Perdido y encontrado en Guantánamo: Mansoor Adayfi, el
detenido 441
01 de octubre de 2021
Amy Goodman y Denis Moynihan
Democracy Now!
La bahía de Guantánamo, ubicada en el extremo sur de Cuba, alberga la tristemente célebre prisión
militar estadounidense de Guantánamo, conocida como “Gitmo”, donde 779 hombres
han permanecido detenidos, en su gran mayoría sin cargos, y han sido torturados
a lo largo de los últimos veinte años. Uno de estos prisioneros, el yemení
Mansoor Adayfi —o el “detenido 441”— estuvo encarcelado allí durante 14 años,
hasta 2016. Adayfi está actualmente exiliado en Serbia, lugar a donde Estados
Unidos lo obligó a asentarse luego de su liberación de Guantánamo a pesar de no
tener ninguna conexión con ese país. Adayfi acaba de publicar un libro de
memorias, en el que describe el horror que se vive en Guantánamo y cómo él y
sus compañeros de prisión mantuvieron la cordura, crearon lazos solidarios y
sobrevivieron.
Mansoor Adayfi habló con Democracy Now! desde Belgrado. No dejó de sonreír y de reír durante la
conversación que mantuvimos con él, a pesar de haber soportado años de tortura
y encarcelamiento arbitrario. Aprendió la mayor parte de su inglés casi fluido
de los guardias de Guantánamo. Respecto a la gran diversidad que había entre
los prisioneros con los que tuvo que convivir, nos dijo:
“Había alrededor de 50 nacionalidades, 20 idiomas e historias de vida diferentes. Las personas que
estaban en Guantánamo eran artistas, cantantes, médicos, enfermeros, buzos,
mafiosos, drogadictos, docentes, investigadores, poetas. Esas culturas tan
diversas interactuaron unas con otras, se fusionaron y formaron lo que
denominamos la 'cultura de Guantánamo' y lo que yo llamo 'el hermoso
Guantánamo'”.
Las elocuentes memorias de Mansoor Adayfi publicadas en el libro “Don’t forget us here: lost and found at
Guantánamo” (No se olviden de los que estamos aquí. Perdidos y encontrados en
Guantánamo) son un testimonio profundamente personal del horror que vivió en la
prisión. También constituyen una dura denuncia contra la crueldad de las Fuerzas
Armadas estadounidenses y las personas que tenían a su cargo el manejo de la
prisión, incluido el general Geoffrey Miller, un implacable defensor de las
prácticas de tortura que también estuvo a cargo de la prisión Abu Ghraib en
Iraq, así como contra la serie de presidentes y comandantes en Jefe que
estuvieron al mando de Estados Unidos desde 2002: George W. Bush, Obama, Trump
y ahora Biden.
“Por favor, déjame llevarte de viaje por Guantánamo”, escribe en la introducción del libro Mansoor Adayfi.
“Ajústate el cinturón y prepárate. Seré tu guía, pero no te preocupes, no
tendrás que usar el overol naranja ni los grilletes ni la capucha. Todas las
noches podrás dejar atrás las rejas y las celdas de aislamiento y
reincorporarte a tu vida. Pero creo que retornarás junto a mí para ver un lado
de Guantánamo que pocas personas han tenido posibilidad de experimentar, donde
hay mucho dolor, sí, pero también hay momentos inesperados de belleza y alegría
que te dejarán sin aliento. Este es mi Guantánamo”.
Nacido en el seno de una familia numerosa en un área rural de Yemen, Mansoor tuvo un buen desempeño en
la escuela y cuando cumplió los 18 años de edad fue enviado a Afganistán para
ayudar con un proyecto de investigación. Así nos cuenta lo que le sucedió en
ese país:
“Un día, después del 11 de septiembre, fui secuestrado por líderes tribales afganos. Desde los aviones
estadounidenses se tiraban panfletos en los que se ofrecían grandes recompensas
de dinero en efectivo [por entregar sospechosos]. Me vendieron a la CIA
como un general de Al Qaeda, un egipcio de mediana edad, involucrado
en los atentados del 11 de septiembre. Me llevaron a un centro clandestino de
detención, donde me torturaron durante más de dos meses”.
Mansoor nunca olvidará lo que padeció en ese centro clandestino:
“Nadie sabe cuántas personas murieron realmente allí. No había ninguna limitación en las torturas que podían
infringirte. Permanecer colgado del techo de la celda, boca abajo, durante
mucho tiempo, incluso con los ojos vendados y desnudo. Permanecer parado, sin
descanso. Estábamos las veinticuatro horas del día sometidos a prácticas como
la privación del sueño, nos golpeaban, nos sometían a la práctica del
ahogamiento simulado”.
Con grilletes y encapuchado, Adayfi fue trasladado en avión desde Afganistán a Guantánamo, en un viaje de 40
horas de duración. Sus captores le colgaron un letrero alrededor del cuello con
la leyenda “Golpéenme” y los guardias a bordo obedecieron y lo golpearon
durante todo el viaje. En la cárcel de Guantánamo, el maltrato continuó. Con el
tiempo, los reclusos se organizaron y comenzaron una huelga de hambre.
“Nuestros cuerpos eran el campo de batalla, porque los estadounidenses nos torturaban, nos maltrataban y
nos golpeaban en el cuerpo; y nosotros también castigamos nuestros propios
cuerpos con la huelga de hambre, tratando de resistir. Era un viaje lento hacia
la muerte”.
Mansoor Adayfi sufrió innumerables golpizas y horrendos interrogatorios a manos de los guardias de la
prisión. Aún así sentía compasión por quienes regresaban de la guerra en Irak o
Afganistán: “Vi cómo volvían esos guardias, muchos de ellos estaban mentalmente
destruidos. Ver a una persona quebrantada es más doloroso que cualquier otra
cosa”. Una de las guardias lo conmovió profundamente cuando se rehusó a acatar
una orden directa de llevar a Mansoor a un interrogatorio.
“Era una cuestión de vida o muerte, pero tienes que mantener viva la esperanza”, reflexionó Mansoor. “Ese
lugar fue diseñado para quitarte toda esperanza”.
Mansoor Adayfi lleva puesta —en una actitud desafiante— una bufanda naranja, a pesar de que un psicólogo de
la prisión de Guantánamo y un representante del Comité Internacional de la Cruz
Roja le dijeron que usar el color naranja podría desencadenarle una situación
de estrés postraumático.
“En Guantánamo aprendí que nunca te debes quedar callado”, dijo Mansoor Adayfi, el detenido 441, a
Democracy Now!. “Si guardas silencio, el opresor te oprimirá aún más. Así que
nunca me quedaré callado”.
© 2021 Amy Goodman
Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés
y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el
sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”,
editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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