El temperamento de una soldado objetora de
conciencia
ESCUCHE
(EN ESPAÑOL)
Publicado el 3 de mayo de 2013
Amy Goodman
“En definitiva, el triunfo de un país depende del temperamento de sus
ciudadanos”, sostuvo George W. Bush la semana pasada durante su discurso de
inauguración de la biblioteca presidencial erigida en su honor en Texas. La
biblioteca abrió sus puertas oficialmente el 1° de mayo, el día en que se
cumplieron 10 años del pronunciamiento de su famoso discurso “Misión cumplida” a
bordo del buque USS Abraham Lincoln, cerca de la costa de San Diego. En su
discurso en la biblioteca, Bush, al igual que el Presidente Barack Obama, la ex
Secretaria de Estado Condoleeza Rice y otras personas omitió mencionar la
palabra “Irak”.
La violencia en Irak aumentó en abril: 460 personas murieron y 1.219
resultaron heridas, en su mayoría civiles, en olas de ataques y contraataques
que recuerdan el peor momento de violencia sectaria en el país, ocurrido entre
2006 y 2008. Al menos 13 personas murieron el 1° de mayo, lo que presagia un mes
con iguales niveles de violencia. En medio de la violencia actual, una joven
soldado embarazada fue enviada a prisión esta semana por desertar, tras haberse
negado a regresar a la guerra de Irak en 2007. La soldado raso Kimberly Rivera
fue enviada a Irak por primera vez en 2006. Estaba a cargo de la vigilancia de
la entrada de la Base de Operaciones de Avanzada Loyalty en el este de Bagdad,
en un momento en que la base era atacada constantemente. Comentó acerca de la
experiencia: “Vi cómo es realmente la guerra y eso me hizo abrir los ojos:
personas que mueren por la codicia de un país y los efectos en los soldados que
regresan con problemas como pesadillas, ataques de ansiedad, depresión, ira,
abuso de alcohol, miembros amputados y cicatrices por quemaduras. Y algunos ni
siquiera regresan”.
Su abogado, James Branum, que defiende a varios soldados que se niegan a
combatir, me dijo: “Kimberly sintió que, moralmente, no podía hacer lo que le
pedían. Al mismo tiempo, se dio cuenta de que pondría a otros soldados en
peligro si no tiraba del gatillo llegado el momento. Habló con un capellán al
respecto, que no le prestó la debida atención y no le dio el consejo que
realmente necesitaba”. El capellán debería haberle avisado a Kimberly Rivera que
podía solicitar ser declarada objetora de consciencia.
Al no saber cuáles eran sus opciones, mientras estaba de licencia en Texas en
enero de 2007, Kimberly decidió que no regresaría a la guerra. Junto con su
esposo, Mario, y sus dos hijos pequeños, viajó a Canadá y se instaló en Toronto
mientras solicitaba ser declarada refugiada. Kimberly y Mario tuvieron dos hijos
más allí.
Canadá tiene una larga tradición como refugio para quienes se resisten a
combatir en una guerra. Durante la Guerra de Vietnam, decenas de miles de
jóvenes (se desconoce el número exacto) se negaron a combatir y huyeron de
Estados Unidos para evitar el servicio militar. Una vez terminada la guerra, a
la mayoría le concedieron amnistía y pudieron regresar al país. En 2004, Jeremy
Hinzman se convirtió en el primer soldado estadounidense del que se tiene
conocimiento que huyó a Canadá por oponerse a la Guerra de Irak. Poco después se
creó en Toronto la campaña “War Resisters Support Campaign” (Campaña de apoyo a
quienes se oponen a ir a la guerra). Al menos once soldados obtuvieron la
residencia permanente en Canadá y se les reconoció la condición de refugiados.
Kimberly Rivera cuenta con el apoyo de ese grupo, además del de miembros del
Parlamento canadiense, Amnistía Internacional y el arzobispo sudafricano y
Premio Nobel de la Paz Desmond Tutu. A pesar del precedente y del constante
apoyo que recibió, el gobierno canadiense rechazó su solicitud de refugiada. Por
lo que Rivera se entregó a las autoridades estadounidenses en la frontera entre
ambos países el 20 de septiembre de 2012.
En su consejo de guerra, realizado esta semana en Fort Carson, Colorado, el
juez condenó a Rivera a 14 meses de prisión, aunque más tarde redujo la condena
a 10 meses, en virtud de un acuerdo mediante el cual la acusada se declaró
culpable. James Branum habló de la condena: “El fiscal sostuvo en el juicio que
le solicitó al juez que dictara una condena severa para aleccionar a quienes
huyen a Canadá por negarse a ir a la guerra. El gobierno canadiense, al deportar
a Kim, alegó que ella no afrontaría ningún castigo grave como objetora de
consciencia por haberse negado a combatir en la guerra. Y, en realidad, eso fue
precisamente lo que sucedió. Ese fue el argumento utilizado por la fiscalía, que
debería ser castigada por hablar en contra de la guerra. Conocemos otros casos
de resistencia a la guerra que han sido castigados con penas más graves, de
hasta 24 meses de prisión. Muchas personas que evitan combatir reciben una
condena sin prisión o una pena corta de prisión. Y los desertores, en general,
más del 90%, no van a prisión. De modo que consideramos que están utilizando a
Kim como forma de ejemplarizar”.
Kimberly Rivera se negó a disparar a niños en Irak. Tuvo el valor de
desobedecer, de resistir. Ahora permanece en prisión, embarazada, lejos de su
esposo, Mario, y de sus cuatro hijos: Christian, de 11 años; Rebecca, de 8;
Katie, de 5; y Gabriel, de 2. George W. Bush tenía razón cuando dijo que el
triunfo de un país depende del temperamento de sus ciudadanos, es decir, de
ciudadanos como Kimberly Rivera.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
Texto
en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español,
spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés
y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el
sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos",
editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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