simple despreocupación con la cual Obama pidió ayer una nueva AUMF refleja cuán
centrales, cuán comunes, son la violencia y el militarismo en la administración
imperial del mundo por EE.UU. El que algunos ciudadanos de ese país se dediquen
primordial si no exclusivamente a denunciar la violencia y el salvajismo de
otros es una prueba más de cuán poderoso y auto-cegador es el tribalismo como
impulso humano.
Correo del autor: glenn.greenwald@theintercept.com
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Glenn Greenwald, exabogado constitucional y columnista de The
Guardian hasta octubre de 2013, ha obtenido numerosos premios por sus comentarios y periodismo
de investigación, incluyendo recientemente el Premio George Polk 2013 por
información de seguridad nacional. A principios de 2014, cofundó un nuevo medio
informativo global, The Intercept.
Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article40157.htm
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