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Llamar al ataque de Rusia "no provocado" deja a Estados Unidos libre de responsabilidades

Por Bryce Greene
De Fairness & Accuracy in Reporting | artículo original
4 de marzo de 2022

Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 7 de abril de 2022


Muchos gobiernos y figuras mediáticas están en lo correcto al condenar los ataques del presidente ruso Vladimir Putin sobre Ucrania como un acto de agresión y de violación de la ley internacional. Pero en su primer discurso acerca de la invasión, el 24 de febrero, el presidente estadounidense Joe Biden también catalogó la invasión como “no provocada”.

Es una palabra que ha hecho echo repetidamente a través del ecosistema de los medios. “Las fuerzas de Putin entraron a la segunda ciudad más grande de Ucrania el cuarto día de la invasión sin provocación”, reportó Axios (2/27/22). “La invasión no provocada de Rusia a Ucrania comenzó su segunda semana el viernes”, dijo CNBC (3/4/22). Vox (3/1/22) escribió “la decisión de Putin de lanzar una guerra sin provocación e innecesaria con el segundo país más grande de Europa.

El descriptor “sin provocación” oculta la larga historia de comportamiento provocativo de los Estados Unidos en relación a Ucrania. Esta historia es importante para entender cómo llegamos aquí y qué grado de responsabilidad recae sobre Estados Unidos por el ataque contra Ucrania.

Ignorando el consejo de expertos

La historia comienza al final de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos era el único hegemónico global. Como parte del acuerdo que finalizó la reunificación de Alemania, EE.UU. le prometió a Rusia que la OTAN no se expandería “una sola pulgada hacia el este.” A pesar de esto, no pasó mucho antes de que las pláticas de expansión comenzaran a circular entre los legisladores.

En 1997, docenas de veteranos de la política exterior (incluyendo el ex secretario de la defensa Robert McNamara y el ex director de la CIA Stansfield Turner) le enviaron una carta conjunta al entonces presidente Bill Clinton llamando “al esfuerzo encabezado por Estados Unidos para expandir la OTAN un error político de proporciones históricas”. Predijeron:

    En Rusia, la expansión de la OTAN, que continúa a ser contrariada a través el completo espectro político, fortalecerá a la oposición no democrática, socavando a aquellos a favor de reformar y de cooperar con el Oeste para llevar a los rusos a cuestionar el entero acuerdo post-Guerra Fría.

El columnista del New York Times Thomas Friedman (5/2/98), en 1998, le preguntó al afamado diplomático George Kennan— arquitecto de la estrategia de contención estadounidense en la Guerra Fría — acerca de la expansión de la OTAN. La respuesta de Kennan:

    Pienso que es el comienzo de una nueva guerra fría. Creo que los rusos gradualmente reaccionarán de manera muy adversaria y eso afectará sus políticas. Creo que es un error trágico. No había razón alguna para esto. Nadie estaba amenazando a nadie.

    Por supuesto habrá una mala reacción por parte de Rusia y luego (los expansores de la OTAN) dirán que siempre les dijimos que así son los rusos — pero eso está mal.

A pesar de las advertencias, Polonia, Hungría y la República Checa fueron añadidas a la OTAN en 1999, le siguieron Bulgaria, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia en el 2004.

Los planificadores estadounidenses fueron advertidos nuevamente en el 2008 por el embajador estadounidense en Moscú William Burns (actualmente director de la CIA bajo Biden). Wikileaks filtró un cable de Burns titulado “Nyet significa nyet: los comentarios de expansión de la OTAN por parte de Rusia” que incluía otra advertencia profética que vale la pena citar completa (con énfasis añadido):

    Las aspiraciones para la OTAN de parte de Ucrania y Georgia no sólo tocan un nervio puro en Rusia, engendran serias preocupaciones acerca de las consecuencias para la estabilidad de la región. Rusia no sólo percibe encierro y esfuerzos para socavar su influencia en la región, sino que teme consecuencias impredecibles y descontroladas que afectarían seriamente los intereses de seguridad rusos.

    Los expertos nos dicen que Rusia está particularmente preocupada de por nuestras fuertes divisiones en Ucrania acerca de que la membresía de la OTAN, con la mayoría de la comunidad étnica rusa en contra de dicha membresía, pudiera llevar a un gran rompimiento, involucrando violencia o mucho peor, guerra civil. En esa eventualidad, Rusia tendría que decidir si intervenir; una decisión que no quiere tener que tomar.

Aliado de facto de la OTAN

Pero EE.UU. ha empujado a Rusia a tomar dicha decisión. Aunque los países europeos están divididos acerca de si Ucrania debería de entrar o no, muchos en el campo de la OTAN han sido firmes en mantener la “política de puerta abierta” de la alianza. Incluso cuando los planeadores de los EE.UU. estaban advirtiendo acerca de la invasión rusa, el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg reiteró los planes del 2008 de integrar a Ucrania en una alianza (New York Times, 12/16/21). El gobierno de Biden ha tomado un acercamiento más indirecto, apoyando en lo abstracto “el derecho de Kiev a escoger sus propios arreglos de seguridad y alianzas”. Pero la implicación es obvia.

Incluso sin ser oficialmente de la OTAN, Ucrania se ha convertido en un aliado suyo y Rusia ha puesto atención de cerca a estos desarrollos. En un discurso en diciembre del 2021 a sus oficiales más importantes, Putin expresó sus preocupaciones:

    Los últimos años, los contingentes militares de países de la OTAN han estado constantemente presentes en el territorio ucraniano bajo el pretexto de ejercicios. El sistema ucraniano de control de tropas ya ha sido integrado a la OTAN. Esto significa que sus sedes pueden emitir comandos directos a las fuerzas armadas ucranianas, incluso a sus unidades separadas y escuadrones…

    Kiev ha proclamado ya por mucho tiempo el curso estratégico en unirse a la OTAN. De hecho, cada país tiene derecho a escoger su propio sistema de seguridad y tener alianzas militares. No debería de haber ningún problema con eso, si no fuera por un “pero”. Los documentos internacionales expresamente estipulan el principio de seguridad equitativa e indivisible, que incluye obligaciones para no fortalecer la propia seguridad a costa de la seguridad de otros Estados…

    En otras palabras, la elección de caminos para garantizar seguridad no debería de representar una amenaza para otros Estados, considerando que si Ucrania se une a la OTAN sería una amenaza directa a la seguridad de Rusia.

En un artículo bien explicado, el New York Times (2/24/22) centró la expansión de la OTAN como la causa principal de la guerra. Desafortunadamente el omitió el contexto crítico de la promesa de la OTAN de no expandirse y el abandono subsiguiente de esa garantía. Este es un contexto que es importante para entender el punto de vista ruso acerca de las políticas estadounidenses, especialmente dadas las amplias advertencias de parte de los diplomáticos estadounidenses y los expertos en política exterior.

El golpe Maidan del 2014

Un parte aguas importante en la relación EE.UU./Ucrania/Rusia fue el violento e inconstitucional derrocamiento, en el 2014, del presidente Viktor Yanukovych, elegido en el 2010 en un voto pesadamente dividido entre Ucrania del este y el oeste. Su destitución vino después de meses de protestas encabezadas en parte por extremistas de la ultra derecha (FAIR.org, 3/7/14). Semanas antes del derrocamiento, un partido desconocido filtró una llamada entre oficiales estadounidenses discutiendo quién debería y no ser parte de un nuevo gobierno y encontrando maneras de “cerrar el trato”. Después de esto, un político designado por los oficiales como “el tipo” incluso se convirtió en primer ministro.

El involucramiento de EE.UU. fue parte de una campaña destinada a aprovechar las divisiones en la sociedad ucraniana para empujar al país hacia la esfera de influencia estadounidense, alejándola de la esfera rusa (FAIR.org, 1/28/22). En las secuelas del derrocamiento, Rusia anexó ilegalmente a Crimea de Ucrania, en parte para asegurar una mayor base naval del nuevo gobierno ucraniano.

Tanto el New York Times (2/24/22) y como el Washington Post (2/28/22) omitieron el rol que jugó Estados Unidos en estos eventos. En los medios estadounidenses, este momento crítico en la historia está completamente libre de la influencia de EE. UU, borrando un paso crítico sobre el camino de la actual guerra.

Manteniendo la guerra civil

En otra respuesta al derrocamiento, un levantamiento en la región ucraniana de Donbas creció convirtiéndose en un movimiento rebelde que declaró independencia de Ucrania y anunció la formación de sus propias repúblicas. La guerra civil que resultó de esto, costó miles de vidas, pero fue pausada por mucho tiempo en el 2015 con un acuerdo de alto al fuego conocido los acuerdos de Minsk II.

El trato, acordado por Ucrania, Rusia y otros países europeos, fue diseñado para otorgar alguna forma de autonomía a las regiones secesionistas a cambio de la reintegración de las mismas al estado ucraniano. Desafortunadamente el gobierno ucraniano se negó a implementar la disposición de autonomía de los acuerdos. Anatol Lieven, investigador del Instituto Quincy de Estadísticas Responsables escribió en The Nation (11/15/21):

    La principal razón para este rechazo, además del compromiso general de retener el poder centralizado en Kiev, ha sido la creencia de que la autonomía permanente para Donbas prevendría a Ucrania de entrar a la OTAN y la Unión Europea, ya que la región podría usar su posición constitucional dentro de Ucrania para bloquear la membresía.

Ucrania optó, en lugar de eso, por prolongar el conflicto en Donbas y nunca hubo presión significativa del Occidente para alterar el curso. Aunque existieron breves reportes del renacimiento de los acuerdos de finales de enero, el jefe de seguridad ucraniano Oleksiy Danilov advirtió que no se presionara a Ucrania para implementar el acuerdo de paz. “El cumplimiento del acuerdo de Minsk significa la destrucción del país”, dijo (AP, 1/31/22). Danilov dijo que incluso cuando el acuerdo fue firmado ocho años atrás “ya era claro para todas las personas racionales que es imposible implementarlo”.

Lieven menciona que la profundidad del compromiso ruso todavía está por probarse, pero Putin ha apoyado los acuerdos de Minsk, absteniéndose de reconocer oficialmente las repúblicas de Donbas hasta la semana pasada.

El artículo del New York Times (2/8/22) acerca de los acuerdos de Minsk acusó del fracaso al desacuerdo entre Ucrania y Rusia por implementarlos. Esta es una explicación inadecuada para explicar el fracaso de los acuerdos, sin embargo, ya que Rusia no puede afectar el proceso parlamentario de Ucrania. El Times rápidamente reconoció que la ley quiso definir estatus especial en Donbas había sido “archivado” por los ucranianos, indicando que el país había dejado de intentar resolver el asunto a favor del estancamiento.

No hubo mención alguna de los comentarios del oficial ucraniano importante abiertamente denunciando los acuerdos de paz ni se reconoció que EE.UU. pudo haber usado su influencia para empujar a Ucrania a resolver el asunto, pero se abstuvo de hacerlo.

La crisis ucraniana de misiles

Un aspecto poco discutido de esta crisis el rol de los misiles estadounidenses estacionados en países de la OTAN. Muchos medios han dicho que Putin es parecido a Hitler (Washington Post, 2/24/22; Boston Globe, 2/24/22), decidido en reconquistar los viejos estados soviéticos para “recrear el imperio ruso con él como zar”, como le dijo a Politico (2/25/22) el oficial del Departamento de Estado de Clinton, Strobe Talbot.

Expertos intentaron psicoanalizar a Putin preguntando “¿Qué lo está motivando?” y contestando citando su discurso en televisión el 21 de febrero que recontó la historia de la relación de Ucrania con Rusia.

Este discurso ha sido ampliamente etiquetado como un llamado para reestablecer el imperio soviético y un desafío para que la derecha ucraniana exista como una nación soberana. Los medios corporativos ignoraron otras declaraciones públicas que Putin hizo en recientes meses. Por ejemplo, en la reunión ampliada de la Junta del Ministerio de Defensa, Putin elaboró en lo que consideró ser la amenaza militar principal de la expansión EE.UU./OTAN a Ucrania:

    Es extremadamente alarmante que los elementos del sistema global estadounidense están siendo enviados cerca de Rusia. Los lanzacohetes MK41, que están ubicados en Rumania y serán enviados a Polonia, están adaptados para lanzar misiles de ataques Tomahawk. Si esta infraestructura continúa a moverse hacia adelante y si los equipos de misiles de Estados Unidos y la OTAN son enviados a Ucrania, su trayectoria hacia Moscú sería únicamente de 7-10 minutos o incluso 5 minutos para los equipos hipersónicos. Ese es un problema para nosotros, para nuestra seguridad.

    Estados Unidos todavía no tiene armas hipersónicas, pero sabemos que cuando las tengan se las darán a Ucrania y las usarán como pantalla, para armar extremistas en el Estado vecino y los incitarán en contra de ciertas regiones de la Federación Rusa como Crimea, cuando crean que las circunstancias son favorables.

    ¿De verdad creen que no vemos estas amenazas? ¿O piensan que nos quedaremos inactivos viendo cómo emergen las amenazas contra Rusia? Este es el problema: simplemente no tenemos lugar para la retirada.

Teniendo misiles tan cerca de Rusia — armas que Rusia (y China) ven como parte de un plan para darle a Estados Unidos la capacidad de lanzar el primer ataque nuclear sin represalias — seriamente desafía el freno de la guerra fría de Destrucción Mutua Asegurada y de manera más cercana asemeja una pistola apuntando a la cabeza de Rusia como recordatorio de la era nuclear. ¿Sería esto aceptable para cualquier país?

Los medios se niegan a presentar esta crucial pregunta a sus audiencias, para en lugar de eso, orientar los motivos de Putin como puros términos agresivos.

Rechazo a reducir

Para diciembre del 2021, las agencias de inteligencia estadounidenses estaban sonando la alarma de que Rusia estaba acumulando tropas en la frontera ucraniana y planeando un ataque. Sin embargo, Putin fue muy claro acerca del camino de reducción. Hizo un llamado al occidente para detener la expansión de la OTAN, negociar neutralidad ucraniana en la rivalidad este/oeste, remover las armas nucleares estadounidenses de países no proliferantes y quitar misiles, tropas y bases cerca de Rusia. Estas son peticiones que EE.UU. seguramente hubiera hecho en la posición en la que está Rusia.

Desafortunadamente, EE.UU. se negó a negociar las preocupaciones centrales de Rusia. Ofrecieron algunas medidas serias hacia un arreglo de control de armas más amplio (Antiwar.com, 2/2/22) — algo que los rusos reconocieron y apreciaron — pero ignoraron asuntos de la actividad militar de la OTAN en Ucrania y el despliegue de armas nucleares en Europa del este (Antiwar.com, 2/17/22).

Acerca de la expansión de la OTAN, el Departamento de Estado continuó a insistir que no comprometerían la política de puerta abierta de la OTAN. En otras palabras, hicieron valer el derecho de expandir la OTAN e ignorar la línea roja rusa.

Mientras que EE.UU. ha señalizado que aprobaría un acuerdo informal para evitar que Ucrania se uniera a la alianza por un periodo de tiempo, esto claramente no iba a ser suficiente para Rusia, que todavía recuerda el último acuerdo roto.

En lugar de abordar las preocupaciones de Rusia acerca de la relación de Ucrania con la OTAN, Estados Unidos eligió gastar cientos de millones de dólares en armas en Ucrania, exacerbando las preocupaciones expresadas por Putin. El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy no ayudó a la situación sugiriendo que Ucrania pueda empezar un programa de armas nucleares en plena situación de tensiones.

Después de que Putin anunciara su reconocimiento de las repúblicas disidentes, el secretario de Estado Antony Blinken canceló las pláticas con Putin y comenzó el proceso de implementación de sanciones contra Rusia — todo esto antes de que los soldados rusos pusieran un pie en Ucrania.

Si Estados Unidos tuviera un interés genuino en evitar la guerra, habría tomado cada oportunidad para des intensificar la situación. En lugar de eso, hizo lo opuesto casi cada paso del camino.

En su artículo, el Washington Post (2/28/22) minimizó la importancia del rechazo de Estados Unidos de las preocupaciones principales de Rusia escribiendo que “Rusia ha dicho que quiere garantías de se le prohibirá a Ucrania unirse a la OTAN — un fracaso para la alianza Occidental, que mantiene una política de “puerta abierta”. La política de puerta abierta de la OTAN es aceptada simplemente como una política inmutable con la que Putin necesita lidiar. Esta misma suposición, al igual que la clave de la crisis ucraniana, pasa indiscutible en el ecosistema mediático estadounidense.

El caso estratégico para arriesgarse a la guerra”

Es imposible decir a ciencia cierta por qué la administración de Biden tomó un acercamiento que incrementó la posibilidad de guerra, pero un artículo de Wall Street Journal del mes pasado podría ofrecer cierto esclarecimiento.

El Journal (12/22/21) publicó un artículo de opinión de John Deni, investigador del Atlantic Council, un centro de estudio fundado por los gobiernos de EE.UU. y aliados que sirven como fondo de hecho de la OTAN. El artículo fue titulado de manera provocadora “El caso estratégico para arriesgar una guerra en Ucrania”. El argumento de Deni era que el occidente debería de negarse a negociar con Rusia, porque ningún resultado sería benéfico para los intereses de Estados Unidos.

Si Putin se retractaba sin acuerdo alguno, sería una enorme vergüenza. Perdería cara y estatura, de manera doméstica y en el escenario mundial.

Pero Putin en guerra también sería bueno para EE.UU., argumentó el Journal. Primero, le daría a la OTAN más legitimidad al “forjar un consenso anti ruso todavía más fuerte a través de Europa”. Segundo, un ataque grande dispararía “otra ronda de sanciones económicamente más debilitadoras”, deteriorando la economía rusa y su habilidad para competir con Estados Unidos por la influencia global. Tercero, una invasión “probablemente genere una guerra de guerrillas” que “debilite la fuerza y moral del ejército ruso mientras subvalore la popularidad doméstica del Sr. Putin y reduzca el suave poder ruso globalmente”.

En corto, tenemos parte de los cerebros de la OTAN defendiendo el arriesgar la vida de civiles australianos como peones en la búsqueda estadounidense para fortalecer su posición alrededor del mundo.

‘Algo peor que la guerra’

Un artículo de opinión del New York Times (2/3/22) por Ivan Krastev del Instituto de Ciencias Humanas de Viena sugirió que la invasión de Rusia a Ucrania no sería el peor de los resultados:

    Una incursión rusa en Ucrania podría, en una manera perversa, salvar la actual orden europea. La OTAN no tendría opción alguna que responder de manera asertiva, trayendo sanciones rígidas y actuando en una unidad decisiva. Al endurecer el conflicto, el Sr. Putin podría forzar a sus oponentes.

El artículo de opinión fue titulado “Europa cree que Putin está planeando algo peor que la guerra” — ese algo siendo “una nueva arquitectura de seguridad europea que reconozca la esfera rusa de influencia en un espacio post-Soviético”.

Es imposible saber a ciencia cierta si el gobierno de Biden compartió este sentido de que habría un lado positivo a la invasión rusa, pero los incentivos son claros y mucho de lo que estas opiniones predijeron está sucediendo.

Nada de esto es para decir que la invasión de Rusia está justificada — JUSTO firmemente condena la invasión como ilegal y desastrosa — pero llamándola “sin provocación” distrae la atención de la propia contribución de EE. UU a un resultado nefasto. Estados Unidos ignoró las advertencias tanto de Rusia como de los oficiales estadounidenses de que un enorme conflicto podría salir si Estados Unidos continuara en ese camino y no debería sorprender si eventualmente uno pasara.

Ahora, mientras el mundo nuevamente se inclina hacia el borde de la aniquilación nuclear, es más importante que nunca para las audiencias occidentales entender y desafiar el rol de su propio gobierno en arrastrarnos a este punto.


Imagen: Mapa de Wikimedia map de la expansión de la OTAN desde 1949 (creador: Patrickneil).


 

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