La reelección de Obama: Lo que su slogan de
campaña “Hacia adelante” realmente significaba y lo que significa
ahora.
8 de noviembre de 2012 Kevin Gosztola
Traducido del inglés por El Mundo No Puede Esperar 26 de noviembre de
2012
El slogan de la campaña de reelección del presidente Barack Obama era “Hacia
adelante”. Mientras los progresistas y otros celebran su victoria, tienen que
parar un momento y reflexionar con seriedad de que en realidad su segundo
mandato estará marcado por el avance en políticas que él ayudó a
institucionalizar o permitió que se afianzaran aún más, algunas de las cuales
expandían los poderes ejecutivos y fueron retomadas donde las dejó George W.
Bush en 2008.
La institucionalización
de las listas de ejecuciones, las normalización de los asesinatos selectivos y
la gradual re-definición del debido proceso mediante el asesinato de ciudadanos
de EEUU sospechosos de terrorismo sin proceso judicial es un poder espantoso y
descontrolado, el cual Obama reafirmó durante su primer mandato.
La firma del Acta de autorización de la defensa nacional en el 2012, que
incluía una provisión que permitía la detención indefinida, autorizando a los
militares a detener a ciudadanos estadounidenses indefinidamente sin cargos si
eran sospechoso de terrorismo, fue una acción desconcertante. Obama sugirió
públicamente que no quería esos poderes y que no los usaría, y que no había
razón para estar alarmado. Cuando un grupo de individuos demandó y un juez
federal emitió un mandato judicial permanente contra la disposición y la declaró
inconstitucional, los abogados de la administración de Obama apelaron
y un juez restauró el poder.
La decisión se tomó para no procesar a sospechosos de terrorismo en cortes
federales. Sospechosos de terrorismo que se cree estaban envueltos en los
ataques del 11 de septiembre y otros prisioneros en la Bahía de Guantánamo, que
Obama fracasó al no cerrarla, están siendo llevados ahora a un proceso en un
tribunal militar (un sistema de justicia de segunda clase donde a uno no se le
permite testificar en la corte sobre la tortura sufrida en las manos de los
interrogadores de la CIA porque el gobierno reivindica el control
de los pensamientos y las memorias de los detenidos.
El espionaje sin orden judicial se ha incrementado considerablemente con
Obama. La Unión de libertades civiles americana (ACLU por sus siglas en inglés)
obtuvo
documentos del Departamento de Justicia que mostraban que las fuerzas de la ley
federales estaban “monitorizando cada vez más las comunicaciones electrónicas de
los estadounidenses, y lo hacen sin orden judicial, sin suficiente supervisión,
o rendición de cuentas significativas.” Ahora, la Corte Suprema está decidiendo
si atiende una
impugnación contra las enmiendas al “Acta de vigilancia e inteligencia en el
extranjero” (FISA por sus siglas en inglés) del 2008, que permitía que las
compañías de telecomunicaciones tuvieran garantizada inmunidad retroactiva en
casos de espionaje sin orden judicial durante Bush. El acta también permitía la
expansión de las redadas de vigilancia. Los abogados del Departamento de
Justicia de Obama han argumentado que no tiene que decir a los querellantes
impugnando la ley que ellos han estado monitorizando ilegalmente y, incluso si
violaron su privacidad, no pasaría nada porque el estado de vigilancia está para
quedarse.
Obama rechazó perseguir a los criminales de guerra. Ni una sola persona fue
perseguida y condenada por tortura. Incluso aunque firmara una orden ejecutiva
como presidente que prohibía “las técnicas de interrogación mejoradas” usadas
durante Bush, la tortura fue en realidad
des-criminalizada. Se invocaba el privilegio de “los secretos de estado”
cuando las víctimas de tortura intentaban denunciar al gobierno por tortura,
previniendo de hecho la justicia. Además, el ex-agente de la CIA John Kiriakou
fue perseguido por supuestamente filtrar el nombre de un agente secreto, que
había sido un secuestrador en el programa de la CIA “Rendición, detención e
interrogación”. Se creía que varios individuos de organizaciones de derechos
humanos conocían la identidad del agente, y se tuvieron muchas sospechas de que
el gobierno estaba persiguiendo a Kiriakou porque fue uno de los primeros en el
gobierno en decir en televisión que la CIA tenía una política oficial de tortura
mientras Bush era presidente. La persecución destruyó su vida, le hizo un daño
tremendo a su esposa y cinco hijos por lo que terminó llegando
a un acuerdo con la fiscalía.
El secretismo de Estado se ha
disparado: la táctica de la administración Bush de usar “secretos de estado”
demasiado amplios se alega para prevenir la desclasificación o exposición de
información que hubiera sido utilizada. Obama recurrió ordenes judiciales que
liberaban fotos enseñando abusos a detenidos bajo custodia de los EEUU y apoyó
legislación para con retroactividad impedir la publicación de fotos bajo el Acta
de libertad de Información (FOIA por sus siglas en inglés). Amenazó con vetar la
legislación para reformar los procedimientos de notificación del congreso
durante acciones encubiertas. Se negó a desclasificar información de la Sección
215 del Acta Patriótica, una sección que se cree permite la recolecta de
información no relevante para espionaje o investigaciones sobre terrorismo. Él
aumentó la proporción de documentos que son clasificados. Llevó a cabo de manera
agresiva una guerra contra la filtración de información clasificada mediante la
persecución de los informantes a un grado superior que ningún otro
presidente.
El imperio estadounidense mantiene más de 1000 bases. La red se mantuvo para
sirvieran como “hojas de nenúfares” (NT: término coloquial para denotar
“Localización de seguridad cooperativa”, instalaciones de apoyo) para futuras
operaciones en las que se implicaran a drones, Fuerzas Especiales o tropas de
EEUU. Camp Lemmonier en Djibouti se transformó
en un base militar de drones permanente que puede se utilizada para ataques
aéreos en Yemen y Somalia.
La guerra en Afganistán sufrió una escalada. Obama no tuvo la fortaleza para
desafiar a los generales. Ahora se lleva a la gente a creer que terminará en
2014. ¿Hasta qué punto puede nadie en la administración Obama garantizar eso
ahora? ¿Y el Pentágono? ¿Qué le dicen a esos que sugieren que la guerra se
acabará y por qué tiene que durar otros dos años?
La Guerra contra las drogas se luchó con fuerza cuando tomó
medidas severas contra los dispensarios de marihuana de uso medicinal. Obama
dijo
una vez durante su primer mandato, “no me importa un debate sobre el tema de la
legalización... Personalmente no estoy de acuerdo en que sea una solución al
problema.” No pensó que la legalización de las drogas fuera una solución
tampoco, aunque lo hubiera dicho en el 2004. “La guerra contra las drogas ha
sido total desastre. Necesitamos pensar de nuevo y despenalizar nuestras leyes
sobre la marihuana. Necesitamos recapacitar en cómo estamos llevando la guerra
contra las drogas.”
Los votantes en Massachusetts, Colorado y Washington votaron por la
legalización de la marihuana. Rechazaron la Guerra contra las drogas. Rechazaron
la antipatía que la administración Obama mostró a los jóvenes y otros
interesados en la legalización de la marihuana. Decidieron empezar el fin de la
prohibición de las drogas en EEUU para que se hagan políticas con sentido común
para lidiar con las drogas como un asunto de salud pública en vez de un azote
contra el que se debe luchar con fuerza y represión.
Suzanne Nossel de Amnistía Internacional entiende
mucho de esto. Ella planteó después de que se anunció su victoria, “cuando se
trata de enfrentar el terrorismo, el presidente Obama se ha escondido detrás de
imperativos de seguridad nacional para blindar la política de la administración
en secreto y en llevar a cabo programas tales como la expansión del uso de
drones y e impedir el rendir cuentas.” Añadió, “el segundo mandato del
presidente Obama determinará si las manchas en cuestión de derechos humanos de
los Estados Unidos después del 11 de septiembre” son una anomalía o la nueva
norma.” Anthony Romero, director ejecutivo de la ACLU declaró, “Exhortamos al
presidente Obama a desmantelar el estado de seguridad nacional donde la
vigilancia sin garantías judiciales, los asesinatos extrajudiciales de
ciudadanos estadounidense con drones y otros ataques a nuestras libertades
personales se han aceptado.” También entiende la crudeza del primer mandato de
Obama.
Si los progresistas, y de manera más importante, los ciudadanos
estadounidenses aceptan el estatus quo por los siguientes cuatro años (que es lo
que la reelección de Obama dio al país), uno puede esperar que la administración
de Obama avance con respecto a la guerra contra las drogas. Puede esperar que la
administración avance con respecto al Estado de vigilancia. Puede esperar que la
administración avance con la perpetua guerra contra el terror (a la que Obama no
llama guerra contra el terror, de manera que parezca diferente a Bush). Puede
esperar que la administración avance con respecto a las políticas del imperio
estadounidense.
“Hacia adelante”, a diferencia de esperanza y cambio, fue más que un simple
eslogan idealista para la campaña de reelección de Obama. Fue una manera
inteligente de presentar un mantra que realmente represente la virtud y el
estilo de su primer mandato porque se basó en no poner a prueba ningún interés
especial o grupo adversario. En su primer mandato, todo lo hacía acorde con el
estado de seguridad nacional, dejando crecer a la presidencia imperial porque,
quizás, la verdad no le molestó cuando vio cómo funcionaba todo realmente.
Muchos de estos aspectos estaban fuera del debate durante las elecciones. Los
candidatos presidenciales de terceros partidos Jill Stein del Partido Verde,
Rocky Anderson del Partido de la Justicia y Gary Johnson del Partido Libertario
intentaron, a través de sus campañas, enfocar la atención de los estadounidenses
en temas claves de derechos humanos y libertades civiles. Sus campañas animaron
a un buen número de votantes, que decidieron no dejarían más al Partido
Demócrata darlos por garantizados. Pero el alejamiento no fue suficiente para
empujar a Obama a decir nada atrevido durante la campaña.
Por lo que, en conclusión, hacia adelante (un eslogan de una palabra, para
los negocios como saben tanto los expertos en relaciones públicas como los
consejeros de las campañas y empleados) debería ser entendido como una
advertencia para todos nosotros de que Obama no tiene intención de revisar la
institucionalización, fortalecimiento o continuación de políticas de seguridad
nacional alarmantes. Todas continuarán si permitimos que su popularidad o bondad
percibida nos silencie e inmovilice, como hizo durante la mayor parte de su
campaña de reelección.
Este artículo apareció originalmente en The
Dissenter el 7 de noviembre de 2012.
¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.
E-mail:
espagnol@worldcantwait.net
|