Gracias a Italia, los drones de EEUU pueden atacar
objetivos de Estado Islámico en Libia
Ryan Faith
VICE News En Español
25 de febrero de 2016
Estados Unidos ha recibido luz verde para lanzar drones desde suelo italiano, tal y
como anuncian las últimas informaciones. Las
noticias llegan apenas solo unas horas después de que 50 bombarderos estadounidenses
desplegaran una infernal ofensiva contra un puñado de objetivos de Estado
Islámico (EI), entre ellos varios campos de entrenamiento en Libia.
Probablemente a nadie le extrañara demasiado la conexión italoamericana. Pero después de que
Estados Unidos llevara más de un año arremetiendo contra los italianos por
culpa de esto; que los bombardeos se produzcan justo después de que Italia haya
permitido el lanzamiento de drones desde su suelo resulta, cuando menos, curioso.
Para empezar, habría que subrayar que los italianos jamás dieron carta blanca a
nadie para que los ataques con drones se ejecutaran. El permiso ha sido
estrictamente concedido a las tropas estadounidenses apostadas en Sigonella, en
Sicilia, y la administración Obama necesita obtener el permiso por cada dron
que lanza, de uno en uno. Un goteo que igual suene precario. Sin embargo, haber
pasado del "absolutamente no, nunca" al "convénzanme", es
un pequeño logro.
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El dron predilecto de Estados Unidos para exterminar todo lo que se le ponga por
delante se llama MQ-9 Reaper. El sutil destructor puede cubrir un radio de casi
5500 kilómetros unidireccional, lo cual es asombrosamente descomunal. Claro que
la cobertura unidireccional y la cobertura de combate son dos cosas
completamente distintas. Para empezar, la cobertura de combate significa que el
dron tiene que llegar hasta el campo de batalla y regresar. De tal forma que si
no queremos quedarnos sin combustible en el camino de vuelta, podemos, como
mucho, dividir la cobertura unidireccional en dos.
Una norma general pillada por los pelos, concluiría que un artefacto aéreo
con alcance de combate podría cubrir alrededor de un tercio de la distancia que
puede cubrir el dron unidireccional más poderoso. A eso hay que añadirle el
peso del combustible y del armamento, y eso significaría contemplar un radio de
más de 1.500 kilómetros de alcance.
Libia al borde de una guerra civil y amenazada por ISIS cinco años
después de la revolución. Leer más aquí.
Los militares son proclives a criticarlo casi todo. Sin embargo, durante los
últimos, digamos que 1.000 años, y de manera sistemática, los militares no han
criticado nada tanto como a las pobres distancias. Normalmente, para un
militar, el problema acostumbra a ser que la distancia es excesiva; o sea, que
hay demasiada. Y luego sucede que una vez cada 34 lunas llenas resulta que la
distancia no es suficiente. Claro que uno de los incuestionables recursos
naturales que ofrece un continente como África son sus enormes, inabarcables distancias.
A día de hoy, Estados Unidos ha lanzado drones desde Reino Unido y de Djibuti hacia
distintos objetivos. Disponen también de una base militar en Rota, en
Andalucía, pero no está muy claro que hayan coordinado ningún ataque con drones
desde allí. Rota está a casi 2.000 kilómetros de Libia, mientras que Gran
Bretaña a unos 2.500 y Djibuti a cerca de 3.000 — bien lejos del alcance de ningún
Reaper armado hasta los dientes.
Por otro lado, hay una serie de bases militares desplegadas por África,
especialmente al sur del desierto del Sahara, donde Estados Unidos está
llevando a cabo un amplio abanico de operaciones militares contra los amigos de
Estado Islámico y contra un puñado de capullos más. Claro que esas bases están
a 1.600 o más kilómetros de la costa norte de Libia (que es donde las cosas se
están poniendo interesantes). Así que también habría que desechar esa opción.
Normalmente, la mejor manera de aumentar el alcance del poder aéreo es rellenar el
combustible en las alturas. Tal ha sido uno de los clásicos rasgos distintivos
de la potencia estadounidense durante décadas. Sin embargo, a pesar de que a
veces se insista en pintarlos de otra manera, lo cierto es que los drones no
son ni particularmente ágiles, ni especialmente maniobrables. Tal y como lo
describió este artículo, "no
se trata de helicópteros teledirigidos. Son cometas provistos de misiles".
Así que una cometa armada hasta las trancas es la última cosa en el mundo a la que
quieres seguir de cerca con un avión, a su vez, lleno hasta los topes de
combustible, ese líquido explosivo. Sería una irresistible invitación para el desastre.
Así que tampoco es de extrañar que, a día de hoy, haya un gran número de ingenieros
devanándose los sesos para concebir un dron que pueda rellenar su combustible
en las alturas. De hecho, el año pasado hasta hubo una demostración,
claro que todavía está a años luz.
Probablemente existan algunos métodos alternativos, como desplegar una ofensiva desde una
base remota y luego hacerla aterrizar en un lugar cercano para recargar el
depósito y volver hacia casa. Sin embargo, eso implicaría dilatar cada misión
con muchas horas extras de vuelo, lo cual le partiría el orto a cualquiera, por
no hablar del fulminante deterioro que provocaría en los prototipos. Así que
como alternativa a la alternativa, uno podría extender el alcance de un dron
simplemente rebajando drásticamente la cantidad de tiempo que pasa en la base
aérea. Claro que si lo que intentas es llevar a cabo una ofensiva contra un
objetivo estático en un espacio aéreo desprotegido…. ¿Entonces por qué no
enviar bombarderos convencionales? Al menos eso es lo que se ha hecho en los
campos de entrenamiento en Libia…
La pregunta nos devuelve a la bella Sicilia, a la deslumbrante base miitar de
Sigonella. De hecho, se ha bautizado a sí misma como al eje del Mediterráneo.
Digamos que si el Mediterráneo fuese una persona, Sigonella sería su ombligo.
Un lugar ubicado estratégicamente en el centro, a una distancia de entre 500 y
900 kilómetros de varios puntos del litoral de Libia, lo cual, en comparación
con todo lo demás, es un lugar formidablemente cercano al corazón de las
tinieblas. Es también el masivo centro de operaciones desde el que cada día
parten aviones de reconocimiento, desarmados, drones que surcan Libia y que
atraviesan el Mediterráneo, que sirven de inestimable apoyo para desplegar las
delicadas operaciones para combatir a los piratas humanos, a los traficantes de personas libios. La gran mayoría de esos
vuelos, parten de Sigonella.
Siguiente objetivo de Estado Islámico: el petróleo de Libia. Leer más aquí.
Hasta ahora a Estados Unidos no se le ha permitido lanzar a ningún dron provisto de
misiles. De manera que si bien ha sido más bien sencillo encontrar los
objetivos a dinamitar, está siendo realmente complicado dinamitarlos realmente.
Y ahora, a todo esto, añádele el presupuesto extra, el buen fajo de cientos de
miles de dólares que el Pentágono ha invertido en dinamitar a Estado Islámico.
Según sugiere este informe, alrededor
de 200 millones de dólares habrían sido incorporados al insondable presupuesto
de guerra estadounidense. Por lo visto, este último fajo estaría destinado a
aumentar las operaciones con drones en Italia.
Claro que siempre hay una trampa. Y, en este caso, la trampa consistiría en los
italianos exigiendo que cada bombardeo sea aprobado específicamente. De uno en uno.
Aparentemente, los italianos solo van a consentir el lanzamiento de drones
"defensivos". Claro que en tiempos de guerra, términos como
"defensivo" u "ofensivo" son tan relativos como absoluta es
la inteligencia de Einstein.
Y más allá de todo eso, sigue sin estar claro cómo se resolverá tamaño berenjenal.
¿Acaso los italianos se la pasarán diciendo que no todo el tiempo? ¿Darán luz
verde solo en algunas ocasiones? Por un lado, Italia tiene que aprobar cada
bombardeo; de manera que si sucede alguna cosa que haya que lamentar, algo
terrible, al gobierno italiano no le quedarán demasiados lugares donde
esconderse. Por otro lado, la culpa compartida es la culpa eludida.
En última instancia, parece que los italianos le estén exigiendo a los
estadounidenses que defiendan políticamente cada ataque de antemano. De tal
manera podría deducirse que, lo mismo, la aprobación sea antes una manera para
el gobierno alpino de asegurarse de que, pase lo que pase, lo que terminé
sucediendo no le pille desprevenido. Ni atrapado en la clásica diabólica
posición de tener que defender lo indefendible, en caso de que se produzcan
daños colaterales o de que cualquier otra cosa no salga bien durante las ofensivas
— algo que ya ha sucedido en otros lugares, como el Yemen, Siria o Irak, donde
los drones han disparado contra cosas [y contra personas].
Sobre el terreno, es muy posible que los ataques con drones no resulten suficiente
para inclinar demasiado la balanza en contra de Estado Islámico. Claro que
ahora que los drones se han convertido en una gran herramienta para combatir a
los terroristas, lo que si podría suceder es que Sigonella se convierta en un
lugar estratégico en la historia de este largo conflicto.
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Imagen vía Flickr
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